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Reseña de la obra de Bernard d’Abrera, The Concise Atlas of Butterflies of the World [Atlas conciso de las mariposas del mundo] (Londres: Hill House, 2001), 353 páginas.

Sobre el autor: D’Abrera es un experto en mariposas y polillas del Museo Británico de Historia Natural en Londres, y una celebridad mundial.

El autor de la reseña:
Matemático y filósofo, William A. Dembski es profesor investigador adjunto de conceptos fundamentales de la ciencia en la Universidad Baylor y miembro senior en el Centro para la Renovación de la Ciencia y de la Cultura de Seattle, del Instituto Discovery. El doctor Dembski ha enseñado en Northwestern University, la Universidad de Notre Dame,y la Universidad de Dallas. Ha llevado a cabo trabajos posdoctorales en matemáticas en el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT), en física en la Universidad de Chicago, y en informática en la Universidad de Princeton. Graduado de la Universidad de Illinois en Chicago, donde recibió una diplomatura en psicología, una licenciatura en estadística y un doctorado en filosofía, también recibió un doctorado en matemáticas de la Universidad de Chicago en 1988 y un Master de teología del Seminario Teológico de Princeton en 1996. Ha recibido becas para estudios posgraduados y posdoctorales de la Fundación Nacional de Ciencias de los EE. UU. Sus artículos han aparecido en revistas de matemáticas como the Journal of Theoretical Probability, en revistas de filosofía como Nous, en revistas de teología como Epiphany, y otras como Perspectives que tratan acerca de la interacción entre ciencia y fe. Ha publicado tres libros. En The Design Inference: Eliminating Chance Through Small Probabilities [La inferencia del designio: La eliminación del azar mediante pequeñas probabilidades] (Cambridge University Press, 1998), examina el argumento del designio en un contexto posdarwinista y analiza las relaciones entre azar, probabilidad y causas inteligentes. Su libro más reciente es Intelligent Design: The Bridge Between Science and Theology [El Designio Inteligente: El puente entre la ciencia y la teología], que apareció en noviembre de 1999, publicado por InterVarsity Press.

¿Y qué tienen que ver las mariposas con Darwin?

Por William A. Dembski



[Hay posibilidad de encontrar el libro aquí reseñado en la web de venta de libros Abebooks]


El libro de d’Abrera The Concise Atlas of Butterflies of the World [Atlas conciso de las mariposas del mundo] es un libro muy hermoso, con las más asombrosas fotografías de mariposas que jamás haya visto. Aunque no ha sido pensado como libro de mesa de té, podría desde luego servir para ello. El mismo d’Abrera es un experto en mariposas y polillas del Museo Británico de Historia Natural en Londres, y célebre en todo el mundo. A lo largo de los años ha producido obras de referencia acerca de los lepidópteros de diversas regiones del mundo. Este libro constituye una sinopsis de toda su vida de trabajo.

Aunque este libro es en diversas formas una obra estándar de taxonomía, con numerosas planchas y catálogos, las primeras cien páginas son muy diferentes de lo que uno espera encontrar en un atlas taxonómico típico. Desde luego, estas páginas dan un material introductorio general. Así, se regala a los lectores con una descripción del ciclo vital, de los hábitos y de las peculiaridades de las mariposas. Pero la discusión entera en estos capítulos introductorios (antes de llegar a los catálogos y a las planchas) está dispuesta como una crítica al darwinismo.

No sólo es insólito, sino que la crítica misma no es de la clase que uno suele encontrar. La mayoría de los críticos del darwinismo señalan a supuestos problemas de la teoría (como discontinuidades del registro fósil, o extrapolaciones injustificadas de la micro- a la macroevolución). Y algo de esto aparece en el libro de d’Abrera. Pero el grueso de su crítica se centra en una denuncia de la manera cómoda en que el darwinismo se emplea para hacer afirmaciones acerca de las mariposas cuando la teoría es o bien irrelevante, o bien queda contradicha de manera directa.

Los capítulos iniciales de este libro resultarán desconcertantes para los darwinistas estrictos. Pero para críticos como yo mismo, los capítulos introductorios de d’Abrera son sumamente estimulantes. Sí, hay una prosa algo pintoresca. Pero ello es al servicio de realinear nuestras sensibilidades. Quizá más que en otras áreas de la biología, la taxonomía ha sentido la mano opresiva de Darwin. Cuando Theodosious Dobzhansky afirmó que nada en biología tiene sentido aparte de la evolución [darwinista], no lo dijo sólo como afirmando un hecho, sino que lo enunció como principio regulador que debía mantenerse en vigor como ortodoxia darwinista.

