El fenómeno más notable con el que se enfrenta la teoría de la evolución es
que no se hallan en los registros fosilizados transiciones graduales entre las
principales categorías tanto del reino animal como del vegetal. Ha transcurrido
ahora más de un siglo desde que Darwin publicó su teoría, y los estudios
paleontológicos no han dado todavía los tipos intermedios precisos. Se han
hallado nuevos tipos, pero no la sucesión de tipos intermedios exigida por la
teoría. Los evolucionistas proponen el Archaeopteryx como el mejor candidato a
verdadera forma intermedia entre los reptiles y las aves.
J. H. Ostrom, que identificó a uno de los espécimenes hallados
cerca de Riedenburg, Baviera, en 1955, declaró que quizá no se atribuya a ningún
espécimen zoológico la importancia que se le da a los del Archaeopteryx. Afirma
además que el Archaeopteryx puede ser «la evidencia fósil más
impresionante del hecho de la evolución orgánica».1
Sin embargo, Du Nouy ya ha afirmado que incluso si un animal
exhibe características de dos grupos diferentes, no puede ser considerado como
verdadero enlace en tanto que no se hayan hallado las etapas intermedias
menores, y en tanto que permanezcan desconocidos los mecanismos de la
transición.2
Una novedad muy interesante en este debate fue la introducida por el Dr. Lee
Spetner en una reunión de científicos judíos ortodoxos celebrada en Jerusalén en
julio de 1980. Afirma él que los espécimenes de Archaeopteryx probablemente sean
falsos, producidos mediante una manipulación fraudulenta. El Dr. Spetner
informaba que en junio de 1978 visitó el Museo Británico de Historia Natural, y
pasó varias horas estudiando su fósil de Archaeopteryx. Examinó el fósil con
gran cuidado con ayuda de una lupa y de un microscopio binocular.
Como resultado de esta investigación, se quedó con la intensa sospecha de que
hay algo falso en este fósil. Sospecha él que alguien tomó un fósil de un reptil
volador (posiblemente de un pterodáctilo), extrajo una delgada capa de la
limolita en la zona adyacente a los huesos de la cola y de las alas (o
extremidades anteriores), llenó estas zonas con cemento, y después grabó
cuidadosamente señales de plumas en el cemento, dejando que éste se endureciera.
Las razones de estas sospechas, dice el Dr. Spetner, son las siguientes:
(1) La área de las plumas de la cola parece haber sido rebajada de la manera
indicada anteriormente. El cuidadoso examen de esta área reveló que la roca
dentro de la área de las plumas de la cola (por lo menos cerca del límite) está
ligeramente por debajo (quizás una fracción de un milímetro) del nivel de la
roca alrededor.
(2) En la contrahuella hay una pequeña área de una delgada capa sobre la
limolita que no parece corresponder allí. El Dr. Spetner señaló esta área al Dr.
Alan Charig, que es el encargado del fósil en el Museo, y éste no pudo dar
explicación de la presencia de este material. Esta pequeña capa está levantada
alrededor de un milímetro por encima de la roca alrededor, como si una pequeña
cantidad de cemento fresco hubiera caído sobre la piedra y se hubiera endurecido
allí. El Dr. Spetner señaló dos cosas extrañas acerca de esta pequeña área:
a) Su color y textura parecen corresponder con el color y la textura de la
región de plumas en la primera losa y presenta la misma fina estructura de
barbas de pluma, aunque no se halla en una región de plumas;
b) El lugar que le corresponde en la huella no muestra ni rastros de esta
pieza. Si esta pieza hubiera estado presente en la roca antes de que se
separaran las dos hojas de la roca, entonces esta porción elevada en la
contrahuella debería mostrar una depresión correspondiente en la primera losa.
Si embargo, no existe esta depresión en base de las mediciones llevadas a cabo
sobre el fósil.
Debido a que la estructura fina de las barbas de plumas en la zona descrita
en (2) parece idéntica a la estructura fina de barbas de pluma en la primera
losa, se podría llegar a la conclusión de que las dos impresiones tuvieron la
misma causa. Sin embargo, debido a (b), esta pequeña zona tiene que ser
considerada como de material extraño. De ello sigue que el material rocoso en la
zona de plumas de la primera losa es también material extraño. Estas razones
llevan al Dr. Spetner a la sospecha de que las impresiones fueron hechas
artificialmente en cemento fresco.
También se desprenden dudas acerca de genuinidad de este fósil en base de los
antecedentes históricos y de las circunstancias del descubrimiento del fósil.
Como indicó el Dr. Spetner, aparte del espécimen del Museo de Londres, de 1861
(que había estado originalmente en posesión del Dr. Karl Harberlein, el padre) y
el espécimen de Berlín de 1877 (que estuvo originalmente en posesión del Dr.
Ernest Harberlein, el hijo), no se han hallado fósiles de reptil alguno con
plumas. Los tres fósiles de Archaeopteryx identificados posteriormente no
exhiben plumas. Algunas marcas dejadas por estos fósiles han sido interpretadas
por algunos investigadores como tenues impresiones de plumas. Sin embargo, no es
posible, en base de estas solas impresiones, llegar a la conclusión de que
animal poseyera plumas.
El fósil en el Museo Británico y el del Museo de Berlín se
hallaron casi al mismo tiempo y en los mismos alrededores. El primero fue
vendido al Museo Británico por el Dr. Karl Harberlein, el funcionario médico de
distrito de Pappenheim y el segundo fue vendido por su hijo al Museo de
Berlín.3
Así, el Dr. Spetner se queja de que se nos deja con la extraña situación de
que dos notables espécimenes de un reptil con plumas fueron hallados en el
espacio de 16 años, y que sus primeros propietarios reconocidos fueron padre e
hijo, y que ambos vendieron su respectivo fósil por una buena cantidad de
dinero. Durante los cien años que han transcurrido desde el segundo hallazgo, no
se han hallado fósiles de este tipo con plumas. A pesar de que desde aquel
entonces se han identificado tres espécimenes adicionales de Archaeopteryx,
estos no exhiben plumas. Estos hechos son coherentes con la hipótesis de que los
espécimenes fósiles de Archaeopteryx de Londres y Berlín son fraudulentos.
REFERENCIAS
1. Ostrom, J. M., 1976. Biol. Jour. Linn. Soc. 8 págs.
91-182. Vuelve al texto
2. Du Nouy, L. 1947. Human Destiny. The New American
Library, N. Y., pág. 58. Vuelve al texto
3. De Beer, G. R., 1954, Archaeopteryx Lithographica,
Publicación # 224 del Museo Británico de Historia Natural. Vuelve al texto
(NOTA del Editor de Creation Research Society
Quarterly)
Posiblemente
las siguientes consideraciones sean de utilidad en este tema: Las
plumas del Archaeopteryx son muy semejantes a las de un ave moderna —un
ave de vuelo vigoroso. Ver Akridge, G. Russell, 1979:
«Archaeopteryx aerodynamics» en Panorama of Science, Creation
Research Society Quarterly 16(3):185. Ahora bien, en tanto que ello no
sorprendería a un creacionista, es algo muy embarazoso para la postura
evolucionista. Si, por otra parte, se trata de un fraude, hubiera sido cosa bien
probable que se hubieran utilizado plumas modernas en la falsificación.
El Autor:
Dr. Moshe Trop
Universidad Ben Gurion del Negev
Beersheva, Israel
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