Luther D. Sunderland
Los monstruos viables — Un «salvavidas» para el evolucionismo
Está teniendo lugar, en los círculos evolucionistas, un acontecimiento de
gran alcance. Se trata de una revolución sin precedentes desde que Charles
Darwin publicara su obra El Origen de las Especies.
En una conferencia en el Museo de Historia Natural de Chicago, del 16 al 19
de octubre de 1980, se reunieron 160 de los principales expertos evolucionistas
para afrontar el tortuoso problema de la macroevolución. Los resultados de esta
conferencia son como para causar repercusiones que se hallarán presentes en los
atrios del sistema establecido durante muchas décadas. Se puede predecir con
confianza que la clásica concepción darwinista de la evolución nunca se
recuperará del golpe recibido en Chicago —irónicamente asestado por algunos de
sus más devotos discípulos. Pero, ¿cómo tuvo lugar todo esto?
Todo empezó en el año 1940 cuando el Dr. Richard B. Goldschmidt, un genetista
mundialmente famoso de Berkeley, California, publicó un libro, The Material
Basis of Evolution (La base material de la evolución). Fue uno de los
primeros evolucionistas en reconocer públicamente con franqueza la verdadera
naturaleza del registro fósil. Afirmó que se había estado cavando ya por cien
años desde Darwin, y que todavía no se habían hallado ninguna de las formas de
transición necesarias para documentar una evolución. Por ello, pensaba que los
evolucionistas debían salir con una teoría que fuera algo coherente con la
evidencia fósil si iban a mantener la fe en su idea.
El Dr. Goldschmidt señaló que en ciertas ocasiones nacía una oveja con solo
dos piernas. Era un monstruo, y moría. O nacía una tortuga con dos cabezas; era
un monstruo, y moría. Aparecían esas monstruosidades que no podían sobrevivir;
pero quedaba la esperanza de que si se hallaba una cantidad suficiente de ellos,
se podría encontrar uno que fuera viable. Así es como nació el mecanismo
evolutivo del «Monstruo Viable». Invocó el monstruo viable para
cubrir todas las discontinuidades entre todos los tipos diferentes de
organismos. Vino en dar la sugerencia de que un día un reptil puso un huevo, y
que lo que salió del huevo fue un ave.
Durante 40 años los evolucionistas estuvieron tratando al Dr. Goldschmidt de
poco menos que lunático por proponer un mecanismo sin evidencia alguna, a pesar
de las indicaciones del mismo Goldschmidt de que tampoco ellos tenían evidencia
alguna en apoyo de su gradualismo.
Durante la década de los 60 y de los 70, el Dr. Duane T. Gish y otros
creacionistas, incluyendo el presente autor, utilizaron la teoría del Dr.
Goldschmidt para ilustrar hasta que punto estaban dispuestos a llegar los
evolucionistas en sus intentos de salvar su teoría frente a la abrumadora
evidencia fósil que la contradice. Fueron pocos los que se tomaron en serio la
especulación del monstruo viable, y los hubo que consideraron que los
creacionistas estaban empleando tácticas sucias al presentar este concepto para
rebatir el evolucionismo. Se afirmaba que ningún científico recurriría a algo
tan absurdo.
Pero fue durante la década de los 70 que unos pocos evolucionistas, que
estaban íntimamente familiarizados con las duras realidades de la evidencia
fósil, se sintieron obligados a salir de su torre de marfil y a afrontar los
hechos. Se desconoce si fue por el deseo de ceñirse a la realidad de los hechos,
o si fue debido a la creciente presión de penetrantes críticas que iban viendo
la página impresa.
Son varias las obras publicadas que se levantan como pilares y que, según
algunos expertos, fueron vitales para iniciar la corriente contra el
Neodarwinismo. En primer lugar está la excelente biografía de Darwin por
Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution. Su primera
edición data de 1959, y en la actualidad se puede conseguir de dos editoriales,
Doubleday y Norton. Contiene uno de los análisis más profundos y penetrantes de
los motivos, métodos, logros reales e influencia de la sociedad de Darwin. Pone
en tela de juicio la metodología científica de Darwin e incluye muchos
comentarios hechos por sus críticos que siguen siendo igual de válidos en la
actualidad. En la página 318 dice: «Al irse ascendiendo las posibilidades
a probabilidades, y las probabilidades a certidumbres, de la misma forma la
misma ignorancia llegó a una posición bien poco distante del conocimiento
absoluto. Cuando la imaginación llegaba a su límite, y Darwin no podía dar una
hipótesis para explicar una dificultad, recurría al cheque en blanco de que
éramos demasiado ignorantes acerca de cómo actuaba la naturaleza para saber por
qué había sucedido una cosa en lugar de otra y, por ende, ignorantes de la
explicación que reconciliaría los hechos con su teoría».
