Dave Hunt
¿Avivamiento o Apostasía?
Sabiendo que estamos en los últimos de los últimos días, siendo el
Arrebatamiento inminente una expectativa muy real, nuestros pensamientos se
vuelven a menudo (y así debería ser, desde luego) a las señales que dijo Cristo
que proclamarían la cercanía de Su regreso. Las señales que se citan más
ampliamente incluyen «guerras y rumores de guerras ... [cuando] nación se
levantará contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y
terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores»
(Mt. 24:6-8).
Sin duda de ningún género, estos «dolores» específicos se han
vuelto a la vez destacados y acelerados desde que Israel volvió a ser nación en
1948. Desde aquel tiempo, la intensidad y frecuencia de esas señales se ha
intensificado como los dolores de parto de una mujer que va acercándose al
momento del alumbramiento, exactamente como Cristo predijo. Sin embargo, la
primera señal que Cristo dio ha sido extrañamente descuidada y olvidada
Su solemne advertencia:
Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos
engañarán... (Mt. 24:4, 5). Y muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos... (v. 11). Porque se levantarán falsos
Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal
manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. (v. 24)
[Énfasis añadido.]
La preocupación por este profetizado engaño ha sido una marca de este
ministerio. Miremos más de cerca el engaño religioso que Cristo predijo.
Advirtió con estas palabras: «Mirad que nadie os engañe.»
Su gravedad se enfatiza en que se enuncia tres veces. Se especifica su
naturaleza: falsos Cristos, falsos profetas, y señales y prodigios
falsos. El hecho de repetir cuatro veces la palabra «muchos»
indica un engaño mundial sobre grandes multitudes.
Pablo dio una advertencia similar: «Nadie os engañe en ninguna manera
...» Explica él que el engaño espiritual al que se refiere Cristo
infectará la iglesia profesante. Esto resulta evidente de la palabra que emplea, «apostasía»:
... porque [el día del Señor] no vendrá sin que antes venga la apostasía, y
se manifieste el hombre de pecado [el Anticristo], el hijo de perdición (2 Ts.
2:3)
Aunque un verdadero cristiano no puede cometer apostasía, un falso cristiano
sí. ¿Apostasía de qué? De la fe en Cristo que él o ella hayan profesado sin una
realidad interior correspondiente. Los pocos apóstatas que se anuncian como
ateos o como convertidos al budismo o al hinduismo no son lo que preocupan aquí
a Cristo o a Pablo. La advertencia se dirige a un apartamiento de la verdad
dentro de la iglesia profesante. Otros pasajes de la Escritura confirman
esto, como veremos.
Pablo nos advierte para que no nos engañemos pensando que la apostasía no
vendrá. Ha de venir. Una advertencia así sólo puede significar que en los
últimos días muchos rechazarán las enseñanzas bíblicas de que la apostasía es
inevitable. Los falsos profetas a los que Cristo se refiere usarán sus señales y
prodigios para apoyar su falsa enseñanza de que lo que está en marcha es un
avivamiento, no una apostasía. Por ello, Pablo nos advierte que no seamos
engañados con alegatos acerca de un avivamiento: ¡la apostasía ha de
venir, o Cristo no volverá!
Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre;
no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad
y engaño de su corazón os profetizan. Jeremías 14:14
Esta realidad queda clarificada por otros pasajes de la Escritura. Las falsas
señales y los falsos prodigios constituirán parte integrante de la apostasía. El
apartamiento de la verdad irá encabezado por unos aparentes obradores de
milagros, y el engaño se hará posible por un énfasis dominante de la experiencia
sobre la doctrina: «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana
doctrina» (2 Ti. 4:3). Cristo declara:
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y
en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad. (Mt. 7:22, 23).
