Don Closson
Pablo y las Religiones de Misterio
Introducción
Una crítica común contra el
cristianismo que se encuentra actualmente en los campuses universitarios es que
sus ideas o doctrinas centrales proceden de la filosofía y religión griega. No
es infrecuente que un estudiante oiga de parte de un profesor que el
cristianismo no es nada más que una extraña combinación del culto hebreo a
Yahweh, de conceptos adoptados de las populares religiones griegas de misterios
de la época [que habían adquirido carta de naturaleza en el mundo helénico y
posteriormente en el romano procedentes de la India, Babilonia y Egipto a través
de las conquistas de Alejandro Magno y de la incorporación de las tierras que
incluía su imperio hasta la India —N. del T.], todo ello sazonado con ideas
procedentes del pensamiento filosófico griego. Esta crítica contra el
cristianismo tradicional no es cosa nueva. De hecho, conoció su auge entre
finales del siglo y la década de los 40 del siglo 20, y coincide con lo que se
conoce en la actualidad como el movimiento de la Historia de las Religiones.
Este grupo de teólogos e historiadores acusaba a Pablo de haber añadido ideas
griegas a su crianza hebrea y, con todo ello, de haber creado una nueva
religión: una religión que no hubieran reconocido ni Jesús ni Sus primeros
discípulos.
¿Dependió el origen del cristianismo de las ideas filosóficas
y religiosas griegas entonces en curso? Esta pregunta depende de cómo uno emplee
la palabra «depender». El filósofo Ron Nash argumenta que la dependencia puede
ser débil o fuerte y que se trata de una diferencia vital. Una dependencia
fuerte significaría que la idea de Jesús como salvador-dios que muere y resucita
nunca habría surgido entre los primeros creyentes si primero no las hubieran
conocido en el pensamiento pagano. Sería admitir que fue debido a las ideas
paganas que Pablo y los demás cristianos llegaron a creer que Cristo era un
Dios-hombre resucitado que había hecho un sacrificio expiatorio por los pecados
del mundo. La demostración de una dependencia fuerte del cristianismo respecto
al pensamiento griego sería cosa muy perjudicial para los que mantienen una
perspectiva elevada de la inspiración de las Escrituras.
Una dependencia débil significa que los seguidores de Jesús usaron
la común fraseología religiosa de la época para ser comprendidos por la cultura
hebrea y griega que les rodeaba. Esto no constituye ningún problema para una
perspectiva elevada de la inspiración de las Escrituras. Como dice Nash: «… la
mera presencia de paralelos en el pensamiento y en el lenguaje no demuestra
ninguna dependencia en el sentido fuerte».
(1) Nash y otros
argumentan que tan sólo se puede demostrar la existencia de una dependencia
débil entre el pensamiento religioso griego y el Evangelio de Cristo.
En
este artículo consideraremos argumentos contra las pretensiones de una
dependencia fuerte que se mantiene desde el movimiento de la Historia de las
Religiones y por parte de los modernos críticos. De forma específica,
compararemos la teología del apóstol Pablo con ideas que aparecen en las
populares religiones griegas de misterio durante el período de la iglesia
primitiva.
Aunque estas ideas pocas veces aparecen en las discusiones
cotidianas, los cristianos que entran en el mundo académico de nuestros campuses
universitarios se beneficiarían de dedicar tiempo para buscar comprender esta
cuestión. En manos de un profesor hostil al cristianismo, unas verdades
parciales y la exageración de algunas semejanzas entre el cristianismo y las
religiones de misterio pueden abrumar a un adolescente incauto. Ser conocedor de
estos argumentos contra el pensamiento cristiano nos prepara para dar respuesta
a cualquiera que demande razón de la esperanza que tenemos en
Cristo.
