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||||||||||   Apartado 2002 - 08200 SABADELL (Barcelona) ESPAÑA | SPAIN   ||||||||


David Menton, Ph.D. (*)

La historia según Hollywood del Juicio Scopes

Crónica de una manipulación cinematográfica


En su libro History of Modern Creationism el popular orador creacionista doctor Henry M. Morris comenta que mientras estaba en una gira de conferencias por Nueva Zelanda descubrió que «ciudad tras ciudad, bien durante mi visita o inmediatamente después, los canales de televisión gubernamentales iban mostrando la película acerca del juicio de Scopes La herencia del viento, una y otra vez». El doctor Morris concluía que es una indicación de la pobreza de los argumentos científicos de los evolucionistas que se siga empleando esta película de 30 años de antigüedad, basada en una obra teatral de hace 40 años, que a su vez se basa en un juicio de hace 65 años, para argumentar el caso de la evolución contra el de la creación. Es sorprendente la continuidad y frecuencia con que se pasa esta película en vista de su mediocre calidad dramática. Es indudable que el atractivo de La herencia del viento descansa principalmente en la relevancia que se le atribuye en la creciente controversia Creación/Evolución.

En tanto que la película no es, desde luego, un documental, se considera como un «docu-drama» del famoso juicio Scopes de 1925, que enfrentó a William Jennings Bryan contra Clarence Darrow en un clásico enfrentamiento acerca de la enseñanza de la evolución o de la creación en las escuelas públicas. Se tomaron considerables libertades teatrales en el desarrollo del guión, pero ocasionalmente se usaron literalmente algunas de las discusiones de la transcripción taquigráfica del juicio de Scopes. Desafortunadamente, el montaje resultante ha sido ampliamente considerado como esencialmente un relato histórico del juicio. La verdad es que La herencia del viento está incluso siendo empleado como una película «educativa» en clases de ciencia, historia y estudios sociales. Hay profesores que afirman que la película enseña «el triunfo de la ciencia sobre el dogma religioso». Pero, ¿acaso esta película, o siquiera el mismo juicio de Scopes, muestra el triunfo de la ciencia (evolucionismo) contra el dogma religioso (creación específica)? Más importante aún: ¿Es esta película una descripción veraz y precisa de la gran batalla de ideas y creencias que tuvo lugar en el tribunal del Condado Rhea en Dayton, Tennessee? Las respuestas a estas preguntas son importantes en vista del impacto que una película de este tipo tendrá probablemente sobre las actitudes y creencias de los estudiantes y que tiene en las actitudes de los televidentes españoles o de cualquier otro país y lengua en que se difunda, careciéndose como se carece en general del conocimiento de los verdaderos antecedentes del caso, y de lo que verdaderamente sucedió y se dijo y qué actitudes y quienes las mostraron durante el juicio.

El propósito de este estudio es el de comparar cuidadosamente la película La herencia del viento con la transcripción real del juicio de Scopes, así como con varios relatos biográficos e históricos del juicio y de los que participaron en él. Se empleó una cinta de video comercial de toda la película La herencia del viento (CBS Fox Video, © 1960; United Artists) y fue contrastada [por Santiago Escuain] también con la más reciente producción de 1988 dirigida por David Green, difundida por la Segunda Cadena de Televisión Española el viernes 2 de febrero de 1990 en el programa «A Través del Espejo», mediante un video, para poder examinar de manera repetida la película en su integridad, o partes de la misma. Ambas versiones tienen realmente el mismo contenido. Este contenido fue contrastado en buca de una exactitud literal, contextual e histórica con la transcripción del juicio y otros registros históricos que se indican en la bibliografía. La transcripción del juicio de Scopes está disponible en microfilm en la mayor parte de las bibliotecas de las facultades de Derecho de las universidades americanas, pero para más comodidad en este estudio se ha empleado una reimpresión de la transcripción original publicada íntegramente en la época del juicio en el libro The World's Most Famous Court Trial (véase bibliografía al final). Todas las referencias de páginas a la «transcripción» en este estudio se corresponden con este libro. Cosa curiosa, la película La herencia del viento, a diferencia de otros «docu-dramas» como Gandhi o Patton, no emplea los verdaderos nombres ni de los participantes ni de los lugares que representa. Yo he decidido emplear los nombres propios para evitar confusiones, por cuanto nunca ha habido duda alguna acerca de quiénes son los principales personajes que se pretenden representar en la película.

Creemos que las siguientes observaciones harán evidente que hay profundas discrepancias entre la película y la evidencia histórica pertinente. Estas diferencias no son inesperadas, excepto por el grado en que esto se da. Lo que es más significativo, sin embargo, es que hay considerables evidencias que apuntan a que la película no es simplemente inexacta en el sentido en que lo son «las historias de Hollywood», sino que es realmente perversa en sus intenciones. Las inexactitudes históricas resultan sistemáticas y de una forma que presenta un prejuicio de proporciones calumniosas contra una clase determinada de personas y sus creencias. Específicamente, aquellas personas que creen en una interpretación natural de la Biblia, y especialmente en el registro bíblico de la creación, son descritas de una manera insultante hasta lo grotesco. Por otra parte, a los que son críticos o virtualmente incrédulos con respecto a los milagros de la Biblia se les presenta como personas eminentemente razonables que tienen que sufrir los insultos, amenazas e ignorancia de los cristianos fundamentalistas a su alrededor.

