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¿Es
la resistencia de las bacterias a los antibióticos
|
Antibiótico |
Fenotipo que proporciona la resistencia |
Actinonina |
Pérdida de actividad enzimática |
Ampicilina |
Respuesta SOS que detiene la división celular |
Azitromicina |
Pérdida de una proteína reguladora |
Cloranfenicol |
Reducción de la formación de una porina o de una proteína reguladora |
Ciprofloxacina |
Pérdida de una porina o pérdida de una proteína reguladora |
Eritromicina |
Reducción de afinidad a ARNr 23S o pérdida de una proteína reguladora |
Fluoroquinolonas |
Pérdida de afinidad a la girasa |
Imioenema |
Reducción de la formación de una porina |
Kanamicina |
Reducción de la formación de una proteína de transporte |
Ácido nalidíxico |
Pérdida o desactivación de una proteína reguladora |
Rifampina |
Pérdida de afinidad a la ARN-polimerasa |
Estreptomicina |
Afinidad reducida al ARNr 16S o reducción de la actividad de transporte |
Tetraciclina |
Formación reducida de una porina o de una proteína reguladora |
Zwittermicina A |
Pérdida de fuerza motriz del protón |
La resistencia espontánea a las fluoroquinolonas (como la
ciprofloxacina o la norfloxacina) es también una mutación frecuente en algunas
bacterias. La diana primaria del antibiótico es el enzima ADN-girasa, que está
formado por dos proteínas codificadas por los genes gyrA y gyrB (Hooper y Wolfson, 1993).
El análisis genético ha descubierto que la resistencia a esta clase de
antibióticos puede ser resultado de una mutación puntual en cualquiera de estos
genes (Barnard y Maxwell, 2001; Griggs et al., 1996; Heddle y Maxwell, 2002;
Heisig et al., 1993, Willmott y Maxwell, 1993). Estas mutaciones de las
subunidades de la girasa parecen ser causa de un cambio de conformación
suficiente de la girasa de modo que reduce o pierde su afinidad por las
fluoroquinolonas (Figura 1). Una vez más, a pesar de su naturaleza
«beneficiosa», estas mutaciones no proporcionan un modelo útil que explique el
origen de la afinidad de la girasa por las fluoroquinolonas.
Figura 1. Mecanismo de la resistencia a la ciprofloxacina. (A) La ciprofloxacina interactúa con la girasa, e inhibe su actividad enzimática. (B) Una mutación en cualquiera de ambos genes, gyrA o gyrB, puede cambiar la estructura que conforma la girasa y reducir la afinidad del enzima por la ciprofloxacina. Esto resulta en una incapacidad del antibiótico para inhibir la girasa, y la célula se vuelve resistente al antibiótico.
También la resistencia a la estreptomicina puede proceder de
mutaciones bacterianas espontáneas. En este caso, la estreptomicina bloquea la
síntesis de proteína de la bacteria aparentemente uniéndose con el segmento del
ARNr 16S del ribosoma e interfiriendo con la actividad del ribosoma (Carter et
al., 2000; Leclerc et al., 1991). La resistencia al antibiótico puede surgir por
mutaciones en el gen ARNr 16S gen, que reduce la afinidad de la estreptomicina
para la molécula 16S (Springer et al., 2001). La reducción de unas actividades
de transporte específicas de oligopéptidos lleva también a una resistencia
espontánea frente a diversos antibióticos, incluyendo la estreptomicina
(Kashiwagi et al., 1998). En estos ejemplos, la resistencia surgió como
resultado de la pérdida de un componente o actividad funcionales.
La
pérdida de actividad enzimática puede dar como resultado la resistencia al
metronidazol. El metronidazol intercelular tiene que ser activado mediante
enzimas antes que pueda servir como agente antimicrobiano. Esta activación se
consigue mediante el enzima nitrorreductasa NADPH (Figura 2). Si el metronidazol
no es activado no ejerce un efecto inhibidor sobre la bacteria. Por ello, si no
hay actividad de nitrorreductasa NADPH en la célula, el metronidazol permanece
inactivo. Puede haber pérdida de la actividad de la reductasa por mutaciones
terminadoras o de deleción en rdxA (Debets-Ossenkopp et al.,
1999; Goodwin et al.,
1998; Tankovic et al., 2000). Además, la actividad
de la nitrorreductasa NADPH se puede reducir a causa de una sola mutación de
aminoácido (un solo cambio aminoácido), que reduce su capacidad para activar el
metronidazol (Paul et al., 2001). Todas estas mutaciones resultan en la pérdida
de la actividad enzimática necesaria para que el fármaco sea efectivo en la
célula, y por ello la célula se vuelve resistente al metronidazol. Pero la
pérdida de actividad enzimática no da ningún ejemplo genético de cómo
«evolucionó» originalmente dicho enzima. Por ello, las mutaciones que
proporcionan resistencia frente al metronidazol no pueden presentarse como
verdaderos ejemplos de «evolución en una cápsula Petri».
