Parece en la actualidad que los evolucionistas están admitiendo más y más
abiertamente que lo que hasta ahora había sido el dogma evolucionista normativo,
la evolución gradual mediante micromutaciones, no está apoyado ni por el
registro fósil ni por el sentido común. Por ello, se está oyendo más y más la
noción de la evolución a saltos, mediante macromutaciones y monstruos viables.
Pero este dogma presenta sus propias dificultades, por no decir
imposibilidades.
Conviene que estemos todos al tanto de cómo está la situación. De la
controversia actual podremos desvelar hechos contra ambos tipos de evolucionismo
y, por ende, que señalan a la creación específica.
Es sorprendente lo que se puede llegar a
encontrar en la actualidad incluso en la literatura supuestamente evolucionista
y actualista. Por ejemplo, Stephen Jay Gould, profesor de geología en Harvard, y
relacionado con el Museo de Zoología Comparada de allí, ha afirmado en un
reciente artículo que la moderna teoría sintética de la evolución ha muerto:
Bien recuerdo cómo me hechizó la teoría sintética por su poder unificador
cuando era estudiante graduado a mediados de la década de los 60. Desde entonces
la he contemplado en su lenta expansión como descripción universal de la
evolución. El asalto molecular vino en primer lugar, seguido después por una
atención renovada a teorías heterodoxas acerca de la especiación y con desafíos
a nivel de la misma macroevolución. Me ha costado admitirlo, pero si la
caracterización que hace Mayr1 de la teoría sintética es
precisa, sigue que esta teoría, como una proposición general, está en realidad
muerta, a pesar de su persistencia como ortodoxia de libro de texto».2
¡Esto es una noticia sensacional! Es evidente que una de las
principales razones para llegar a esta conclusión se basa en la ausencia de
formas de transición en el registro fósil:
La ausencia de evidencia fósil de etapas intermedias entre las principales
transiciones en el plan orgánico, y ciertamente nuestra incapacidad, incluso al
nivel de nuestra imaginación, de construir intermedios funcionales en muchos
casos, ha constituido un problema persistente y acosador para los relatos
gradualistas de la evolución.3
Kitts añade:
A pesar de la brillante promesa de que la paleontología provee un medio de
"ver" la evolución, en realidad ha presentado algunas fuertes dificultades para
los evolucionistas, siendo la más notoria de ellas la presencia de
"discontinuidades" en el registro fósil. La evolución exige formas intermedias
entre las especies, y la paleontología no las suministra.4
Muchos científicos evolucionistas admiten que estas «fuertes dificultades» no
pueden ser resueltas por el neodarwinismo en su forma actual. Algo
nuevo tiene que tomar su lugar. «Saltacionismo»,
«monstruos viables», «teorías
schindewolfianas»,5 «equilibrio
puntuado», «macromutaciones»; estas son las respuestas que
se proponen. Todas ellas son palabras clave para una doctrina esencialmente
idéntica acerca de la evolución. Todas ellas representan el mismo campo de
teoría que mantiene que la evolución no ocurrió ni pudo ocurrir en base del
panorama gradualista estándar de cambios micromutacionales, sino que tuvo lugar
en una serie de «saltos» a lo largo del árbol filogenético.
En
años recientes, esta explicación se ha hecho mucho
más popular, debido a que una valoración honesta del
registro fósil por parte de algunos evolucionistas les ha
obligado a llegar a la conclusión de que la actual doctrina
evolucionista sintética está pasada de moda, y que no
está apoyada por la evidencia. Nos encontramos ahora con un
nuevo juego de teorías y con una nueva fraseología,
especialmente los términos «equilibrio puntuado» y
«macromutación», que
intentan dar cuenta de cómo hemos venido a la existencia. Esta teoría fue
propuesta con gran fuerza por Niles Eldredge y Stephen Gould por primera vez en
1972.6 Las ideas en sí mismas no son cosa nueva, sino que han
sido sacadas del trastero y han sido rebarnizadas por una sola razón: Si la
teoría sintética de la evolución está muerta, como dice Gould, algo tiene que
tomar su lugar, y, como la creación específica no es una opción admisible7 (¿?), nace el equilibrio puntuado. Naturalmente, siempre queda
la opción de interpretar el registro fósil mediante el modelo del «estado
estacionario» usando la presuposición de que
Las especies no se originan. Todo lo que hacen es permanecer en existencia o
extinguirse.8
Pero esta posición queda rebatida ya de entrada debido al segundo principio
de la termodinámica. Si las especies han existido siempre (esto es, desde toda
la eternidad), y no surgen especies nuevas (las existentes solo pueden
extinguirse), ¿Cómo puede ser que permanezca ninguna? La biosfera de nuestro
planeta (que da soporte a todos los sistemas vivos conocidos) es
significativamente tenue, por lo que el postulado de una existencia física desde
toda la eternidad carece de significado científico.
