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Robert Deyes[*]

¿Evolución de la comunicación en las ballenas?  Los darwinistas deberían estar preocupados


«De todas las especies de ballena, la más ruidosa, la más habladora, la más exuberante y la más imaginativa es la ballena jorobada. Es el Caruso del océano: rechina como una bisagra vieja, y es tan melodiosa como un tenor de opera» (1). Éstas eran las palabras del oceanógrafo Jacques Cousteau en su libro de gran éxito El planeta de las ballenas, escrito originalmente en francés con el título de La planete des baleines. El macho de esta especie fue motivo de fascinación para el equipo de Cousteau por su capacidad de componer canciones. Los aficionados a Star Trek recordarán las llamadas de socorro de largo alcance de estos gigantes del océano, que formaban parte de la producción cinematográfica Misión: Salvar la tierra.

Estas criaturas se hacen oír a distancias de cientos y incluso de miles de kilómetros mientras crean canciones que pueden durar de 20 a 30 horas (1, 2). El repertorio disponible de vocalizaciones requiere estallidos de aire canalizados desde los pulmones a través de la tráquea (3). La gama de frecuencias de estas vocalizaciones es de 8 a 4000 hertzios (una gama formidable si la comparamos a los 80-1300 hertzios de un cantante humano); (4). En tanto que ciertos sonidos pueden servir para mantener el contacto entre manadas distantes (2), otros se utilizan para atraer a parejas en los lugares de procreación de las zonas tropicales (5).

Igualmente, el chasquido característico de los cachalotes ha causado gran interés a los biólogos marinos que durante la última década han estudiado detalladamente su generador neumático de sonidos (6). Algunos de sus chasquidos sirven para la ecolocalización mientras que otros —las codas— se utilizan para mantener la estructura social de las ballenas femeninas (6). La cantidad de aire que se usa para emitir cada chasquido es tan pequeña que, incluso a profundidades de 2000 m, donde el volumen de aire se reduce perceptiblemente, las ballenas pueden vocalizar con éxito (6). El mecanismo de generación de sonidos es selectivo para cada uno de los dos modos de comunicación. La diferencia entre las codas y los demás chasquidos se explica por la diferencia en la propagación de sonido dentro del complejo nasal (6). Otras especies de ballenas también conversan entre sí; por ejemplo, las ballenas azules, los rorcuales comunes, las ballenas francas y las ballenas groenlandesas. Todas exhiben el uso de lo que, provisionalmente, puede designarse como lenguaje rudimentario (7).

Idéntica fascinación ha suscitado el aparato auditivo que captura estos sonidos (8). A diferencia de los mamíferos terrestres, las ballenas disponen de osículos que vibran libremente en el oído medio, para una mayor sensibilidad de la audición a grandes distancias: «Los huesos del oído medio, aunque estén fusionados el uno al otro, no están conectados directamente con el resto del cráneo; más bien, penden de él a través de ligamentos. A su alrededor hay una red compleja de cavidades llenas de un moco espumoso que aísla al oído del cráneo y que ofrece un medio por el cual las ballenas lo filtran todo, excepto los sonidos esenciales» (9).

¿Cómo podemos explicar la evolución de estos mecanismos de comunicación? En el verano de 2009 una importante comunicación en la revista Mammalian Biology proporcionó la chispa para una idea popular (10). Usando el comportamiento acuático del ciervo ratón de Borneo como prueba fundamental, algunos investigadores de Indonesia y de la Universidad Nacional de Australia en Canberra propusieron que las ballenas podrían haber descendido de miembros antiguos de la familia de rumiantes tragulidae, que incluye actualmente el ganado mayor, las ovejas, las cabras y los ciervos (11). Los aldeanos locales han observado que los ciervos ratones se sumergen en los ríos de Borneo durante más de cinco minutos para evitar así a los predadores (10).