Esos apóstatas a los que se refiere Cristo no pierden su salvación:
nunca fueron salvos («Nunca os conocí»). Sin
embargo, se trata de líderes cristianos destacados que aparentemente llevan a
cabo señales y prodigios en nombre de Cristo. Trágicamente, parecen creer
que su capacidad de profetizar y de hacer prodigios demuestra que pertenecen a
Él. Las señales y los prodigios son tan impresionantes que la doctrina deja de
importar: ¡exactamente lo que estamos viendo en nuestros tiempos!
Ciertamente que estos a los que se refiere Cristo en Mateo 7 deben ser los
mismos «falsos Cristos y falsos profetas» a los que se refiere en
Mateo 24. Además, las señales y los prodigios que pueden llevar a cabo son
aparentemente tan impresionantes que sin discernimiento recibido del Espíritu
Santo hasta los mismos escogidos quedarían engañados por los mismos. Es evidente
que hay algo más que trucos aquí. Esos obradores de milagros están respaldados
por el poder de Satanás, a quien inconscientemente sirven en nombre del
Señor.
Está claro que la Biblia predice un movimiento de señales y prodigios en los
últimos días, pero el mismo será de Satanás, y por ello un engaño que arrastrará
a muchos. Después de una solemne advertencia de que «en los postreros
días vendrán tiempos peligrosos» [¡no un avivamiento!], Pablo hace esta
notable declaración:
Y de la manera en que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así también
éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en
cuanto a la fe (2 Ti. 3:8).
Jannes y Jambres eran los magos de la corte de Faraón que, por el poder de
Satanás, imitaron (hasta cierto punto) los milagros que Dios hacía mediante
Moisés y Aarón. Pablo declara así que en los últimos días la oposición no
procederá tanto de fuera de la iglesia como de aquellos en su interior que son
réprobos en cuanto a la fe, hombres depravados que corrompen la verdad. Y
lo hacen llevando a cabo aparentes milagros en nombre de Cristo pero que (cuando
son más que meros trucos) son realmente de parte de Satanás. De esta manera
engañan y extravían a muchos —no afuera de la iglesia, sino hacia falsas
doctrinas y con ello a una falsa esperanza dentro de la iglesia. ¡Satanás
no tiene una táctica más eficaz para perder las almas!
Consideremos el ejemplo que dimos hace unos dos años acerca de Benny Hinn en
la red televisiva TBN (con el pleno apoyo de Paul y Jan Crouch), que contaba muy
divertido acerca de la peluca de un hombre que salió volando cuando cayó «bajo el poder» después que Hinn le tocó la frente. Aquel
hombre se volvió a poner la peluca, un poco torcida, se levantó, y Hinn volvió a
tocarlo sólo para verlo caer y cómo la peluca volvía a volar. Esto
sucedió cinco veces, se jactaba Hinn con una risa. ¿Acaso esto era el
poder de Dios en operación; el Espíritu Santo obrando? ¡Desde luego que
no! Entonces, ¿qué era, este poder que Hinn pretende recoger en las tumbas de
Kathryn Kuhlman y de Aimee Semple McPherson?
¡Se
deben afrontar con seriedad estas cuestiones que envuelven toda la gama
de la actual escena de avivamiento, de Toronto a Pensacola!
Vídeos de servicios muestran a la gente de gatas por el suelo,
aullando como lobos, ladrando como perros, rugiendo como leones, y
haciendo unas contorsiones imposibles para el cuerpo sin la ayuda de
algún poder espiritual, e incapaces de hablar o siquiera de
recordar sus nombres cuando intentan dar un testimonio —y cosas aun
peores. Muchos de los que se bautizan en Pensacola parecen perder la
conciencia, o se estremecen de un modo tan violento que tienen que ser
sacados del estanque bautismal o se ahogarían. Otros se sacuden
con tanta violencia que se precisa de varios hombres para sujetarlos.
Manifestaciones como ésas acaecían en
«avivamientos» del pasado entre los Shakers, los mormones y
muchas otras sectas. ¡Que cosas como ésas sean ahora ampliamente aceptadas como
evidencia del Espíritu Santo sólo puede ser un testimonio de lo hondo del
engaño!
