En El Origen de las Especies,
Darwin declaró:
«Si pudiera demostrarse que ha existido un
órgano complejo que no pudo haber sido formado por
numerosas y ligeras modificaciones sucesivas, mi
teoría fracasaría por completo.»
«No hay ninguna
posibilidad realista de que un centenar de proteínas
que se consideran necesarias para la operación de una
célula simple pudieran haberse reunido por casualidad
y hubieran comenzado a funcionar.»
... en la actualidad los
científicos reconocen que esto no sucedió
así. Incluso reconocen que las polillas apenas si se
posan jamás en los troncos de los árboles.
...
En otras palabras, no hay ninguna nueva información
producida por la evolución, y la historia
básica que se supone que encontramos en el registro
fósil —de organismos simples derivando a otros
más complejos— simplemente no existe.
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Conversión al Designio Inteligente
Por Joseph A. D'Agostino
Fuente: Human
Events, 16 junio 2000,
pág. 14
© Human Events, 2001
Hasta hace aproximadamente un año yo
creía en la evolución. Desde entonces he
experimentado una conversión a una manera totalmente
distinta de pensar, una conversión que está
causando una contrarrevolución en la manera en que
pienso acerca de todas las cosas. Aunque en mi caso no
involucra un cambio de fe ni de credo, y por ello no
sería considerado como una conversión
religiosa, su significación es mucho más
importante que la de la mayoría de los cambios de
fe.
Mi conversión tuvo lugar simplemente en base de
principios racionales y de evidencia empírica. Yo
siempre he creído que la razón favorece de
manera abrumadura un modelo sobrenatural de un designio
inteligente para el origen de aquello que solía
llamarse la Creación, no el materialista que quiere
explicar la vida por medio de la operación de fuerzas
mecanicistas ciegas. Pero yo era un evolucionista
teísta que creía que Dios había
desarrollado la vida por medio de un largo proceso gradual
que incluía el poder de la selección natural,
esto es, que unas especies cambiaban a otras porque las
mutaciones producían criaturas más capaces de
sobrevivir.
Nueva Información
El concepto científico clave que debe considerarse
aquí es la información. El modelo darwinista
de evolución por selección natural propone que
puede entrar nueva información, en forma de
mutaciones, en el fondo genético de una especie. Ya
no creo que esto sea posible. Creo que Dios crea
directamente todos los seres con nueva información en
sus genes, y que es imposible explicar la diversidad de la
vida por medio de ningún proceso materialista.
Una conferencia que tuvo lugar el 10 de mayo de 2001
(véase «Science vs. Darwin», 2 de junio de
2001, Human Events, pág. 14), organizada por
el Instituto Discovery de Seattle, que tuvo lugar en unas
instalaciones del Congreso, sirvió para ayudar a
consolidar mi comprensión, como lego que soy, de las
cuestiones involucradas en todo ello. Esta conferencia
reunió algunas de las principales lumbreras del
movimiento del Designio Inteligente en los Estados Unidos.
Científicos con impecables credenciales
académicas han escrito obras científicas donde
defienden el concepto del designio inteligente de la vida, y
biólogos por todo el mundo han comenzado a tomarse en
serio sus argumentos, cosa casi impensable hace una
década.
El doctor Michael Behe, bioquímico, y el doctor
Stephen Meyer, que se doctoró en historia y
filosofía de la ciencia en Cambridge, presentaron una
explicación de las controversias científicas.
«Cada día pasamos por la calle y decidimos
qué cosas han sido diseñadas y cuáles
no», dijo Meyer en la conferencia. Esto se debe, dijo
él, a que las personas saben de natural que algo ha
sido diseñado si exhibe «una complejidad
especificada altamente improbable». Y William Dembski,
que posee doctorados en matemáticas y
filosofía, ha dado, en su obra The Design
Inference [La Inferencia del Diseño], una
definición científicamente rigurosa de
diseño o designio.
Me parece a mí evidente que la decisión
racional es aceptar el designio inteligente.
Aquí daré un sumario de los argumentos acerca
de la complejidad de la vida y de su origen que
consideré de la mayor importancia. La mayor parte de
ellos proceden de Behe y Meyer, aunque no todos.
•La complejidad irreductible. Behe
recapituló los argumentos de su libro La Caja
Negra de Darwin. Presentó una cita del mismo
Charles Darwin que insistía en que si la existencia
de órganos complejos no puede ser explicada por
pequeñas y graduales mejoras con el paso del tiempo,
su propia teoría quedaría refutada. Y entonces
Behe presentó el concepto de complejidad
irreductible. Observó que algo tan simple como una
trampa de cazar ratones no podría haber sido
desarrollado paso a paso por selección natural, por
cuanto todas sus partes —el gatillo, la barra martillo, el
muelle, la palanca de sujeción y la base— han de
estar todas presentes y además en la
configuración correcta para poder trabajar en
absoluto. No hay ventaja alguna en una mutación que
dote a un ser de una o dos partes. Behe procedió
luego a examinar la inmensa e irreductible complejidad de
incluso una parte de la operación del ojo.