Un segundo libro que tuvo una gran influencia sobre la comunidad científica
fue la obra de G. A. Kerkut, Implications of Evolution (Pergamon Press,
Oxford 1960). Después Norman MacBeth escribió Darwin Retried (Gambit
inc., Boston 1971), que suscitó aún mayores dudas acerca del Neodarwinismo en
las mentes de sus creyentes. Estos autores y muchos más que escribieron acerca
del mismo tema fueron tomados en serio porque no eran creacionistas.
Naturalmente, también había muchos científicos creacionistas escribiendo
excelentes libros y dando conferencias y sosteniendo debates por muchos
lugares.
En 1974 un joven geólogo y biólogo, Stephen Jay Gould, entregó un trabajo en
la universidad de Siracusa, New York, titulado «Evolutionary Theory
and the Rise of American Paleontology». Decía en él: «De hecho
no fue hasta que George Gaylord Simpson publicó su obra Tempo and Mode in
Evolution (Tiempo y ritmo en la evolución) en los primeros años de la década de
los 40 que la paleontología fue introducida en la ortodoxia de la moderna teoría
Darwinista. Esto constituye una paradoja. Lo que uno hubiera esperado es que la
paleontología fuera la que diera las principales confirmaciones a la teoría de
la evolución (Después de todo los restos fósiles son la única evidencia directa
que tenemos acerca de la auténtica historia de la vida en la tierra); pero no
fue así».
Posteriormente él y Niles Eldredge, del Museo Americano de Historia Natural,
continuaron este tema en varios trabajos. Por ejemplo en 1978 en Gatlingburg,
Tennessee, Eldredge afirmaba: «La teoría del "equilibrio puntuado" podría
ser destruida mediante la presentación de un solo registro fósil evidenciando
una evolución gradual. No se ha encontrado ni una sola secuencia de este
tipo».
Eldredge añadía: «El registro fósil es bien diferente de esto. Muestra
una aparición repentina de las especies, que existen sin cambios a lo largo de
varios miles de años».
Uno de los factores de mayor influencia lo fue una columna mensual que empezó
el Dr. Gould en 1974 para la revista del Museo Americano de Historia Natural,
Natural History. La columna, que llevaba el título «This View
of Life» (Esta postura acerca de la vida), trataba (y sigue tratando)
casi exclusivamente de la evolución. Ha venido a convertirse en una sensación,
aunque en muchas ocasiones constituya un gran embarazo para los evolucionistas.
En una reciente conferencia acerca del evolucionismo, el Dr. Gould fue
presentado como indudablemente el escritor contemporáneo más conocido acerca de
la evolución, principalmente debido a aquella columna que vino a dar tanta
popularidad a la revista. La razón de todo el entusiasmo fue que el Dr. Gould
empezó a contar la historia como era acerca del registro fósil y de
muchos otros aspectos del clásico Neo-darwinismo.
Empezó a hablar de la total ausencia de evidencia fósil en favor de una
evolución lenta y gradual. En el número de mayo de 1977 afirmó: «La
extremada escasez de formas de transición del registro fósil sigue siendo el
secreto profesional de la paleontología».
Decía que bien al contrario de mostrar evidencia de cambio gradual de una
especie en otra, en el registro fósil las nuevas especies aparecen de una manera
abrupta. «Todos los paleontólogos saben que el registro fósil no conoce
prácticamente nada acerca de formas intermedias; las transiciones entre los
principales grupos son característicamente abruptas».
Después, en la columna del número de junio-julio de 1977, titulada «The Return of the Hopeful Monsters» (El retorno de los
monstruos viables), lanzó una bomba, prediciendo el retorno al mecanismo de
Goldschmidt del monstruo viable para dar explicación de la ausencia de evidencia
en favor de la evolución: «Sí he de predecir, sin embargo, que durante la
próxima década Goldschmidt será mayormente vindicado en el mundo de la biología
evolucionista».
Esto
hizo que gran cantidad de evolucionistas se estremecieran de horror,
porque ello no solamente constituía una abierta admisión
de que no hay evidencia de nada que enlace los diferentes grupos de
organismos, sino que equivalía a arrojar la toalla, confesando
que era imposible llegar a una historia que sirviera para otra cosa que
para hacer el ridículo. Un profesor reaccionó así:
«Gould no es un científico. Sólo es un
filósofo».