Edificio del tribunal de Dayton, Condado Rhea, Tennesse


 

Se puede decir que las dos principales causas de la percepción totalmente distorsionada que se tiene en general de lo que sucedió realmente en el juicio de Scopes, de sus antecedentes, naturaleza, argumentaciones y protagonistas, son: (1) La versión unilateral y partidista que dio en sus crónicas el columnista H. L. Mencken, que desde siempre había sido un acerbo oponente del cristianismo organizado, y (2) La película que nos ocupa.

... hay considerables evidencias que apuntan a que la película no es simplemente inexacta en el sentido en que lo son «las historias de Hollywood», sino que es realmente perversa en sus intenciones. Las inexactitudes históricas resultan sistemáticas y de un tipo que presenta un prejuicio de proporciones calumniosas contra una clase determinada de personas y sus creencias.


En las observaciones que siguen se presentan segmentos de la línea general del relato de la película en un orden básicamente cronológico bajo el encabezamiento «PELÍCULA»; inmediatamente a continuación, bajo «REALIDAD», viene una consideración del dicho segmento de la película a la luz de la transcripción del juicio de Scopes junto con otras fuentes históricas.

PELÍCULA

Comienza con un cántico desafinado del espiritual negro «La vieja fe» repetido por diferentes grupos. Suenan los tambores de manera ominosa mientras unos hombres siniestros (clérigos y hombres de negocios) se reúnen para hacer maldades en nombre de Dios. Irrumpen en la clase de biología, donde John Scopes es sorprendido enseñando evolución con entusiasmo y convicción, y allí acusan a Scopes de quebrantar la ley contra la enseñanza de la evolución. Scopes es de inmediato encarcelado y queda en la cárcel a lo largo de todo el juicio. Atemorizado, Scopes envía una carta a un diario pidiendo ayuda, suponiendo, por lo que parece, que siempre se puede confiar en los medios de comunicación para defender el buen nombre del evolucionismo. El notorio H. L. Menken se lanza al rescate y contrata la ayuda del famoso abogado Clarence Darrow. [En la versión de 1960 se muestra que ello tiene lugar de manera muy oportuna, porque los cristianos fundamentalistas odian a John Scopes y se reúnen fuera de la ventana de su celda para echarle objetos y corear que le van a linchar].

REALIDAD

Nadie irrumpió en la clase de Scopes. Scopes no era profesor de biología. Scopes sólo actuó durante dos semanas cerca del final del curso escolar para sustituir al profesor de biología, Mr. Ferguson, que estaba enfermo. Scopes no tenía siquiera un título universitario de ciencias (tenía un título medio en leyes por la Universidad de Kentucky), pero de todas maneras había sido contratado para enseñar ciencia general y para entrenar al equipo de fútbol. El equipo fue mejorando durante el año que entrenaron con Scopes y por lo general era del agrado de la gente del Condado Rhea. No parece que nadie fuera de su escuela supiera ni se preocupara de qué era lo que Scopes enseñaba en la escuela. Scopes siempre ha mantenido que él nunca enseñó evolución durante las dos semanas que estuvo como sustituto del profesor de biología, sino que dio repaso a los estudiantes para su examen final. En el libro de Sprague de Camp, The Great Monkey Trial (El gran juicio del mono), se registra una notable conversación entre Scopes y el informador William K. Hutchinson, del International News Service (Servicio Internacional de Noticias), que tuvo lugar durante los últimos días del juicio; Scopes dijo:

«Hay algo que debo decirle. Me ha preocupado. Yo no violé la ley... Nunca enseñé aquella clase de evolución. Me la salté. Estaba haciendo otra cosa el día que debía enseñarla, y pasé por alto toda la lección acerca de Darwin, y no la enseñé nunca. Aquellos chicos a los que presentaron como testigos no podían recordar lo que yo les había enseñado hacía tres meses. Habían sido instruidos por los abogados». «Honradamente, me he sentido asustado durante todo el juicio temiendo que los chicos pudieran recordar que no dimos aquella lección. Tenía miedo que en el momento de testificar dijeran que yo no había enseñado aquello, y que todo el juicio se fuera al cuerno. Si esto hubiera sucedido, ¡me hubieran echado fuera de la ciudad emplumado!» Cuando Hutchinson contestó que esto sería un gran reportaje, Scopes dijo: «¡No, no! Ni una palabra de esto hasta que el Tribunal Supremo vea mi apelación. Mis abogados me matarían.» (De Camp, pág. 432).

