Cómo se mantiene el «consenso» científico
sobre la evolución

___________

 

Granville Sewell, Ph.D.[*]



Para acceder al PDF del artículo del doctor Granville Sewell censurado en última instancia por la revista Applied Mathematical Letters, haga clic aquí:

Una reconsideración de la Segunda Ley

Granville Sewell  26 de abril de 2012 | Permalink




Como los lectores de ENV ya sabrán, escribí un artículo, «A Second Look at the Second Law [Una reconsideración de la Segunda Ley]», que fue objeto de revisión paritaria y aceptado por la revista Applied Mathematics Letters (AML) en 2011, y que fue luego rechazado a última hora debido a que «nuestros directores sencillamente descubrieron que no tiene la clase de contenido que estamos interesados en publicar». Las circunstancias alrededor de esta cancelación fueron tan escandalosas para la editorial que acabaron pagando 10.000 dólares en daños y perjuicios y publicando una disculpa en la revista. Pero mantuvieron su negativa a publicar el artículo.

 

Y ahora, la revista Mathematical Intelligencer (MI) ha publicado un artículo impugnando mi artículo (que, recordemos, ¡no fue publicado!). Ante ello, envié una carta al director (que, según me dijeron, se publican normalmente «tal cual se han recibido», si se publican), respondiendo al artículo publicado en MI, pero esta carta fue enviada a revisión de todos modos y luego rechazada, de modo que no se me permite defenderme, ni siquiera en carta al director. Uno de los comentarios del revisor es especialmente interesante:

 

Él cita a [Bob] Lloyd criticándolo por ser demasiado poco serio al equiparar la entropía y el desorden. Él responde que no es a él a quien se le debe acusar, porque los textos de física consideran a menudo la segunda ley en escenarios en los que la cuantificación precisa es difícil. Pero es cosa cierta que hay una gran diferencia entre el nivel de rigor que se exige cuando se comunica el aire de la segunda ley a estudiantes, y el nivel que uno debería mantener cuando argumenta que se debería descartar una rama principal de la ciencia por estar en conflicto con la segunda ley. Los argumentos gestuales acerca de películas proyectadas al revés no son adecuados para alcanzar las trascendentales conclusiones a las que Sewall quiere llegar. Este era el argumento de Lloyd.

 

En otras palabras: está bien que los libros de texto de física apliquen la segunda ley a aplicaciones más allá de la termodinámica, como libros que arden o copas de vidrio que se rompen, pero no a ordenadores que surgen en un planeta rocoso, debido a que esto podría constituir una amenaza para «una rama principal de la ciencia». ¡Ni tan sólo se debe permitir la publicación de una carta al director que extraiga una conclusión tan «trascendental»!

 

Como no se me permite responder en la revista, doy mi respuesta más abajo, para que al menos los lectores de ENV y Notas y Reseñas puedan verla. En su columna Punto de Vista en MI, Bob Lloyd comienza vinculándome verazmente con el Instituto Discovery (tras lo cual ya es totalmente innecesaria ninguna posterior impugnación), y el resto del artículo está dedicado casi enteramente a exponer que mis «X-entropías» no son siempre independientes entre sí, que bajo ciertas circunstancias pueden influirse mutuamente.

 

De hecho, en el artículo para AML reconocía yo que en tanto que estas diferentes entropías son independientes entre sí en «nuestros modelos simples, donde se supone que sólo está sucediendo una conducción de calor o difusión, naturalmente, en situaciones más complejas, las leyes de probabilidad no hacen unas predicciones tan simples». Lloyd dice que la independencia universal de estas X-entropías «es capital para todas las versiones de sus argumentos». Excepto que nunca pretendí ni he creído que siempre fuesen independientes —véase el punto uno en mi respuesta para más detalle acerca de esta crítica principal, que ignora totalmente el punto principal del artículo para AML. En 11 agotadores años de escribir acerca de este tema, he observado que las críticas, invariablemente, se dirigen a algún punto menor, secundario, e ignoran completamente el argumento principal, que es extraordinariamente sencillo, y expresado con toda claridad en el último párrafo de la respuesta que me ha sido denegada ... e incluso con mayor claridad en el video que presento a continuación:





De modo que el artículo para AML no fue digno de ser publicado, incluso después de haber sido aceptado, y un artículo que critica duramente el artículo no publicado sí que es digno de ser publicado: pero no se puede publicar ninguna respuesta a éste. Bien, ahora ya tenemos una buena ilustración acerca de cómo se mantiene el «consenso científico» respecto de ciertos temas polémicos. Y si se ve el video, se comprenderá por qué, al menos en lo que toca a esta cuestión, es tan necesario suprimir todos los puntos de vista contrarios para poder mantener el consenso.

