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William Dembski[1]Centro para la Filosofía de la Religión, Universidad de Notre DameEl Filtro ExplicativoUn
filtro en tres fases para comprender cómo separar e identificar las
causas
debidas a un diseño inteligente
Extracto de un artículo
presentado en la conferencia Mera Creación, titulado originalmente
«Rediseñando la ciencia».
ómo llegará a ser la
ciencia cuando haya triunfado el Diseño Inteligente? Para responder a
esta cuestión es
necesario tener claro qué queremos decir por Diseño Inteligente. El
Diseño
Inteligente no es una reformulación del creacionismo, ni religión
disfrazada de
ciencia. El Diseño Inteligente sostiene que la causalidad inteligente
es un
factor irreducible del universo biofísico, y además que esta causalidad
inteligente es empíricamente detectable. Es indiscutible que las causas
inteligentes pueden hacer cosas que las causas no inteligentes no
pueden hacer.
El Diseño Inteligente proporciona un método para distinguir entre
causas
inteligentes y no inteligentes, y luego aplica este método a las
ciencias
especiales. Algo que no puede
considerarse como una dudosa innovación, el Diseño Inteligente
formaliza y
precisa algo que todos hacemos constantemente. Todos nosotros estamos
constantemente dedicados a una forma de actividad racional que, sin ser
tendenciosos, se puede describir como la inferencia del designio.
Inferir
designio es una actividad humana perfectamente normal y totalmente
aceptada.
Las personas consideran importante identificar sucesos causados por la
acción
deliberada y premeditada de un agente inteligente, y distinguir dichos
sucesos
de los sucesos debidos bien a ley natural, bien a un azar. El Diseño
Inteligente hace explícita la lógica de esta actividad cotidiana, y la
aplica a
cuestiones científicas. No se trata de magia, ni de vitalismo, ni de
una
apelación a fuerzas ocultas. La inferencia del designio es algo común,
racional
y objetivable. El propósito de este artículo es formular el Diseño
Inteligente
como una teoría científica. La fase clave para la
formulación del Diseño Inteligente como teoría científica es delinear
un método
para la detección del designio. Dicho método existe, y, de hecho, lo
usamos
implícitamente de forma constante. El método adopta la forma de un
Filtro
Explicativo de tres fases. Dado algo que creemos que pudiera ser
resultado de
un designio deliberado, lo sometemos al filtro. Si pasa con éxito las
tres fases
del filtro, entonces estamos justificados en afirmar que es resultado
de un
designio deliberado. A grandes rasgos, el filtro formula tres preguntas
en el
siguiente orden: (1) ¿Se explica por ley natural? (2) ¿Se explica por
azar? (3)
¿Se explica por designio? Para un ejemplo de cómo
el filtro funciona en la práctica, consideremos el caso de Nicholas
Caputo. En
1985, Nicholas Caputo compareció ante el Tribunal Superior del Estado
de New
Jersey. El Partido Republicano había presentado un pleito contra él,
alegando
que Caputo había estado manipulando de forma sistemática las listas de
votación
del Condado de Essex, New Jersey, donde era el secretario del condado.
Es cosa
bien sabida que aparecer en la primera posición en una papeleta de
votación
aumenta las posibilidades de ganar una elección. Como en cada caso,
excepto en
uno, Caputo puso a los demócratas en primer lugar en la papeleta de
votación,
los republicanos argumentaban que al seleccionar el orden de aparición
en las
papeletas de votación, Caputo había favorecido intencionadamente a su
propio
partido, el Demócrata. En resumen, los republicanos afirmaban que
Caputo había
cometido un fraude electoral. Así, la cuestión que
debía juzgar el Tribunal Superior del Estado de New Jersey era:
¿Manipuló
realmente Caputo el orden, o fue sin malicia ni designio por su parte
que los
Demócratas aparecieron los primeros en la papeleta 40 veces de 41? Como
Caputo
negaba haber actuado dolosamente, y por cuanto realizó la preparación
de las
papeletas de modo que los testigos no pudieran observar cómo realmente
lo
hacía, la determinación de si Caputo había manipulado las papeletas de
voto
pasa a ser una cuestión de evaluar las pruebas circunstanciales
relacionadas
con este caso. Así, ¿cómo se valorará esta prueba? Para determinar cómo
explicar esta extraordinaria coincidencia de la selección de los
Demócratas por
parte de Caputo en 40 de 41 ocasiones para encabezar la lista de la
papeleta de
votación, el tribunal tenía que considerar tres opciones: Ley Azar Designio La primera opción —que
Caputo no realizó bien el procedimiento para seleccionar al azar el
orden de
los candidatos, de modo que en lugar de aleatorizar correctamente el
orden en
la papeleta, el procedimiento fue situando a los demócratas en los
primeros
puestos de la misma— fue descartada por el tribunal, porque el mismo
Caputo
había declarado que usaba un proceso de aleatorización para realizar
las
listas. Y como el tribunal no tenía razón alguna para pensar que el
procedimiento de aleatorización de Caputo fuese el responsable,
entonces la
cuestión se transformaba en si Caputo había realmente usado este
procedimiento
al elaborar las selecciones del orden en las listas, o si dejó a un
lado
deliberadamente este procedimiento para hacer que los demócratas
apareciesen
sistemáticamente en los primeros puestos. Y como la preparación de las
listas
por parte de Caputo se había realizado sin testigos, era esta cuestión
la que
el tribunal tenía que elucidar. Excluida la explicación
de una ley, el tribunal decidió a continuación excluir la explicación
del azar.