•El origen de la vida al azar. Aunque muchos
legos sigan hablando de ello, «a principios y hasta
mediados de la década de 1960, la hipótesis de
un azar ciego había quedado rechazada por la
mayoría de los investigadores», dijo Meyer. En
un excelente artículo en la revista First
Things («DNA and Other Designs» [DNA y otros
diseños], abril de 2000), Meyer calcula las
probabilidades de que una sola proteína funcional
aparezca por azar es de 1 en 10E125, tan pequeña que
incluso aceptando que la tierra tenga miles de millones de
años, no hay ninguna posibilidad realista de que un
centenar de proteínas que se consideran necesarias
para la operación de una célula simple
pudieran haberse reunido por casualidad y hubieran comenzado
a funcionar. Esta teoría del origen de la vida es una
de tres que se discuten entre los científicos en la
actualidad.
•La necesidad química del origen de la
vida. Otros científicos especulan que hay algo en
la naturaleza de los compuestos químicos y de las
leyes químicas mismas que hacen más probable
la formación de los componentes fundamentales de la
vida. Toda la evidencia recogida hasta la actualidad
señala en la dirección opuesta.
•Muchas tierras. Algunos argumentan que puede
haber en el universo billones de planetas semejantes a la
tierra, lo que aumenta las probabilidades de que la vida
surja al azar en alguna parte. Pero, como ha observado
Meyer, las probabilidades de que haya muchos planetas
terrestres es extremadamente pequeña, dadas las
muchas características improbables de nuestro
planeta; e incluso si hay muchos, las probabilidades de que
la vida se desarrolle al azar siguen siendo sumamente
remotas.
•El estallido del Cámbrico. El registro
fósil disponible indica que todos los principales
tipos corporales de los seres que existen en la actualidad
aparecieron en un período relativamente corto, no
como parte de un largo proceso gradual como predicen los
darwinistas ortodoxos. Los evolucionistas han propuesto
teorías especulativas en un intento de explicar este
fenómeno, pero, cosa curiosa, apuntaba Meyer, la
mayoría de los libros de texto no lo mencionan.
•Las condiciones de la tierra primitiva.
Científicos como Stanley Miller llevaron a cabo una
serie de experimentos que pretendían señalar
que, bajo condiciones supuestamente dominantes cuando la
Tierra era joven, se pudieron haber formado
aminoácidos de manera espontánea. Estas
sustancias son los componentes básicos de las
proteínas, que son los componentes básicos de
la vida. Pero en su artículo en First Things,
Meyer señalaba que el consenso científico en
la actualidad, aceptado incluso por Miller, es que las
condiciones de la Tierra primitiva eran en realidad
sumamente desfavorables para la creación de
aminoácidos. Meyer observaba también que el
experimento de Miller pudo producir aminoácidos
sólo como resultado de un designio inteligente:
«Sin intervención humana,» escribía
Meyer, «experimentos como el llevado a cabo por Miller
producen de manera invariable sustancias no
biológicas que degradan los aminoácidos y los
convierten en compuestos sin relevancia
biológica». En la conferencia, Meyer dijo que
los experimentos ahora desacreditados de Miller siguen
apareciendo en los libros de texto de biología.
•Polillas del abedul. Aunque ningún
científico de reputación pretende haber
observado la evolución de una especie en otra,
sí que hay científicos que afirman haber
observado la operación de la selección natural
dentro de una especie. Esto no viola el principio que he
establecido más arriba, de que sólo Dios
produce nueva información genética, pero es
interesante observar que al menos un famoso ejemplo de ello
es un fraude. Los libros de texto de biología siguen
empleando el ejemplo de las polillas del abedul de
Inglaterra. Cuando la revolución industrial
oscureció los troncos de los árboles alrededor
de algunas ciudades, la proporción de polillas
oscuras se supone que aumentó de manera
dramática, porque los pájaros podían
detectar fácilmente las polillas de variedad clara y
comerlas, dejando las polillas oscuras para que produjesen
descendencia oscura. El problema, como observa el doctor
Jonathan Wells en un artículo disponible en el sitio
web de Discovery Institute (otra versión
apareció en The Scientist, 24 de mayo de
1999), en la actualidad los científicos reconocen que
esto no sucedió así. Incluso reconocen que las
polillas apenas si se posan jamás en los troncos de
los árboles.
•El Registro Fósil. Los evolucionistas
emplean el registro fósil como su gran triunfo.
Argumentan que, con independencia de cualquier
divagación teórica o de cualquier otra
evidencia empírica, el registro fósil muestra
con claridad el desarrollo gradual de una especie a otra,
incluso si durante el estallido del Cámbrico ello
tuvo lugar mucho más rápidamente de lo que se
creía con anterioridad. Meyer expone que el registro
fósil muestra a las especies cambiando a lo largo del
tiempo a otras especies —si esto es la manera correcta
de decirlo— que son de una complejidad igual o menor
que las anteriores. En otras palabras, no hay ninguna nueva
información producida por la evolución, y la
historia básica que se supone que encontramos en el
registro fósil —de organismos simples derivando
a otros más complejos— simplemente no existe.
Los evolucionistas señalan el desarrollo del caballo
moderno como un clásico ejemplo del respaldo que el
registro fósil hace de su posición.
«Jonathan Wells trata acerca de esto en su nuevo
libro», dijo Meyer después de la conferencia.
«Tienen el orden totalmente equivocado. En todo caso,
lo que el registro evidencia es una pérdida de
información genética con el paso del
tiempo.»
Fuente: Human Events, 16 junio 2000, pág.
14
© Human Events, 2001
Traducción del inglés: Santiago
Escuain
© SEDIN 2001
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