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||||||||||   Apartado 2002 - 08200 SABADELL (Barcelona) ESPAÑA | SPAIN   ||||||||

William E. James, Ph. D.
Santiago Escuain

El origen del primer sistema vivo



ALTERNATIVAS

Hay sólo dos alternativas por lo que respecta al origen de la vida:

a) Designio - ¿Fue la vida creada por medio de actos inteligentes?

b) Azar - ¿Fue la vida originada por procesos aleatorios, casuales?

 

¿EJEMPLOS PRÁCTICOS?

He aquí unos ejemplos que surgen de la observación diaria:

a) ¿De las partículas al hombre por medio de cambios graduales, o de los patines al Rolls Royce por designio?

b) ¿Emergencia de un reloj de pulsera a partir de sus elementos metálicos por ventajas selectivas durante un largo período de tiempo; o diseño de un cronómetro gracias a la entrada de información y de energía dirigidas a la consecución de un propósito específico?

Se debe observar que la célula es un intrincado mecanismo, y que el origen de la primera célula viviente puede ser verdaderamente considerado de manera paralela a la del origen de un reloj. La mera negación de la evidencia del designio no demuestra en absoluto la inexistencia del designio y fin propuesto para la vida.


 


¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?

La unidad viviente básica es la célula viva. La célula está compuesta de moléculas funcionales, las cuales:

a) Transforman la energía en formas útiles para mantener la organización consistente con la vida.

b) Regulan y controlan el medio interior.

c) Controlan el modelo de reproducción celular.

d) Sintetizan las moléculas funcionales.

 

 


COMENZANDO POR EL PRINCIPIO

Los átomos, al combinarse, forman moléculas sencillas; las moléculas sencillas, al combinarse, forman las moléculas inmensamente complejas que contiene la célula viviente.


¿CÓMO ES QUE FUNCIONA?

Las proteínas actúan en cada fase de las ordenadas funciones de las células.

a) Los enzimas (proteínas) dirigen y controlan la descomposición de moléculas de alta energía, como la glucosa, para utilizar esta energía en las operaciones de la célula.

b) Muchos enzimas pueden ser inhibidos a fin de evitar la producción de subproductos que serían perjudiciales para la operación de la célula. Efectúan una regulación y un control esenciales.

c) Los enzimas tienen actividad en la síntesis de moléculas sencillas, la cual se emplea para integrarlas en las estructuras moleculares complejas funcionales de la célula viviente.

d) Los enzimas suplementan la acción del ADN y del ARN durante la transcripción de información que tiene lugar en el proceso de reproducción.

e) Las proteínas tienen la actividad de controlar la entrada y salida de materiales de la célula.

 

 


DE LA «A» A LA «Z»

Para que las proteínas sean funcionales deben ser estructuradas en la secuencia correcta. Se acepta generalmente que la variación permisible en la estructura para que la proteína permanezca funcional es muy pequeña, si es que puede haber alguna en absoluto. Se ha determinado que la cadena de aminoácidos debe estar doblada precisamente de una manera muy específica a fin de que tenga lugar su funcionalidad. Es la secuencia de aminoácidos la que determina la manera exacta en que se doblará la proteína.



Modelo de la alfa-quimotripsina mono-0-tosilada en la Ser-195

 





 


LA DELICIA DEL PROBABILISTA

La secuencia de aminoácidos le da al matemático oportunidad de calcular la probabilidad de que el verdadero orden surja al azar.


EL MAPA DE CARRETERAS

La base química del código genético fue determinada por los premios Nóbel Watson y Crick a comienzos de la década de los cincuenta. La molécula ADN contiene ácidos en secuencia, que forman lo que se llama «codones». Cada «codón» representa una letra del «alfabeto» genético. Este alfabeto dicta una especificación completa en forma de código que contiene la información necesaria para el diseño, construcción, operación y mantenimiento de toda la célula. Este código es tan extenso que si se mecanografiara cada secuencia como una letra del alfabeto, se necesitaría toda una biblioteca para que contuviera los libros que se llenarían para describir la célula más sencilla. Se precisaría de muchos miles de volúmenes para poder contener todas las letras de la especificación de los seres humanos. Y con todo, se halla todo el código genético en cada célula del cuerpo humano (billones de ellas).