Tras observar que la probabilidad de que el mismo partido político
saliese
sistemáticamente 40 de 41 veces era inferior a 1 en 50 mil millones, el
tribunal concluyó que «ante una improbabilidad de tal magnitud, pocas
personas
razonables aceptarán la explicación de un ciego azar». Ahora bien, esta
parece
desde luego la conclusión correcta. Sin embargo, es preciso añadir
algo. El
problema es que una gran improbabilidad no es por sí misma suficiente
para
impedir que algo suceda por azar. Invariablemente, lo que
se necesita para excluir el azar es que el suceso en cuestión se amolde
a un patrón. Pero no sirve cualquier patrón.
Algunos patrones pueden emplearse legítimamente para excluir el azar,
mientras
que otros no. Aquí resultará útil
emplear una cierta terminología. Los patrones «legítimos» se llamarán especificaciones. Las especificaciones
son los patrones no ad hoc que se
pueden usar legítimamente para eliminar el azar y justificar una
inferencia de
designio. En cambio, los patrones «ilegítimos» pueden ser designados
como invenciones. Las invenciones son los
patrones ad hoc que no pueden usarse
de forma legítima para eliminar el azar. Al seleccionar a los
demócratas para que encabezasen las listas en 40 de 41 ocasiones,
Caputo parece
haber participado en un suceso con una probabilidad inferior a 1 en 50
mil
millones. Sin embargo, constantemente suceden cosas extremadamente
improbables.
Por tanto, la cuestión crucial es si este suceso está también
especificado,
esto es: ¿sigue este suceso un patrón no-ad
hoc de modo que podamos eliminar el azar de forma legítima? Sí,
claro, este
suceso está especificado: Caputo es demócrata; Caputo tiene un interés
en que
los demócratas aparezcan en los primeros lugares de la papeleta, Caputo
controla la ordenación de las papeletas, y, actuando por azar, Caputo
tendría
que haber asignado a los republicanos primeros lugares con tanta
frecuencia
como los demócratas: todo esto se une para especificar las selecciones
de los
lugares en las papeletas por parte de Caputo, y para hacer que sus
selecciones
sean incompatibles con el azar. Nadie a quien he mostrado este ejemplo
extrae
otra conclusión que la del designio, esto es, que Caputo cometió fraude. Durante el juicio de Nicholas
Caputo, el Tribunal Superior de New Jersey empleó el Filtro
Explicativo, primero
en su rechazo de una explicación mediante una ley, luego el rechazo de
una
explicación mediante azar, y finalmente infiriendo una explicación
fundada en
designio. En la primera fase, el
filtro determina si una ley puede explicar lo que observamos. La ley
opera
sobre la base de la reproducibilidad, al dar los mismos resultados
siempre que
se cumplen las condiciones correspondientes. Es evidente que si algo
puede
explicarse por una ley, es mejor no atribuirlo a designio. Las cosas
susceptibles de explicación por la operación de una ley quedan por ello
eliminadas en la primera fase del Filtro Explicativo. Pero supongamos que algo
que pensamos que podría estar diseñado no puede explicarse mediante la
operación de ninguna ley. Entonces pasamos a la siguiente fase del
filtro. En
esta fase, el filtro determina si aquello que buscamos explicar no
podría
deberse razonablemente a un azar. Lo que hacemos es realizar una
distribución
probabilística y luego determinamos si nuestras observaciones son de
esperar de
manera razonable sobre la base de dicha distribución de probabilidades.