Hutchinson sí afirmó que oyó a Clarence Darrow enseñar a los estudiantes qué era lo que tenían que decir, pero a pesar de esta instrucción sólo uno de los estudiantes implicó claramente que Scopes había enseñado evolución. Hasta el día de hoy la prensa está guardando su pequeño secreto: Clarence Darrow, que se suponía estaba defendiendo a su cliente de una ley que prohibía la enseñanza de la evolución, ¡instruyó a los estudiantes de su cliente para que cometieran perjurio pretendiendo que John Scopes había enseñado evolución, cuando de hecho no era así!

Se debería enfatizar que, en contra de lo que muestra la película, Scopes nunca fue encarcelado por enseñar evolución.


Debido al hecho de que John Scopes era un popular entrenador de fútbol en Dayton que nunca enseñó evolución ni tenía intensos sentimientos acerca de esta cuestión, ¿cómo llegó a ser acusado de violar una ley de Tennessee que prohibía enseñar la evolución del hombre?

Los que presentaron la acusación contra John Scopes de haber enseñado evolución fueron la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) de la ciudad de Nueva York y George Rappleyea, un facultativo de minas local de Dayton. La ACLU estaba deseosa de lograr un caso de prueba en Tennessee para poderlo emplear para que fuera derogada o anulada la ley Butler. Esta ley prohibía a los maestros de escuelas públicas en el estado de Tennessee negar el relato bíblico literal del origen del hombre y enseñar en su lugar la evolución del hombre procedente de animales inferiores. Como ya se ha mencionado, la ley no prohibía enseñar la evolución de ninguna otra especie de vida, plantas o animales. George Rappleyea leyó un comunicado de prensa de la ACLU en un diario de Chattanooga, The Daily Times, que en parte decía:

«Buscamos un maestro de Tennessee que esté dispuesto a aceptar nuestros servicios para someter a prueba esta ley en los tribunales».

El comunicado prometía servicios legales sin costo alguno, e implicaba que el Ku Klux Klan y «sociedades patrióticas profesionales» eran las «inspiradoras» de esta ley. Rappleyea tenía aparentemente sus propios motivos para tratar de poner en entredicho a los cristianos fundamentalistas de Tennessee desafiando y quizá anulando una ley que favorecía la enseñanza del relato bíblico de la creación del hombre. Durante el juicio de Scopes, George Rappleyea contó a la prensa sus razones para poner en marcha el juicio de Scopes. Rappleyea estaba aparentemente ofendido por un predicador fundamentalista que, según él, había dicho que un muchacho que había muerto sería arrojado a «las llamas del infierno» porque no había «confesado a Cristo» ni estaba bautizado. Esto aparentemente no concordaba con las opiniones religiosas de Rappleyea, y prometió que «ajustaría las cuentas» a los «fundamentalistas», que él creía eran los que estaban detrás de la ley antievolucionista (de Camp, págs. 6-7). Rappleyea dijo: «Decidí que se lo mostraría al mundo».

Rappleyea, a quien de Camp describe como un hombre «intenso, amante de la polémica, verboso», no perdió el tiempo, y fue a encontrarse con John Scopes para presionarle a que aceptara la oferta de la ACLU. Scopes no tenía ganas de meterse en aquello y le dijo a Rappleyea que él en realidad no había enseñado evolución. Rappleyea insistió que por cuanto el texto de biología la enseñaba, esto ya se aproximaba bastante, y con la desganada autorización de Scopes escribió allí mismo un telegrama a la ACLU que decía:

«El profesor J. T. Scopes, enseñante de ciencia en Instituto Condado Rhea, Dayton, Tenn., será arrestado y acusado de enseñar evolución. Consentimiento de superintendente de educación para caso prueba a defender por ustedes. Manden telegrama a cobro revertido si desean cooperar y se dará el arresto».

Parece que Rappleyea ni siquiera esperó a la respuesta de la ACLU sino que se dirigió acto seguido a un juez de paz para pedir una orden para el arresto de Scopes. Sue Hicks, una abogado local, cumplimentó una orden provisional para el arresto mientras que Rappleyea juraba su declaración y firmaba la orden. Luego fue a buscar un sheriff y pidió el arresto de John Scopes. Scopes fue arrestado y puesto en libertad bajo una fianza de 1.000 dólares. Se debería enfatizar que, en contra de lo que muestra la película, Scopes nunca fue encarcelado por enseñar evolución. Al presentar a Scopes como «preso», la película evidentemente intenta suscitar simpatías hacia Scopes como un hombre perseguido por sus creencias por parte de fundamentalistas acechantes. En su libro, Sprague de Camp destruyó lo que él llamó «el extendido mito» del consagrado maestro de escuela perseguido por unos fundamentalistas lanzados a «la quema de brujas» a causa de su valerosa postura en favor de la evolución:

«El juicio no fue "una caza de brujas", como se ha dicho, porque el acusado y sus defensores —las "brujas"— eran en realidad los cazadores, acosando la ley con la intención de anularla, o al menos de hacer que perdiera su fuerza». (de Camp, pág. 490.)