INSTRUCCIONES ESCRITAS

Las proteínas son «ensambladas» dentro de las células a partir de aminoácidos, consiguiéndose la secuencia correcta a partir del código almacenado en la molécula ADN y, por tanto, el ADN es el responsable de la secuencia aminoácida de todas las proteínas. Parece que, según el evolucionismo, la molécula ADN hubiera debido desarrollarse la primera, antes que hubieran podido formarse las proteínas. Pero sea que fueran cientos de proteínas, o una molécula de ADN con millones de codones, no hay mucha diferencia: la probabilidad de que ello ocurriera es insignificantemente pequeña.

Carl R. Woese, en «Progress in Molecular and Subcellular Biology» (1969) estimaba que para que una célula bacteriana funcione normalmente, el código ADN debe transcribirse con un error inferior a una por cada 10.000 a 1.000.000 de letras del código genético.







 






 


 


¿MILAGROS?

En la actualidad se propone generalmente que estas moléculas, tan complejas, se unieron en el seno de un «caldo primordial» gracias a los millones y millones de años que transcurrieron. George Wald, en un artículo titulado «The Origin of Life» (El Origen de la Vida) en Scientific American de agosto de 1954, hace la siguiente afirmación:

El tiempo con que tenemos que ver es del orden de dos mil millones de años. Con tanto tiempo disponible, lo «imposible» se transforma en posible, lo posible probable, y lo probable virtualmente cierto. Uno sólo tiene que esperar; el tiempo por sí solo hace los «milagros».





 


¿A QUIÉN LE PREOCUPA EL TIEMPO?

Consideremos el factor tiempo. Los fisicoquímicos están conformes en que los átomos y las moléculas de gas viajan rápidamente por el espacio, y que estas partículas chocan unas con otras, reaccionando para formar moléculas más complejas. Conociendo el número de moléculas de gas en un espacio determinado, su diámetro y la velocidad a la que se desplazan, se puede calcular el número de colisiones por segundo. Aunque los líquidos no son tan bien conocidos, siguen estas reglas de una manera sorprendente. Utilizando este enfoque, es posible calcular el número de colisiones totales de las moléculas en el mar primordial durante miles de millones de años. Esto nos daría la cantidad máxima de combinaciones moleculares que podrían tener lugar durante el tiempo demandado por el evolucionismo.


¿CALDO O SALSA?

La Teoría Neodarwinista de la Evolución propone que el primer organismo viviente tuvo su origen en el mar primordial. Se supone para ello que este mar contenía una solución bastante concentrada de aminoácidos y de ácidos nucleicos, con lo que se formaron las proteínas y el ADN para formar las primeras «moléculas vivientes». Recientemente, esta teoría ha sido desafiada por el bien conocido evolucionista Klaus Dose, en Origin of Life and Evolutionary Biochemistry, Plenum Press, 1974. Hace él la siguiente afirmación:

La concentración en equilibrio de estos dipéptidos para una solución molar de aminoácidos es así tan sólo ligeramente superior a 10E-5 molar. La barrera termodinámica es aún mayor para la formación de un polipéptido o de una molécula de proteína en solución acuosa. Por lo tanto, parece evidente que la concentración media de aminoácidos libres en el océano primordial nunca fue significativamente diferente de su nivel actual.

El doctor Dose concluye señalando que los aminoácidos y proteínas, los ladrillos esenciales de la vida, no podrían darse en concentraciones mayores que las que observamos en los océanos actuales. Esto a pesar de las condiciones ideales que se han postulado para la tierra primitiva. Nadie propondrá que la concentración actual del océano sea suficiente para que se origine allí la vida. En nuestros cálculos hemos empleado la muy generosa concentración de aminoácidos de 1 molar. Esta concentración es 100.000 veces mayor que la que sugiere Dose.