Argumentos en contra de la postura de una
dependencia fuerte respecto a las religiones de misterio
Antes
hemos observado que el movimiento de Historia de las Religiones pretendía que el
pensamiento cristiano tenía una dependencia directa y fuerte de las religiones
de misterio. Aunque algunos eruditos estaban de acuerdo con este punto de vista,
muchos lo rechazaron. Un buen ejemplo es el famoso historiador alemán Adolf von
Harnack, que escribió:
Debemos rechazar la mitología comparativa que encuentra una
vinculación causal entre todo y todo lo demás. … Con estos métodos uno puede
convertir a Cristo en un dios solar en un abrir y cerrar de ojos, o uno puede
apelar a las leyendas acerca del nacimiento de cualquier dios concebible, o se
puede asimilar cualquier especie de paloma mitológica para que sirva de compañía
a la paloma bautismal … la varita mágica de las «religiones comparadas» elimina
de forma triunfante cualquier rasgo espontáneo en cualquier religión.(2)
¿Cuáles eran los rasgos básicos de las religiones de misterio? A menudo, en
el centro de estos cultos estaba el ciclo anual de las cosechas. Se daba un
profundo significado a los conceptos de crecimiento, muerte, descomposición y
renacimiento. El culto de Eleusis y su deidad central, Demeter, diosa de la
tierra y de la labranza, es un ejemplo de ello. Las religiones de misterio
tenían también ceremonias secretas y ritos iniciáticos que separaban a sus
miembros del mundo exterior. Cada religión de misterio pretendía impartir un
conocimiento secreto de la deidad. Este conocimiento se comunicaba en ceremonias
clandestinas a menudo conectadas con un rito iniciático. El foco de este
conocimiento no era un conjunto de verdades reveladas que debían compartirse con
el mundo, sino en un alto conocimiento oculto que debía guardarse dentro del
círculo de los creyentes.
En el núcleo de cada religión
había un mito en el que la deidad volvía a la vida tras la muerte, o bien
triunfaba sobre sus enemigos. Como explica un erudito, el mito «apelaba
primordialmente a las emociones y tenía como objeto producir efectos psíquicos y
místicos por los que el neófito pudiera experimentar la exaltación de una nueva
vida».(3) Por otra parte, los misterios no tenían tanto que ver
con una doctrina o creencia verdaderas, sino con el estado emocional de los
seguidores. El objetivo de los creyentes era una experiencia mística que les
llevase a creer que habían conseguido la unión con su dios.
Los diversos movimientos religiosos que se encontraban por el
Imperio Romano no estaban unidos en doctrina ni en práctica, y cambiaron
enormemente a lo largo del tiempo. Cualquier influencia que puedan haber
ejercido sobre el cristianismo se tiene que evaluar teniendo en cuenta el marco
temporal en el que coexistieron las religiones. Al comparar sistemas religiosos,
el filósofo Ronald Nash advierte que se debe ser cauto y no emplear un lenguaje
descuidado. Dice: «Con frecuencia uno encuentra académicos que primero emplean
terminología cristiana para describir creencias y prácticas paganas y que luego
se asombran ante los abrumadores paralelismos que creen haber descubierto».(4)
¿Qué pensarías si alguien te dijese que la raíz de la
teología de Pablo en el Nuevo Testamento se encuentra en unas oscuras religiones
de misterio griegas, en lugar de en su instrucción judía y en su encuentro con
Jesucristo? Esto es exactamente lo que argumentaba el movimiento de la Historia
de las Religiones al final del siglo 19. Muchos académicos siguen enseñando hoy
día que la descripción que hace Pablo de Jesús como el Salvador que muere y
resucita nunca hubiera surgido sin la presencia de las religiones de misterio.
Luego, seguiremos considerando argumentos contra lo que podríamos designar como
«la postura de la dependencia fuerte».
Debilidades en la postura de la dependencia fuerte
El
primer argumento contra esta postura es que comporta una falacia lógica, la de
la causa falsa. Esta falacia se da cuando alguien argumenta que debido a
que dos cosas existen lado a lado, que una ha de ser la causa de la otra. Como
ha escrito un teólogo, la escuela de la Historia de las Religiones tenía la
tendencia de «convertir paralelos en influencias, y las influencias en
fuentes».(5) Es mucho más difícil demostrar una relación causal
que una proximidad. El mero hecho de que otras religiones puedan haber tenido un
dios que moría y que volvía a la vida en alguna forma no significa que esto
fuese la fuente de las ideas cristianas, incluso si se puede demostrar que los
apóstoles conocían este otro sistema de creencias.
Algunos académicos
hostiles al cristianismo tienden a exagerar, o a inventar, semejanzas entre el
cristianismo y las religiones de misterio. El erudito británico Edwyn Bevan
escribe:
Naturalmente, si alguien escribe una descripción imaginaria de
los misterios órficos … rellenando los grandes intervalos que quedan en la
descripción con nuestros datos de la eucaristía cristiana, uno produce algo muy
impresionante. En este plan, primero introduces los elementos cristianos, y
luego te sientes desconcertado al encontrarlos allí.(6)
Un ejemplo de ello podría ser la práctica del taurobolium en el culto
de Cibeles o la Gran Madre. Este rito iniciático, en el que se derrama la sangre
de un toro sacrificado sobre un neófito, es considerado por algunos como el
origen del bautismo cristiano. Se han esgrimido argumentos de que el lenguaje de
la «sangre del Cordero» (Apocalipsis 7:14) y la «sangre de Jesús» (1 Pedro 1:2)
fue tomado del lenguaje del taurobolium y del criobolium en el que
se degollaba un carnero. De hecho, se puede presentar un argumento mejor fundado
de que esta secta tomó su lenguaje de la tradición cristiana.