Si este
es el caso, estamos justificados en atribuir al azar el objeto o
fenómeno
observado. Y es evidente que si algo puede atribuirse al azar, es mejor
no
atribuirlo a un designio. Las cosas susceptibles de explicación por
azar quedan
por tanto eliminadas en la segunda fase del Filtro Explicativo. Supongamos, finalmente,
que ninguna ley puede explicar lo observado, y que cualquier
distribución
probabilística realista que pudiésemos proponer para su explicación
resulta
sumamente inverosímil. En este caso hemos superado las dos primeras
fases del
Filtro Explicativo y llegamos a la tercera y última fase. Es preciso
hacer
resaltar que esta tercera y última fase no demuestra un designio de
forma
automática: todavía queda un cierto trabajo por realizar. Una inmensa
improbabilidad sólo justifica la presencia del designio si, además de
lo
anterior, lo que estamos tratando de explicar está especificado. De modo que la tercera
etapa del Filtro Explicativo nos presenta una disyuntiva: atribuir a un
designio aquello que estamos tratando de explicar en caso que esté
especificado; en caso contrario, atribuirlo al azar. En el primer caso,
aquello
que estamos tratando de explicar no sólo tiene una probabilidad exigua,
sino
que está especificada. En el segundo caso, tiene una probabilidad
exigua, pero
no está especificada. Es esta categoría de cosas especificadas con una
exigua
probabilidad lo que da una señal fiable de designio. En cambio, las
cosas no
especificadas con una probabilidad exigua son atribuidas apropiadamente
al azar. El Filtro Explicativo
representa de forma fiel nuestra práctica ordinaria de distinguir entre
cosas
que atribuimos bien a la operación de una ley, al azar, o a un
designio.
Específicamente, el filtro describe
Industrias enteras se
vendrían abajo sin el Filtro Explicativo. Muchas cosas dependen del
mismo.
Usando el filtro, los tribunales han decidido entre la vida y la muerte
de los
acusados. Veamos ahora por qué el filtro funciona. Por qué el filtro
funciona El filtro es un criterio
para distinguir entre causas inteligentes y causas no inteligentes.
Aquí uso el
término «criterio» en su sentido etimológico estricto como método para
decidir
o juzgar una cuestión. El Filtro Explicativo es un criterio para
decidir cuando
algo tiene una causa inteligente y cuando no la tiene. La cuestión es:
¿decide
esto de forma fiable? Como sucede con cualquier
criterio, tenemos que asegurarnos de que los resultados a que se llegue
con
dicho criterio se correspondan con la realidad. Un criterio para juzgar
la
calidad de los vinos carece de valor si considera que un matarratas
consumido
por alcohólicos es superior a un Rioja de crianza. La realidad es que
un Rioja
de crianza es superior a los matarratas, y que cualquier criterio para
discriminar entre vinos debería indicar esto. O bien consideremos los
exámenes clínicos. Cualquier examen clínico es un criterio. Un examen
clínico
perfectamente fiable detectaría la presencia de una enfermedad siempre
que esté
realmente presente, y no detectaría la enfermedad cuando está ausente.
Desgraciadamente, no hay ningún examen clínico perfectamente fiable, y
por ello
lo mejor que podemos hacer es mantener la proporción de falsos
positivos y de
falsos negativos lo más baja posible. Todos los criterios, y no
sólo los exámenes clínicos, se enfrentan con el problema de falsos
positivos y
de falsos negativos. Un criterio intenta clasificar individuos con
respecto a
un grupo objetivo (en el caso de los exámenes clínicos, aquellos que
padecen
una cierta enfermedad). Cuando el criterio identifica como enfermo a un
individuo que en realidad no debiera estar en el grupo objetivo, comete
un
falso positivo. Recíprocamente, cuando el criterio no identifica como
tal a uno
que debiera estar en el grupo objetivo, comete un falso negativo.