Los resultados australianos-indonésicos llegaron justo después de la publicación de un estudio cladístico en el cual se argumentaba que se había descubierto un grupo hermano de las ballenas, llamado Indohyus, que se define como: «un raoellido artiodáctilo del Eoceno medio, proveniente de la región de Cachemira en la India» (10, 12). La conclusión subyacente de este estudio era realmente profunda:

«Nuestro análisis identifica a los raoellidos como un grupo hermano de los cetáceos y cruza la división morfológica que hasta ahora separaba a los cetáceos de los artiodáctilos» (12).

Por lo tanto, sería razonable esperar el descubrimiento de una secuencia evolutiva gradual de los mecanismos de audición y vocalización de los cetáceos modernos, una que tal vez se extendiera hasta los mamíferos que supuestamente hicieron la transición de la tierra a la vida marina. Pero, como sucede con muchas de las historias míticas sobre la evolución, el diablo está en los detalles. De hecho, los darwinistas admiten el hecho de que las diferencias significativas en la morfología de los órganos sensoriales hacen únicos a los cetáceos (12).

En 2004 un equipo dirigido por el anatomista Hans Thewissen publicó lo qué aparecía ser la última palabra sobre la evolución de la audición en las ballenas (13). Su «interpretación integrada de la evolución de mecanismos de la transmisión sonora» siguió al descubrimiento de fósiles en depósitos de 35 a 50 millones de años de edad (13). El espécimen de base para su interpretación cladista, un mamífero terrestre llamado Pakicetus, se había beneficiado de la conducción del sonido a través de un hueso timpánico que pendía libremente (13). Los mamíferos acuáticos subsiguientes, tales como el Remingtonocetus y el Protocetus, poseían almohadillas de grasa en las mandíbulas y, por lo tanto, disponían de una transmisión sonora ósea más avanzada aun de lo que vemos en los Pakicetus (13). Una estructura auditiva llamada meato permitía, en estos tres grupos filéticos, la eficiente captación de sonidos aéreos (13). El último grupo cronológico del equipo de Thewissen, los basilosaurios, exhibía una innovación adicional: senos nasales llenos de aire que aislaban acústicamente al oído del resto del cráneo (13).

La omisión más obvia de la secuencia antedicha, quizás la más importante de todas, es la explicación de cómo los descendientes de un efímero ciervo-ratón se adaptaron a los rigores acústicos de la vida subacuática. Hay un mundo de diferencia entre una escapada de cinco minutos al río y las búsquedas de pareja que habrían sido críticas para la reproducción y la supervivencia en el mar. De hecho, el Pakicetus era un cuadrúpedo terrestre con un pescuezo largo (más parecido a un perro que a un ciervo ratón), carente de cualquier forma de anatomía subacuática (14, 15). Una interpretación alternativa de los datos es que la estructura del oído medio del Pakicetus era más consistente con la que se puede encontrar en un animal subterráneo, en el que la cabeza está en contacto directo con la tierra (14).

Mientras que, indudablemente, el Remingtonocetus era un mamífero cuadrúpedo semiacuático con hocico delgado y largo, ojos y oídos pequeños y un tamaño total quizás no mayor que el de una nutria marina (16, 17), la descripción de los orígenes de sus innovaciones auditivas se ajusta más a lo que esperaríamos ver en una interpretación saltacionista de la vida que a un proceso evolutivo gradual. Lo mismo puede decirse sobre la supuesta transición del Protocetus a los basilosaurios.

Es irónico que la serie más convincente en el arsenal de los evolucionistas se encuentre en la disminución de tamaño del sistema del oído interno (implicado en el equilibrio). Es decir, la evolución no es capaz de generar más que pequeños cambios en las innovaciones funcionales ya existentes (15).

Los Hipopotámidos son los candidatos favoritos para el título de parientes terrestres vivos más cercanos a las ballenas (18, 19). Tal como sucede con los cetáceos, los hipopótamos modernos disponen de una audición transmitida a través de huesos y exhiben una comunicación subacuática eficaz (18). No obstante, las filogenias morfológicas han proporcionado resultados contradictorios, y sigue vivo el debate sobre las formas intermedias que supuestamente vincularían a los hipopótamos y a las ballenas con un antecesor común (20). Diversos análisis demuestran la presencia de entre 3 y 40 millones de años de evolución no documentada, según lo grupos hermanos que se elijan como intermediarios entre los supuestos antecesores y las formas modernas (20).