El culto de Cibeles no empleó el taurobolium hasta el siglo
segundo d.C.; la mejor evidencia disponible para la datación de la práctica
remonta su origen a alrededor de cien años después que Pablo escribiese sus
epístolas.(7) El erudito alemán Gunter Wagner observa que el la
práctica de este culto no había concepto alguno de muerte y
resurrección.
Después de observar el cambio de significado
que experimentó el taurobolium a lo largo del tiempo, el erudito Robert
Duthoy escribe:
Es evidente que esta alteración en el taurobolium debe haberse debido
al cristianismo, cuando consideramos que para el año 300 d.C. se había
convertido en el gran competidor de las religiones paganas y que era conocido
por todos.(8)
Más debilidades en la perspectiva de la dependencia
fuerte
Un argumento simple pero poderoso contra la probabilidad de
que Pablo se hubiese vuelto al pensamiento pagano como fuente de su teología fue
su instrucción estrictamente judía. En Filipenses 3:5 Pablo se jacta de ser
hebreo de hebreos. Había estudiado bajo Gamaliel, el más célebre de los maestros
del partido judío más ortodoxo, los fariseos. Y en Colosenses, él mismo advierte
en contra del mismo sincretismo del que se le acusa. Según Bruce Metzger:
Con respecto al mismo Pablo, los académicos están volviendo a
reconocer que la mentalidad predominante del Apóstol estaba orientada de forma
rabínica, y que su fe cristiana recién hallada corría por moldes previamente
formados a los pies de Gamaliel.(9)
No encontramos acusación ninguna en el Nuevo Testamento acerca de que Pablo
incorporase conceptos paganos en su teología, ni defensa suya en contra de
ninguna acusación de esta clase.
La misma naturaleza de las religiones de
misterio, con su panteón de deidades y de seres míticos en conflicto, hace muy
improbable que fuese la fuente del conjunto de doctrinas estrictamente
monoteístas que se encuentra en el Nuevo Testamento. Aunque las religiones de
misterio evolucionaron hacia la aceptación de un dios solar sobre todos los
demás, este cambio comenzó con posterioridad al año 100 d.C., demasiado
tardíamente para ejercer influencia alguna sobre la teología del Nuevo
Testamento.
También se debería observar que el
cristianismo primitivo era una religión exclusivista, mientras que las
religiones de misterio no lo eran. Uno podía iniciarse en el culto de Isis o de
Mitra sin abandonar sus anteriores creencias. En cambio, para bautizarse y así
entrar en la iglesia uno debía abandonar todos los demás dioses y salvadores.
Este era un nuevo concepto en el mundo antiguo. Machen escribe: «Entre el
sincretismo dominante del mundo grecorromano, la religión de Pablo, con la
religión de Israel, se levanta absolutamente en solitario».(10)
La religión de Pablo se basaba en acontecimientos
reales. Las religiones de misterio, no. Se basaban en dramas escritos para
capturar los corazones y las pasiones de los hombres. El erudito reformado
Herman Ridderbos escribe:
En tanto que Pablo se refiere a la muerte y resurrección de
Cristo y la sitúa en el centro de la historia, como un acontecimiento que tuvo
lugar ante muchos testigos, … como contraste, los mitos de las religiones de
misterio no pueden situarse en el tiempo; aparecen con toda clase de variantes,
y no especifican ningunos conceptos claros. En resumen, exhiben una vaguedad
acerca del tiempo que es características de los verdaderos mitos. Así, los mitos
de las religiones de misterio … no son otra cosa que descripciones de
acontecimientos anuales de la naturaleza en los que nada se encuentra del
significado vicario redentor moral y voluntario, que para Pablo es el contenido
de la muerte y resurrección de Cristo.(11)
A continuación concluimos con unos argumentos adicionales en contra de ningún
uso por parte de Pablo de las religiones de misterio.