No solamente estaba el Dr. Gould proponiendo que unas estructuras y especies
totalmente nuevas surgieron en gigantescos saltos, de manera que no hubieran
dejado evidencia fósil, sino que estaba además lanzando un reto a la vaca
sagrada del evolucionismo: la selección natural. Decía él que la selección
natural podría operar al nivel microevolutivo para ajustar un poco las cosas,
pero que no tenía nada que ver con la verdadera cuestión: el origen de nuevas
especies. Ya que la selección natural fue la única novedad que Darwin había
aportado al debate, si se aceptaba la concepción de Gould ello significaba el
fin del Darwinismo.
La amplia aceptación de los monstruos viables por parte de muchos expertos
evolucionistas coloca al sistema educativo establecido en una situación apurada
y sumamente embarazosa. Hay dos razones para este dilema:
Primero, el sistema educativo establecido ha promovido de tal manera el
gradualismo saturando con él sus planes de estudio, juegos audiovisuales y
libros de texto, que la admisión de que una mayoría de expertos lo haya
abandonado constituiría una admisión de error. Los estudiantes, naturalmente,
podrían llegar a preguntarse por qué una teoría que ha estado ahí desde el año
1940 fue mantenida bajo un manto secreto hasta que la mayor parte de los
expertos la aceptó. Sólo se puede llegar a la conclusión de que el sistema
educativo establecido no está ofreciendo una investigación académica abierta,
sino que se están prejuzgando temas no decididos, y después adoctrinando a los
estudiantes a que crean como lo disponen los hilos directores del sistema.
La segunda razón de este dilema es que si los rectores del sistema cambian
ahora los materiales escolares para incluir la teoría del monstruo viable, o
Equilibrio Puntuado, ello equivaldría a una admisión tácita del hecho de que los
antievolucionistas tienen razón cuando afirman que no existe evidencia fósil
para apoyar la teoría de que toda la vida está relacionada, proviniendo de un
ancestro común. La evidencia en favor de los saltos del monstruo viable es lo
mismo que evidencia en favor de la creación, esto es, la repentina aparición de
todos los diferentes grupos de organismos, sin nada que los relacione
directamente con cualquier otro grupo. Y para añadir más a estas frustraciones,
la teoría del monstruo viable viola toda ley científica conocida, al carecer de
una causa capaz, en tanto que la postura creacionista sí ofrece una Causa
capaz.
Después de la conferencia en el Museo de Chicago (Chicago Field Museum) en
octubre de 1980, con la consiguiente publicidad recibida, será imposible que el
sistema educativo establecido siga intentando ignorar la teoría del monstruo
viable. Newsweek, en su número del 3 de noviembre de 1980, dedicó varias
páginas a la conferencia, y afirmaba que la mayor parte de los 160 expertos
evolucionistas allí presentes aceptaban una u otra forma de equilibrio puntuado.
Citamos las siguientes sorprendentes admisiones:
«En el registro fósil, los eslabones perdidos son la norma... Cuanto
más han investigado los científicos en busca de las formas de transición entre
las especies, tanto más frustrados se han visto... La evidencia de los fósiles
señala ahora de una manera abrumadora hacia un camino distinto del Darwinismo
clásico que la mayor parte de americanos aprendieron en sus estudios de
bachillerato: aquella teoría que dice que las nuevas especies surgen de las
existentes por una acumulación gradual de pequeños cambios, cada uno de los
cuales ayuda al organismo a sobrevivir y a competir en su medio
ambiente».
El New York Times publicó un artículo acerca de esta conferencia,
titulado «Recent Studies Spark Revolution in the Interpretation of
Evolution» (Recientes estudios desencadenan una revolución en la
interpretación de la evolución), y la revista Science, en su número del
21 de noviembre de 1980, publicaba un largo artículo titulado «Evolution Theory Under Fire» (Teoría evolucionista bajo
ataque). Se puede afirmar confiadamente que estamos viendo hacer historia ante
nuestros ojos. Incluso la revista Science está de acuerdo con el gran
significado de la reunión de Chicago: «Muchas personas sugirieron que la
reunión era un punto de inflexión en la historia de la teoría evolucionista. "Sé
que suena un poco pomposo", dijo Hallaman a Science, "pero me parece que
esta conferencia llegará a ser reconocida como un acontecimiento
histórico".»
Quizá
la afirmación que Gould hizo acerca de esta reunión sea
profética: «Espero que establecerá las bases para
una reconstrucción de ideas». Las ideas acerca de los orígenes pueden llegar a
reconstruirse de una manera que el Dr. Gould ni puede llegar a imaginarse.
Fuente: Bible-Science
Newsletter
Genesis Institute
MINNEAPOLIS -
Minnesota
Vol. 19, nº 2
Publicado con permiso
Versión en castellano Copyright © 1984 por
Santiago Escuain
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© Por la traducción, Santiago Escuain 1984
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