Figura 1: Se contrastan gráficamente los varios modelos
taxonómicos.
Una barra horizontal en el extremo de la línea indica
extinción.
En el modelo de estado estacionario se considera que las líneas,
que representan a los tipos o especies, se extienden hacia el pasado infinito,
esto es, que han existido eternamente. En el diagrama correspondiente al
Equilibrio puntuado, las líneas discontinuas muestran las líneas de descendencia
que se supone tuvieron lugar, pero que son tan abruptas que no dejaron fósiles.
En la Creación específica, los tipos naturales fueron creados separados y
permanecen separados. Sin embargo, las líneas divergentes que quedan cerca de
las originales representan la posibilidad de una variación limitada, que muchos
creacionistas reconocen. Por ejemplo, los perros y los lobos pudieran haber
tenido un antepasado común.
Así
que en realidad nos quedamos con muy pocas opciones (véase
figura 1), y al evolucionista que ha crecido con el gradualismo (y con
todos los corolarios del actualismo), «el equilibrio
puntuado» tiene que sonarle aterrorizador. Pero para los que han
rechazado la «síntesis moderna», como se
llama, es su lema.9 Las implicaciones de todo esto están
solamente empezando a filtrarse a la prensa popular,10 y
sospecho que veremos mucho más en el futuro. Todo este problema está creando una
fuerte marejada. Los «gradualistas», esto es, los
micromutacionistas, están desconcertados y turbados:
...Hay pocos casos (por no decir ninguno) bien establecidos de
macromutaciones morfológicas que hayan quedado fijadas en poblaciones naturales
de animales. Las mutaciones de gran extensión son casi siempre deletéreas...11
Los defensores del equilibrio puntuado y de
las macromutaciones citan como evidencia la frecuente ausencia de las formas de
transición del registro fósil.12 Esta información negativa no
es convincente».13
Las «macromutaciones» hacen derrumbar toda la
estructura sobre la que se basa la moderna biología evolucionista, esto es, que
haya tenido lugar una acumulación de una serie de micromutaciones dentro de una
especie a lo largo de un dilatado periodo de tiempo con un éxito tal que haya
posibilitado que aquella especie, mediante el concurso de la selección natural,
haya evolucionado. Estos son evidentemente los términos en que está planteada la
lucha en la teoría evolucionista, y algunos de los principales exponentes del
neodarwinismo clásico, como Ernst Mayr, están alineándose para la batalla:
Lo absurdo de creer en la aparición simultanea de numerosos «monstruos
viables», como Goldschmidt (1940) los denominó, fue apreciado con mucha mayor
claridad por parte de Darwin que por parte de algunos evolucionistas
recientes.14
Naturalmente, Mayr tiene que acudir a su máxima autoridad
(Darwin) en pos de un apoyo por lo menos moral, y solamente le dedica a la
teoría macromutacionista unas pocas frases condescendientes en su obra
principal, Evolution and the Diversity of Life. Concluye así:
La evidencia, tanto genética como morfológica o funcional, se halla tan
uniformemente opuesta a un origen saltacionista de nuevas estructuras que no
queda otra alternativa que la de buscar explicaciones en términos de un origen
gradual.15
¿Y cómo se define el salto? Para responder a esto citamos de
la revista Evolution:
por "salto" Darwin entendía precisamente lo que se ha entendido
tradicionalmente por este término: una macromutación. Un salto es un gran cambio
en una sola generación.16
De manera que nos encontramos con una contradicción evidente
y muy grave. En palabras de Løvtrop:
Creo que aquí estamos frente a dos teorías alternativas, y mutuamente
exclusivas. Naturalmente, es posible aceptar simultáneamente ambas teorías, la
micromutacionista y la macromutacionista, o sea, refundirlas en una sola teoría
exclusiva, pero solamente los intelectualmente desorientados o los deshonestos
pueden adherirse a esta postura y afirmar que son neodarwinistas.17
En otras palabras, Løvtrop rehusa la etiqueta clásica de neodarwinista a los
que acepten la tesis macromutacionista. También afirma que la teoría
macromutacionista se basa en mucho más que en el mero silencio del registro
fósil a este respecto:
- El «poder creativo» preciso para formar, digamos, un vertebrado concreto,
involucra el origen del mecanismo epigenético capaz de crear el animal en
cuestión. Y este mecanismo, y por ende el poder creativo, tiene que ser
exactamente el mismo, tanto si se origina mediante una gran cantidad de
pequeños pasos graduales como en unos pocos pasos más grandes. Sin embargo, hay
una gran diferencia entre ambas alternativas. La primera implica una serie de
pasos intermedios, que tienen que haber sido grotescos en muchos casos. Y sin
embargo, la teoría exige que estas formas hayan sido tan aptas que hayan
suplantado a las originales.
