En su libro History of
Modern Creationism el popular orador creacionista doctor Henry M.
Morris comenta que mientras estaba en una gira de conferencias por
Nueva Zelanda descubrió que «ciudad tras ciudad, bien
durante mi visita o inmediatamente después, los canales de
televisión gubernamentales iban mostrando la película
acerca del juicio de Scopes La herencia del viento, una y otra
vez». El doctor Morris concluía que es una
indicación de la pobreza de los argumentos científicos de
los evolucionistas que se siga empleando esta película de 30
años de antigüedad, basada en una obra teatral de hace 40
años, que a su vez se basa en un juicio de hace 65 años,
para argumentar el caso de la evolución contra el de la
creación. Es sorprendente la continuidad y frecuencia con que se
pasa esta película en vista de su mediocre calidad
dramática. Es indudable que el atractivo de La herencia del
viento descansa principalmente en la relevancia que se le atribuye en
la creciente controversia Creación/Evolución.
En tanto que la película
no es, desde luego, un documental, se considera como un
«docu-drama» del famoso juicio Scopes de 1925, que
enfrentó a William Jennings Bryan contra Clarence Darrow en un
clásico enfrentamiento acerca de la enseñanza de la
evolución o de la creación en las escuelas
públicas. Se tomaron considerables libertades teatrales en el
desarrollo del guión, pero ocasionalmente se usaron literalmente
algunas de las discusiones de la transcripción
taquigráfica del juicio de Scopes. Desafortunadamente, el
montaje resultante ha sido ampliamente considerado como esencialmente
un relato histórico del juicio. La verdad es que La herencia del
viento está incluso siendo empleado como una película
«educativa» en clases de ciencia, historia y estudios
sociales. Hay profesores que afirman que la película
enseña «el triunfo de la ciencia sobre el dogma
religioso». Pero, ¿acaso esta película, o siquiera
el mismo juicio de Scopes, muestra el triunfo de la ciencia
(evolucionismo) contra el dogma religioso (creación
específica)? Más importante aún: ¿Es esta
película una descripción veraz y precisa de la gran
batalla de ideas y creencias que tuvo lugar en el tribunal del Condado
Rhea en Dayton, Tennessee? Las respuestas a estas preguntas son
importantes en vista del impacto que una película de este tipo
tendrá probablemente sobre las actitudes y creencias de los
estudiantes y que tiene en las actitudes de los televidentes
españoles o de cualquier otro país y lengua en que se
difunda, careciéndose como se carece en general del conocimiento
de los verdaderos antecedentes del caso, y de lo que verdaderamente
sucedió y se dijo y qué actitudes y quienes las mostraron
durante el juicio.
El propósito de este
estudio es el de comparar cuidadosamente la película La
herencia del viento con la transcripción real del juicio de
Scopes, así como con varios relatos biográficos e
históricos del juicio y de los que participaron en él. Se
empleó una cinta de video comercial de toda la película La
herencia del viento (CBS Fox Video, © 1960; United Artists) y
fue contrastada [por Santiago Escuain] también con la más
reciente producción de 1988 dirigida por David Green, difundida
por la Segunda Cadena de Televisión Española el viernes 2
de febrero de 1990 en el programa «A Través del
Espejo», mediante un video, para poder examinar de manera
repetida la película en su integridad, o partes de la misma.
Ambas versiones tienen realmente el mismo contenido. Este contenido fue
contrastado en buca de una exactitud literal, contextual e
histórica con la transcripción del juicio y otros
registros históricos que se indican en la bibliografía.
La transcripción del juicio de Scopes está disponible en
microfilm en la mayor parte de las bibliotecas de las facultades de
Derecho de las universidades americanas, pero para más comodidad
en este estudio se ha empleado una reimpresión de la
transcripción original publicada íntegramente en la
época del juicio en el libro The World's Most Famous Court
Trial (véase bibliografía al final). Todas las
referencias de páginas a la «transcripción»
en este estudio se corresponden con este libro. Cosa curiosa, la
película La herencia del viento, a diferencia de otros
«docu-dramas» como Gandhi o Patton, no
emplea los verdaderos nombres ni de los participantes ni de los lugares
que representa. Yo he decidido emplear los nombres propios para evitar
confusiones, por cuanto nunca ha habido duda alguna acerca de
quiénes son los principales personajes que se pretenden
representar en la película.
Creemos que las siguientes
observaciones harán evidente que hay profundas discrepancias
entre la película y la evidencia histórica pertinente.
Estas diferencias no son inesperadas, excepto por el grado en que esto
se da. Lo que es más significativo, sin embargo, es que hay
considerables evidencias que apuntan a que la película no es
simplemente inexacta en el sentido en que lo son «las historias
de Hollywood», sino que es realmente perversa en sus intenciones.
Las inexactitudes históricas resultan sistemáticas y de
una forma que presenta un prejuicio de proporciones calumniosas contra
una clase determinada de personas y sus creencias.
Específicamente, aquellas personas que creen en una
interpretación natural de la Biblia, y especialmente en el
registro bíblico de la creación, son descritas de una
manera insultante hasta lo grotesco. Por otra parte, a los que son
críticos o virtualmente incrédulos con respecto a los
milagros de la Biblia se les presenta como personas eminentemente
razonables que tienen que sufrir los insultos, amenazas e ignorancia de
los cristianos fundamentalistas a su alrededor.
Edificio
del tribunal de Dayton, Condado Rhea, Tennesse
Se puede decir que las dos
principales causas de la percepción totalmente distorsionada que
se tiene en general de lo que sucedió realmente en el juicio de
Scopes, de sus antecedentes, naturaleza, argumentaciones y
protagonistas, son: (1) La versión unilateral y partidista que
dio en sus crónicas el columnista H. L. Mencken, que desde
siempre había sido un acerbo oponente del cristianismo
organizado, y (2) La película que nos ocupa.
...
hay considerables evidencias que apuntan a que la película no es
simplemente inexacta en el sentido en que lo son «las historias
de Hollywood», sino que es realmente perversa en sus intenciones.
Las inexactitudes históricas resultan sistemáticas y de
un tipo que presenta un prejuicio de proporciones calumniosas contra
una clase determinada de personas y sus creencias.
En las observaciones que siguen se presentan segmentos de la
línea general del relato de la película en un orden
básicamente cronológico bajo el encabezamiento «PELÍCULA»;
inmediatamente a continuación, bajo «REALIDAD»,
viene una consideración del dicho segmento de la película
a la luz de la transcripción del juicio de Scopes junto con
otras fuentes históricas.
PELÍCULA
Comienza con un cántico
desafinado del espiritual negro «La vieja fe» repetido por
diferentes grupos. Suenan los tambores de manera ominosa mientras unos
hombres siniestros (clérigos y hombres de negocios) se
reúnen para hacer maldades en nombre de Dios. Irrumpen en la
clase de biología, donde John Scopes es sorprendido
enseñando evolución con entusiasmo y convicción, y
allí acusan a Scopes de quebrantar la ley contra la
enseñanza de la evolución. Scopes es de inmediato
encarcelado y queda en la cárcel a lo largo de todo el juicio.
Atemorizado, Scopes envía una carta a un diario pidiendo ayuda,
suponiendo, por lo que parece, que siempre se puede confiar en los
medios de comunicación para defender el buen nombre del
evolucionismo. El notorio H. L. Menken se lanza al rescate y contrata
la ayuda del famoso abogado Clarence Darrow. [En la versión de
1960 se muestra que ello tiene lugar de manera muy oportuna, porque los
cristianos fundamentalistas odian a John Scopes y se reúnen
fuera de la ventana de su celda para echarle objetos y corear que le
van a linchar].
REALIDAD
Nadie irrumpió en la
clase de Scopes. Scopes no era profesor de biología. Scopes
sólo actuó durante dos semanas cerca del final
del curso escolar para sustituir al profesor de biología, Mr.