 

Una respuesta a Bob Lloyd
Por Granville Sewell

 

Lo que sigue es mi respuesta al artículo de Bob Lloyd en Viewpoint, «Is there any Conflict between Evolution and the Second Law of Thermodynamics? [¿Existe algún conflicto entre la evolución y la Segunda Ley de la Termodinámica]»6, que aparece publicado en el último número de The Mathematical Intelligencer. Pero primero veamos algunos antecedentes.

 

El artículo en Applied Mathematics Letters a que se hace referencia en el artículo de Lloyd, y en mi respuesta, nunca fue realmente publicado en AML. Recibí una carta del director alrededor de una semana antes de su programada publicación en la que se me decía que se había excluido porque «nuestros directores sencillamente descubrieron que no tiene la clase de contenido que estamos interesados en publicar». Posteriormente, la revista publicó una disculpa formal5, en la que reconocían que había sido excluido «no debido a ningunos errores ni a problemas técnicos que hubiesen encontrado los revisores o los directores, sino porque el Director Jefe llegó posteriormente a la conclusión que el contenido era más filosófico que matemático». Por ello, el artículo sólo puede encontrarse en mi sitio web personal, aquí [y su traducción al español aquí], pero es importante que los lectores accedan a este artículo, o bien no comprenderán realmente la crítica de Lloyd, ni mi respuesta.

 

También es importante observar que, aunque soy un proponente del diseño inteligente4, el artículo para AML no mencionaba el diseño inteligente, no incluía ninguna referencia al ámbito sobrenatural, y ni tan siquiera concluía que la segunda ley haya resultado finalmente violada por lo que ha sucedido sobre la Tierra. Sólo concluía que si uno quiere creer que un arreglo espontáneo de átomos sobre este planeta para formar cerebros inteligentes y máquinas capaces de realizar computaciones matemáticas y transporte aéreo a larga distancia no violó dicha ley, no le es posible esconderse detrás de la idea tan ampliamente aceptada de una «compensación»; uno tiene que creer que, gracias a la incidencia de la energía solar, junto con la selección natural, y lo que fuere, lo que sucedió aquí no era realmente extremadamente improbable —o más correctamente, macroscópicamente descriptible y extremamente improbable desde el punto de vista microscópico. (En mi artículo para AML intenté describir lo que se significa por «extremadamente improbable» de una forma algo más precisa: «Si repetimos un experimento 2k veces, y definimos un suceso como “descriptible de forma simple” (macroscópicamente descriptible) si se puede describir en m o menos bits (de modo que haya 2m o menos sucesos de esta clase), y como “extremadamente improbable” cuando tiene una probabilidad de 1/2n o inferior, entonces la probabilidad de que cualquier suceso extremadamente improbable y descriptible de forma simple pueda jamás llegar a ocurrir es inferior a 2k+m /2n. Así, tan sólo tenemos que asegurar que escogemos n como mucho más grande que k+m.»)

 

Lloyd cita mi ejemplo, presentado en mi carta al director1 en un número de 2001 de Mathematical Intelligencer, de carbono y calor difundiéndose independientemente entre sí en un sólido, y afirma que:

 

Esta es una afirmación bien clara de que cree que las diferentes «X-entropías» en la posterior formulación en AML se comportan de manera independiente. Este punto es capital para todas las versiones de su argumento ... El argumento de Sewell es general y debería aplicarse igualmente a solutos en soluciones líquidas. Aquí también los gradientes térmicos no deberían tener ningún efecto sobre las concentraciones de las especies disueltas si el tratamiento independiente de las entropías es válido.

 

Luego pasa a exponer como estas «entropías» no son independientes entre sí en ciertos experimentos con líquidos. Esta parece ser su crítica principal de mis escritos sobre este tema.