- En mi opinión, esta deducción lógica de la teoría
micromutacionista no precisa de ninguna refutación empírica. Es suficiente el
sentido común.18
Esto es precisamente lo que los creacionistas han estado diciendo una y otra
vez.
La paradoja es que la tesis
macromutacionista, llevada a sus conclusiones lógicas, es
igualmente absurda. Así, si una salamandra puso cinco huevos, y
de cuatro de los cinco salieron salamandras, pero del último
(debido a una gran mutación genética postulada)
salió algún ser peludo marrón, el ser peludo
marrón no solamente tendría que ser capaz de sobrevivir
(en un medio «extraño» que le daría escasos
recursos), sino que también tendría que encontrar otro
ser peludo marrón que tuviera el mismo nivel, exacto, de
mutación genética, ¡pero del sexo opuesto! ¡Y
estos son los monstruos viables! Y la respuesta del gradualista es que
para algunos genetistas todos los
monstruos son inviables.19 ¿Cómo puede dar respuesta el
saltacionista a este argumento?:
- ...La nueva mutación puede involucrar «cambios principales en el tamaño u
organización del genoma», y en este caso es probable el aislamiento sexual. (¿?)
- ...Pero garantizo a mis críticos que si la nueva mutación no
involucra aislamiento, entonces pudiera quedar fijada mediante reproducción.20
Así le da la vuelta al asunto, pero
incluso el mismo modelo gradualista se halla con considerables
dificultades ante la problemática de «reproducción
con mutación»:
Llegado el momento, el grupo aislado podría alcanzar una distancia genética
suficiente del grupo progenitor como para quedar reproductivamente aislado: de
ahí el establecimiento de una nueva especie».21
Una vez más, nos hallamos ante algo que es esencialmente teoría, y esta
teoría, cuando se pone al nivel macromutativo, demanda, como lo afirma Løvtrop,
una serie de formas intermedias grotescas, cada una de las cuales tiene que
estar idealmente adaptada a su ambiente. Y este «poder creativo»,
como lo denomina Løvtrop, tiene que ser exactamente el mismo en sus etapas
ascendentes y consistente a través de todo el tiempo. Si no es así, la evolución
no podrá ocurrir y no ocurrirá. Por ello, cree él que tiene una probabilidad
mucho mayor con sus «monstruos viables». Esto sería divertido si
no fuera por el hecho de que a nuestros escolares, muy probablemente se les
enseñará esto, conforme el «equilibrio puntuado» vaya alcanzando
la posición de hijastro favorito de la concepción darwinista del mundo.