Ferguson, que estaba enfermo. Scopes no tenía siquiera un
título universitario de ciencias (tenía un título
medio en leyes por la Universidad de Kentucky), pero de todas maneras
había sido contratado para enseñar ciencia general y para
entrenar al equipo de fútbol. El equipo fue mejorando durante el
año que entrenaron con Scopes y por lo general era del agrado de
la gente del Condado Rhea. No parece que nadie fuera de su escuela
supiera ni se preocupara de qué era lo que Scopes
enseñaba en la escuela. Scopes siempre ha mantenido que
él nunca enseñó evolución durante
las dos semanas que estuvo como sustituto del profesor de
biología, sino que dio repaso a los estudiantes para su examen
final. En el libro de Sprague de Camp, The Great Monkey Trial
(El gran juicio del mono), se registra una notable conversación
entre Scopes y el informador William K. Hutchinson, del International
News Service (Servicio Internacional de Noticias), que tuvo lugar
durante los últimos días del juicio; Scopes dijo:
«Hay algo que debo decirle. Me ha preocupado. Yo no
violé la ley... Nunca enseñé aquella clase de
evolución. Me la salté. Estaba haciendo otra cosa el
día que debía enseñarla, y pasé por alto
toda la lección acerca de Darwin, y no la enseñé
nunca. Aquellos chicos a los que presentaron como testigos no
podían recordar lo que yo les había enseñado
hacía tres meses. Habían sido instruidos por los
abogados». «Honradamente, me he sentido asustado durante
todo el juicio temiendo que los chicos pudieran recordar que no dimos
aquella lección. Tenía miedo que en el momento de
testificar dijeran que yo no había enseñado aquello, y
que todo el juicio se fuera al cuerno. Si esto hubiera sucedido,
¡me hubieran echado fuera de la ciudad emplumado!» Cuando
Hutchinson contestó que esto sería un gran reportaje,
Scopes dijo: «¡No, no! Ni una palabra de esto hasta que el
Tribunal Supremo vea mi apelación. Mis abogados me
matarían.» (De Camp, pág. 432).
Hutchinson sí
afirmó que oyó a Clarence Darrow enseñar a los
estudiantes qué era lo que tenían que decir, pero a pesar
de esta instrucción sólo uno de los estudiantes
implicó claramente que Scopes había enseñado
evolución. Hasta el día de hoy la prensa está
guardando su pequeño secreto: Clarence Darrow, que se
suponía estaba defendiendo a su cliente de una ley que
prohibía la enseñanza de la evolución,
¡instruyó a los estudiantes de su cliente para que
cometieran perjurio pretendiendo que John Scopes había
enseñado evolución, cuando de hecho no era así!
Se
debería enfatizar que, en contra de lo que muestra la
película, Scopes nunca fue encarcelado por enseñar
evolución.
Debido al hecho de que John Scopes era un popular entrenador de
fútbol en Dayton que nunca enseñó evolución
ni tenía intensos sentimientos acerca de esta cuestión,
¿cómo llegó a ser acusado de violar una ley de
Tennessee que prohibía enseñar la evolución del
hombre?
Los que presentaron la
acusación contra John Scopes de haber enseñado
evolución fueron la Unión Americana de Libertades Civiles
(ACLU) de la ciudad de Nueva York y George Rappleyea, un facultativo de
minas local de Dayton. La ACLU estaba deseosa de lograr un caso de
prueba en Tennessee para poderlo emplear para que fuera derogada o
anulada la ley Butler. Esta ley prohibía a los maestros de
escuelas públicas en el estado de Tennessee negar el relato
bíblico literal del origen del hombre y enseñar en su
lugar la evolución del hombre procedente de animales inferiores.
Como ya se ha mencionado, la ley no prohibía enseñar la
evolución de ninguna otra especie de vida, plantas o animales.
George Rappleyea leyó un comunicado de prensa de la ACLU en un
diario de Chattanooga, The Daily Times, que en parte decía:
«Buscamos un maestro de Tennessee que esté
dispuesto a aceptar nuestros servicios para someter a prueba esta ley
en los tribunales».
El comunicado prometía
servicios legales sin costo alguno, e implicaba que el Ku Klux Klan y
«sociedades patrióticas profesionales» eran las
«inspiradoras» de esta ley. Rappleyea tenía
aparentemente sus propios motivos para tratar de poner en entredicho a
los cristianos fundamentalistas de Tennessee desafiando y quizá
anulando una ley que favorecía la enseñanza del relato
bíblico de la creación del hombre. Durante el juicio de
Scopes, George Rappleyea contó a la prensa sus razones para
poner en marcha el juicio de Scopes. Rappleyea estaba aparentemente
ofendido por un predicador fundamentalista que, según él,
había dicho que un muchacho que había muerto sería
arrojado a «las llamas del infierno» porque no había
«confesado a Cristo» ni estaba bautizado. Esto
aparentemente no concordaba con las opiniones religiosas de Rappleyea,
y prometió que «ajustaría las cuentas» a los
«fundamentalistas», que él creía eran los que
estaban detrás de la ley antievolucionista (de Camp,
págs. 6-7). Rappleyea dijo: «Decidí que se lo
mostraría al mundo».
Rappleyea, a quien de Camp
describe como un hombre «intenso, amante de la polémica,
verboso», no perdió el tiempo, y fue a encontrarse con
John Scopes para presionarle a que aceptara la oferta de la ACLU.
Scopes no tenía ganas de meterse en aquello y le dijo a
Rappleyea que él en realidad no había enseñado
evolución. Rappleyea insistió que por cuanto el texto de
biología la enseñaba, esto ya se aproximaba bastante, y
con la desganada autorización de Scopes escribió
allí mismo un telegrama a la ACLU que decía:
«El profesor J. T. Scopes, enseñante de ciencia
en Instituto Condado Rhea, Dayton, Tenn., será arrestado y
acusado de enseñar evolución. Consentimiento de
superintendente de educación para caso prueba a defender por
ustedes. Manden telegrama a cobro revertido si desean cooperar y se
dará el arresto».
Parece que Rappleyea ni
siquiera esperó a la respuesta de la ACLU sino que se
dirigió acto seguido a un juez de paz para pedir una orden para
el arresto de Scopes. Sue Hicks, una abogado local, cumplimentó
una orden provisional para el arresto mientras que Rappleyea juraba su
declaración y firmaba la orden. Luego fue a buscar un sheriff
y pidió el arresto de John Scopes. Scopes fue arrestado y puesto
en libertad bajo una fianza de 1.000 dólares. Se debería
enfatizar que, en contra de lo que muestra la película, Scopes nunca
fue encarcelado
por enseñar evolución. Al presentar a Scopes como
«preso», la película evidentemente intenta suscitar
simpatías hacia Scopes como un hombre perseguido por sus
creencias por parte de fundamentalistas acechantes. En su libro,
Sprague de Camp destruyó lo que él llamó «el
extendido mito» del consagrado maestro de escuela perseguido por
unos fundamentalistas lanzados a «la quema de brujas» a
causa de su valerosa postura en favor de la evolución:
«El juicio no fue "una caza de brujas", como se ha
dicho, porque el acusado y sus defensores —las "brujas"— eran en
realidad los cazadores, acosando la ley con la intención de
anularla, o al menos de hacer que perdiera su fuerza». (de Camp,
pág. 490.)
