Cuando examinamos este asunto, la pretendida opinión
universal es la opinión de dos o tres personas. Y
debiéramos quedar convencidos de ello si vemos la manera en que
realmente surge esta opinión universal.
Hallaríamos que, en primer lugar, son dos o tres las
personas que, en primer término, aceptaron esta opinión,
o la expusieron y defendieron; y la gente fue tan buena como para
creerse que lo habían comprobado realmente. Después, unas
personas más, persuadidas de antemano que los primeros hombres
tenían la capacidad necesaria, aceptaron la opinión.
Estos, a su vez, recibieron la confianza de otros muchos, cuya pereza
les sugirió que mejor sería que lo creyesen de una vez,
en lugar de tomarse el trabajo de comprobar el asunto por sí
mismos. Y es así como creció de día en día
la cantidad de estos crédulos y perezosos partidarios, porque
apenas llegó esa opinión a tener un cierto apoyo que sus
partidarios adicionales atribuyeron esto al hecho de que la
opinión sólo hubiese podido ganar a tantos debido a lo
convincente de sus argumentos. El resto de la gente se vio a su vez
obligada a aceptar lo que estaba aceptado universalmente, a fin de no
pasar como personas rebeldes que se resisten a las opiniones aceptadas
por todo el mundo.
SCHOPENHAUER, Arthur, The Art of Controversy [El
arte de la controversia],
Londres 1926. Estratagema nº 30: «Sobre el argumentum
verecundiam».
Volver a índice de Génesis 1
De vuelta al índice general
De vuelta a la página principal
© SEDIN 1997