CALCULANDO LAS PROBABILIDADES

La probabilidad de que apareciera una secuencia precisa de aminoácido en el mar primordial durante un período de 10 mil millones de años es de una entre 10E420 (un diez seguido de 420 ceros). Casi todos los bioquímicos aceptan que solamente se puede alterar un pequeño porcentaje de la secuencia de aminoácidos sin inutilizar la funcionalidad de la proteína. Citando de nuevo al doctor George Wald, esta vez en un Simposio convocado por el Instituto Wistar de Anatomía y Biología:

Habría mucha dificultad en hallar un solo caso en el que el cambio de un solo aminoácido de su secuencia no cambie notablemente las propiedades de la proteína.

Si suponemos que sólo la mitad de los aminoácidos en una proteína tiene que estar en una secuencia correcta, la probabilidad sería de una entre 10E185. Si suponemos que sólo una cuarta parte de los aminoácidos tuviera que estar en la secuencia correcta, la probabilidad llegaría a ser de una entre 10E55. Si consideramos que en la célula más sencilla existen 1.500 proteínas y un millón de genes, el número se agranda hasta más allá de toda nuestra capacidad de comprensión. Esencialmente, el exponente estaría en el orden de los millones, o sea, un diez seguido de millones de ceros.








 





 





 ¿CUÁNTAS SUSTITUCIONES?

En realidad, ¿son factibles tantas sustituciones? Contemplemos un sistema complejo como el organismo humano: Si en la sección de la doble hélice que gobierna la síntesis de la proteína hemoglobina se da una mera traslocación de modo que un par A-T (enfrentados entre sí a cada lado de la doble espiral) se invierte y pasa a ser T-A, los codones respectivos pasan a ser CAT y GTA en lugar de CTT y GAT. Esto da el mensaje de «Valina» en lugar de «Acido glutámico», y la cadena de hemoglobina resultante tiene una forma distinta.

Si no existe una información correcta en el organismo, que enmascararía este error, esta instrucción es la empleada para la hemoglobina, que da como resultado unos eritrocitos de forma de hoz, con lo que el individuo muere debido a la llamada anemia falciforme. La mera traslocación de dos bases en el código genético en una larguísima cadena de ADN lleva a un error de un solo aminoácido en la cadena de la hemoglobina, y, como resultado lógico, la muerte del que sufre esta dolencia.


 





Se debe observar que las sustituciones de bases en los codones del ADN no siempre comportan un cambio de aminoácido en la cadena proteínica. Esto se debe a que varios de los aminoácidos están codificados por dos y hasta tres grupos distintos de bases. Esto da lugar a las llamadas mutaciones neutras, en las que hay un cambio de base que por dar lugar a un codón que codifica al mismo aminoácido, no hay cambio en el resultado final, la proteína codificada por el gene respectivo. Este es uno de los varios mecanismos que ayudan a mantener la estabilidad del organismo frente a cambios y a accidentes. Hay otros, como el maravilloso de la reparación enzimática, el cual detecta en muchos casos los daños sufridos por la cadena de ADN, y la repara devolviéndola a su estado original.

Lo dicho sirve como ilustración de lo crítica que es la disposición de los aminoácidos en las cadenas proteínicas y que, en todo caso, la concesión de un 10 por ciento de sustitución es extremadamente generosa, por no hablar un cincuenta o incluso un setenta y cinco por ciento de sustitución. E incluso admitiendo esta cantidad imposible de elasticidad de sustitución de un 75 por ciento de aminoácidos en una cadena de proteína, ¡habría sólo una probabilidad entre 10E55, un número 100.000 veces mayor que el umbral de imposibilidad cósmica!

EL MICROORGANISMO DE MOROWITZ

¿Cuál sería la probabilidad para el origen de un primer sistema vivo sumamente simple?