PELÍCULA
A lo largo de la
película se describe a William Jennings Bryan como un hombre
pomposo, estúpido, intolerante, hipócrita, insincero, y
glotón. Mientras el juicio va avanzando, Bryan se vuelve
virtualmente obsesionado con su misión de perseguir a John
Scopes y de mantener el evolucionismo fuera de las escuelas. Hasta la
mujer de Bryan llega a darse cuenta gradualmente de que su marido es un
zelota, y parece lamentar no haber llegado a conocer mejor a Clarence
Darrow en sus años jóvenes. Incluso se arroja fango sobre
la reputación de Bryan como orador, pues en la película
se le describe como un hombre lleno de vanidad y arrogancia, sin
contenido alguno, cuyo estilo y sentido del humor sólo atrae a
la gente ignorante (o sea, a los cristianos fundamentalistas). Es
difícil contemplar la película sin desarrollar un
sentimiento de desprecio contra William Jennings Bryan y contra los
cristianos fundamentalistas que por alguna razón encuentran algo
que admirar en este hombre.
REALIDAD
En su libro The Great
Monkey Trial (El gran juicio del mono), Sprague de Camp repudia el
cristianismo conservador de Bryan y no pierde oportunidad alguna de
criticar sus posturas científicas, y sin embargo la honradez le
impulsa a dar crédito a Bryan por al menos algunas de sus
innegables virtudes:
«Como orador, Bryan irradiaba una sinceridad llena de
buen humor. Pocos de los que le escuchaban podían impedir sentir
simpatía por él. Era poderoso y enérgico de
personalidad, y terco, pero genial, amable, generoso, atractivo y
encantador. Mostraba una tolerancia digna de encomio para con los que
estaban en desacuerdo con él. Bryan fue el mayor orador
americano de su tiempo, y quizá de cualquier tiempo» (de
Camp, pág. 37).
Éste no es evidentemente
el hombre descrito en la película, pero la descripción
que hace de Camp del carácter de Bryan es totalmente congruente
con las principales biografías de Bryan (véase Levine,
1965, y Coletta, 1969). Sin embargo, muchos de los enemigos de Bryan
insistían en que, a pesar de sus muchas virtudes, era un
ignorante e incluso peligroso cuando se trataba de cuestiones
científicas o factuales. El registro histórico no
sustenta esta acusación. Bryan no era un mero «hombre
común», como incluso a él le gustaba describirse,
sino que fue también un político inmensamente productivo
y progresista que fue el líder reconocido del Partido
Demócrata durante 30 años, y que fue tres veces designado
por su Partido como su candidato a Presidente de los Estados Unidos.
Aunque Bryan nunca fue elegido presidente, sí que sirvió
como Secretario de Estado bajo Woodrow Wilson, y durante este tiempo
dedicó la mayor parte de su atención a negociar tratados
con países extranjeros en un esfuerzo por impedir el estallido
de la Primera Guerra Mundial. Durante su carrera política, Bryan
luchó intensamente por la legislación más
progresista de su tiempo, incluyendo la elección popular de los
senadores, un impuesto sobre la renta, la acuñación libre
e ilimitada de plata, requerimientos para la publicación de la
circulación y propiedad de los diarios, la creación del
Ministerio de Trabajo, y el sufragio femenino. Bryan atraía a
una amplia capa de la población, incluyendo a aquellos cuyas
posturas políticas eran decididamente liberales. Clarence Darrow
mismo hizo campaña en favor de Bryan cuando presentó su
candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. Pero muchos de los
«progresistas» que habían apoyado a Bryan pasaron a
menospreciarle por sus abiertas convicciones cristianas, en particular
cuando osó hablar contra el darwinismo.
PELÍCULA
Se presenta a la gente
cristiana conservadora de Dayton, Tennessee, como un atajo de
ignorantes, cerriles, descorteses e incluso amenazantes hacia los
abogados de la defensa, los reporteros y los forasteros en general.
REALIDAD
La transcripción del
juicio de Scopes demuestra que esto es precisamente contrario a la
realidad:
Darrow: «No sé si he estado nunca en mi
vida en una comunidad donde mis ideas religiosas hayan diferido tan
ampliamente de la gran masa como he visto desde que estoy en Tennessee.
Pero llegué aquí como un perfecto extraño, y puedo
decir lo que he dicho antes, que no he encontrado de parte de nadie —de
ningún ciudadano de aquí en esta ciudad o fuera de ella—
la menor descortesía. He sido tratado mejor, más
amablemente y con más hospitalidad que imaginaba que
habría sido el caso en el norte» (transcripción,
págs. 225-226).
Reportero de Toronto: Quisiera «expresar mi
gran aprecio por la abrumadora cortesía que se nos ha mostrado
tanto a mí como a mis colegas de la prensa tanto por el tribunal
como por los ciudadanos de Dayton. Me llevaré conmigo un mayor
aprecio por la gran república hacia la que hemos sentido tanto
aprecio, y cuyas instituciones tanto alabamos y admiramos»
(transcripción, pág. 315.)
PELÍCULA
En la sala del tribunal
sólo se le llama «Coronel» a Bryan, pero no a
Darrow, porque le habían otorgado solamente a Bryan el grado de
Coronel honorario de la milicia estatal de Tennessee. Darrow,
comprensiblemente, se resiente ante esta enorme exhibición de
parcialidad y el Estado designa con desgana a Darrow como
«Coronel honorario provisional» en un esfuerzo
desmañado para ocultar su evidente parcialidad en favor de Bryan.
REALIDAD
«Coronel» era un
título honorario usual empleado en el tribunal, y se
extendió a todos los abogados implicados en el caso de Scopes.
No tenía nada que ver con el estamento militar ni con
favoritismos. Tanto Darrow como Bryan, y desde luego todos los abogados
en la causa, fueron frecuentemente designados como
«Coronel» durante el juicio. Por otra parte, Bryan, a
diferencia de Darrow, era realmente un Coronel del
Ejército de los Estados Unidos.
PELÍCULA
Darrow objeta al anuncio de una
reunión de oración vespertina al terminar el primer
día de juicio.
REALIDAD
Jamás se hizo tal
anuncio durante el juicio, pero Darrow y los otros abogados de la
defensa objetaron repetidamente a la apertura de cada sesión del
tribunal con oración, como era costumbre en Tennessee y sigue
siéndolo en el propio Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
PELÍCULA
Darrow lleva a Bryan a la
admisión de que está totalmente opuesto al empleo del
libro de Darwin El linaje del hombre en la clase de
biología del Instituto del Condado Rhea a pesar de que nunca ha
leído el libro de Darwin ni tiene la intención de leerlo.
Darrow le pregunta a Bryan si está familiarizado con El
Origen de las Especies de Darwin, y tiene lugar el siguiente
diálogo:
Bryan: No estoy interesado en lo más mínimo en
las hipótesis paganas de este libro.
Darrow: ¿Nunca lo ha leído?
Bryan: Ni pienso leerlo jamás.
...
fue Bryan, y no Darrow, quien empleó la obra de Darwin El linaje
del hombre como evidencia en el juicio y citó de ella ...
También demostró estar familiarizado con T. H. Huxley.
REALIDAD
El anterior diálogo es
una pura invención. Jamás se hizo tal pregunta ni se dio
tal respuesta. De hecho, no era el libro de Darwin el empleado en la
clase, sino el de Hunter, Civic Biology (Biología
cívica), del cual citó Bryan. Y fue Bryan, y no Darrow,
quien empleó la obra de Darwin El linaje del hombre como
evidencia en el juicio y citó de ella (transcripción,
pág. 176). Bryan demostró, por ejemplo, que Darwin
había afirmado que el hombre descendía de un mono,
extremo éste que la defensa había tratado de negar.
También demostró estar familiarizado con T. H. Huxley.
Uno de los biógrafos de Bryan, Lawrence W. Levine, afirma que ya
había leído El Origen de las Especies en 1905
—¡20 años antes del juicio de Scopes! Aunque las reservas
de Bryan acerca de la teoría de la evolución estaban
desde luego influenciadas por creencias religiosas, había
escrito muchos artículos bien argumentados que
constituían una crítica de la evidencia científica
empleada en sus tiempos para defender la teoría de la
evolución. Bryan había también mantenido una larga
correspondencia acerca del tema de la evolución con el famoso
evolucionista Henry Fairfield Osborn. Y como lego, el conocimiento que
tenía Bryan de la evidencia científica en pro y en contra
de la evolución era inusualmente grande. En comparación,
la transcripción del juicio muestra que Darrow dio la
impresión de tener una comprensión muy deficiente tanto
del significado como del supuesto mecanismo de la evolución.