Figura 2. La activación del agente antimicrobiano, el metronidazol. Después de ser transportado al interior de la célula, el metronidazol necesita una modificación estructural para adquirir su forma activa, antimicrobiana. Esta activación se logra por la acción del enzima nitrorreductasa NADPH, que es producto del gen rdxA. Las mutaciones del rdxA pueden impedir la síntesis de una nitrorreductasa NADPH con actividad funcional, lo que impide la activación del metronidazol.
Una diversidad de bacterias, incluyendo la Escherichia
coli, construyen una bomba de eflujo de resistencia múltiple a los
antibióticos (MAR) que proporciona a la bacteria una resistencia a múltiples
tipos de antibióticos, incluyendo la eritromicina, la tetraciclina, la
ampicilina y el ácido nalidíxico. Esta bomba expulsa el antibiótico del
citoplasma de la célula, lo que ayuda a mantener los niveles intracelulares por
debajo de una concentración letal (Grkovic et al., 2002; Okusu et al., 1996)
(Figura 3). La bomba para MAR está compuesta de las proteínas MarA y MarB, la
síntesis de las cuales resulta inhibida por la proteína reguladora, MarR
(Alekshun y Levy, 1999; Poole, 2000) (Figura 3). Las mutaciones que reducen o
eliminan el control de la represión de MarR resultan en una sobreproducción de
la bomba de eflujo MarAB, lo que posibilita a la célula expulsar mayores
concentraciones de antibióticos o de otros agentes bactericidas (Oethinger et
al., 1998; Poole, 2000; Zarantonelli et al., 1999).
La proteína MarA
actúa también como un regulador positivo estimulando una mayor producción de las
proteínas MarA y MarB (Alekshun y Levy, 1999) [Figura 3]. Además, la proteína
MarA inhibe indirectamente la producción de la porina, OmpF, un canal en la
membrana que permite la entrada de algunos antibióticos en la célula (Cohen et
al., 1988). Por ello, la expresión aumentada de MarA aumenta la expulsión de
antibióticos de la célula, y reduce el transporte de algunos antibióticos al
interior de la célula (Figura 3). Las mutaciones de marR que reducen la expresión
o la actividad de la proteína MarR posibilitarán así una expresión excesiva de
la bomba de eflujo MarAB (Linde et al., 2000; Okusu et al., 1996), y
proporcionarán una mayor resistencia de la bacteria a diversos antibióticos
(Eaves et al., 2004; Hans-Jorg et al., 2000; Notka et al., 2002) [Figura 3]. Los
mutantes defectuosos de MarR presentan también una mayor tolerancia bacteriana a
algunos agentes químicos orgánicos, como el ciclohexano (Aono et al., 1998).
Figura 3. Bomba de eflujo para resistencia a múltiples fármacos. (A) Bacteria sensible a antibióticos. Los antibióticos entran en la célula a través de diversos portales, incluyendo la porina OmpF. La expresión del gen marP produce la proteína reguladora, MarR. Esta proteína se une al promotor (rotulado como P) del operón de resistencia múltiple a los fármacos, inhibiendo la expresión de los genes marA y marB. (B) Bacteria resistente a los antibióticos. Una mutación de marR que que reduce la actividad de MarR hace posible que el promotor funcione constitutivamente. Tanto marA y marB se expresan ahora. Estas dos proteínas forman una bomba de eflujo, que transporta las moléculas de antibiótico fuera del citoplasma de la célula. MarM también se une al promotor (rotulado como P) y aumenta la velocidad de transcripción del operón, lo que aumenta la producción tanto de MarA como de MarB. Además, la producción de MarA reduce de forma indirecta la síntesis de la porina OmpF, con lo que se reduce la cantidad de estas porinas en la membrana, La combinación de un número inferior de porinas para el transporte de un antibiótico al interior de la célula, y el aumento de la cantidad de bombas de eflujo que eliminan el antibiótico de la célula, proporciona a la bacteria una mayor tolerancia a diversos antibióticos.
Aunque las mutaciones que proporcionan resistencia a un
antibiótico se pueden considerar «beneficiosos», a menudo comportan un coste
fisiológico (Andersson y Levin, 1999; Maisnier-Patin et al., 2002). De hecho,
Björkman et al. (2000) llegan a la conclusión de que la mayoría de los tipos de
resistencia a los antibióticos impartirán algún coste biológico al organismo.
Por ejemplo, la resistencia a la rifampina del Mycobacterium tuberculosis
(Billington et al., 1999), de la E. coli (Reynolds, 2000), y
del Staphylococcus aureus
(Wichelhaus et al., 2002) se debían a mutaciones de la ARN-polimerasa
que también redujeron la capacidad relativa de la mayoría de las estirpes
mutantes. Aunque el coste biológico comunicado por estos investigadores no era
por lo general muy grave, era mensurable.