Pero lo que encontramos dentro de estas dos escuelas de
pensamiento evolucionista es que cada una de ellas apela a una «evidencia
final» que cree que invalida el punto de vista de otra. Los
micromutacionistas dicen que como principio la macromutación está, generalmente
hablando, fuera de juego. Los macromutacionistas dicen que si el gradualismo
fuera cierto, debería haber alguna evidencia de ello en el registro fósil, y no
la hay. ¿Son acaso los creacionistas los únicos que tienen que soportar la
supresión y las distorsión de la evidencia por parte de sus oponentes? No. Los
macromutacionistas, al ser los «recién llegados», están afrontando
problemas similares, y no les gusta nada este juego:
Otra manera de evitar la falsación (del neodarwinismo) consiste en
infravalorar, dejar a un lado o eliminar la evidencia en contra... Si los
neodarwinistas hubieran podido movilizar una evidencia convincente en favor de
su teoría, no estaría teniendo lugar el presente debate. Pero sin hechos, ¿cómo
es posible enfrentarse a los críticos? Sólo hay una manera: palabras. Se han
seguido dos vías; la primera de ellas ha sido apelar al consenso de la
mayoría... La otra táctica es la de responder con postulados dogmáticos... E
incluso se puede dar un paso más, y abandonar todas las reglas del discurso
lógico.22
Así que ya no somos los únicos en tener que sufrir estas tácticas. Y el nivel
en que está siendo llevada esta discusión concreta no es comprendido siempre, ni
siquiera entre los mismos científicos.
Todo esto señala al hecho de
que incluso en el mundo evolucionista las posibilidades de confusión semántica
son enormes. Y esto es especialmente cierto por lo que respecta a la
controversia «macro-micromutacionista». Søren Løvtrop, del
Departamento de Zoofisiología, Universidad de Umea, Suecia, escribió su artículo
titulado Semantics, Logic and Vulgate Neodarwinism, publicado en la
revista Evolutionary Teory, para despejar lo que él cree son burdas
malinterpretaciones de la teoría de las macromutaciones por parte de los otros
neodarwinistas más ortodoxos.23 Debido al clamor levantado en
contra de ellos, Gould y Eldredge se sintieron obligados en su artículo de 1977
en Paleobiology24 a incluir el siguiente encabezamiento: «Lo que Eldredge y Gould no dijeron (y si dijeron)» (Sería
maravilloso si a los creacionistas se les diera la oportunidad de dar
respuesta a sus críticos en las páginas de las
principales revistas científicas.) De manera que es evidente que
se va a precisar de un cierto tiempo para que se despeje el humo en
toda esta área. En el interín se podrá aprender
mucho de la mera observación del desarrollo de esta
controversia. Están saltando las acusaciones y las
contraacusaciones entre los evolucionistas. El «equilibrio
puntuado» es un tema con sobretonos sumamente emocionales, y
están surgiendo algunas actitudes muy anticientíficas:
¡Qué pena que la disputa científica haya caído tan baja! 25
Aquí tenemos a un macromutacionista hablando. Y después
leemos el siguiente comentario de la zona micromutacionista de la casa:
¿Para qué tipo de trucos habremos de prepararnos? Por
una parte nos vienen con una pseudo-historia... Cracraft, que da su
apoyo al «equilibrio puntuado» de Eldredge y Gould, intenta
mostrar que Darwin rechazó la «saltación» por
razones «extracientíficas». Este argumento
está basado en parte en un soberbio sofisma.26
Así, que a nosotros nos toca observar la lucha desde fuera.
En realidad no se nos ha invitado a participar, y quizá sea mejor que dejemos
que los dos lados se peleen por un rato. Es de sospechar que el «equilibrio puntuado» llegará a dominar la escena, pero
mientras tanto está haciendo un buen servicio, y en cuanto a esto tengo que
estar plenamente de acuerdo con G. H. Harper:
...Los proponentes del equilibrio puntuado han sido muy amables en proveer un
enfoque no evolucionista del registro fósil; los que defendemos la teoría del
estado estacionario [y los creacionistas mi inserción] podemos expresarles
nuestro agradecimiento y alentarles en su labor.27
Y esto, ¿Por qué? Porque están investigando y sacando a la
luz los mismos hechos sobre los que los creacionistas han estado insistiendo
durante décadas. Es muy gratificante contemplar cómo todo va desarrollándose,
pero también muy perturbador ver que, a pesar de los hechos, la mayor parte de
los evolucionistas siguen aferrándose a los restos de su teoría. Como lo dice el
mismo Løvtrop:
¿Y qué otra cosa implicaría la falsación de esta predicción, sino la creación
específica? 28
Cierto. Pero él mismo no la acepta, sino que prefiere creer en un mundo de
macromutaciones. Pero nosotros, los creacionistas bíblicos, tenemos el
conocimiento cierto de que la única «macromutación positiva» es el
cambio espiritual, por el que la criatura caída en pecado pasa a ser un hijo de
Dios.