Parecía que Darrow descansaba su creencia en la evolución
en base de la «autoridad» científica, que aceptaba
de manera incuestionable, y en su total rechazo de todos los milagros
de la Biblia, incluyendo, desde luego, el relato de Génesis de
la Creación.
No
participó mujer alguna en el juicio. ... Los guionistas de La
herencia del viento ... implican falsamente en el juicio a la joven,
supuestamente hija de un fanático reverendo al que ella
finalmente abandona. Esto es muy eficaz como golpe de efecto, pero es
calumnioso. Bryan fue cortés en todo momento en su trato a los
testigos, como lo demuestra el examen de la transcripción del
juicio.
PELÍCULA
La bella y tierna prometida de
Scopes, «Rachel Brown», es llamada como testigo y es
tratada desconsideradamente por Bryan, que la obliga a testificar
contra su propio prometido. Bryan, siempre el fanático, pierde
el dominio de sí mismo, y se vuelve cruel y monstruosamente
implacable en su interrogatorio de la joven.
REALIDAD
No participó mujer
alguna en el juicio. Scopes no tenía ninguna novia en especial
ni prometida en aquel tiempo, aunque había salido con varias
muchachas de Dayton, y la razón de haberse quedado aquel verano
era para poder citar a una atractiva rubia. Los guionistas de La
herencia del viento transforman esto en un romance formal, e
implican falsamente en el juicio a la joven, supuestamente hija de un
fanático reverendo al que ella finalmente abandona. Esto es muy
eficaz como golpe de efecto, pero es calumnioso. Bryan fue
cortés en todo momento en su trato a los testigos, como lo
demuestra el examen de la transcripción del juicio. En cambio,
Darrow fue en ocasiones arrogante y menospreciativo en su trato de los
testigos, juristas, abogados del campo contrario, e incluso con el
Juez. De hecho, Darrow fue citado a comparecer, acusado de desacato y
menosprecio al tribunal, por interrumpir e insultar repetidamente al
Juez Raulston. Tras haber presentado sus excusas, a lo que fue
persuadido por sus compañeros de la defensa, el Juez Raulston
revocó la acusación. Darrow persiguió tan
implacablemente a Bryan por sus creencias religiosas, cuando lo
llamó al estrado de los testigos, que algunos han sugerido que
Darrow realmente aceleró la muerte de Bryan. Esta posibilidad la
tenía indudablemente en mente H.L. Menken cuando, al saber de la
muerte de Bryan pocos días después del juicio,
comentó: «Bien, hemos matado a aquel hijo de perra».
El trato de Darrow hacia Bryan fue tan deplorable que incluso
llevó a muchos miembros de la ACLU a ejercer una presión
eficaz que le impidió representar a Scopes cuando el caso fue
después apelado al Tribunal Supremo Estatal. Los clérigos
liberales que apoyaban a la ACLU mantuvieron que Darrow había
logrado volver a muchos teólogos «moderados» contra
la evolución y contra la ACLU por su actitud evidentemente
hostil contra el cristianismo y contra Bryan. En la película
vemos otra notable perversión de los hechos cuando Darrow
amenaza frustrado con abandonar la causa, cuando de hecho luchó
en contra de ser excluido de la causa por la ACLU.
PELÍCULA
La defensa no puede obtener
permiso para emplear a sus varios testigos expertos porque Bryan tiene
miedo de su testimonio y lo considera irrelevante. Uno por uno, Darrow
llama a sus distinguidos científicos al estrado, pero cada vez,
gracias a un juez ignorante y parcial, Bryan sólo tiene que
decir «objeción —irrelevante», y ahí se acaba
todo.
REALIDAD
Técnicamente, el
único punto a tratar en el juicio era si John Scopes
había enseñado evolución o no, por lo que
naturalmente los abogados de la acusación cuestionaron la
relevancia del testimonio de los testigos expertos. Sin embargo, el
testimonio de los evolucionistas reunidos por la defensa quedó
impedido porque Darrow rehusó obstinadamente que sus testigos
científicos fueran interrogados a su vez por la acusación
(transcripción, págs. 206-208). Bryan había pedido
y recibido el derecho a interrogar a su vez a los testigos expertos,
pero Darrow estaba tan opuesto a permitir que sus expertos fueran
interrogados, ¡que no llamó a ninguno de ellos al estrado!
Bryan observó que bajo las condiciones exigidas por Darrow, los
evolucionistas podrían acudir al estrado de los testigos y
meramente expresar sus especulaciones y opiniones sobre la
evolución sin temor a incurrir en perjurio ni a ser contradichos.
A pesar de todo esto, el Juez
Raulston no impidió el testimonio; sólo
rehusó entonces que fuera dado ante el jurado. Los expertos
leyeron sus testimonios para que constara en las actas, mientras el
jurado se retiraba. Porque el punto que se debía determinar no
era si el evolucionismo era bueno o malo, cierto o falso, sino si
Scopes había enseñado evolución o en una
institución pública en violación de la Ley Butler.
Aquel testimonio experto podía ser relevante para determinar la
constitucionalidad o no de aquella ley, pero la constitucionalidad de
la ley no era algo que le pertenciera al jurado determinar, sino al
juez y a los tribunales superiores de apelación. Cualquier juez
consciente habría actuado como lo hizo el Juez Raulston (Levine,
pág. 347).
Aquí vale la pena
destacar que todos los «expertos» de Darrow se apoyaron en
parte en el Hombre de Piltdown, el supuesto «eslabón
perdido» que resultó ser un fraude: un cráneo
humano con la mandíbula de un mono con los dientes limados, los
cóndilos rotos para que no pudiera identificarse la no
correspondencia de la mandíbula con el cráneo, y todo
ello teñido con dicromato potásico para dar apariencia de
antigüedad (véase Malcolm Bowden, Los Hombres-Simios:
¿Realidad o Ficción?, CLIE, Terrassa 1984,
págs. 13-71).
La sabiduría de esta
posición quedó ampliamente demostrada por las confusas y
retorcidas opiniones del único científico al que se le
había permitido testificar antes para la defensa. A
través del juicio la definición de evolución fue
expresada de una manera tan confusa por la defensa y sus testigos que
parece improbable que ninguno de los miembros del jurado hubiera podido
saber exactamente qué es la evolución, y qué no
es. La evolución, por ejemplo, fue repetidamente confundida con
la embriología, ¡e incluso con el envejecimiento humano!
Uno de los abogados de la defensa, Dudley Field Malone, es un ejemplo
de ello:
«El embrión se transforma en un ser humano
cuando nace. La evolución nunca se detiene desde el comienzo de
una célula hasta que el ser humano vuelve en la muerte a polvo
sin vida. Queremos poner delante de ustedes evidencias de este tipo a
fin de destacar la importancia de la teoría de la
evolución». (Transcripción, pág. 116.)
Otro abogado de la defensa,
Arthur Garfield Hays, añadió caos a la confusión
al decir:
«Sé que en el vientre de la madre la primera
cosa que
aparece es una célula y que aquella célula crece y se
subdivide y crece hasta llegar a ser un ser humano y nace un ser
humano. ¿Acaso esta declaración, como el muchacho ha
dicho desde el estrado, de que le enseñaron de que el hombre
viene de una célula —es ésta una teoría de que el
hombre descendió de un orden inferior de animales? No lo
sé, y me atreveré a decir que vuestra
señoría tiene algunas dudas acerca de esto.
¿Tenemos derecho a encontrar si lo es o no al presentar este
caso al jurado?» (Transcripción, pág. 156.)