PELÍCULA

A lo largo de la película se describe a William Jennings Bryan como un hombre pomposo, estúpido, intolerante, hipócrita, insincero, y glotón. Mientras el juicio va avanzando, Bryan se vuelve virtualmente obsesionado con su misión de perseguir a John Scopes y de mantener el evolucionismo fuera de las escuelas. Hasta la mujer de Bryan llega a darse cuenta gradualmente de que su marido es un zelota, y parece lamentar no haber llegado a conocer mejor a Clarence Darrow en sus años jóvenes. Incluso se arroja fango sobre la reputación de Bryan como orador, pues en la película se le describe como un hombre lleno de vanidad y arrogancia, sin contenido alguno, cuyo estilo y sentido del humor sólo atrae a la gente ignorante (o sea, a los cristianos fundamentalistas). Es difícil contemplar la película sin desarrollar un sentimiento de desprecio contra William Jennings Bryan y contra los cristianos fundamentalistas que por alguna razón encuentran algo que admirar en este hombre.

REALIDAD

En su libro The Great Monkey Trial (El gran juicio del mono), Sprague de Camp repudia el cristianismo conservador de Bryan y no pierde oportunidad alguna de criticar sus posturas científicas, y sin embargo la honradez le impulsa a dar crédito a Bryan por al menos algunas de sus innegables virtudes:

«Como orador, Bryan irradiaba una sinceridad llena de buen humor. Pocos de los que le escuchaban podían impedir sentir simpatía por él. Era poderoso y enérgico de personalidad, y terco, pero genial, amable, generoso, atractivo y encantador. Mostraba una tolerancia digna de encomio para con los que estaban en desacuerdo con él. Bryan fue el mayor orador americano de su tiempo, y quizá de cualquier tiempo» (de Camp, pág. 37).

Éste no es evidentemente el hombre descrito en la película, pero la descripción que hace de Camp del carácter de Bryan es totalmente congruente con las principales biografías de Bryan (véase Levine, 1965, y Coletta, 1969). Sin embargo, muchos de los enemigos de Bryan insistían en que, a pesar de sus muchas virtudes, era un ignorante e incluso peligroso cuando se trataba de cuestiones científicas o factuales. El registro histórico no sustenta esta acusación. Bryan no era un mero «hombre común», como incluso a él le gustaba describirse, sino que fue también un político inmensamente productivo y progresista que fue el líder reconocido del Partido Demócrata durante 30 años, y que fue tres veces designado por su Partido como su candidato a Presidente de los Estados Unidos. Aunque Bryan nunca fue elegido presidente, sí que sirvió como Secretario de Estado bajo Woodrow Wilson, y durante este tiempo dedicó la mayor parte de su atención a negociar tratados con países extranjeros en un esfuerzo por impedir el estallido de la Primera Guerra Mundial. Durante su carrera política, Bryan luchó intensamente por la legislación más progresista de su tiempo, incluyendo la elección popular de los senadores, un impuesto sobre la renta, la acuñación libre e ilimitada de plata, requerimientos para la publicación de la circulación y propiedad de los diarios, la creación del Ministerio de Trabajo, y el sufragio femenino. Bryan atraía a una amplia capa de la población, incluyendo a aquellos cuyas posturas políticas eran decididamente liberales. Clarence Darrow mismo hizo campaña en favor de Bryan cuando presentó su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. Pero muchos de los «progresistas» que habían apoyado a Bryan pasaron a menospreciarle por sus abiertas convicciones cristianas, en particular cuando osó hablar contra el darwinismo.

PELÍCULA

Se presenta a la gente cristiana conservadora de Dayton, Tennessee, como un atajo de ignorantes, cerriles, descorteses e incluso amenazantes hacia los abogados de la defensa, los reporteros y los forasteros en general.

REALIDAD

La transcripción del juicio de Scopes demuestra que esto es precisamente contrario a la realidad:

Darrow: «No sé si he estado nunca en mi vida en una comunidad donde mis ideas religiosas hayan diferido tan ampliamente de la gran masa como he visto desde que estoy en Tennessee. Pero llegué aquí como un perfecto extraño, y puedo decir lo que he dicho antes, que no he encontrado de parte de nadie —de ningún ciudadano de aquí en esta ciudad o fuera de ella— la menor descortesía. He sido tratado mejor, más amablemente y con más hospitalidad que imaginaba que habría sido el caso en el norte» (transcripción, págs. 225-226).

Reportero de Toronto: Quisiera «expresar mi gran aprecio por la abrumadora cortesía que se nos ha mostrado tanto a mí como a mis colegas de la prensa tanto por el tribunal como por los ciudadanos de Dayton. Me llevaré conmigo un mayor aprecio por la gran república hacia la que hemos sentido tanto aprecio, y cuyas instituciones tanto alabamos y admiramos» (transcripción, pág. 315.)

PELÍCULA

En la sala del tribunal sólo se le llama «Coronel» a Bryan, pero no a Darrow, porque le habían otorgado solamente a Bryan el grado de Coronel honorario de la milicia estatal de Tennessee. Darrow, comprensiblemente, se resiente ante esta enorme exhibición de parcialidad y el Estado designa con desgana a Darrow como «Coronel honorario provisional» en un esfuerzo desmañado para ocultar su evidente parcialidad en favor de Bryan.

