Controversias en Paleoantropología__________
por Jerry Bergman, Ph.D. |
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«El
campo de la paleoantropología suscita un interés natural
debido a nuestro propio interés acerca de los orígenes.
Y, debido a que se tiene que llegar a conclusiones de peso emocional
para muchos a partir de una evidencia sumamente exigua, es a menudo
difícil separar lo personal de las furiosas disputas
científicas desatadas en este campo.»
— Constance Holden, «The Politics of Paleoanthropology»
Science, p.737, 14 de agosto de 1981 Muchos estudios descubren que el campo pretendidamente objetivo de la evolución humana es cualquier cosa menos objetivo — los prejuicios son cosa común, y se han documentado casos de corrupción y de fraude. Entre los ejemplos bien conocidos aparecen el hombre de Piltdown y el Hesperopithecus, pero existen muchos otros ejemplos. Uno de los casos más bien conocidos de codicia, venganza y fraudes ostensibles se dio en la polémica abierta entre Edward Drinker Cope y Othniel Charles Marsh en la guerra de los huesos de finales de los 1800 (Wallace, 1999). Una parte de la razón
para la controversia es que el campo de la antropología está dividido en
«facciones» o «escuelas» que con no poca frecuencia compiten entre sí. Cada
escuela está a menudo dominada por una pequeña cantidad de personas que con
frecuencia son líderes con gran carisma personal. Cada facción intenta
«demostrar» su propia teoría de evolución humana, a menudo de forma dogmática,
mediante el uso de huesos fósiles, la mayoría de los cuales son fragmentos muy
dañados. En estos conflictos se adoptan partidos y, como lo demuestra Morell
con elocuencia (1995), los participantes acaban al final enzarzados en
conflictos en los que valen las conductas carentes de ética (y casi todo lo
demás). Lo único que se excluye es la agresión física (aunque no siempre). Un problema fundamental
al afrontar esta cuestión es que existe una gran arrogancia dentro de la
comunidad científica. Hooper afirma que algunos científicos creen
dogmáticamente que ellos tienen la respuesta, y que solo ellos tienen derecho a
hacer preguntas — y si ellos no las hacen, nadie más debiera hacerlas (2002).
Un examen de esta historia arroja una gran luz sobre el «otro lado» de los
científicos líderes en cada campo — los que dominan las fuentes literarias en Nature, Science y otras revistas
científicas líderes. Debido a que la evidencia
fósil representa a menos del 10 por ciento del animal, se puede interpretar de
muchas formas, incluso en la infrecuente circunstancia de que un esqueleto sea
relativamente completo. Lucy, por ejemplo, es el esqueleto más completo hasta
la fecha, y faltan casi tres cuartas partes del mismo. La mayoría de los otros
hallazgos se componen, como mucho, de unos pocos fragmentos de huesos o a veces
solo de dientes. Durante el último medio
siglo, los Leakeys han estado en el centro de este conflicto. Las interminables
y feroces confrontaciones, a veces hasta de nivel físico, entre los Leakeys o
otros, como Donald Johanson y Timothy White, son sumamente iluminadoras acerca
de cuán críticamente importantes son las preconcepciones para la interpretación
que se aplica a la evidencia fósil disponible. De joven, Louis Leakey
estaba lleno de «celo acerca de su cristianismo y a veces pronunciaba sermones
en esquinas subido a una caja» (Morell, 1995; p. 28). Pero durante sus estudios
en Cambridge, su «creciente conocimiento de la teoría evolucionista» y sus
«opiniones más liberales» le hicieron apartarse de la iglesia y le llevaron a
dedicarse a la ciencia a dedicación total. Louis Leakey, junto con los ateos y
secularistas líderes de la época, prestó su apoyo al documento ateo conocido
como el «Manifiesto Humanista». Posteriormente adoptó una
postura de gran hostilidad contra el cristianismo, una actitud que pasó al
menos a uno de sus hijos, Richard. Cuando le pidieron a Richard que participase
en el programa de televisión de Walter Cronkite para discutir los temas de
evolución y creacionismo como «ardiente anticreacionista», Richard accedió
(Morell, 1995; p. 520). Esto resultó en un truco para hacerle aparecer en el
programa, siendo el verdadero propósito de Cronkite enfrentar a Leakey y
Johanson para que debatiesen sus opiniones radicalmente diferentes acerca del Australopithecus
afarensis y otros pretendidos homínidos. En el programa, Johanson se mostró
menos interesado en una discusión intelectual para conseguir una mejor
