Larry
Vardiman, Ph.D.*[*]
El
desarrollo y las carencias de la teoría de Darwin
En
1831 el Almirantazgo
Británico reclutó a un naturalista que acompañase
al Capitán Robert FitzRoy, de
la Marina Real, en una expedición en la goleta HMS Beagle
para explorar
las costas de Patagonia, Tierra del Fuego, Chile y Perú, para
visitar algunas
islas del Pacífico, y para establecer una cadena de estaciones
de cronometría
alrededor del mundo. John Henslow, profesor de botánica de
Charles Darwin en
Cambridge, lo recomendó, y él estaba deseoso de aceptar,
pero su padre, Robert,
objetó que esto sólo sería otra
interrupción en la accidentada educación de
Charles, que en principio estaba dirigida al ministerio
eclesiástico. El tío de
Charles, Josiah Wedgwood II, un rico empresario y fabricante de la
porcelana
Wedgwood, persuadió a Robert Darwin que sus objeciones no
tenían buen
fundamento, y éste las retiró. Darwin zarpó de
Devonport (ahora Plymouth) en el Beagle el 17 de diciembre de
1831. Su ausencia iba a durar
cinco años.
Observaciones
durante el viaje
Las
islas de Cabo Verde le
proporcionaron su primer ejemplo de un volcán, con el que pudo
poner a prueba
personalmente la validez de la obra de Charles Lyell, Principios de
Geología. El capitán FitzRoy le dio una copia del
primer volumen a su
llegada al Beagle, y Henslow le aconsejó leerlo, pero en
absoluto que
creyese sus propuestas. Darwin también quedó asombrado
ante la inmensa cantidad
de erosión río abajo de los glaciares que se hacía
patente en el río Santa Cruz
en el sur de Argentina. Se quedó convencido de que la cantidad
de actividad
realizada por los volcanes y glaciares no podía explicarse en el
contexto del
breve tiempo que la Biblia imponía. Estas observaciones lo
llevaron a aceptar
la doctrina de Lyell del actualismo (esto es, que los procesos y ritmos
geológicos fueron siempre iguales en el pasado que en el
presente), y
estableció las bases de su futuro trabajo como científico.
En
Brasil vio su primera selva
tropical; en Argentina encontró sus primeros fósiles —de
perezosos, mastodontes
y caballos. En Tierra del Fuego vio una tribu de hombres tan salvajes,
tan
carentes de cualquier creencia moral (e incluso ocasionalmente
antropófagos)
que apenas parecían humanos. Algunos de ellos habían sido
llevados a Inglaterra
tres años antes por el capitán FitzRoy para
enseñarles el cristianismo y para
instruirlos en el uso de herramientas, y ahora procedían a
repatriarlos. Darwin
quedó atónito de que tres años hubieran sido
suficientes para cambiarlos de
salvajes a personas aparentemente civilizadas. Pero pronto volvieron al
estado
salvaje.
En
Chile Darwin experimentó un
terremoto y observó tanto sus efectos en la elevación del
nivel de la tierra
como su relación con una erupción volcánica. En
repetidas ocasiones cuando
estaba en tierra firme emprendió largas, arduas y peligrosas
expediciones a
lomo de caballo, coleccionando especímenes y cazando, con lo que
las aficiones
deportivas de su juventud rindieron buenos frutos. En más de una
ocasión sacó a
sus compañeros de apuros; una vez, corriendo a una gran
distancia y velozmente
para salvar el bote de la destrucción por la gran ola generada
por la caída de
un glaciar (todos hubieran muerto si él hubiera fracasado en el
intento), y
otra vez yendo a buscar ayuda cuando su capitán y
compañeros quedaron agotados
e incapaces de andar un solo paso más.
Siempre
que veía una montaña, la
escalaba, y durante un viaje de Chile a Argentina por los pasos altos
de los
Andes, sufrió picaduras masivas de insectos. En las Islas
Galápagos mar adentro
desde Ecuador, observó pinzones con picos de diferentes
longitudes en
diferentes islas. Desde las Islas Galápagos, el Beagle
zarpó hacia
Tahití, Nueva Zelanda, Australia, el atolón de las Islas
Cocos o Keeling,
Mauricio, Sudáfrica, Santa Elena, Isla de la Ascensión,
otra vez Brasil (para
confirmar los cronómetros), y luego de vuelta a la patria.
Darwin regresó a
Inglaterra desembarcando en Falmouth el 2 de octubre de 1836.
Nace
una teoría
Todas
las publicaciones
posteriores de Darwin derivaron directamente de las observaciones y
colecciones
que hizo durante el viaje del Beagle. Como se expone en el
título de su
libro Journal of Researches into the Geology and Natural History of
the
Various Countries Visited by H.M.S. Beagle [Diario de
Investigaciones en la
geología e historia natural de los diversos países
visitados por H.M.S.