Hace más de una década un libro de texto de biología afirmaba que no había fósiles de transición que conectaran a las ballenas con los mamíferos terrestres (21). Esta posición ha sido confirmada en la literatura experta más reciente. Además, las hipótesis acerca de la evolución de la comunicación en las ballenas y delfines se centran en las presiones selectivas que presumiblemente causaron los cambios morfológicos (Ej.: depredación, sociabilidad creciente), mientras que omiten los detalles mecánicos de cómo ocurrieron tales cambios (22, 23, 24). La naturaleza integrada de la transmisión del sonido de la ballena, en su vocalización y captación, ha llevado a algunos investigadores a la conclusión de que hay una fuente inteligente implicada en su diseño. Como observó una publicación reciente:

«La estructura anatómica, la función biológica y el modo de vida de las ballenas son tan diferentes de lo que se encuentra entre los mamíferos terrestres que no se pueden haber desarrollado a través de pequeños cambios genéticos; la vida acuática requiere de la presencia simultánea de todas sus características complejas para la supervivencia. Las estructuras acústicas y otras dotes son necesarias para sus serenatas y su forma de vida en la inmensidad del océano; solamente podrían existir a partir de un plan preliminar detallado. El empleo de sonidos para atraer a sus congéneres tiene otra característica interesante: aunque cada especie emita señales semejantes a las de otras especies, los animales nunca confunden los sonidos de las demás especies… La armonía entre los sonidos y los órganos que los captan presupone … su aparición simultánea, en tanto que excluye la posibilidad de una evolución gradual» (8).

En suma, los resultados de los últimos estudios sobre la comunicación de las ballenas producen un profundo corte en las redes de pesca del dogma de la evolución. Los barcos rastreadores darwinistas deberían estar preocupados.


Bibliografía

1. Jacques Cousteau e Yves Paccalet (1986) Whales, W.H. Allen & Co, Londres, pp. 236-38.

2. Eduardo Mercado III (1998) Humpback Whale BioAcoustics: From Form To Function, PhD thesis, University of Hawaii, http://www.acsu.buffalo.edu/~emiii/diss.pdf p. 16.

3. Ibid p. 25.

4. Ibid p. 37.

5. Planet Earth Series: Shallow Seas, Narración por David Attenborough, BBC Video, 2008.

6. P. T. Madsen, R. Payne, N. U. Kristiansen, M. Wahlberg, I. Kerr y B. Mohl (2002) Sperm whale sound production studied with ultrasound time/depth-recording tags, The Journal of Experimental Biology, Vol 205, 1899-1906.

7. Jacques Cousteau e Yves Paccalet (1986) Whales, W.H. Allen & Co, Londres, p. 234.

8. Balazs Hornyanszky e Istvan Tasi (2009) Nature's IQ: Extraordinary Animal Behaviors That Defy Evolution, Torchlight Publishing, Badger, CA, pp.102-104.

9. Jacques Cousteau e Yves Paccalet (1986) Whales, W.H. Allen & Co, Londres, p. 161.

10. Erik Meijaarda, Umilaela, Gehande Silva Wijeyeratne (2009), Aquatic escape behaviour in mouse-deer provides insight into tragulid evolution, Mammalian Biology, doi:10.1016/j.mambio.2009.05.007

11. Matt Walker (2009) Aquatic Deer And Ancient Whales, BBC Earth News, 7 de julio de 2009, Ver http://news.bbc.co.uk/earth/hi/earth_news/newsid_8137000/8137922.stm

12. J. G. M. Thewissen, Lisa Noelle Cooper, Mark T. Clementz, Sunil Bajpai & B. N. Tiwari (2007) Whales originated from aquatic artiodactyls in the Eocene epoch of India, Nature, Vol 450, pp. 1190-1194.