 

Puedo haber dejado la impresión en mi carta de 2001 que yo creía que estas diferentes «X-entropías» eran siempre independientes entre sí, pero en el artículo más reciente para Applied Mathematics Letters escribí así:

 

El contraargumento de la «compensación» fue presentado por personas que generalizaron la ecuación modelo para sistemas cerrados, pero olvidaron generalizar la ecuación para sistemas abiertos. Ambas ecuaciones son sólo válidas para nuestros modelos simples, donde se supone que sólo está sucediendo conducción de calor o difusión; naturalmente, en situaciones más complejas, las leyes probabilísticas no hacen unas predicciones tan simples. Sin embargo, en «¿Puede CUALQUIER COSA suceder en un sistema abierto?» generalicé las ecuaciones para sistemas abiertos mediante la siguiente tautología, que es válida en todas las situaciones: «si un aumento de orden es extremadamente improbable cuando un sistema está aislado, seguirá siendo extremadamente improbable cuando el sistema sea abierto, a no ser que entre alguna cosa que lo haga NO extremadamente improbable».

 

Los ejemplos de «X-entropía» (p. ej., «entropía de carbono») se dieron sólo como ilustración de esta tautología, como se decía claramente en mi resumen para AML. Y en un sólido, donde se suponen los modelos más simples para difusión y para conducción de calor, es decir, sin convección ni fuentes o sumideros, estas «entropías» son independientes entre sí y cada X-entropía no puede disminuir más rápidamente de lo que se exportan a través del límite (es decir, cada X-orden no puede aumentar más rápidamente de lo que es importado), de modo que en este caso las ecuaciones para el cambio de entropía ilustran la tautología de una manera apropiada, aunque no estoy seguro de que una tautología necesite ilustraciones. Y en realidad no hay nada especial, excepto por las consideraciones históricas, acerca del caso de X = calor (entropía térmica), las entropías asociadas con cualquier componente X en difusión son todas definidas por las mismas ecuaciones, y son todas igualmente cuantificables. En otras situaciones, como lo dije claramente, las cosas no son tan simples; nunca se pretendió una «independencia» universal de X-entropías, y no se trata desde luego de un punto crucial.

 

Naturalmente, Lloyd no proporcionó ningún contraejemplo para mi tautología. En contra de lo que parece ser la creencia común, cuando la entropía térmica disminuye en un sistema abierto, no está sucediendo nada macroscópicamente descriptible que sea extremadamente improbable desde el punto de vista microscópico; sencillamente, algo está entrando en el sistema abierto que hace que la disminución no sea extremadamente improbable. La tautología era claramente el punto central de mi argumento en cada artículo.

 

Es difícil saber de dónde ha aparecido esta idea errónea, que la entropía se pueda separar en componentes independientes. Una posibilidad es que esto proceda de suponer una equivalencia precisa entre entropía, a la que se aplican los formalismos de la termodinámica, y el desorden, que es algo demasiado deficientemente definido para aplicarle la termodinámica.

 

Luego Lloyd me ridiculiza por mi referencia al orden asociado con aeroplanos o a aparatos de TV, como si yo fuese el primero en tratar de aplicar la segunda ley a aplicaciones menos cuantificables como las mencionadas. Pero la mayoría de los libros de texto universitarios que mencionan la segunda ley citan cosas como la rotura de copas de vino o de libros quemados, como ejemplos de aumento de entropía. Todo lo que he hecho ha sido extenderlo de una forma obvia: si las disminuciones en entropía como el cambio de disposición de los átomos para conformarse en ordenadores y aviones a reacción estuviesen prohibidas por la segunda ley en un planeta aislado, porque son cosas macroscópicamente descriptibles que son extremadamente improbables desde el punto de vista microscópico, entonces siguen estando prohibidas por la misma ley (o al menos por el mismo principio natural) si lo único que está entrando en el sistema es energía solar, y ello por la misma razón: siguen siendo extremadamente improbables. Al menos, a mí y a la mayoría de la gente nos parece claro que tal aumento en orden seguiría siendo extremadamente improbable, aunque reconozco en las conclusiones del artículo para AML que uno puede todavía argumentar que tal cosa no es extremadamente improbable, y con ello evitar la conclusión de que se ha violado la segunda ley.