Beagle], 1832-36 (1839), sus principales intereses eran al principio
geológicos
(aunque la historia natural tomó precedencia sobre la
geología en la segunda
edición de su Journal, 1845), y sus observaciones
resultaron en otros
tres libros: Estructura y distribución de los arrecifes de
coral (1842), Observaciones geológicas sobre islas
volcánicas (1844),
y Observaciones
geológicas en América del Sur (1846). A los ojos de
la posteridad, dichos
trabajos quedaron tan eclipsados por su bombazo sobre la
evolución que han sido
olvidados, pero fueron fundamentales para su obra posterior, El
Origen de
las Especies (1859).
Tras
su regreso de su viaje del Beagle
en 1836, Darwin se vio impulsado a explicar sus observaciones,
particularmente
las de las aves y tortugas en las Islas Galápagos.
Comenzó a publicar artículos
que explicaban su anatomía comparada, embriología,
clasificación, distribución
geográfica y paleontología como no inmutables sino por
evolución a partir de
especies ancestrales. Desarrolló el concepto de selección
natural como
resultado de una presión selectiva que se cree que tiene una
fuerte relación
con los nichos ecológicos ocupados por las especies. Aunque la
evolución había
sido ya propuesta desde tiempos remotos por algunos científicos
griegos —y por
filósofos y científicos más cercanos como
Montesquieu, Maupertuis, Diderot,
Lamarck y por el abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin— se
consideró que Darwin
había sido el primero en proporcionar pruebas adecuadas de la
evolución y en
explicar cómo el proceso de la selección natural produce
adaptación. Aunque se
creyó durante muchos años que era el más grande
principio organizador de la
biología, se está reconociendo lentamente en la
actualidad que la adaptación
puede explicar la variación dentro de
una especie, pero que es inadecuada como explicación del origen
de una especie.
La
teoría está en quiebra
Darwin
mismo reconoció en El
Origen de las Especies que su teoría tenía muchas
dificultades. Él mismo
expuso cuatro objeciones que, según reconocía, si no se
resolvían serían
fatales para su teoría. Éstas eran, por orden:
·
La
ausencia de formas de transición
·
La
increíble complejidad de órganos como el ojo
·
El
desarrollo de los instintos en los animales
·
La
esterilidad en los híbridos de diferentes especies
De
hecho, estas mismas
objeciones todavía no han recibido respuesta satisfactoria hasta
el presente. También
se han suscitado otros muchos problemas con la teoría. De hecho,
la idea de que
la información necesaria para desarrollar una nueva especie
proceda de procesos
al azar es tan foránea a la lógica normal que sólo
un intenso deseo de negar la
evidencia del designio en la naturaleza y la revelación de las
Escrituras puede
llevar a la aceptación de una lógica tan retorcida.
Recientes
simulaciones numéricas
de mutación y selección natural bajo condiciones
clásicas usando un nuevo
programa que se llama Mendel's Accountant [El Contable de Mendel] han
dado como
resultado que la teoría genética evolutiva no tiene
respaldo teórico —es
insostenible como modelo científico.1 El
análisis riguroso de la
teoría genética evolutiva indica de forma coherente que
toda la empresa está
realmente en bancarrota. Bajo ninguna condición se desarrollan
nuevas especies
ni exhiben un aumento en aptitud ni complejidad.
En
tanto que las simulaciones
numéricas no respaldan la teoría evolucionista, una
sorprendente y amplia
variedad de parámetros biológicos de entrada muy
razonables resultan en
soluciones compatibles con las observaciones y con el relato
bíblico de una
creación reciente. Los parámetros de entrada
biológicamente razonables para el
programa Mendel's Accountant producen resultados consecuentes con: a)
una
rápida adaptación local de las especies; b) un estallido
inicial de variación
genética seguida de una continua disminución de la
diversidad; c) una continua
disminución de aptitud; y d) la extinción de muchas
especies.
Conclusión
La
teoría de la evolución de
Charles Darwin es generalmente aceptada por la comunidad
científica y el
público en general como una sólida teoría
científica que explica el origen y
desarrollo de la vida en la tierra a lo largo de millones de
años. Sin embargo
esta teoría ha estado siempre bajo sospechas por parte de los
más
familiarizados con la teoría genética, y recientemente se
ha demostrado su
falta de validez. Su prematura adopción a lo largo del pasado
siglo y medio ha
llevado a un rechazo generalizado de nuestra verdadera historia. Es
hora ya de
reconsiderar hasta qué punto nos hemos extraviado en nuestra
comprensión de los
orígenes y poner nuestra confianza una vez más en la
Palabra de Dios y en Su
revelación.
Referencia
- Sanford, J. et al. 2008. Using Numerical Simulation
to Test the Validity of Neo-Darwinian Theory. Proceedings of the Sixth
International Conference on Creationism. Pittsburgh PA: Creation
Science Fellowship - Dallas, TX: Institute for Creation Research,
165-175.
* El Dr. Vardiman es
Catedrático del Departamento de Astro-geofísica.
Citar este artículo: Vardiman, L. 2009. The Development and
Deficits of Darwin's Theory. Acts & Facts. 38 (2): 14.
Este artículo se publicó originalmente en febrero de
2009. «The Development and Deficits of Darwin's Theory»,
Institute for Creation Research, http://www.icr.org/article/development-deficits-darwins-theory
(accedido el 3 de marzo de 2009)..