Las mutaciones resultantes en
una resistencia a la claritromicina en el Helicobacter pylori reducen la
capacidad relativa del organismo (Björkholm et al., 2001). La resistencia a
elevados niveles de fluoroquinolona por parte de la Salmonella enterica involucra
mutaciones que imparten un elevado costo biológico al organismo (Giraud et al.,
2003). Y las mutaciones de fusA que proporcionan
resistencia al ácido fusídico al Staphylococcus sp. imponen una
significativa pérdida de «capacidad relativa» (Gustafsson et al., 2003; MacVanin
et al., 2000). La
resistencia a la actinonina por parte del S. aureus va también
acompañada de una grave pérdida de «capacidad» que da como resultado una
disminución considerable en el crecimiento (Margolis et al., 2000). La resistencia de la
E. coli a la
estreptomicina puede reducir enormemente la velocidad de biosíntesis de las
proteínas (Zengel et al.,
1977). Y algunas bacterias suspenden la división celular para
minimizar su sensibilidad a la ampicilina (Miller et al., 2004), lo que
evidentemente reduce la capacidad global del organismo.
Este coste de la
«capacidad relativa» parece variar considerablemente, dependiendo tanto del
organismo como del antibiótico. Pero muchos de los mutantes resistentes que han
sido objeto de estudio, incluyendo algunos de los que se han mencionado
anteriormente, pueden posteriormente eliminar algo o mucho del costo sobre la
capacidad biológica mediante retromutaciones o mutaciones supresoras, que
también estabilizan la mutación (Andersson y Levin, 1999; Lenski, 1998; Massey
et al., 2001). El grado en que una retromutación restaura la capacidad biológica
depende probablemente del emplazamiento de la mutación y de si una sola mutación
puede restaurar algo o todo de la «capacidad» del tipo silvestre.
Es
evidente que la capacidad de algunas estirpes mutantes queda reducida de forma
permanente (algunas veces de forma grave), y los evolucionistas, por lo general,
han pasado por alto estos efectos en su precipitación por promover la
resistencia a los antibióticos como «evolución en la cápsula Petri». De hecho, a
menudo someten a ensayo la capacidad relativa de estos mutantes bajo unos
parámetros de cultivo muy rigurosos, que minimizan la pérdida detectable de
capacidad para una mutación determinada. Por otra parte, la pérdida de capacidad
de algunos mutantes es despreciable (especialmente después de retromutaciones).
De modo que el efecto de la resistencia espontánea sobre la capacidad biológica
bacteriana parece variar de mutante en mutante. Sin embargo, las mutaciones
resistentes imponen desde luego un coste biológico por la pérdida de sistemas y
actividades celulares preexistentes. Este coste biológico no queda compensado
por las retromutaciones o por las mutaciones supresoras. Aunque dichas
mutaciones no siempre presenten niveles detectables de reducción de «capacidad»,
se levantan como la antítesis de la «descendencia común con modificación».
Con frecuencia se afirma que la resistencia a los antibióticos y a otros microbicidas es una clara demostración de «evolución en una cápsula Petri». Sin embargo, el análisis de los acontecimientos genéticos que causan esta resistencia revela que no son congruentes con los acontecimientos genéticos necesarios para la evolución (definida como «descendencia común con modificación»). En lugar de esto, la resistencia que resulta de la transferencia horizontal de genes proporciona meramente un mecanismo para la transferencia de genes de resistencia previamente existentes. La transferencia horizontal no proporciona un mecanismo para el origen de estos genes. La mutación espontánea sí que ofrece un potencial mecanismo genético para el origen de estos genes, pero este origen nunca se ha podido demostrar. Al contrario, todos los ejemplos conocidos de adquisición de resistencia a los antibióticos debida a mutación son incongruentes con los requisitos genéticos para la evolución. Estas mutaciones dan como resultado la pérdida de sistemas o actividades celulares preexistentes, como porinas y otros sistemas de transporte, sistemas de regulación, actividades enzimáticas y uniones de proteínas. La resistencia a los antibióticos puede también ocasionar alguna disminución de la «capacidad relativa» (grave en algunos casos), aunque en el caso de muchos mutantes esto quede compensado por una reversión. Sin embargo, el verdadero coste biológico es la pérdida de sistemas y actividades preexistentes. Estas pérdidas nunca quedan compensadas, a no ser que se pierda la resistencia, y no se pueden presentar de forma legítima como ejemplos de un cambio evolutivo verdadero.
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Fuente: Creation Research Society Quarterly, Vol. 41(4)318-326. marzo de 2005
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Nombre original de fichero: 08 Traidores a la Verdad.rtf - preparado el martes, 7 octubre 1997, 10:53
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