El mismo Darrow dio la
impresión de que casi no tenía comprensión del
significado del término evolución. Cuando el Juez
Raulston, que comprensiblemente quedó confuso con todas las
ambigüedades acerca del tema de la evolución, le
preguntó a Darrow si él creía que toda la vida
provenía de una célula, Darrow le contestó:
«Bien, no lo tengo tan claro, pero creo que
sí». «Toda la vida humana proviene de una
célula. Usted vino de una y yo vine de una —nada más que
una sola célula». (Transcripción, pág. 189.)
Incluso el doctor Maynard M.
Metcalf, zoólogo de la Universidad John Hopkins, cometió
este mismo error en su testimonio «experto», y luego
pasó a oscurecer la definición de evolución hasta
hacerla irreconocible. Primero el doctor Metcalf aseguró al
Tribunal de sus cualificaciones como evolucionista afirmando:
«Siempre he estado particularmente interesado en la
evolución del organismo individual desde el huevo, y
también la evolución del organismo como un todo desde el
comienzo de la vida, siempre ha sido una especie de interés
mío pecular». (Transcripción, pág. 136.)
Cuando Darrow le pidió
que explicara qué era lo que significaba por «el hecho
de la evolución», el doctor Metcalf respondió
así:
«La evolución, pienso yo, significa el cambio;
en último análisis creo que significa el cambio de un
organismo de un carácter a un carácter diferente, y por
carácter me refiero a su estructura, o a su comportamiento, o a
sus funciones o a su método de desarrollo desde el huevo o
cualquier otra cosa —el cambio de un organismo desde un conjunto
característico que lo caracteriza a una condición
diferente, caracterizada por un conjunto de características
diferentes, bien estructurales o funcionales, podría ser
denominado de manera apropiada, creo yo, evolución como siendo
la evolución de aquel organismo; pero el término en
general significa la serie entera de tales cambios que han tenido lugar
durante cientos de millones de años que han producido desde
humildes comienzos la naturaleza de los cuales no se comprende en
absoluto de manera plena a organismos de un carácter mucho
más complejo, cuya estructura y función seguimos
estudiando, porque no hemos comenzado a aprender lo que tenemos que
saber acerca de ellos». (Transcripción, pág.
139-140.)
Hasta ahí en cuanto al hecho
de la evolución. Uno sólo puede imaginar qué
preguntas habría hecho Bryan al doctor Metcalf si Darrow hubiera
permitido que interrogara a sus testigos expertos. Bryan estaba
evidentemente consciente de la confusión que estaba
introduciendo la defensa con su definición de evolución,
y señaló que incluso uno de los niños de la
escuela que habían testificado parecía tener una mejor
comprensión de la evolución que los abogados de la
defensa:
«Aquel pequeño sabía de lo que estaba
hablando,
y para sorpresa mía los abogados no parecían comprender
la significación de la teoría de la evolución
—él pensaba que aquel muchacho estaba hablando de individuos
proviniendo de una célula». Bryan enfatizó que la
evolución era «No el desarrollo de un individuo de una
célula, sino el surgimiento de toda la vida desde una
célula». (Transcripción, pág. 173.)
Bryan señaló que
incluso la Asociación Nacional de Educación estaba
confundida acerca del tema, y, como resultado, el intento de ellos de
emitir una declaración oficial condenando a Tennessee por
«ignorancia y fanatismo» quedaba frustrado por su
incapacidad de llegar a un acuerdo acerca de la definición de
evolución (transcripción, pág. 173). Quizá
lo más significativo de todo es que la película La
herencia del viento escogió ignorar virtualmente todos los
comentarios y testimonios científicos que se presentaron durante
el juicio, incluyendo el del doctor Maynard Metcalf. Mientras que esto
puede haber sido por las razones que acabo de exponer, la
película desde luego no exhibe un «triunfo de la ciencia
sobre el dogma religioso». En cuanto a dogma, la
transcripción del juicio demuestra que había dogma en
abundancia a ambos lados de la disputa.
PELÍCULA
Bryan admite que acepta todas
las palabras de la Biblia literalmente.
REALIDAD
En la transcripción
(pág. 285) leemos:
Darrow: «¿Afirma usted que todo en la Biblia
debe ser interpretado literalmente?»
Bryan: «Creo que todo en la Biblia debería ser
aceptado tal como se da en ella; algunos pasajes de la Biblia se dan a
guisa de ilustración. Por ejemplo: "Vosotros sois la sal de la
tierra". No insistiría yo en que el hombre es materialmente sal,
o que su carne está hecha de sal, sino que se emplea en el
sentido de sal como salvación del pueblo de Dios».
PELÍCULA
Darrow le pregunta acerca del
sexo en la Biblia, y Bryan contesta a ello que todo sexo es pecaminoso,
y que la actividad sexual constituyó «el pecado
original».
REALIDAD
Nada se habló acerca del
sexo en el juicio. Por lo que se ve, Hollywood no pudo resistir la
tentación de introducir un poco de sexo en la película, y
de insinuar que Bryan era un mojigato. Además, la
concepción de la relación sexual entre Adán y Eva
como «el pecado original», cosa que Hollywood pone
calumniosamente en boca de Bryan, no es la postura bíblica.
Ésta es que tras la creación Dios manda a
Adán y a Eva que crezcan, y se multipliquen, y llenen la
tierra. La enseñanza bíblica es que el pecado
original fue una desobediencia a Dios con respecto a una
limitación que Él impuso, de comer el fruto de un
árbol, y no en absoluto que lo fuera la relación sexual
dentro de la institución del matrimonio, establecida por Dios.
Nada
se habló acerca del sexo en el juicio. Por lo que se ve,
Hollywood no pudo resistir la tentación de introducir un poco de
sexo en la película, y de insinuar que Bryan era un mojigato.
PELÍCULA
Entre otras cosas Darrow
interroga a Bryan acerca de Jonás y de la ballena que se lo
tragó. Bryan dice que la Biblia dice «gran pez», y
Darrow afirma que es «ballena».
REALIDAD
Este intercambio sí tuvo
lugar, pero tanto Bryan como Darrow ignoraban parte de la
cuestión. El Libro de Jonás emplea el término
«gran pez» (Jonás 1:17; 2:1, 10) mientras que en
Mateo 12:40, en las versiones antiguas, aparece «ballena».
Sin embargo, tanto el término hebreo da'g como el griego
ketos pueden ser traducidos como criatura o monstruo
marino.
PELÍCULA
A continuación se
presenta un duelo sobre el día largo de Josué.
Aquí está cómo aparece la discusión en La
herencia del viento:
Darrow: Si se dice que el sol se detuvo, se debe tener el
concepto de que el sol se mueve alrededor de la tierra. ¿Piensa
acaso que esta es la naturaleza de las cosas? ¿O no cree que la
tierra se mueve alrededor del sol?
Bryan: ¡Yo tengo fe en la Biblia!
Darrow: No tiene mucha fe en el sistema solar.
Bryan (terco): El sol se detuvo.
REALIDAD
Lo que Bryan realmente
respondió es que la Biblia emplea un lenguaje
«fenoménico» en aquel relato, describiendo el
acontecimiento tal como se presentó a los israelitas:
Darrow: ¿Cree usted que quienquiera que la
inspiró creía que el sol iba alrededor de la tierra?
Bryan: Creo que fue inspirada por el Omnipotente y que pudo
haber empleado un lenguaje para ser entendido en aquel tiempo, en lugar
de emplear un lenguaje que no habría sido comprendido hasta que
Darrow naciera. (Transcripción, pág. 294).
PELÍCULA
Bryan pretende que conoce la
edad de la tierra, calculada de manera precisa por el Obispo Ussher,
que situó la fecha de la creación a las 9 de la
mañana del 23 de octubre del 4004 a
REALIDAD
Para empezar, Ussher
jamás sugirió un mes, día ni hora en su
estimación de la fecha de la creación. Y lo que es
más, Bryan no afirmó saber la antigüedad de la
tierra. Leemos en la transcripción del juicio (pág. 296):
Darrow: «Sr. Bryan, podría decirme usted
qué edad tiene la tierra?»