Conclusión
El autor musulmán Yousuf
Saleem Chishti escribe que las doctrinas de la deidad de Cristo y de la
expiación son enseñanzas paganas que proceden del apóstol Pablo, no del mismo
Cristo.(12) Dice que: «La doctrina cristiana de la expiación
quedó muy coloreada por la influencia de las religiones de misterio,
especialmente del mitraísmo, que tenía su propio hijo de Dios y Madre virgen, y
crucifixión y resurrección después de la expiación por los pecados de la
humanidad y finalmente su ascensión al séptimo cielo».(13)
¿Fueron estas unas doctrinas que Pablo inventó o tomó prestadas? ¿Qué enseñó
Jesús acerca de la expiación?
En primer lugar, tanto Jesús como Pablo
enseñaron que el cristianismo era el cumplimiento del judaísmo. En Mateo 5:17
Jesús dijo que había venido a cumplir la ley y las enseñanzas de los profetas,
no para abolirlas. En Colosenses (2:16-17) Pablo escribe que los códigos
religiosos del Antiguo Testamento eran meramente una prefiguración de las cosas
venideras, y que la nueva realidad se encuentra en Cristo. Tanto Cristo como
Pablo enseñaron la necesidad de la expiación mediante la sangre por el pecado.
Jesús dijo que « el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir,
y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45). En la Última Cena
añadió: «esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados» (Mateo 26:28). Pablo reiteró las enseñanzas de Cristo
al escribir: «En Él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según
las riquezas de su gracia» (Efesios 1:7). Remontando esta doctrina al Antiguo
Testamento, Pablo escribió: «nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada
por nosotros» (1 Corintios 5:7).
La idea
de que Jesús era el Hijo de Dios, nacido de virgen, que murió en la cruz y
resucitó son difícilmente ideas exclusivas de Pablo. Se encuentran en los más
tempranos escritos cristianos y aparecen constantemente allí donde se expande la
fe. Los paralelos entre el cristianismo y el mitraísmo que Chishti afirma son
difíciles de evaluar o de confirmar. No nos da referencias como evidencia de
tales semejanzas.(14) Otros eruditos que han examinado esta
cuestión descubren que la mayoría de las semejanzas desaparecen con un detenido
examen. Allí donde se mantienen, se puede argumentar que fue el mitraísmo el que
tomó ideas del cristianismo, y no al revés. Bruce Metzger escribe: «No se debe
suponer acríticamente que los Misterios siempre influyeron sobre el
cristianismo, porque no es sólo posible, sino probable que en ciertos casos la
influencia fuese en dirección opuesta».(15)
Los que
encuentran el cristianismo difícil de aceptar han ofrecido muchas razones para
no hacerlo. La pretensión de que las doctrinas del cristianismo tuvieron una
dependencia fuerte respecto a las religiones de misterio se levanta sobre arenas
movedizas, y uno debería investigarla a fondo antes de rechazar las buenas
noticias que nos ofrecen los escritores del Nuevo
Testamento.
Notas
1. Ronald Nash, The
Gospel And The Greeks, (Probe Books: Dallas, TX, 1992), 18. Volver al texto
2. Ibid, 118. Volver al texto
3. Ibid, 124.Volver al texto
4. Ibid, 126. Volver al texto
5. Ibid, 193. Volver al texto
6. Ibid. Volver al texto
7. Ibid, 154. Volver al texto
8. Ibid, 155. Volver al texto
9. Ibid, 196. Volver al texto
10. Ibid, 197. Volver al texto
11. Ibid. 198. Volver al texto
12. Normal Geisler, Baker
Encyclopedia of Christian Apologetics, (Baker Books, 1999), 490. Volver al texto
13. Ibid. Volver al texto
14. Ibid. 492. Volver al texto
15. Nash, 198. Volver al texto
© 2001 Probe Ministries
International
© 2002 SEDIN - Servicio Evangélico de Documentación e
Información para la traducción al castellano.
Sobre el autor
Don Closson se graduó con una Diplomatura en
Educación en la Southern Illinois University, y luego obtuvo una licenciatura en
administración educativa en la Illinois State University y la Licenciatura de
Letras en Estudios Bíblicos en el Seminario Teológico de Dallas. Ocupó los
puestos de maestro y administrador de escuelas públicas antes de unirse a Probe
Ministries como asociado de investigación en el campo de la educación. Es el
director general de
Kids, Classrooms, and Contemporary Education [La
juventud, el aula y la educación contemporánea]. Para contactar con él se puede
escribir a
dclosson@probe.org.
Nombre original de fichero: Pablo y las religiones de misterio.doc -
preparado el sábado, 5 de octubre de 2002, 11.45 p.m.
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