13. Sirpa Nummela, J. G. M. Thewissen, Sunil Bajpai, S. Taseer Hussain, Kishor Kumar (2004) Eocene evolution of whale hearing, Nature, Vol 430, pp. 776-778.

14. J. G. M. Thewissen, E. M. Williams, L. J. Roe & S. T. Hussain (2001) Skeletons of terrestrial cetaceans and the relationship of whales to artiodactyls, Nature, Vol 413, pp. 277-281.

15. F. Spoor, S. Bajpai, S. T. Hussain, K. Kumar & J. G. M. Thewissen (2001) Vestibular evidence for the evolution of aquatic behaviour in early cetaceans, Nature, Vol 417, pp. 163-166.

16. Remingtoncetidiae, Ver http://www.neoucom.edu/DEPTS/ANAT/Remi.html

17. Sunil Bajpai y J. G. M. Thewissen (2000) A new, diminutive Eocene whale from Kachchh (Gujarat, India) and its implications for locomotor evolution of cetaceans, Current Science, Vol 79, pp.1478-1482, Ver http://tejas.serc.iisc.ernet.in/currsci/nov252000/1478.pdf

18. The Animal Communication Project, Ver http://acp.eugraph.com/elephetc/hippo.html

19. Whale and hippo 'close cousins' BBC News, Lunes, 24 enero 2005, Ver http://news.bbc.co.uk/2/hi/science/nature/4204021.stm

20. Jean-Renaud Boisserie, Fabrice Lihoreau y Michel Brunet (2005) The position of Hippopotamidae within Cetartiodactyla, Proc. Natl. Acad. Sci, Vol 102, pp. 1537-1541.

21. Percival Davis, Dean H Kenyon, Charles Thaxton (1993) Of Pandas And People: The Central Question Of Biological Origins, Haughton Publishing Company, Richardson, Texas.

22. Laura J May-Collado, Ingi Agnarsson, Douglas Wartzok (2007) Phylogenetic review of tonal sound production in whales in relation to sociality, BMC Evolutionary Biology 2007, Vol 7, p. 136, Ver http://www.biomedcentral.com/content/pdf/1471-2148-7-136.pdf

23. Migrating Squid Drove Evolution Of Sonar In Whales And Dolphins, Researchers Argue http://migration.wordpress.com/2007/09/15/squid-migration-drives-whale-sonar-evolution/

24. Morisaka T, Connor RC (2007) Predation by killer whales (Orcinus orca) and the evolution of whistle loss and narrow-band high frequency clicks in odontocetes, Journal Of Evolutionary Biology, Volumen 20, pp. 1439-58.




* Robert Deyes es biólogo molecular, y ha trabajado en investigación en biología celular y genética molecular en centros como la Universidad de Portsmouth, Reino Unido; Universidad de Atenas, Grecia: el Instituto Duncan Guthrie de Genética Médica de la Universidad de Glasgow, Escocia; el Departamento de Farmacología de la Universidad Lous Pasteur, en Illkirch, Francia. Es autor de siete artículos científicos en diversas revistas, como Cell Notes y Neural Notes, entre otras. Ha participado como representante científico en la Conferencia sobre Secuenciado y Análisis del Genoma (2002, 2003 y 2004), en el XIX Simposio sobre Identificación Humana (2008) y en la Conferencia de la Sociedad de Bioquímica de México sobre Transducción de Señales (2009). Actualmente vive en Wisconsin, EE. UU.

Para el original en inglés, puede acceder a Whale Evolution? Darwinist ‘Trawlers’ Have Every Reason To Be Concerned


Traducción del inglés: Carolina Deyes
© Carolina Deyes 2010, por la traducción
© Copyright SEDIN 2010 para el formato electrónico -  www.sedin.org. Este texto se puede reproducir libremente para fines no comerciales y citando la procedencia y dirección de SEDIN, así como esta nota en su integridad.

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