REALIDAD

«Coronel» era un título honorario usual empleado en el tribunal, y se extendió a todos los abogados implicados en el caso de Scopes. No tenía nada que ver con el estamento militar ni con favoritismos. Tanto Darrow como Bryan, y desde luego todos los abogados en la causa, fueron frecuentemente designados como «Coronel» durante el juicio. Por otra parte, Bryan, a diferencia de Darrow, era realmente un Coronel del Ejército de los Estados Unidos.

PELÍCULA

Darrow objeta al anuncio de una reunión de oración vespertina al terminar el primer día de juicio.

REALIDAD

Jamás se hizo tal anuncio durante el juicio, pero Darrow y los otros abogados de la defensa objetaron repetidamente a la apertura de cada sesión del tribunal con oración, como era costumbre en Tennessee y sigue siéndolo en el propio Tribunal Supremo de los Estados Unidos.

PELÍCULA

Darrow lleva a Bryan a la admisión de que está totalmente opuesto al empleo del libro de Darwin El linaje del hombre en la clase de biología del Instituto del Condado Rhea a pesar de que nunca ha leído el libro de Darwin ni tiene la intención de leerlo. Darrow le pregunta a Bryan si está familiarizado con El Origen de las Especies de Darwin, y tiene lugar el siguiente diálogo:

Bryan: No estoy interesado en lo más mínimo en las hipótesis paganas de este libro.

Darrow: ¿Nunca lo ha leído?

Bryan: Ni pienso leerlo jamás.

... fue Bryan, y no Darrow, quien empleó la obra de Darwin El linaje del hombre como evidencia en el juicio y citó de ella ... También demostró estar familiarizado con T. H. Huxley.


REALIDAD

El anterior diálogo es una pura invención. Jamás se hizo tal pregunta ni se dio tal respuesta. De hecho, no era el libro de Darwin el empleado en la clase, sino el de Hunter, Civic Biology (Biología cívica), del cual citó Bryan. Y fue Bryan, y no Darrow, quien empleó la obra de Darwin El linaje del hombre como evidencia en el juicio y citó de ella (transcripción, pág. 176). Bryan demostró, por ejemplo, que Darwin había afirmado que el hombre descendía de un mono, extremo éste que la defensa había tratado de negar. También demostró estar familiarizado con T. H. Huxley. Uno de los biógrafos de Bryan, Lawrence W. Levine, afirma que ya había leído El Origen de las Especies en 1905 —¡20 años antes del juicio de Scopes! Aunque las reservas de Bryan acerca de la teoría de la evolución estaban desde luego influenciadas por creencias religiosas, había escrito muchos artículos bien argumentados que constituían una crítica de la evidencia científica empleada en sus tiempos para defender la teoría de la evolución. Bryan había también mantenido una larga correspondencia acerca del tema de la evolución con el famoso evolucionista Henry Fairfield Osborn. Y como lego, el conocimiento que tenía Bryan de la evidencia científica en pro y en contra de la evolución era inusualmente grande. En comparación, la transcripción del juicio muestra que Darrow dio la impresión de tener una comprensión muy deficiente tanto del significado como del supuesto mecanismo de la evolución. Parecía que Darrow descansaba su creencia en la evolución en base de la «autoridad» científica, que aceptaba de manera incuestionable, y en su total rechazo de todos los milagros de la Biblia, incluyendo, desde luego, el relato de Génesis de la Creación.

No participó mujer alguna en el juicio. ... Los guionistas de La herencia del viento ... implican falsamente en el juicio a la joven, supuestamente hija de un fanático reverendo al que ella finalmente abandona. Esto es muy eficaz como golpe de efecto, pero es calumnioso. Bryan fue cortés en todo momento en su trato a los testigos, como lo demuestra el examen de la transcripción del juicio.


PELÍCULA

La bella y tierna prometida de Scopes, «Rachel Brown», es llamada como testigo y es tratada desconsideradamente por Bryan, que la obliga a testificar contra su propio prometido. Bryan, siempre el fanático, pierde el dominio de sí mismo, y se vuelve cruel y monstruosamente implacable en su interrogatorio de la joven.