comprensión de la evolución humana de lo que estaba en atacar a aquellos con
los que estaba en desacuerdo. En mi opinión, Richard salió mejor de este
intercambio, pero otros opinaron en sentido contrario. Poco después del
programa de Cronkite, Un rasgo común en el
campo es la dificultad que tienen los principales científicos para evaluar los
datos de forma mesurada y objetiva. Muchos, como Tim White, profesor en la
Universidad de California en Berkeley, son cualquier cosa menos razonables y
objetivos. En palabras del profesor de Tim White en la Universidad de Michigan,
Milford Wolpoff, Tim conoce el «buen»
camino ... y esto es con una «B» mayúscula. ... Yo creía que una vez que
consiguiese un puesto y se le tratase con respeto profesional, se calmaría un
poco. Pero me equivoqué. ... La postura inflexible de White apareció [en el
campo de estudio] ... lo que le llevó a ser «grosero y arrogante hacia los
demás hasta un punto indescriptible». (Morell, 1995; p. 477.) Los debates son
necesarios para realizar progresos en la ciencia — pero la ferocidad que
documenta Morell con tanta elocuencia es difícilmente lo que esperaríamos de
unos antropólogos interesados en la verdad y que desean que otros evalúen sus
ideas de forma racional. La conducta exhibida por estos individuos era tan
extrema que no podía tratarse en una publicación destinada a Fraude entre investigadores darwinistas El método científico es
una aproximación ideal para conseguir conocimiento, pero constituye un método
de aplicación especialmente difícil para «demostrar» ciertas hipótesis
científicas, como las que involucran orígenes. Un buen ejemplo de esta
dificultad es «la teoría de la evolución (que) es ... una teoría sumamente
valorada por los científicos ... pero que en cierto sentido se encuentra en una
posición demasiado profunda para ser directamente demostrada o refutada» (Broad
y Wade; 1982, p. 17). Un caso célebre de fraude
evolucionista, el del biólogo vienés Paul Kammerer, fue el tema de un libro
ahora clásico titulado The Case of the Midwife Toad (Koestler, 1972). El
fraude del doctor Kammerer incluyó simular unas «almohadillas nupciales» con
tinta china en los pies de los sapos que estaba estudiando. Aunque su trabajo,
que se falseó para sustentar la teoría evolucionista lamarckiana, fue puesto en
evidencia, se empleó durante décadas para respaldar ciertas ideologías
evolucionistas, incluyendo la que mantenía Trofim D. Lysenko (Kohn, 1988; p.
47). En un caso similar, William Summerlin inventó los resultados de un ensayo
en la década de 1970 simplemente dibujando unos parches negros en sus ratas
blancas de laboratorio, usando un rotulador (Chang, 2002). Otro reciente caso
de fraude en el evolucionismo es el del Archaeoraptor, «el
descubrimiento evolutivo del siglo» que se declaró que demostraba la evolución
de las aves a partir de los dinosaurios. Uno de los casos «más
hirientes» de fraude involucró al paleontólogo Viswat Jit Gupta que hizo
«asombrosas adiciones a las listas de fauna» de especies en el área en que
trabajaba (Talent, 1989). Después de una extensa investigación, los
investigadores llegaron a la conclusión de que el Profesor Viswat Jit Gupta
sembró el área con fósiles evidentemente robados de colecciones didácticas.
Publicó cerca de 300 artículos acerca de estos hallazgos a lo largo de un
período de 25 años, todos los cuales están ahora bajo sospecha. Talent (1989)
concluye, como resultado de este caso, que
descubrimientos clave
El crucial fragmento de
cráneo, que antes se creía que procedía del más antiguo Neanderthal del mundo,
ha resultado ahora tener una antigüedad de solo 7.500 años, según la unidad de
dataciones radiocarbónicas de la Universidad de Oxford. También otros cráneos
fueron datados erróneamente por Von Zieten. después de volver a datar la
evidencia, se llegó a la conclusión de que había falseado las fechas de
numerosos artefactos. Sencillamente, había inventado las fechas para que
concordasen con sus teorías. Los ensayos revelaron que todos los cráneos
datados por Potsch eran, en realidad, mucho más recientes de lo que él había
pretendido. Thomas Terberger, el descubridor del engaño, declaró que como
resultado del fraude, «la antropología tendrá que revisar completamente su
descripción del hombre moderno entre hace 40.000 y 10.000 años» (citado en
Harding, 2005). El comité también estableció
que Von Zieten había cometido otras numerosas «falsedades y manipulaciones».