NOTAS Y REFERENCIAS
- 1. «Los proponentes de la teoría sintética mantienen
que toda la evolución se debe a la acumulación de pequeños cambios genéticos,
conducida por la selección natural, y que la evolución transespecífica no es
nada más que una extrapolación y ampliación de los acontecimientos que tienen
lugar dentro de las poblaciones y especies». Mayr, Ernst, 1963. Animal
Species and Evolution. Belknap Press de la Harvard University Press,
Cambridge, Massachusetts, pág. 586. Vuelve al texto
- 2. Gould, Stephen J., 1980. «Is a new and general
theory of evolution emerging?» Paleobiology, 6(1):120. Vuelve al texto
- 3. Ibid., pág. 127. Vuelve al texto
- 4. Kitts, David B., 1974. «Paleontology and
evolutionary theory». Evolution, vol. 28, septiembre, pág.
467. Vuelve al texto
- 5. Schindewolf, O. H., 1950. Grunfragen der
Paleontologie. E. Schweizerbart, Stuttgart. Vuelve al
texto
- 6. Eldredge, N. y S. J. Gould, 1972. «Punctuated
Equilibria; an alternative to phyletic gradualism». págs. 82-115.
En: Schopf, T. J. M. Ed., Models in Paleobiology. Freeman, Cooper and
Co., San Francisco, Calif. Vuelve al texto
- 7. Golay, Marcel, 1961. «Reflections of a
communications engineer». Analytical Chemistry. Vol. 33, junio,
págs. 23A-36A: «Pero el concepto semirreligioso de una creación, con el
concepto que incluye de un creador, es científicamente inadmisible,...»
Vuelve al texto
- 8. Harper, G. H., 1980. «Alternatives to
evolutionism». Creation Research Society Quarterly 17(1):49-50.
Véase especialmente pág 50. Vuelve al texto
- 9. Morris, H. M., 1979. Revolutionary evolutionism. ICR
Impact Series, n(o) 77, Noviembre 1979. Vuelve al texto
- 10. Adler, Jerry y John Carey, 1980. «Is man a subtle
accident?» Newsweek, 3 de noviembre 1980, págs. 95-96. Vuelve al texto
- 11. Lande, Russell, 1980. «A review of: Microevolution
in relation to macroevolution». Paleobiology, 6(2):234. Vuelve al texto
- 12. Ibid., pág. 235. Vuelve al
texto
- 13. Ibid. Vuelve al texto
- 14. Mayr, Ernst, 1976. Evolution and the Diversity of
Life. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, pág. 93. Vuelve al texto
- 15. Ibid., pág. 95. Vuelve al texto
- 16. Ghiselin, Michael T., 1980. «A review:
Phylogenetic mythogenesis and paleontology». Evolution 34(4):823.
Vuelve al texto
- 17. Løvtrop, Søren, 1979. «Semantics, logic and
vulgate neodarwinism». Evolutionary Theory, n(o)4, julio, pág.
162. Vuelve al texto
- 18. Ibid., pág. 164. Vuelve al
texto
- 19. Adler, Jerry y John Carey, 1980. «Is man a subtle
accident» Newsweek, 3 de noviembre 1980, pág. 96. Vuelve
al texto
- 20. Løvtrop, op. cit., pág. 167. Vuelve al texto
- 21. Lewin, Roger, 1980. «Evolutionary theory under
fire». Science,
Vol. 210, 21 de noviembre, 1980:885. Este artículo examina
también la conferencia de Chicago de octubre de 1980, en la que
el «equilibrio puntuado» lanzó un reto formal a la
moderna teoría sintética. Vuelve al texto
- 22. Løvtrop, op. cit., págs. 168-169. Vuelve al texto
- 23. Ibid., págs. 157-172. Vuelve al
texto
- 24. Gould, Stephen J. y Niles Eldredge, 1977, «Punctuated equilibria: the tempo and mode of evolution
reconsidered». Paleobiology, 3(2):118-120. Vuelve
al texto
- 25. Løvtrop, op. cit., pág. 164. Vuelve
al texto
- 26. Ghiselim, op. cit., pág. 823. Vuelve al texto
- 27. Harper, op. cit., pág. 53. Vuelve
al texto
- 28. Løvtrop, op. cit., pág. 159. Vuelve
al texto
El
Autor:
A. James Melnick
Creation Research Society
Ann Arbor, Michigan
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