REALIDAD

No participó mujer alguna en el juicio. Scopes no tenía ninguna novia en especial ni prometida en aquel tiempo, aunque había salido con varias muchachas de Dayton, y la razón de haberse quedado aquel verano era para poder citar a una atractiva rubia. Los guionistas de La herencia del viento transforman esto en un romance formal, e implican falsamente en el juicio a la joven, supuestamente hija de un fanático reverendo al que ella finalmente abandona. Esto es muy eficaz como golpe de efecto, pero es calumnioso. Bryan fue cortés en todo momento en su trato a los testigos, como lo demuestra el examen de la transcripción del juicio. En cambio, Darrow fue en ocasiones arrogante y menospreciativo en su trato de los testigos, juristas, abogados del campo contrario, e incluso con el Juez. De hecho, Darrow fue citado a comparecer, acusado de desacato y menosprecio al tribunal, por interrumpir e insultar repetidamente al Juez Raulston. Tras haber presentado sus excusas, a lo que fue persuadido por sus compañeros de la defensa, el Juez Raulston revocó la acusación. Darrow persiguió tan implacablemente a Bryan por sus creencias religiosas, cuando lo llamó al estrado de los testigos, que algunos han sugerido que Darrow realmente aceleró la muerte de Bryan. Esta posibilidad la tenía indudablemente en mente H.L. Menken cuando, al saber de la muerte de Bryan pocos días después del juicio, comentó: «Bien, hemos matado a aquel hijo de perra». El trato de Darrow hacia Bryan fue tan deplorable que incluso llevó a muchos miembros de la ACLU a ejercer una presión eficaz que le impidió representar a Scopes cuando el caso fue después apelado al Tribunal Supremo Estatal. Los clérigos liberales que apoyaban a la ACLU mantuvieron que Darrow había logrado volver a muchos teólogos «moderados» contra la evolución y contra la ACLU por su actitud evidentemente hostil contra el cristianismo y contra Bryan. En la película vemos otra notable perversión de los hechos cuando Darrow amenaza frustrado con abandonar la causa, cuando de hecho luchó en contra de ser excluido de la causa por la ACLU.


PELÍCULA

La defensa no puede obtener permiso para emplear a sus varios testigos expertos porque Bryan tiene miedo de su testimonio y lo considera irrelevante. Uno por uno, Darrow llama a sus distinguidos científicos al estrado, pero cada vez, gracias a un juez ignorante y parcial, Bryan sólo tiene que decir «objeción —irrelevante», y ahí se acaba todo.


REALIDAD

Técnicamente, el único punto a tratar en el juicio era si John Scopes había enseñado evolución o no, por lo que naturalmente los abogados de la acusación cuestionaron la relevancia del testimonio de los testigos expertos. Sin embargo, el testimonio de los evolucionistas reunidos por la defensa quedó impedido porque Darrow rehusó obstinadamente que sus testigos científicos fueran interrogados a su vez por la acusación (transcripción, págs. 206-208). Bryan había pedido y recibido el derecho a interrogar a su vez a los testigos expertos, pero Darrow estaba tan opuesto a permitir que sus expertos fueran interrogados, ¡que no llamó a ninguno de ellos al estrado! Bryan observó que bajo las condiciones exigidas por Darrow, los evolucionistas podrían acudir al estrado de los testigos y meramente expresar sus especulaciones y opiniones sobre la evolución sin temor a incurrir en perjurio ni a ser contradichos.

A pesar de todo esto, el Juez Raulston no impidió el testimonio; sólo rehusó entonces que fuera dado ante el jurado. Los expertos leyeron sus testimonios para que constara en las actas, mientras el jurado se retiraba. Porque el punto que se debía determinar no era si el evolucionismo era bueno o malo, cierto o falso, sino si Scopes había enseñado evolución o en una institución pública en violación de la Ley Butler. Aquel testimonio experto podía ser relevante para determinar la constitucionalidad o no de aquella ley, pero la constitucionalidad de la ley no era algo que le pertenciera al jurado determinar, sino al juez y a los tribunales superiores de apelación. Cualquier juez consciente habría actuado como lo hizo el Juez Raulston (Levine, pág. 347).

Aquí vale la pena destacar que todos los «expertos» de Darrow se apoyaron en parte en el Hombre de Piltdown, el supuesto «eslabón perdido» que resultó ser un fraude: un cráneo humano con la mandíbula de un mono con los dientes limados, los cóndilos rotos para que no pudiera identificarse la no correspondencia de la mandíbula con el cráneo, y todo ello teñido con dicromato potásico para dar apariencia de antigüedad (véase Malcolm Bowden, Los Hombres-Simios: ¿Realidad o Ficción?, CLIE, Terrassa 1984, págs. 13-71).

La sabiduría de esta posición quedó ampliamente demostrada por las confusas y retorcidas opiniones del único científico al que se le había permitido testificar antes para la defensa. A través del juicio la definición de evolución fue expresada de una manera tan confusa por la defensa y sus testigos que parece improbable que ninguno de los miembros del jurado hubiera podido saber exactamente qué es la evolución, y qué no es. La evolución, por ejemplo, fue repetidamente confundida con la embriología, ¡e incluso con el envejecimiento humano! Uno de los abogados de la defensa, Dudley Field Malone, es un ejemplo de ello:

«El embrión se transforma en un ser humano cuando nace. La evolución nunca se detiene desde el comienzo de una célula hasta que el ser humano vuelve en la muerte a polvo sin vida. Queremos poner delante de ustedes evidencias de este tipo a fin de destacar la importancia de la teoría de la evolución». (Transcripción, pág. 116.)