El organismo mas simple conocido es el Mycoplasma Hominis H39, que tiene alrededor de 600 clases diferentes de proteínas [Journal of Molecular Biology, Vol. 23 (1967), pág. 198]. En base de nuestros conocimientos científicos actuales no hay razón alguna para postular que jamás haya existido ningún sistema viviente más pequeño. Sin embargo, seguiremos las cifras del doctor Morowitz que, trabajando para la NASA, desarrolló unos cálculos para determinar el límite teórico inferior para el más simple sistema vivo capaz de reproducirse. En sus cálculos tuvo en consideración los mínimos de sistema operativo y el espacio que éste exigiría, así como las propiedades eléctricas y los peligros de la agitación térmica. Por sus importantes estudios llegó a la conclusión de que el más pequeño sistema teórico posible exigiría 239 o más moléculas de proteína individuales incluyendo al menos 124 diferentes especies de proteínas [citado en Coppedge, J. F.: Evolution: Possible or Impossible?, Zondervan (Grand Rapids 1973), pág. 72, 110].

El doctor Coppedge da unas facilidades aún mucho más generosas a los cálculos del origen de la vida por azar que los dados hasta aquí. Por ejemplo: (1) Él comienza con toda la corteza terrestre compuesta enteramente de los isómeros levógiros de los veinte alfa-aminoácidos, protegidos de destrucción, (2) asigna a cada intento de formación de cadena un tiempo de sólo un tercio de billonésima de segundo (en el seno de un sistema metabólico, como en el Escherichia coli, se precisa de 5 segundos para una cadena de proteína de 400 unidades de longitud, a la temperatura óptima de 37oC), etc. El resultado de sus cálculos es que sólo habría habido 1 posibilidad entre 10E161 para la formación de una sola proteína biológicamente útil. Esto da una idea de lo muy favorables que son sus puntos de partida para un hipotético origen de la vida al azar, siendo que en los que hemos dado aquí, también partiendo de presupuestos enormemente favorables a un origen de la vida por azar, se ha llegado a la cifra de 1 posibilidad entre 10E420.

Partiendo de la probabilidad calculada por el doctor Coppedge para una proteína, ¿cuál sería la probabilidad de que surgieran las 239 proteínas específicas necesarias para el más simple microorganismo de Morowitz? Recuérdese que nos limitamos a las proteínas en sí, y que dejamos de lado el origen de su ADN y ARN. El cálculo para este conjunto de 239 proteínas arroja una probabilidad de 1 entre 10E122470. Incluso admitiendo que un billón de secuencias diferentes pudieran ser funcionales en cada proteína, la probabilidad resultante para el origen de las proteínas necesarias para el sistema biológico de Morowitz es de 1 en 10E119775 para toda la edad de la tierra (Coppedge, op. cit., pág. 111). Este número nos expresa solamente la probabilidad de conseguir al azar el conjunto de proteínas, sino que queda el problema de que se encuentren en el tiempo y en el espacio, y de su organización y concatenación para constituir el mencionado sistema vivo.

Desde otra óptica, el doctor Morowitz llevó a cabo un completo estudio termodinámico de las células vivientes, empleando los resultados como base para estimar la probabilidad de la abiogénesis. La probabilidad termodinámica de la formación de un organismo como el Escherichia coli sin dirección, al azar, es una entre 10E34.000.000.000 [Harold Morowitz, Energy Flow in Biology (Academic Press, N.Y., 1968), págs. 98-99]. Se ha intentado esquivar este problema (1) proponiendo fluctuaciones en un sistema que se aparta del equilibrio, o (2) apelando a un sistema abierto con influjo de energía. Pero esas propuestas no han quedado sustanciadas en absoluto. Por una parte, precisamente lo que se está evaluando es la probabilidad de tales fluctuaciones. Por otra parte, se debe observar que de nada sirve un mero influjo de energía no dirigida en el sistema. La síntesis proteínica tiene lugar en el mundo de lo viviente mediante un complejo dispositivo de conversión energética, que captura esta energía mediante la función clorofílica, de enorme complejidad. Esta energía se transmite a través de la cadena trófica (de alimentación) y se aplica mediante intrincados procesos celulares de enorme precisión. El influjo de energía no dirigida, en ausencia de unos mecanismos determinados por una información, no conduciría al logro de ningún orden. Esto podría ilustrarse con la cantidad de energía necesaria para ordenar las figurillas de porcelana en un almacén. Nada se ganará soltando un toro bravo dentro del mismo. Por otra parte, si se da un criterio ordenador a una o varias personas, éstas aplicarán su energía, constreñida por unos sistemas de conversión energética que irán dirigidos por una información. Así, un sistema abierto es ciertamente una condición necesaria, pero no suficiente. Por sí mismo es totalmente irrelevante.