Sigamos con
los exámenes clínicos. Un examen clínico comprueba si un individuo
padece o no
una cierta enfermedad. El grupo objetivo comprende todos aquellos
individuos
que realmente padecen la enfermedad. Cuando el examen médico clasifica
a un
individuo que no padece la enfermedad con aquellos que sí la padecen,
comete un
falso positivo. Cuando el examen médico clasifica a un individuo que sí
padece
la enfermedad con aquellos que no la padecen, comete un falso negativo. Cuando el Filtro
Explicativo no detecta designio en algo, ¿podemos estar seguros de que
no hay
ninguna causa inteligente subyacente? La respuesta es que No. Para
determinar
que algo no es producto de un
designio, el Filtro Explicativo no es un criterio fiable. Los falsos
negativos
constituyen un problema para el Filtro Explicativo. Pero este problema
de los
falsos negativos es habitual en la detección de causas inteligentes.
Una
dificultad es que las causas inteligentes pueden imitar la operación de
la ley
y del azar, lo que hace que sus acciones puedan ser indistinguibles de
dichas
causas no inteligentes. Se precisa de una causa inteligente para
conocer una
causa inteligente, pero si no sabemos lo suficiente, podemos pasarla
por alto. Las causas inteligentes
pueden hacer cosas que
las causas no inteligentes no pueden, y pueden hacer manifiestas sus
acciones.
Cuando, por la causa que fuere, una causa inteligente no hace evidentes
sus
acciones, podemos perdérnosla. Pero cuando una causa inteligente logra
hacer manifiestas
sus acciones, nos damos cuenta. A esto se debe que los falsos negativos
no
invaliden el Filtro Explicativo. El
Filtro Explicativo es plenamente capaz de detectar causas inteligentes
que
tienen la intención de poner su presencia de manifiesto. Y esto nos lleva al
problema de los falsos positivos. Aunque el
Filtro Explicativo
no es un criterio fiable para eliminar
la posibilidad de designio, es, como expongo, un criterio fiable para
la detección del designio. El Filtro
Explicativo es como una red. Las cosas producto de designio pueden
ocasionalmente escapar de la red. Preferiríamos que la red atrapase más
de lo
que hace, y que no omitiese nada debido a designio. Pero, dada la
capacidad del
designio de imitar causas no inteligentes, y dada la posibilidad de que
debido
a nuestra propia ignorancia pasemos por alto productos de designio,
este
problema no puede solucionarse. Sin embargo, queremos estar bien
seguros de que
todo lo que la red efectivamente atrape incluya sólo aquello que
queremos
atrapar, esto es, los productos de designio, de un propósito deliberado. Sostengo que el filtro
explicativo es un criterio fiable para la detección del designio. Por
otra
parte, sostengo que el Filtro Explicativo evita con éxito los falsos
positivos.
Así, siempre que el Filtro Explicativo atribuye algo a designio, lo
hace
correctamente. Veamos ahora por qué es
así. Ofrezco dos argumentos. El primero es un argumento inductivo
directo: en
cada caso en el que el Filtro Explicativo atribuye designio, y donde se
conoce
la historia causal subyacente, resulta que el designio está realmente
presente;
por tanto, el designio está realmente presente siempre que el Filtro
Explicativo atribuye designio. Mi segundo argumento para
exponer que el Filtro Explicativo es un criterio fiable para la
detección del
designio se puede resumir de la siguiente manera: el Filtro Explicativo
es un
criterio fiable para la detección del designio porque coincide con la
manera en
que reconocemos la causalidad inteligente en general. En general, para
reconocer causalidad inteligente tenemos que observar una disyuntiva
entre
posibilidades enfrentadas, observar qué posibilidades no se han
escogido, y
luego poder especificar la posibilidad escogida. Su pertinencia en
biología Una cosa sí que está
clara. Tanto creacionistas como evolucionistas sienten la fuerza
convincente del
designio. Todos, a cierto nivel, responden ante el mismo. Esto es
cierto
incluso de aquellos que, a diferencia de Dawkins, creen que la
aparición de la
vida en el universo es sumamente improbable por azar, pero que sin
embargo
están de acuerdo con Dawkins en que la vida tiene una explicación
apropiada sin
referencia alguna a un designio. Aquí tengo en mente a los proponentes
del
Principio Antrópico, como Barrow y Tipler (1986), que postulan un
conjunto de
universos de modo que es virtualmente seguro que la vida, aunque
sumamente
improbable en nuestro propio pequeño universo, tenga que haber surgido
al menos
una vez en el vasto número de universos que constituyen el conjunto del
que
nuestro universo forma parte. Este argumento permite a Barrow y Tipler
multiplicar
enormemente sus recursos probabilísticos, y así reducir enormemente su
probabilidad para el origen de la vida sobre la tierra. Quedan otros modos de
bloquear el designio como explicación de la vida. Algunos teóricos
creen que
nuestro propio diminuto universo es bastante suficiente para hacer que
la vida
sea no sólo probable, sino virtualmente inevitable. Stuart Kauffman,
por
ejemplo, identifica la vida con «la emergencia de sistemas
autorreplicantes de
polímeros catalíticos, bien peptídicos, o de ARN, u otros» (The
Origins of
Order, 1993, p. 340). Adoptando esta perspectiva teórica,
Kauffman desarrolla
un modelo matemático en el que «se espera la formación espontánea de
...