La sensación abrumadora que uno tiene al leer los capítulos introductorios del libro de d’Abrera es el de alguien que se ha visto a sí mismo, a sus colegas y su trabajo llevado a empujones demasiado tiempo, y que ya no está dispuesto a soportarlo más. D’Abrera presenta el darwinismo como una ideología sofocante y a sus proponentes como bravucones. Consideremos los siguientes pasajes de su obra:

«Cualquiera que desee un grado universitario de cualquier categoría sólo tiene que poner la palabra “Evolución” en una astuta yuxtaposición con las palabras menores “Filogenética”, “Biología Molecular”, “Genética” o “Biodiversidad” en su sumario (o sinopsis, y, ¡presto, de repente se encuentran con una abundante financiación!» (6)

«Algunos pueden preguntarse por qué he incluido mis argumentos contra las diversas teorías de la evolución de las especies en una obra popular de este tipo. Mi respuesta es que lo he hecho así porque … los que sustentan cualquiera o todas estas teorías lo hacen de manera implacable y sin oposición en todos los vehículos literarios, visuales y orales que existen —sea de lo más divulgativo, popular o académicamente exaltado. Tienen el control absoluto de todas las revistas científicas o editoriales, y no tienen intención alguna de permitir que se amenace su hegemonía …» (53).

«Ningún investigador de campo que estudie los insectos puede ahora contemplar sus descubrimientos acerca de morfología, biología o conducta de los insectos sin que la infección del darwinismo especulativo le obligue a colorear sus conclusiones. Ya no se le permite a dicho investigador hacer observaciones directas y simples acerca de hechos objetivos tocantes a las mariposas o a las polillas. … En lugar de ello, se ve ahora obligado, por la presión de una insidiosa programación de los supervisores del establishment científico, a someter todo lo que haya observado a la tiranía de una especulación subjetivista e inútil acerca de las mariposas y de su hipotético origen. Y tiene que hacerlo por no otra razón que para conseguir su financiación y lograr su grado de doctor o algún otro dudoso honor de mutua respetabilidad entre sus pares. La parte realmente peligrosa de este cultismo pseudocientífico universal es que nuestro investigador ha sido llevado inconscientemente desde la libertad intelectual existente dentro de los legítimos ámbitos de las hipótesis no condicionadas al callejón sin salida de un absolutismo totalitario de un dogma indemostrable. Así, los evolucionistas quedan encadenados a la servidumbre de su propia teoría. La postulan como sagrada escritura y luego laboran sin descanso para descubrir la “evidencia” que encaje en ella. Estas labores tan tendenciosas no hacen más que arrojar el descrédito de “manipulación” sobre la evidencia recogida de esta manera.» (64)

En la cultura académica occidental, los críticos del darwinismo hacen frente a duras sanciones —una ralentización del avance académico, censura, vilificación, ostracismo y la pérdida de sus empleos. Lo importante de esta obra no es tanto que las críticas específicas de d’Abrera contra el darwinismo sean todas correctas (aunque le doy una nota de excelente ahí también), como su llamamiento público a que se permita una disidencia informada del darwinismo.

D’Abrera es tan bueno como pueda llegar a serlo un naturalista experto en una especie en particular. D’Abrera ha estado estudiando las mariposas desde que tenía tres años. Conoce esta criatura tan bien como nadie pueda conocerla, y ha encontrado que la teoría de Darwin es totalmente inconvincente como vehículo para conseguir un conocimiento de las mariposas. Esto debería por sí mismo inducir a la reflexión. Demasiadas veces los críticos del darwinismo son desechados como fanáticos religiosos que no pueden digerir el darwinismo por la amenaza que se dice que el darwinismo constituye para su religión. D’Abrera muestra que el dogmatismo y la intolerancia están de hecho en el otro campo, y que son los dogmáticos partidarios del darwinismo los que tienen que aprender tolerancia.


Nota: Esta reseña apareció por primera vez en META
(http://www.metanexus.net)
© 2001 - William Dembski
 Traducción del inglés: Santiago Escuain
© 2001 - SEDIN por la traducción al castellano.

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