¿CUÁN GRANDE ES GRANDE?

Para ilustrar la magnitud de estos números, imaginemos que toda la tierra estuviera hecha de canicas. El globo terrestre consistiría de aproximadamente 10E24 canicas. Si todas las canicas fueran del mismo color excepto una de ellas, la probabilidad de que un hombre con los ojos vendados la encontrara al primer intento sería de una entre 10E24. Los estadísticos dicen que esto está fuera del «umbral de la posibilidad». Y la mayor parte de nosotros estará de acuerdo.

Si pasamos del 10E24 a 10E25 parece que sólo hemos aumentado un poco el número. En realidad, 10E25 es un número diez veces más grande que 10E24, y en lugar de ser un globo terrestre compuesto de canicas, tendríamos 10 globos terrestres. Si llegamos al número 10E28, estamos hablando de diez mil globos terrestres. ¿Qué diremos de un número como 10E119775?

ÉMIL BOREL Y LOS DISTINTOS GRADOS DE IMPOSIBILIDAD

En su libro Las probabilidades y la vida (Ediciones Orbis, Barcelona 1986), Émil Borel determina las magnitudes de los diferentes umbrales de imposibilidad para sucesos en diferentes entornos. En el Capítulo III de la obra (págs. 37-59) clasifica así los umbrales de imposibilidad: 1) A escala humana; 2) a escala terrestre; 3) a escala cósmica; 4) a escala supercósmica. En la escala cósmica, esto es, a nivel de todo el universo existente, determina Borel que «un fenómeno cuya probabilidad es 10E-50 [es decir, 1 entre 10E50] nunca se producirá o, por lo menos, nunca será observado» (op. cit., pág. 42). La escala supercósmica es hipotética, y simplemente trata de establecer un límite en un ámbito absolutamente e inimaginablemente colosal. Acerca de la escala supercósmica, dice Borel: «Imaginemos, pues, con Boltzmann, un Universo U2 que abarcara tantos universos U1 análogos al nuestro como número de átomos posee; luego, un Universo U3 que encerrara tantos universos U2 como número de átomos posee U1; después, un Universo U4 que contuviera tantos U3 como número de átomos posee U1, y así sucesivamente, repitiendo un millón de veces la misma operación, es decir, hasta un Universo U[N], con N = 10E6. Este superuniverso contendría un número de átomos igual a 10 elevado a la potencia de 110 millones, o sea, que estaría representado por un número de 110 millones de cifras ...» (op. cit. pág. 44). Luego Borel hace un razonamiento análogo con el factor tiempo. Todo esto da un número total de acontecimientos inferior a 10 elevado a la potencia de 10E9, que se considera como el umbral de imposibilidad a escala de este hipotético supercosmos.

Hemos visto que a escala cósmica es imposible todo acontecimiento con una probabilidad igual o inferior a 1 entre 10E50. Y en realidad, deberíamos considerar también que a escala terrestre el umbral de imposibilidad se encuentra en 10E-15, esto es, que un suceso de probabilidad igual o inferior a 1 entre 10E15 no sucederá a escala terrestre. La probabilidad del surgimiento de las proteínas necesarias para el hipotético sistema vivo simple de Morowitz es de 10E119775, considerando (1) que para llegar a esta cifra se han hecho muchas concesiones absolutamente irrazonables al proceso de azar y (2) que con ello sólo tenemos el conjunto de proteínas, pero no en absoluto que se hayan encontrado en el tiempo y en el espacio, y que se hayan organizado y concatenado para constituir el mencionado sistema vivo.