conjuntos poliméricos autocatalíticos» (p. 288). Kauffman intenta echar
el fundamento
de una teoría del origen de la vida en la que la vida no sea un
accidente
afortunado, sino un acontecimiento que debe ser esperado como
totalmente seguro: Creo
que [la vida] es una propiedad esperada, emergente y colectiva de
sistemas complejos de catalizadores poliméricos. La vida, sugiero, «se
cristaliza» en una transición de fase que lleva a secuencias
concatenadas de
transformaciones bioquímicas por las que polímeros y elementos
constitutivos
más simples catalizan mutuamente su reproducción colectiva (p. 287). Lo que está haciendo Kauffman
es en realidad tratar de explicar la vida en términos de la operación
de leyes.
Así, con respecto al Filtro Explicativo, Kauffman nunca ha ido más allá
siquiera del primer nodo de decisión. Y Kauffman no está solo en su
intento de
explicar la vida en términos de leyes. Prigogine y Stengers (1984, pp.
84, 176),
Wicken (1987), y Brooks y Wiley (1988) comparten todos este mismo
compromiso
con Kauffman. En resumen, en tanto que
los creacionistas justifican el designio como el modo apropiado para
explicar
la vida argumentando que las probabilidades relevantes son
suficientemente
pequeñas, los biólogos evolutivos rechazan el designio argumentando que
las
probabilidades relevantes nunca son lo suficientemente pequeñas. Así
Darwin,
para prevenir que las probabilidades se hicieran demasiado pequeñas,
tuvo que
darse más tiempo para que la variación y la selección tuvieran efecto
del que
muchos de sus contemporáneos estaban dispuestos a conceder (cf. Lord
Kelvin, que
como el físico más destacado de la época estimó la edad de la tierra en
100
millones de años, aunque Darwin consideraba esta duración como
demasiado corta
para estar en consonancia con su teoría). Igualmente Dawkins, para
prevenir que
las probabilidades se hagan demasiado pequeñas, no sólo se da a sí
mismo todo
el tiempo que Darwin quiso, sino que se hace además con todos los
planetas
concebibles que pueda haber en el universo físico conocido. Y así
Barrow y
Tipler, para prevenir que las probabilidades se hagan demasiado
pequeñas, no
sólo se procuran de todo el tiempo y de todos los planetas que Dawkins
haya
podido nunca desear, sino que se apropian de una generosa ración de
universos
(universos que por definición son causalmente inaccesibles para
nosotros). Y así
Kauffman, para prevenir que las probabilidades se hagan demasiado
pequeñas,
conjetura leyes de autoorganización según las que la vida surgirá con
casi
total seguridad de forma espontánea en un planeta como el nuestro.
Desde la
perspectiva del Filtro Explicativo, todas estas propuestas tienen un
solo
propósito: evitar la conclusión de que la forma apropiada de explicar
la
existencia de la vida es por designio. William Dembski, uno de los organizadores de la conferencia Mere Creation, está doctorado en matemáticas y filosofía, y posee un Máster en Teología del Seminario Teológico de Princeton. Como académico invitado en Notre Dame, Dembski está investigando los fundamentos del designio. Para un análisis actualizado y una respuesta a las críticas realizadas contra este y otros conceptos del Diseño Inteligente, el lector puede adquirir la obra de Dembski, Diseño Inteligente: Artículo
original: The Explanatory Filter: http://www.arn.org/docs/dembski/wd_explfilter.htm ©
Copyright 1996
William A. Dembski. Todos los derechos
reservados. Copyright
internacional asegurado.
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