La ciencia no puede ir más allá de
los fenómenos, y consiste en la generalización de los
mismos bajo una ley uniforme. Pero, antes del curso que siguen las
cosas existentes, tienen que existir las cosas que siguen este curso,
aunque este curso pueda haber comenzado con su existencia; e
indudablemente fue así. Pero sólo este curso de las
cosas es el tema de la ciencia, su principio general como ley fija.
La existencia, y probablemente la ley que sigue, están
ahí antes que puedan comenzar las investigaciones de la
ciencia, ... La ciencia se ocupa de fenómenos, y sólo
de fenómenos, y de descubrir los hechos y las leyes que los
gobiernan; pero todo lo que hace es investigar la operación
actual uniforme, allá donde existe, de aquello que existe
antes que surja la indagación.
...
La ciencia puede descubrir las leyes de lo que existe, pero
allá tiene que detenerse: no tiene leyes para su existencia.
...
Esto es, la ciencia debe detenerse en aquello que le pertenece, en
el curso y orden del kosmos, o universo ordenado, y por su
misma naturaleza no puede ir más allá de ello.
Sé que ha de haber una causa primordial o primitiva para todo
lo existente; porque todo en su esfera es el efecto de una causa, y
afirma que debe serlo. Si es así, la existencia material misma
debe ser efecto de una causa, y las leyes fijas también. En
cuanto a qué y cómo es esta causa primordial (que es
incausada, o no sería primordial), no puede decir nada la
ciencia. Naturalmente que no; y no se le debe reprochar por esto.
Pertenece a la misma naturaleza de las cosas. Pero la ignorancia no
es un base sobre la que hacer declaraciones debería más
bien decir que no es una base válida, porque a la ignorancia
le encanta hacer declaraciones. Esto es, la ciencia me asegura en
base de lo que conoce que ha de haber una causa primordial de aquello
sobre lo que investiga; pero es, necesariamente, totalmente ignorante
de esta causa no la puede concebir; no se encuentra en su esfera de
conocimiento. ...[1]
La ciencia se ocupa
de fenómenos, y sólo de fenómenos, y de
descubrir los hechos y las leyes de los gobiernan; pero todo lo que
hace es investigar la operación actual uniforme, allá
donde existe, de aquello que existe antes que surja la
indagación....
La ciencia puede
descubrir las leyes de lo que existe, pero allá tiene que
detenerse: no tiene leyes para su existencia. ...
La incredulidad querría excluir un
Creador. Esta negación es producto de una actitud
voluntariosa. [John Stuart] Mill habla de causas primordiales, de
hechos primitivos, de colocación de causas permanentes; pero
esto sólo demuestra que se vio obligado a acudir a lo
primordial y permanente, a lo que existe por sí mismo. Otro
nos dice que nos vemos obligados a admitir una causa o causas
primordiales, de cuya naturaleza nada nos pueden decir ni la
lógica ni la ciencia. «Así, nos vemos llevados a una
pared opaca por un método que es totalmente impotente para
penetrar en el misterio que se encuentra detrás.» Y
añade: «A esto le podemos llamar ateísmo lógico
o negativo.» Esto lo comprendo; porque este autor, aunque
evolucionista, no niega la revelación, sino que se confiesa
cristiano; pero su postura no es correcta, porque pretende pensar en
lo que está más allá de la pared opaca, cuando
nada conoce ni nada sabe. No tiene siquiera derecho a lo negativo,
sino sólo a decir: No lo sé; no está en la
esfera de mi conocimiento; sencillamente, ignoro, y lo dejo a la
intuición y a la revelación, donde todo queda
aclarado.[2]
Referencias
1. Darby, J. N., «Science and
Scripture», en The Collected Writings of J. N. Darby, Vol.
31, págs. 139-141.
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2. Ibid., pág. 142.
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