Otro abogado de la defensa, Arthur Garfield Hays, añadió caos a la confusión al decir:

«Sé que en el vientre de la madre la primera cosa que aparece es una célula y que aquella célula crece y se subdivide y crece hasta llegar a ser un ser humano y nace un ser humano. ¿Acaso esta declaración, como el muchacho ha dicho desde el estrado, de que le enseñaron de que el hombre viene de una célula —es ésta una teoría de que el hombre descendió de un orden inferior de animales? No lo sé, y me atreveré a decir que vuestra señoría tiene algunas dudas acerca de esto. ¿Tenemos derecho a encontrar si lo es o no al presentar este caso al jurado?» (Transcripción, pág. 156.)

El mismo Darrow dio la impresión de que casi no tenía comprensión del significado del término evolución. Cuando el Juez Raulston, que comprensiblemente quedó confuso con todas las ambigüedades acerca del tema de la evolución, le preguntó a Darrow si él creía que toda la vida provenía de una célula, Darrow le contestó:

«Bien, no lo tengo tan claro, pero creo que sí». «Toda la vida humana proviene de una célula. Usted vino de una y yo vine de una —nada más que una sola célula». (Transcripción, pág. 189.)

Incluso el doctor Maynard M. Metcalf, zoólogo de la Universidad John Hopkins, cometió este mismo error en su testimonio «experto», y luego pasó a oscurecer la definición de evolución hasta hacerla irreconocible. Primero el doctor Metcalf aseguró al Tribunal de sus cualificaciones como evolucionista afirmando:

«Siempre he estado particularmente interesado en la evolución del organismo individual desde el huevo, y también la evolución del organismo como un todo desde el comienzo de la vida, siempre ha sido una especie de interés mío pecular». (Transcripción, pág. 136.)

Cuando Darrow le pidió que explicara qué era lo que significaba por «el hecho de la evolución», el doctor Metcalf respondió así:

«La evolución, pienso yo, significa el cambio; en último análisis creo que significa el cambio de un organismo de un carácter a un carácter diferente, y por carácter me refiero a su estructura, o a su comportamiento, o a sus funciones o a su método de desarrollo desde el huevo o cualquier otra cosa —el cambio de un organismo desde un conjunto característico que lo caracteriza a una condición diferente, caracterizada por un conjunto de características diferentes, bien estructurales o funcionales, podría ser denominado de manera apropiada, creo yo, evolución como siendo la evolución de aquel organismo; pero el término en general significa la serie entera de tales cambios que han tenido lugar durante cientos de millones de años que han producido desde humildes comienzos la naturaleza de los cuales no se comprende en absoluto de manera plena a organismos de un carácter mucho más complejo, cuya estructura y función seguimos estudiando, porque no hemos comenzado a aprender lo que tenemos que saber acerca de ellos». (Transcripción, pág. 139-140.)

Hasta ahí en cuanto al hecho de la evolución. Uno sólo puede imaginar qué preguntas habría hecho Bryan al doctor Metcalf si Darrow hubiera permitido que interrogara a sus testigos expertos. Bryan estaba evidentemente consciente de la confusión que estaba introduciendo la defensa con su definición de evolución, y señaló que incluso uno de los niños de la escuela que habían testificado parecía tener una mejor comprensión de la evolución que los abogados de la defensa:

«Aquel pequeño sabía de lo que estaba hablando, y para sorpresa mía los abogados no parecían comprender la significación de la teoría de la evolución —él pensaba que aquel muchacho estaba hablando de individuos proviniendo de una célula». Bryan enfatizó que la evolución era «No el desarrollo de un individuo de una célula, sino el surgimiento de toda la vida desde una célula». (Transcripción, pág. 173.)

Bryan señaló que incluso la Asociación Nacional de Educación estaba confundida acerca del tema, y, como resultado, el intento de ellos de emitir una declaración oficial condenando a Tennessee por «ignorancia y fanatismo» quedaba frustrado por su incapacidad de llegar a un acuerdo acerca de la definición de evolución (transcripción, pág. 173). Quizá lo más significativo de todo es que la película La herencia del viento escogió ignorar virtualmente todos los comentarios y testimonios científicos que se presentaron durante el juicio, incluyendo el del doctor Maynard Metcalf. Mientras que esto puede haber sido por las razones que acabo de exponer, la película desde luego no exhibe un «triunfo de la ciencia sobre el dogma religioso». En cuanto a dogma, la transcripción del juicio demuestra que había dogma en abundancia a ambos lados de la disputa.


PELÍCULA

Bryan admite que acepta todas las palabras de la Biblia literalmente.


REALIDAD

En la transcripción (pág. 285) leemos:

Darrow: «¿Afirma usted que todo en la Biblia debe ser interpretado literalmente?»

Bryan: «Creo que todo en la Biblia debería ser aceptado tal como se da en ella; algunos pasajes de la Biblia se dan a guisa de ilustración. Por ejemplo: "Vosotros sois la sal de la tierra". No insistiría yo en que el hombre es materialmente sal, o que su carne está hecha de sal, sino que se emplea en el sentido de sal como salvación del pueblo de Dios».