Sus engaños son tan graves que «pueden significar que se tendrá que volver a
escribir toda una sección de la historia del desarrollo del hombre» (Harding,
2005). Otro de los hallazgos del profesor, la mujer de Binshof-Speyer, quedó
situada en una edad de El comité que le
investigó celebró diez diferentes reuniones con doce testigos, y fue desvelando
evidencias que iban resultando más
extrañas. Con el avance de las investigaciones resultó difícil tomar aquello en
serio ... Sencillamente, todo resultaba increíble. En conclusión, lo que hizo
resultaba increíble (citado en Harding, 2005). ¡También se descubrió que
el profesor ni siquiera sabía hacer funcionar el aparato de dataciones
radiocarbónicas que pretendía haber usado para determinar las fechas que ahora
habían quedado desacreditadas! El Profesor von Zieten se
vio obligado a acabar su carrera después de que la confirmación de las
«falsedades y manipulaciones» vio la luz pública. Este escándalo es críticamente
importante en el campo de la antropología física porque su carrera académica de
treinta años produjo muchos sensacionales hallazgos que se consideraron como
importantes evidencias para la moderna teoría de Ahora existe evidencia de
que comenzó a «inventar cosas» al comienzo mismo de su carrera hace más de
treinta años. Después de volver a Alemania procedente de los Estados Unidos
donde realizó su doctorado, tras aceptar un puesto de profesor, «simplemente se
dedicó a inventar cosas». Un ejemplo de sus pretensiones fue un supuesto «medio
simio» de cincuenta millones de años que él dijo haber encontrado en Suiza, pero
que en realidad se había encontrado en Francia. Es probable que las
investigaciones en marcha revelen mucho más acerca de este caso, que ha
recordado a muchos el infame asunto de Piltdown. En ocasiones los
evolucionistas son muy sinceros, como en el caso de la admisión de Johanson de
que en la actualidad «nadie pone realmente mucha fe en ningún árbol [evolutivo]» (Morell, 1995; p. 546, énfasis en el
original). Sin embargo, muchos de sus argumentos giran en torno a este árbol,
que parece cambiar con cada nuevo hallazgo. La razón es que la construcción de
estos árboles se basa en evidencia tan endeble y fragmentaria que es posible
una amplia variedad de interpretaciones — lo que a su vez es una explicación
principal de los muchos conflictos pasionales que han caracterizado a Otra razón de que exista
tanta controversia es que los nuevos descubrimientos fósiles raras veces se
comparten con otros científicos durante años, si es que jamás se hace, debido
al interés en las prioridades de publicación. Generalmente, para conseguir la
plena atribución de un descubrimiento, el descubridor debe atesorar el fósil
durante una década o más antes de permitir a otros que lo estudien, a fin de
que él pueda publicar primero. Otra consideración es que
estos fósiles son generalmente muy frágiles y que se rompen fácilmente —
trabajar con ellos tiende a causarles daños. Por ello, la mayoría de
investigadores tiene acceso solo a fotografías o, en el mejor de los casos, a
modelos. A la vista de ello, no es sorprendente que los desacuerdos capitales
sean cosa tan común. La mayoría de los antropólogos tienen que apoyarse en
descripciones e interpretaciones propuestas por el descubridor de los fósiles —
precisamente la persona que tiene un interés particular en demostrar sus
propias teorías. Una reseña del campo de
la paleoantropología desvela que este campo es mucho menos objetivo que la
física, la química o incluso que Broad, W. and N.
Wade. 1982. Betrayers of the Truth: Fraud and Deceit in the Halls of Science.
NY: Simon and Schuster. Chang,
K. 2002. On scientific fakery and the systems to catch it. The New York
Times Science Times, Tuesday, October 15, pp. 1, 4. Harding,
L. 2005. History of modern man unravels as German scholar is exposed as fraud. The
Guardian, Saturday, February 19. Hooper,
J. 2002. An Evolutionary Tale of Moths and Men: The Untold Story of Science and
the Peppered Moth. Howard,
R.W. 1975. The Dawnseekers: The First History of American Paleontology. Harcourt
Brace Jovanovich. Judson, H.F. 2004. The Great Betrayal: Fraud in Science.
Koestler,
A. 1972. The Case of the Midwife Toad. Kohn,
A. 1988. False Prophets: Fraud and Error in Science and Medicine. Morell,
V. 1995. Ancestral Passions: The Leakey Families and the Quest for Humankind’s
Beginnings. Simons,
L.M. 2000. Archaeoraptor fossil trail. National Geographic 198(4):128-132. Talent,
J. 1989. The case of the peripatetic fossils. Nature 338:613-615. Wallace,
D.R. 1999. The Bonehunters’ Revenge: Dinosaurs, Greed, and the Greatest
Scientific Feud of the Gilded Age. Título: Controversias en Paleoantropología Autor: Jerry Bergman, Ph.D. Apartat 2002 08200 SABADELL (Barcelona) ESPAÑA Se puede reproducir en todo o en parte para usos no comerciales, a condición de que se cite la procedencia reproduciendo íntegramente lo anterior y esta nota.
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