 

Supongamos que tomamos un video de un tornado que barre una ciudad, y que proyectamos el video hacia atrás. ¿Razonaríamos que aunque la transformación mediante tornados de cascotes y ruina a casas y automóviles representa una disminución de entropía, los tornados derivan su energía del sol, y que el aumento de entropía fuera de la tierra más que compensa la disminución que vemos en el video, de modo que no hay conflicto con la segunda ley? ¿Razonaríamos acaso que lo que estábamos viendo es demasiado difícil de cuantificar, y «demasiado deficientemente definido para aplicar la termodinámica», y concluiríamos que no podemos decidir si hay algún problema con la segunda ley o no? En tal caso, la segunda ley nunca debiera haberse aplicado a ninguna aplicación aparte de la termodinámica; pero por supuesto yo no soy el primero en hacerlo. Algunas cosas son obvias incluso si es difícil cuantificarlas. Y la transformación mediante tornados de escombros en casas y automóviles no es nada en comparación con lo que ha sucedido en la tierra en los últimos 3–4 mil millones de años, al menos en mi opinión.

 

El punto de vista cualitativo asociado con la aportación solar a la tierra, que se descartaba tan despreocupadamente en el resumen del artículo para AML, y las formulaciones del mismo por Styer y Bunn, siguen incontestados por la obra de Sewell.

 

Los artículos publicados en la revista American Journal of Physics por Styer2 y Bunn3 ilustran de manera muy idónea la clase de lógica que critico en mis escritos, de modo que vamos a considerar estos artículos.

 

Styer estimaba la tasa de disminución en entropía asociada con la evolución biológica como inferior a 302 Joules/grado Kelvin/segundo, observó que esta tasa es muy pequeña, y concluía diciendo: «Es de suponer que la entropía de la biosfera de la Tierra está de hecho disminuyendo en una pequeña cantidad debido a la evolución y que la entropía de la radiación cósmica de fondo de microondas está aumentando en una cantidad todavía mayor para compensar esta disminución». Para llegar a esta estimación, Styer suponía que «cada organismo individual es 1000 veces más improbable que lo era el individuo correspondiente hace 100 años» (una suposición «muy generosa»), usó la fórmula de Boltzmann para calcular que una disminución de la probabilidad por un factor de 1000 se corresponde con una disminución de la entropía de kBlog(1000), multiplicó esto por una estimación en exceso generosa del número de organismos sobre la Tierra, y lo dividió por la cantidad de segundos en un siglo.

 

Bunn concluyó posteriormente que el factor de Styer de 1000 no era en realidad generoso, que en realidad se debería considerar que los organismos eran, en promedio, alrededor de 1025 más improbables cada siglo, pero expone que, con todo, «la segunda ley de la termodinámica está a salvo».

 

Como han transcurrido alrededor de 5 millones de siglos desde el comienzo de la era del Cámbrico, si los organismos son, en promedio, 1000 veces más improbables cada siglo, esto significaría que los organismos actuales son en promedio alrededor de 1015000000 veces más improbables que los del comienzo del Cámbrico (10125000000 veces más improbables si usamos la estimación de Bunn). Y como nada puede tener una probabilidad mayor que uno, esto se supone que significa que los organismos actuales tienen una probabilidad inferior a 10-15000000 (o a 10-125000000) de haber aparecido. Pero, según arguyen Styer y Bunn, no hay conflicto con la segunda ley porque la Tierra es un sistema abierto, de modo que cualesquiera sucesos extremadamente improbables aquí pueden ser compensados por sucesos en cualquier otro lugar en el universo.

 

Según Styer, la fórmula de Boltzmann, que relaciona la entropía térmica de un estado de gas ideal con la cantidad de posibles microestados, y así con la probabilidad de aquel estado, puede usarse para el cómputo del cambio en entropía térmica asociada con cualquier cambio en probabilidad: no sólo la probabilidad de un estado de gas ideal, sino la probabilidad de cualquier cosa. Esto es algo muy parecido a encontrar una hoja de la Lotería Nacional en la que se dé una lista de las probabilidades de ganar cada premio monetario y decir: ¡ajá, ahora sabemos como convertir la probabilidad de cualquier cosa en su equivalente monetario!