CONSTRUYENDO SOBRE UN FUNDAMENTO DETERMINADO

¿Por qué, entonces, se acepta la teoría de la evolución? Algunas de las razones dadas por aquellos que aceptan la evolución son puntos de vista filosóficos que excluyen de entrada lo sobrenatural. El doctor Richard Lewontin, orador en el «Simposio de Desafíos Matemáticos a la Interpretación Neodarwinista de la Evolución», convocado por el Instituto Wistar de Anatomía y Biología, afirmó lo siguiente:

Creemos que el error metafísico fundamental que se está defendiendo aquí es el de decir que si un conjunto de posibilidades aceptables presenta una magnitud cercana a cero, en relación con la magnitud total del espacio, la vida nunca hubiera surgido. Pero el hecho es que la vida surgió, y puede que haya sido un acontecimiento tremendamente improbable, un acontecimiento con una probabilidad tan pequeña como para tener esencialmente el valor de cero.

Aquí este evolucionista da por supuesto que la vida surgió por procesos naturales fisicoquímicos sin intervención sobrenatural, y que se debe hallar una explicación a ello sobre esta base. Thomas Huxley, el famoso evolucionista y defensor de Darwin, afirmó en su día:

Queda claro que la doctrina de la Evolución es directamente antagónica a la de la Creación. La Evolución, si es aceptada coherentemente, hace imposible creer la Biblia.

SOLAMENTE UNA PEQUEÑA PARTE DEL PROBLEMA

Se debe insistir que en estos casos se suponen condiciones enormemente favorables para el origen de la vida al azar: (1) Se da por supuesto que sólo están presentes los 20 alfa-aminoácidos; (2) que de estos 20 alfa-aminoácidos 19 son todos de la variedad L- (levógira) (uno de ellos, la glicina, tiene una estructura tal que su imagen en el espejo es ella misma); (3) se permiten concentraciones elevadas de reactivos absolutamente impensables desde un punto de vista termodinámico, pues no habrían podido acumularse jamás en las concentraciones empleadas en los cálculos; (4) se emplean unas enormes velocidades de reacción; (5) se dan 10.000 millones de años para este proceso cuando, desde un punto de vista evolucionista se habría dispuesto como máximo de alrededor de 1.000 millones.

Por otra parte, en los cálculos no entran cuestiones como (1) el problema del sol débil. Se trata del problema de que desde una perspectiva cosmogónica evolucionista, que afirma el origen del universo por evolución estelar, la luminosidad del sol habría sido alrededor del 60 por ciento de la actual hace 4 mil millones de años, con la consecuencia de que la tierra habría sido un planeta helado [Philip Handler, ed., Biology and the Future of Man (New York: Oxford University Press, 1970); pág. 174]: en base de modelos climáticos, con un 1 por ciento menos de radiación solar se padecería una edad glacial no demasiado severa; pero si el sol tuviera una luminosidad del 75 al 80 por ciento de la actual, la tierra debería quedar cubierta de hielo [John A. Eddy, en «It's About Time», Geotimes, Sept. 1978, pág. 18]. (2) La presencia de especies químicas hostiles a la concatenación de aminoácidos en cadenas peptídicas (la presencia de azúcares o aldehidos, por ejemplo, debido a su gran afinidad con los aminoácidos, llevaría a una reacción irreversible (reacción de Maillard) que provocaría la precipitación de unos compuestos estables macromoleculares insolubles. De esta manera, con azúcares o aldehidos en exceso, desaparecerían virtualmente todos los aminoácidos del medio reactivo; a la inversa, con los aminoácidos en exceso, desaparecerían virtualmente todos los azúcares, compuestos esenciales de las cadenas del ADN y ARN. (3) También desde la perspectiva de la formación del ADN y ARN, y de otros compuestos biológicos de suma importancia, como el ADP y ATP, la presencia de cationes como el Ca[2+] y el Mg[2+] en el «mar primordial» provocaría asimismo la precipitación del fósforo (P) presente, impidiendo su inserción en el proceso, y por ello imposibilitando la formación de los compuestos ya mencionados, de los que el fósforo es un vital elemento. (4) No se ha tocado la importantísima cuestión de la necesaria presencia, en un proceso natural, de isómeros ópticos indistintamente levógiros y dextrógiros, factor éste que eleva de una manera enorme el grado de imposibilidad de una concatenación de cadenas peptídicas biológicamente viables por medios aleatorios.