Bryan: «No señor, no podría».
Darrow: «¿Y no podría darme una
aproximación?»
Bryan: «No me atrevería. Posiblemente
podría aproximarme tanto como los científicos, pero
preferiría tener más exactitud antes de hacer una
suposición».
PELÍCULA
Al acercarse el juicio a su
fin, Darrow lucha valientemente, aunque, ¡ay!, sin éxito,
para establecer la inocencia de su cliente John Scopes.
REALIDAD
Después de pasar mucha
parte del séptimo día del juicio acosando y ridiculizando
sistemáticamente a Bryan por su creencia en numerosos milagros
de la Biblia, ¡Darrow dio un fin brusco al juicio pidiendo al
Tribunal que indicara al jurado que declararan culpable a su cliente
(Transcripción, pág. 306)! Esta increible
concesión, junto con la decisión del juez de eliminar el
testimonio de Bryan de las actas, fue para gran beneficio personal de
Darrow, porque impidió que él quedara sometido al mismo
tipo de interrogatorio al que él acababa de someter a Bryan.
Bryan había accedido a pasar al estrado de los testigos para
responder a preguntas acerca de sus creencias cristianas con el buen
entendido de que Darrow también debería pasar al estrado
a responder a preguntas acerca de sus propias creencias
agnósticas y evolucionistas (transcripción, pág.
284). Tanto el Juez Raulston como Darrow habían accedido a esta
condición. Cuando Bryan preguntó si el mismo Darrow
conocía las preguntas a algunas de sus preguntas más
peregrinas (por ejemplo: «¿Sabe usted cuánta gente
vivía en la tierra hace 3.000 años?») Darrow
respondió así: «Espere a que me toque a
mí». A pesar de la creciente hostilidad de las preguntas
de Darrow, Bryan rehusó repetidos intentos de sus colegas para
detenerle.
Bryan: «Quiero que se tome toda la latitud que quiera.
Porque yo voy a tener alguna latitud cuando le toque a él».
Darrow: «Podrá usted tener latitud y
longitud» (Transcripción, pág. 288).
Es bien improbable que Darrow
tuviera la más mínima intención de darle a Bryan
«latitud y longitud». Después de todo, se
había negado de plano a permitir que Bryan interrogara ni
siquiera a sus testigos expertos acerca de sus presuposiciones
religiosas y evolucionistas. ¡Cuánto menos iba a estar
dispuesto a someterse él mismo a tal interrogatorio
después de lo que él había hecho pasar a Bryan! El
resultado, naturalmente, es que Bryan no tuvo en absoluto la
oportunidad de hacerle sus preguntas a Darrow. En la película,
Darrow es presentado empleando estas mismas palabras, «latitud y
longitud», pero en un contexto totalmente diferente (una perorata
filosófica al jurado) ¡que no indica en absoluto la manera
engañosa en la que fueron realmente empleadas!
Bryan
había accedido a pasar al estrado de los testigos para responder
a preguntas acerca de sus creencias cristianas con el buen entendido de
que Darrow también debería pasar al estrado a responder a
preguntas acerca de sus propias creencias agnósticas y
evolucionistas (transcripción, pág. 284). Tanto el Juez
Raulston como Darrow habían accedido a esta condición.
PELÍCULA
El «preso», John
Scopes, es declarado culpable, y Darrow se ve visiblemente conmovido
por esta gran injusticia contra su cliente. Bryan, por otra parte, se
muestra vengativo, y se queja acerbamente por la mísera multa de
100 dólares impuesta a John Scopes por un crimen de tal magnitud.
REALIDAD
Una vez más tenemos
aquí una total perversión de los hechos. Como Levine dice:
Una condición en la que
Bryan estuvo inflexible desde el comienzo de su asociación con
la acusación era en la cuestión de la pena. «... no
creo que debamos insistir en más que la multa
mínima», le dijo él a Sue Hicks, «y le
daré al acusado el dinero para pagarla si lo necesita. Es un
caso claro, y pondrá fin a toda la controversia.» (Levine,
pág. 335).
Bryan no estaba lanzado a
ningún tipo de campaña contra Scopes, ni tampoco el resto
de los componentes de la acusación. En realidad, la culpabilidad
o inocencia de John Scopes no eran la preocupación primaria de
ninguno de los participantes en el juicio. Durante el juicio se
sabía que todos los gastos de Scopes que tenían que ver
con la vista estaban cubiertos por varios intereses creados. Todo el
propósito de llevar este caso a juicio era: 1) Declarar
inconstitucional la ley Butler, 2) exponer las posturas cristianas
«fundamentalistas» acerca del tema de los orígenes
al público escarnio de la prensa, y 3) centrar la
atención del mundo en la evolución (de Camp, pág.
492). En su autobiografía La historia de mi vida,
Clarence Darrow explicaba su estrategia de esta manera:
«Mi objetivo, mi único objetivo, era centrar la
atención del país en el programa del Sr. Bryan y de los
otros Fundamentalistas de América».
Una
condición en la que Bryan estuvo inflexible desde el comienzo de
su asociación con la acusación era en la cuestión
de la pena. «... no creo que debamos insistir en más que
la multa mínima», le dijo él a Sue Hicks, «y
le daré al acusado el dinero para pagarla si lo necesita. Es un
caso claro, y pondrá fin a toda la controversia».
PELÍCULA
La película se acerca a
un clímax ruidoso y caótico cuando Bryan pierde todo
sentido de la dignidad y de la mesura, y se lanza a decir unas palabras
incoherentes en su intento de leer su larguísimo alegato final.
La multitud, aburrida, se va, mientras que la mujer de Bryan mira
horrorizada a lo que ha venido a ser aquel que había sido un
marido cuerdo y solícito. Aparentemente abrumado por su propio
celo enloquecido, Bryan se dobla y se derrumba muerto sobre el suelo de
la sala del tribunal.
REALIDAD
Ni Bryan ni Darrow intentaron
siquiera pronunciar el acostumbrado alegato final ante el jurado. Una
vez Darrow hubo conseguido su propósito de ridiculizar la
creencia de Bryan en los milagros bíblicos, reconoció la
culpabilidad de Scopes, y con ello evitó toda
argumentación final. Bryan había puesto mucho esfuerzo en
su alegato final, y esta maniobra de Darrow le arrebató la
oportunidad de dar lo que era un argumento científico y
religioso sólido contra la teoría de la evolución.
Sin embargo, lo único que hizo fue dar brevemente las gracias al
tribunal, declarando que «Este caso estimulará más
investigación, y la investigación traerá a la luz
más información». Bryan estaba muy deseoso de que
el texto de su discurso fuese puesto al alcance del público, y
lo dispuso así sólo una hora antes de su muerte. Este
discurso pasó como apéndice a la transcripción
empleada en este estudio, y está por ello a disposición
de todos los que tengan deseos de indagar acerca de la postura de Bryan
acerca de la educación, de la evolución y de las
implicaciones del juicio de Scopes. El discurso está argumentado
de manera muy convincente, y difícilmente se podría tomar
como el delirio de un loco, a no ser, naturalmente, que todos los
cristianos creyentes en la Biblia sean considerados «locos»
ya por definición.