Judas nos exhorta a «que contendáis ardientemente por la fe que ha
sido una vez dada a los santos» (Jud. 3). ¿Contender contra quien? Desde
luego que no primordialmente contra enemigos impíos fuera de la iglesia. La
advertencia tiene que ver con los que están dentro: «Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente» (v. 4). Entrado sólo puede
referirse adentro de la iglesia.
Pablo confirma a Judas al dirigirse a los ancianos de Éfeso: «Porque
yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que
no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen
cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos» (Hch. 20:29-30).
El engaño espiritual acerca del que advirtió Cristo medraría dentro de la
iglesia.
Como
confirmación adicional, Cristo advirtió a Sus
discípulos que «viene la hora cuando cualquiera que os
mate, pensará que rinde servicio a Dios» (Jn. 16:2), una
profecía sumamente notable. No puede estar refiriéndose a
la matanza de cristianos por los césares, ni por Mao, Stalin o
Hitler, porque ellos no pensaban que con ello estaban sirviendo a Dios.
Sí que es cierto que cuando los judíos mataban a los
cristianos primitivos, creían que con ello servían a
Dios; lo mismo es en el caso de los católicos romanos cuando
mataban a los verdaderos cristianos, antes y después de la
Reforma; y así en el caso de los musulmanes matando a
cristianos. Pero ninguno de esos casos fue un cumplimiento cabal de la
profecía de Cristo.
«Cualquiera» es la palabra clave. Ni los fariseos, ni los papas
ni los musulmanes estuvieron solos en matar a los cristianos. Otros les
perseguían hasta la muerte al mismo tiempo. Pero Cristo dice que viene un tiempo
en el que cualquiera (esto es, todo aquel) que mate a cristianos
pensará que con ello está sirviendo a Dios. Esto sólo puede significar que se
avecina una religión mundial a la que todos deberán pertenecer, una
religión que tratará de exterminar a los verdaderos cristianos en nombre de
Dios. Juan vio esta misma escena en el futuro:
Y se le permitió [al Anticristo] hacer guerra contra los santos, y vencerlos.
... Después vi otra bestia Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia
... y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia
... Y se le permitió ... que hiciese matar a todo el que no la adorase (Ap.
13:7-15).
Recapitulando, las advertencias escriturarias predicen el mismo engaño que
encontramos en nuestro día: 1) un movimiento de señales y prodigios falsos
conducido por muchos falsos profetas; 2) muchos serán engañados
mediante estos aparentes milagros; 3) el rechazo de la enseñanza bíblica acerca
de la apostasía, y la insistencia en que estamos en medio de, o al menos que nos
estamos dirigiendo hacia, «el mayor avivamiento de la historia de la
iglesia». Ésta es la enseñanza predominante hoy entre los carismáticos, y
más y más entre los evangélicos. La promesa de un avivamiento formará parte del
engaño de los últimos días, tal como nos advierte el apóstol Pablo, de modo que
debemos tener cuidado. En lugar de dicho avivamiento, en los días anteriores al
Arrebatamiento habrá una gran apostasía, un apartamiento de la fe. ¡No formes
parte de ello!
Que tengamos que contender ardientemente por la fe contra aquellos que han
entrado encubiertamente en la iglesia implica que la batalla no es tanto una de
fe contra incredulidad, sino más bien de la verdadera fe
contra la falsa fe. Y esto es precisamente lo que vemos en la actualidad.
Artículos en revistas médicas punteras citan estudios que muestran que aquellos
que tienen cualquier «fe religiosa» tienen una mayor
probabilidad a recuperarse de las enfermedades. La revista Christianity
Today [órgano del movimiento neoevangélico en los Estados Unidos] publicó
recientemente un artículo de fondo en el que se promovían ingenuamente estos
estudios como si constituyesen un apoyo para la verdad.[1] Más bien, Dios es reducido a un placebo que puede servirse en
cualquier forma, tamaño o color.