En resumidas cuentas, a la hora de emplear el cálculo de probabilidades del proceso, se han admitido una serie de condiciones favorables que permiten la marcha del proceso que se calcula. En realidad, hay una gran cantidad de consideraciones, de cariz cosmológico, físico y químico, que se han mencionado de pasada, y que impedirían el mismo arranque del proceso. No sólo nos encontramos con un billete de lotería con una imposibilidad supercósmica de salir premiado, sino que, aún peor, no nos es posible comprarlo.

Se debe remarcar, pues, por las razones expuestas y muchas más en las que no es posible entrar aquí ahora, que los cálculos empleados han sido extremadamente generosos para la postura naturalista, y que en realidad los números que expresan la imposibilidad son de grado supercósmico por un gran margen.

HAGA JUEGO A SU PROPIO RIESGO

Ningún jugador arriesgaría toda su fortuna si la probabilidad fuera de 10 a 1 contra él. Ningún hombre de negocios asumiría un riesgo si, una vez que fueran considerados todos los factores, la posibilidad de éxito fuera sólo de 1 a 10. La posibilidad de que la vida se originara a través de un proceso puramente materialista es realmente nula, y ello por un margen que, a todos los efectos, demuestra su total imposibilidad. Por lo tanto, la conclusión es que la vida tuvo que ser originada por medio de una acción inteligente. Cualquier otra conclusión se enfrenta contra un número abrumador que expresa imposibilidad.

LA VERDAD Y LAS CONSECUENCIAS

Se debe concluir que, sin excepción alguna, la vida se ha transmitido de padres a hijos en una cadena que arranca de la creación de cada tipo viviente. Y que la vida fue originada por el meticuloso designio de un Creador infinitamente inteligente.



BIBLIOGRAFÍA

Berhnard, Sydney, Estructura y Función de los Enzimas, H. Blume Ed. (Madrid 1977).
Borel, Émile, Las Probabilidades y la vida Ed. Orbis (Barcelona, 1986).
Gish, Duane T., Especulaciones y experimentos relacionados con teorías sobre el origen de la vida: Crítica, CLIE (Terrassa, 1981).
Salet, George, Azar y Certeza, Ed. Alhambra, Col. Exedra n(a) 95 (Madrid, 1975).



FUENTE: Basado en el artículo «The Origin of the First Living System», del doctor William E. James, en el Simposio A Challenge to Biology. © Copyright 1977 por Bible-Science Ass., Inc. Revisado y ampliado por Santiago Escuain.


LOS AUTORES

El doctor William E. James es investigador médico, y ha colaborado en diversos proyectos relacionados con los programas Titán y Apolo en la empresa Martin Marietta Corp. Vuelve al encabezamiento

Santiago Escuain es químico, habiendo cursado los estudios de Ingeniería Técnica en esta rama, y con muchos años de experiencia en química aplicada. Vuelve al encabezamiento


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© Por la adaptación: Santiago Escuain 1984
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Lecturas complementarias

David Coppedge
El naufragio en las investigaciones sobre el origen de la vida
(2007)

Dean H. Kenyon, Ph.D.
Más allá de la mentalidad naturalista en las investigaciones sobre el origen de la vida (1989)

Nancy Pearcey
El primer paso
La Evolución Química - Entrevista con el doctor Charles B. Thaxton - Coautor de The Mystery of Life’s Origin  (1985)


Duane T. Gish, Ph.D.
Especulaciones y experimentos sobre el Origen de la vida: Crítica (1972)

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