Por último, Bryan no
murió en la sala del tribunal en medio de un delirio
desenfrenado; murió durante el sueño, por causas
desconocidas, cinco días después del juicio. Se cree que
su muerte puede haberse debido al menos indirectamente a su diabetes,
que, de pasada, puede haber sido también responsable de su gran
apetito. Al saber por un reportero la muerte de Bryan, que
también sugirió que la muerte de Bryan pudiera deberse a
que se le hubiera partido el corazón, Darrow contestó:
«De corazón partido nada; murió de un
reventón de vientre». Poco después Darrow comentaba
a sus amigos: «¿No ha sido este hombre un maldito de
Dios?» Ni la inoportuna muerte de Bryan pudo aplacar el
menosprecio de muchos de sus detractores que le habían llegado a
menospreciar por su postura acerca de la creación. En su
obituario dedicado a William Jennings Bryan, H.L. Menken dijo que Bryan
«fue engañado por una teología infantil llena de un
odio casi patológico a toda erudición, a toda dignidad
humana, a toda belleza, a todo lo noble y hermoso. Imaginaos un
caballero, y habréis imaginado algo que él no era».
CONCLUSIÓN
No se puede evitar la
conclusión de que los guionistas de la película La
herencia del viento
nunca tuvieron la intención de escribir un relato preciso del
juicio de Scopes, ni quisieron describir a los principales personajes y
sus creencias de una manera imparcial y precisa. Pero algunos
podrán argumentar que las críticas del tipo que se
presentan en este estudio son inapropiadas para un
«docu-drama», porque la exactitud histórica es
sólo la víctima involuntaria de los intentos de
«agilizar» el argumento. Es cosa típica, por
ejemplo, introducir un idilio ficticio en las «historias de
Hollywood». Sin embargo, la evidencia sugiere que las
inexactitudes que se dan en la película La herencia del
viento son sustanciales, intencionales y sistemáticas. Es en
realidad muy fácil ver una sistemática en las
inexactitudes, y de ahí se pueden hacer suposiciones razonables
en cuanto a su motivación. Los cristianos fundamentalistas, y en
particular William Jennings Bryan, son constantemente satirizados
calumniosamente a lo largo de toda la película, mientras que los
escépticos y los agnósticos son constantemente
presentados como inteligentes, amables e incluso heroicos.
¿Quiénes,
podríamos preguntar, son estos vituperados fundamentalistas, y
por qué deberíamos dedicarnos tanto a ofenderlos? Hoy
día oímos a los medios de comunicación aplicar el
término «fundamentalista» no sólo a
cristianos, sino también a ciertas sectas musulmanas. El
término «fundamentalista» parece ahora ser empleado
por los medios de comunicación sólo en un sentido
peyorativo para etiquetar a los que son considerados como sumamente
celosos, inflexibles e intolerantes en sus creencias religiosas o
filosóficas. Pero una definición tan generalizada de
«fundamentalismo» podría aplicarse también a
algunos evolucionistas. Históricamente, el término Fundamentalismo
se aplicó a una coalición informal de cristianos
influenciados por una serie de libros llamados Los Fundamentos
que se publicaron a comienzos de 1909. El Fundamentalismo fue un
intento de volver a las enseñanzas fundamentales de la
fe cristiana que habían comenzado a ser erosionadas en algunas
iglesias por la tendencia crecientemente «modernista» de
alrededor de comienzos de siglo. Los «fundamentos»
incluían cinco doctrinas básicas: la inerrancia de
las Escrituras, la deidad de Cristo, la expiación vicaria de
Cristo, la resurrección corporal de Cristo, y la venida de
Cristo en gloria.
Se debería observar que estas creencias no son simplemente el
credo de una minoría fanática e insignificante de la
cristiandad, como sugieren algunos, sino que son compartidas por la
mayoría de los cristianos creyentes en la Biblia en el mundo.
Aunque la creación divina milagrosa no era uno de los
«fundamentos», también es claramente enseñada
en la Biblia y creída por la mayoría de los cristianos.
Una encuesta Gallup relativamente reciente (1982) mostraba que el 44
por ciento de todos los americanos creen que «Dios creó al
hombre en una forma muy como la actual en algún tiempo dentro de
los últimos 10.000 años». Otro 38 por ciento creen
que Dios condujo el proceso de la evolución, y sólo un 9
por ciento creen que Dios no tuvo una parte activa en el proceso. En
resumen, las creencias de los muy insultados fundamentalistas de
Dayton, Tennessee en 1925 no son muy diferentes de las de casi la mitad
de los estudiantes en las clases de las escuelas públicas en la
actualidad en los EE. UU. ¡Y es a estos a quienes se escarnece
con la película La herencia del viento! [En Europa la
situación es enormemente diferente, con un ateísmo
práctico reinante y una progresiva desmoralización y
desmoronamiento de la sociedad.]
Históricamente,
el término Fundamentalismo se aplicó a una
coalición informal de cristianos influenciados por una serie de
libros llamados Los Fundamentos que se publicaron a comienzos de 1909.
El Fundamentalismo fue un intento de volver a las enseñanzas
fundamentales de la fe cristiana que habían comenzado a ser
erosionadas en algunas iglesias por la tendencia crecientemente
«modernista» de alrededor de comienzos de siglo. Los
«fundamentos» incluían cinco doctrinas
básicas: la inerrancia de las Escrituras, la deidad de Cristo,
la expiación vicaria de Cristo, la resurrección corporal
de Cristo, y la venida de Cristo en gloria. Se debería observar
que estas creencias no son simplemente el credo de una minoría
fanática e insignificante de la cristiandad, como sugieren
algunos, sino que son compartidas por la mayoría de los
cristianos creyentes en la Biblia en el mundo.
¿Cuál es, entonces, el propósito de mostrar la
película La herencia del viento en las clases de
historia, de estudios sociales o de ciencia? Como historia, no
sólo es inexacta, sino sumamente engañosa. Como estudio
social, es sumamente parcial contra una clase determinada de personas y
sus creencias religiosas. Como ciencia, no tiene nada que ofrecer. En
toda la película, la única escena que sugiere siquiera
remotamente una evidencia científica es aquella en la que Darrow
sostiene un fósil y pregunta acerca de su edad. Si los maestros
se sienten impulsados a involucrarse en la controversia
Creación/Evolución en sus clases, tienen un material
mucho más actual a su disposición. Recientemente ha
habido muchos y electrizantes debates acerca de este tema, por ejemplo,
entre científicos calificados bastante sofisticados acerca de
sus evidencias científicas. No se tiene que recurrir a abogados
y a juicios de hace casi 70 años, a no ser que uno esté
principalmente interesado en leyes o historia. Los científicos
creacionistas han sustentado su argumento muy bien en estos debates; en
realidad, algunos evolucionistas admiten que los creacionistas
generalmente ganan estos debates. Después de un debate
televisado a escala nacional en los EE. UU. entre el creacionista
doctor Duane Gish y el evolucionista doctor Russell Doolittle, un
editor de la revista Science admitió que el doctor Gish
había «lanzado en desbandada» al doctor Doolittle.
Hay disponibles, de diversas fuentes, casettes en audio y video de
debates y conferencias, así como numerosos libros sobre las
evidencias científicas relativas a la controversia
creación/evolución.
Finalmente, se debe
añadir que las observaciones sumamente críticas de la
película La herencia del viento que aquí se
presentan son congruentes con las de otros que han comparado la
película con la evidencia histórica. En su
biografía definitiva en tres volúmenes acerca de la vida
y obra de William Jennings Bryan, Paolo Coletta decía:
«La imagen de Bryan fue muy dañada no tanto por
la obra teatral de Jerome Lawrence y Robert E. Lee La herencia del
viento como por la película del mismo título. En la
película, Frederick March representa a Bryan como un comparsa de
última fila, Gene Kelly representa a un irreconocible Mencken, y
Spencer Tracy, como Darrow, sale como el héroe. La
película también ataca la postura fundamentalista sin
sustituir de una manera satisfactoria la fe y experiencia religiosa por
la ciencia».
Y la nueva versión para
televisión, de 1988, juega exactamente el mismo papel, con un
Kirk Douglas que personifica a un William Jennings Bryan torvo,
fanático, duro, implacable, fuera de control, transmitiendo a
las masas una imagen falsa de lo que sucedió, de cómo era
Byran, de lo que se dijo en el juicio, y de las creencias y actitudes
de los cristianos conservadores en general. Éste es el
escándalo de La herencia del viento.