 

Para ver el absurdo de esta lógica, extendamos los cálculos de Styer al juego del póquer. La fórmula de Boltzmann nos permite definir la entropía de una mano de póquer como S = kBlog(W) donde kB = 1,38*10-23 Joules/grado Kelvin es la constante de Boltzmann y W es la cantidad de manos posibles de un tipo determinado (número de «microestados», W = p*C(52,5), de modo que S = kBlog (p) + Constante, donde p es la probabilidad de la mano). Por ejemplo, hay 54912 posibles manos posibles de «tercia», y 3744 manos que representarían un «full», de modo que si me han servido una mano «tercia», devuelvo algunas cartas, vuelvo a barajar y vuelvo a servir, y acabo con un «full», el resultante cambio en entropía es S2 - S1 = kBlog (3744) - kBlog (54912) = kBlog (1/14,666) = -3,7*10-23 Joules/grado. Naturalmente, una disminución de probabilidad por un factor de solo 15 lleva a una disminución muy pequeña de entropía, lo que queda muy fácilmente compensado por el aumento en entropía en el fondo cósmico de microondas, de modo que desde luego no hay conflicto aquí con la segunda ley.

 

Sin embargo, hay algunos problemas. En tanto que uno puede definir una «entropía de póquer» como Sp = kplog (W) y tener una buena fórmula para la entropía que aumenta cuando aumenta la probabilidad, ¿por qué debería ser la constante kp usada igual a la constante de Boltzmann kB? De hecho, no está claro por qué la entropía del póquer debería tener unidades de Joules/grado Kelvin. En el caso de la entropía térmica, la constante se escoge de modo que la definición estadística de la entropía térmica concuerda con la definición macroscópica estándar. Pero no hay ninguna definición estándar con la que concuerde la entropía del póquer, de modo que la constante kp puede escogerse de forma arbitraria. Si establecemos de manera arbitraria kp = kB, de modo que las unidades concuerden, sigue no teniendo ningún sentido añadir cambios de entropía de póquer y de entropía térmica para ver si el resultado es o no positivo. No está claro como el hecho de que la entropía térmica esté aumentando en el resto del universo haga más fácil conseguir una mano de póquer tan sumamente improbable. Naturalmente, todos estos problemas también existen respecto de los análisis de Styer y Bunn de la entropía asociada con la evolución; al menos, en el caso de la entropía del póquer no tenemos que hacer las aventuradas suposiciones acerca de las probabilidades involucradas.

 

Si uno quiere demostrar que una disposición espontánea de átomos para formar máquinas capaces de computación matemática y de viaje interplanetario no viola el principio natural fundamental subyacente a la segunda ley, no puede simplemente decir, como lo dicen Styer y Bunn y tantos otros: «Sí, cierto, la evolución es astronómicamente improbable, pero la Tierra es un sistema abierto, de modo que no hay problema alguna en tanto que algo (¡cualquier cosa, según parece!) esté sucediendo fuera de la Tierra que, si se invirtiese, sería todavía más improbable. Lo que se tiene que argumentar es que lo que ha sucedido en la Tierra no es realmente astronómicamente improbable, tomando en cuenta lo que ha entrado (y salido) de nuestro sistema abierto. ¿Por qué un punto tan sencillo y obvio resulta tan polémico?

 

Referencias

 

(1) Sewell G (2001) «Can ANYTHING Happen in an Open System? [¿Puede suceder CUALQUIER COSA en un sistema abierto?]», The Mathematical Intelligencer 23, número 4, pp. 8-10.

 

(2) Styer D (2008) «Entropy and Evolution [Entropía y Evolución]», American Journal of Physics 76, issue 11, 1031-1033.

 

(3) Bunn E (2009) «Evolution and the Second Law of Thermodynamics», American Journal of Physics 77, número 10, pp. 922-925.

 

(4) Sewell G (2010) In the Beginning and Other Essays on Intelligent Design [En el Principio, y otros ensayos sobre Diseño Inteligente], Discovery Institute Press.

 

(5) — (2011) «Editors note: A Second Look at the Second Law [Nota del Director: Una reconsideración de la Segunda Ley]», Applied Mathematics Letters 24, número 11, p. 1968.

 

(6) Lloyd B (2012) «Is there any Conflict between Evolution and the Second Law of Thermodynamics? [¿Hay algún conflicto entre la Evolución y la Segunda Ley de la Termodinámica]», The Mathematical Intelligencer 34, número 1, pp. 29-33.



Granville Sewell, Ph.D., es Catedrático de Matemáticas en la Universidad de Texas, El Paso.
Se puede visitar su Oficina Virtual
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Título: How the Scientific “Consensus” on Evolution is Maintained

Autor(es): Granville Sewell, Ph.D. © Copyright 2012
Traducción del inglés: Santiago Escuain - Se agradece al autor, Granville Sewell, la revisión de la traducción.
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