Multitudes de cristianos se imaginan que la fe es creer que aquello por lo
que oran sucederá, y que si verdaderamente creen, tendrán todo aquello que
pidan. Evidentemente, si suceden cosas porque uno cree que van a suceder,
entonces Dios no es necesario. Esto es poder mental, no la «fe en
Dios» que Cristo enseñaba (Mr. 11:22). Es fe en la fe, lo que enseñan
Kenneth Hagin y sus seguidores como Copeland y Price, llamándola «la ley
de la fe», que incluso los no cristianos pueden usar para conseguir
pretendidos milagros.[2]
La gran tragedia es que aquellos líderes evangélicos que debieran denunciar
el error lo que hacen es recomendar a falsos profetas. Un ejemplo primordial lo
tenemos en Norman Vincent Peale. En 1984, en el programa televisivo de Phil
Donahue, Peale dijo: «No es necesario nacer de nuevo. Tú tienes tu camino
a Dios; yo tengo el mío. Yo hallé la paz eterna en un santuario sintoísta. ...
He estado en santuarios sintoístas, y Dios está en todas partes.»
Perplejo, Phil Donahue respondió: «Pero usted es un ministro cristiano;
se supone que usted me ha de decir que Cristo es el camino, y la verdad y la
vida, ¿no?» Peale replicó: «Cristo es uno de los caminos. Dios
está en todas partes.»[3] ¡Y ello no
obstante, Peale, que hizo ostentación de sus muchas falsas doctrinas y prácticas
ocultistas delante del mundo y de la iglesia, ha sido encomiado por líderes
evangélicos, desde Billy Graham para abajo, y sus libros y revistas los leen
millones de cristianos evangélicos!
El tema en labios y en la mente de todos en la actualidad es el
avivamiento. La TV y la radio y los libros de mayor venta de la
cristiandad argumentan de manera persuasiva que estamos en medio del mayor
avivamiento de la cristiandad en la historia del mundo. Los entusiastas indican
las señales y los prodigios que tienen lugar en sitios como la iglesia de
Toronto que había pertenecido al movimiento Vineyard, la Asamblea de Dios de
Brownsville en Pensacola, Florida, la iglesia de Benny Hinn en Orlando, Florida,
sus enormes campañas por televisión, etc.
Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis.
Juan 4:48
Muchos
sufren una especie de sacudida al enterarse de que el sustantivo
«avivamiento» no aparece una sola vez en toda la Biblia de
Reina-Valera. La esperanza de un avivamiento que excita a tantos en la
actualidad no es siquiera un concepto bíblico. Hazte unas pocas
preguntas: ¿No está Cristo habitando en nosotros?
¿No está él en medio de nosotros cada vez que nos
reunimos? ¿No debemos ser llenos del Espíritu Santo en
todo momento? ¿No es suficiente la Palabra de Dios? ¿Por
qué, pues, correr en pos de señales y prodigios como
pruebas insólitas de que Dios está obrando, a la vez que
descuidamos aquello que Dios ya nos ha dado? Volveremos más
adelante a este tema.
Mientras tanto, será bueno emprender un serio estudio de lo que la Biblia
dice. ¡Comprueba cada fuente de información (incluyendo este artículo) mediante
la Escritura! Sé bereano.
TBC
REFERENCIAS
1. Christianity Today (6 enero 1997), 20-30. Volver al texto
2. Kenneth Hagin, Having Faith in Your Faith (Rhema,
1980), 3-4. Volver al texto
3. Christian News (12 mayo 1997), 11. Volver al texto
Traducido del inglés por Santiago Escuain. Con permiso de The Berean
Call, © Octubre 1997. TBC - P.O. Box 7019 - BEND, OR 97708, EE.UU.
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