Bryan había ciertamente
preparado un argumento final elocuente. Entre otras cosas, hubiera
querido exponer el efecto de las filosofías ateas sobre las
mentes de las personas citando las mismas palabras de Darrow cuando,
defendiendo a Leopold y Loeb en Chicago, intentaba disculpar sus
crímenes por cuanto les habían enseñado la
filosofía de Nietzsche en la universidad. Esto lo quiso decir en
el año 1925. En 1945, Europa salía de la pesadilla nazi
en la que Hitler, aplicando las mismas filosofías, había
intentado «acelerar el proceso evolutivo» impulsando la
raza superior aria y destruyendo a los infrahombres», unos ocho
millones de ellos. La doctrina de la evolución ha servido de
base a todas las concepciones que justifican la irresponsabilidad
última del individuo, sin Dios ante quien dar cuenta de sus
actos, y la lucha y la contienda y la discordia social como pretendido
motor de progreso. Y esta doctrina es la que ahora está
desviando a toda la nueva generación y apartándola de
todo conocimiento de y obediencia a Dios, con todos los amargos frutos
de derrumbamiento personal individual de personas sin rumbo. Un rumbo
que no debieran haber perdido. Verdaderamente, por sus frutos es
conocido el árbol. «El que turba su casa heredará
viento» (Libro de los Proverbios, 11:29).
BIBLIOGRAFÍA
The World's Most Famous Court Trial, Cincinnati, Ohio:
National Book Company, 1925.
Darrow, Clarence: The Story of My Life, New York,
Charles Scribner's Sons, 1965.
de Camp, Sprague L.: The Great Monkey Trial, Garden
City, New York: Doubleday & Company Inc., 1968.
Coletta, Paolo E.: William Jennings Bryan III. Political
Puritan 1915-1925, Lincoln, Nebraska: University of Nebraska Press,
1969.
Levine, Lawrence W.: Defender of the Faith — William
Jennings Bryan: The Last Decade 1915-1925. New York: Oxford
University Press, 1965.
Morris, Henry M.: History of Modern Creationism, San
Diego, CA.: Master Book Publishers, 1984.
Santiago Escuain
Trasfondo
Histórico del Juicio de Scopes
Los medios de comunicación estatales españoles
están desde hace largo tiempo en campaña constante para
convencer al público de la factualidad de la doctrina
evolucionista en cuanto al origen y desarrollo del mundo de lo
viviente. Ejemplo de ello ha sido el pase de producciones como Cosmos,
Era una vez el hombre, y un largo etcétera. Por
Radio 2 (FM) de Radio Nacional de España se ha retransmitido
algunas veces la obra teatral en adaptación para la radio La
herencia del viento.
Esta obra pretende pasar por ser una representación del juicio
que tuvo lugar en Dayton (Tennessee) en 1925 contra un maestro de
escuela, acusado de enseñar evolución, lo cual estaba
prohibido en las escuelas públicas de aquel estado por la ley
Butler, y que no fue derogada hasta el año 1968. Se ha pasado
últimamente por televisión en su última
versión (1988) en forma de drama documental televisivo, y es
esencialmente una repetición de la película del mismo
título para el cine producida en 1960 con Spencer Tracy
(personificando a «Henry Drummond» = Clarence Darrow, el
abogado defensor), Gene Kelly (personificando a «Hornbeck»
= Mencken, un famoso columnista de la prensa), y Frederick March
(haciendo el papel de «Matthew Brady» = William Jennings
Bryan, principal abogado de la acusación). En la versión
de 1988, dirigida por David Green, actúan Kirk Douglas como
William Jennings Bryan, y Jason Robard y Darren McGavin.
En toda esta cuestión del famoso juicio de Scopes se
han levantado enormes pasiones, y esta película, ya desde su
primera versión en 1960, ha contribuido a echar gasolina al
fuego con su presentación de los hechos retorcida y parcial,
como se demuestra en el cuerpo del artículo: Frente al mito de
celudoide, Scopes jamás fue detenido en su clase, en presencia
de sus alumnos, ni encarcelado, ni corría riesgo de pena de
cárcel, que no estaba contemplada en la ley. Lo que es
más chocante, y lo confiesa él mismo en diversas
ocasiones, él no enseñó evolución,
sino que aceptó voluntariamente ser acusado de ello para poner a
prueba la mencionada ley Butler.
Y antes de seguir, se debe poner en claro que este
artículo es un examen de la factualidad de los hechos de la
película, en comparación con la transcripción del
juicio y otras fuentes históricas. Dicho todo esto, pasemos a
examinar la cuestión.
¿Qué era esta Ley Butler? ¿Se trataba
acaso de una posición cerril de los antievolucionistas,
dispuestos a perseguir inquisitorialmente a los que mantuvieran ideas
evolucionistas, según la idea que se puede desprender
fácilmente de esta situación? Para contestar a esta
pregunta se debe comprender la situación política y
social de los Estados Unidos. Allí siempre se había
protegido el libre tráfico de las ideas sin censura. Pero cuando
llegamos a la concepción de qué es la educación, y
a quién compete administrar la educación a los
niños, había y hay, tanto allí como en
España y en todos países, el choque entre la idea de que el
contenido y la orientación filosófica de la
educación competen a los padres, y que los poderes
públicos deben garantizar que esto se respete estrictamente
(como reza el artículo 27.3 de la Constitución
Española), y la despótica, en la que el Estado usurpa el
lugar de los padres en esta cuestión.
En Tennessee, como en todos los estados de la Unión,
regía el principio de separación de iglesia y estado, por
lo que no se podía enseñar la Biblia en las escuelas
públicas. Sin embargo, atendiendo al sentir general de la
población, que no quería que la escuela pública
fuera empleada para subvertir las creencias cristianas que los
niños aprendían en sus hogares o en la iglesia (por
cuanto el concepto de escuela pública era que cumplía una
misión subsidiaria a los padres), la Ley Butler
prohibió enseñar que el hombre provenía de
órdenes animales inferiores como contraria a la enseñanza
bíblica admitida por la generalidad de la población. No
se prohibía enseñar la evolución de los animales y
de las plantas, y tampoco se mandaba afirmativamente enseñar la
Biblia, lo que estaba constitucionalmente prohibido: sólo se
prohibía enseñar una hipótesis subversiva de la fe
cristiana a niños de padres en medio de una cultura
cristiana en instituciónes públicas de
enseñanza. Los maestros que quisieran fundar una escuela privada
para enseñar su concepción particular del origen del
hombre y filosofías anticristianas no eran en absoluto
molestados. Pero en la cuestión de la enseñanza pública
se imponía esta limitación, en atención a la
postura mayoritariamente cristiana de la población.
Aquí se debe insistir que a pesar de toda la propaganda
en contrario, el evolucionismo no ha sido demostrado como un hecho,
aunque algunos de sus partidarios lo repitan constante y
estridentemente, sino que sigue siendo una doctrina hija de la
filosofía naturalista, cuyo método excluye a Dios a
priori. Dentro de su marco se intenta dar explicación al
mundo de lo viviente dejando expresamente a un lado toda posible
acción divina. Así, el Evolucionismo no es una
conclusión dictada por el estudio del mundo de lo viviente,
sino una filosofía formalmente atea que se impone sobre
el estudio del mundo de lo viviente como punto de partida
metodológico necesario por parte de sus creyentes. «No es
por sus conclusiones, sino por su principio metodológico que la
ciencia moderna rechaza la creación directa» (véase
Weizsäcker, C. F. von, La importancia de la ciencia, Ed.
Labor, Barcelona 1976, pág. 125).
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Most Famous Trial a la siguiente dirección:
- Rhea County Historical
Society
- Dayton, TN 37321
- Estados Unidos de
Norteamérica
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