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Espíritus seductoresDel libro de Dave Hunt, Más allá de la Seducción (Grand Rapids, MI: Ed. Portavoz, 1994), pp. 223-224.
Satanás y sus secuaces siempre han empleado estas metodologías [ocultistas] para comunicarse con el hombre, actuando como ángeles de luz. Pablo advirtió que los últimos días se caracterizarían por un aumento de esta actividad y que incluso algunos de los que profesan fe en Cristo «apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1). Un ejemplo de ello es Juan Salvador Gaviota, que revistió una base de hinduismo con lenguaje psicológico y de motivación para el éxito. Se vendieron miles de copias en librerías cristianas. Compradores incautos, inspirados por este encantador relato, no sabían que su autor, Richard Bach, afirmaba que le había sido dictado por un «espíritu». Tan numerosos y populares son estos espíritus seductores en la actualidad —apareciendo en populares programas de televisión[1] e incluso escribiendo el guión para una miniserie de la televisión nacional— [2] que este tema está siendo tratado en diarios, revistas y libros. De hecho, incluso escriben libros.[3] Escritos de inspiración demoniaca han estado engañando durante años a cristianos. God Calling [Dios llama], durante mucho tiempo considerado un clásico cristiano y un libro de constante gran venta en librerías cristianas, es otro ejemplo de ello. Tim Timmons ha señalado que aunque God Calling está lleno de buenos pensamientos, «mucho de lo que enseña suena como si se hubiese originado del ángel de luz (2 Corintios 11:14) y no del Cristo viviente».[4] John Weldon dice sin ambages acerca de este popular libro: «¡Un demonio entra en las filas de los best-séllers evangélicos!»[5] Ed Gruss comenta: «Su importancia en la lista [de best-séllers] indica la carencia de discernimiento espiritual en estos "postreros tiempos".»[6] Este libro tuvo origen cuando dos mujeres aparentemente sinceras conocidas como «las "dos oyentes" anónimas» comenzaron a practicar sentarse con lápiz y papel, dejando que sus mentes quedaran en blanco, para luego «escribir todo lo que pasase por la mente como las órdenes de Dios para el día....»[7] Desafortunadamente, técnicas similares están siendo popularizadas por líderes cristianos que están intentando con sinceridad poner a las personas en una relación más estrecha con Dios. «Escribir diarios» se está volviendo más y más común entre cristianos al ir saliendo un nuevo género de libros que enfatizan la «vida interior» y presentan varias metodologías para «oír a Dios». Desde luego, la meditación en la Palabra de Dios y la búsqueda de una comunión más estrecha con Él y de unos más profundos atisbos en Su voluntad deberían ser una parte importante de la vida diaria de cada cristiano. Y anotar para referencia futura atisbos o pensamientos que creemos que son de Dios puede ser muy útil. Sin embargo, se debe actuar con cautela. La redacción de diarios puede ser peligrosa, pero está popularizándose más y más. Lo hacen los ocultistas para entrar en contacto con el mundo de los espíritus y lo emplean los psicólogos para contactar con niveles profundos de la psique y con ello acceder a la antigua sabiduría que se pretende existe en el «inconsciente colectivo». Ira Progoff es uno de los más destacados líderes en esta aplicación particular de la psicología de la profundidad de Carl Jung, conocida también como Meditación Procesal.[8] Cree que mediante la redacción de diarios «la humanidad ha de renovar sus Sagradas Escrituras (incluyendo la Biblia), que están ahora desfasadas».[9] Según Progoff, cuyos talleres, retiros y seminarios «Intensivos» son sumamente populares, la redacción de diarios permite a la humanidad entrar en contacto con «corrientes subyacentes de imágenes y de recuerdos dentro de cada uno de nosotros».[10] Pero los libros cristianos acerca de redacción de diarios pocas veces advierten acerca de los peligros de confundir la propia imaginación con la comunicación con Dios y de pasar más tiempo sumidos en nuestros propios pensamientos interiores que en la Palabra de Dios. Tanto si empleamos un uso apropiado de redacción de diarios como otras formas de meditación, nuestro centro ha de ser siempre las Escrituras, y no debemos nunca desviarnos de esta Guía. El salmista nos lo recuerda:
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