PELÍCULA

Darrow le pregunta acerca del sexo en la Biblia, y Bryan contesta a ello que todo sexo es pecaminoso, y que la actividad sexual constituyó «el pecado original».


REALIDAD

Nada se habló acerca del sexo en el juicio. Por lo que se ve, Hollywood no pudo resistir la tentación de introducir un poco de sexo en la película, y de insinuar que Bryan era un mojigato. Además, la concepción de la relación sexual entre Adán y Eva como «el pecado original», cosa que Hollywood pone calumniosamente en boca de Bryan, no es la postura bíblica. Ésta es que tras la creación Dios manda a Adán y a Eva que crezcan, y se multipliquen, y llenen la tierra. La enseñanza bíblica es que el pecado original fue una desobediencia a Dios con respecto a una limitación que Él impuso, de comer el fruto de un árbol, y no en absoluto que lo fuera la relación sexual dentro de la institución del matrimonio, establecida por Dios.

Nada se habló acerca del sexo en el juicio. Por lo que se ve, Hollywood no pudo resistir la tentación de introducir un poco de sexo en la película, y de insinuar que Bryan era un mojigato.


PELÍCULA

Entre otras cosas Darrow interroga a Bryan acerca de Jonás y de la ballena que se lo tragó. Bryan dice que la Biblia dice «gran pez», y Darrow afirma que es «ballena».


REALIDAD

Este intercambio sí tuvo lugar, pero tanto Bryan como Darrow ignoraban parte de la cuestión. El Libro de Jonás emplea el término «gran pez» (Jonás 1:17; 2:1, 10) mientras que en Mateo 12:40, en las versiones antiguas, aparece «ballena». Sin embargo, tanto el término hebreo da'g como el griego ketos pueden ser traducidos como criatura o monstruo marino.


PELÍCULA

A continuación se presenta un duelo sobre el día largo de Josué. Aquí está cómo aparece la discusión en La herencia del viento:

Darrow: Si se dice que el sol se detuvo, se debe tener el concepto de que el sol se mueve alrededor de la tierra. ¿Piensa acaso que esta es la naturaleza de las cosas? ¿O no cree que la tierra se mueve alrededor del sol?

Bryan: ¡Yo tengo fe en la Biblia!

Darrow: No tiene mucha fe en el sistema solar.

Bryan (terco): El sol se detuvo.


REALIDAD

Lo que Bryan realmente respondió es que la Biblia emplea un lenguaje «fenoménico» en aquel relato, describiendo el acontecimiento tal como se presentó a los israelitas:

Darrow: ¿Cree usted que quienquiera que la inspiró creía que el sol iba alrededor de la tierra?

Bryan: Creo que fue inspirada por el Omnipotente y que pudo haber empleado un lenguaje para ser entendido en aquel tiempo, en lugar de emplear un lenguaje que no habría sido comprendido hasta que Darrow naciera. (Transcripción, pág. 294).


PELÍCULA

Bryan pretende que conoce la edad de la tierra, calculada de manera precisa por el Obispo Ussher, que situó la fecha de la creación a las 9 de la mañana del 23 de octubre del 4004 a


REALIDAD

Para empezar, Ussher jamás sugirió un mes, día ni hora en su estimación de la fecha de la creación. Y lo que es más, Bryan no afirmó saber la antigüedad de la tierra. Leemos en la transcripción del juicio (pág. 296):

Darrow: «Sr. Bryan, podría decirme usted qué edad tiene la tierra?»

Bryan: «No señor, no podría».

Darrow: «¿Y no podría darme una aproximación?»

Bryan: «No me atrevería. Posiblemente podría aproximarme tanto como los científicos, pero preferiría tener más exactitud antes de hacer una suposición».


PELÍCULA

Al acercarse el juicio a su fin, Darrow lucha valientemente, aunque, ¡ay!, sin éxito, para establecer la inocencia de su cliente John Scopes.


REALIDAD

Después de pasar mucha parte del séptimo día del juicio acosando y ridiculizando sistemáticamente a Bryan por su creencia en numerosos milagros de la Biblia, ¡Darrow dio un fin brusco al juicio pidiendo al Tribunal que indicara al jurado que declararan culpable a su cliente (Transcripción, pág. 306)! Esta increible concesión, junto con la decisión del juez de eliminar el testimonio de Bryan de las actas, fue para gran beneficio personal de Darrow, porque impidió que él quedara sometido al mismo tipo de interrogatorio al que él acababa de someter a Bryan. Bryan había accedido a pasar al estrado de los testigos para responder a preguntas acerca de sus creencias cristianas con el buen entendido de que Darrow también debería pasar al estrado a responder a preguntas acerca de sus propias creencias agnósticas y evolucionistas (transcripción, pág. 284). Tanto el Juez Raulston como Darrow habían accedido a esta condición. Cuando Bryan preguntó si el mismo Darrow conocía las preguntas a algunas de sus preguntas más peregrinas (por ejemplo: «¿Sabe usted cuánta gente vivía en la tierra hace 3.000 años?») Darrow respondió así: «Espere a que me toque a mí». A pesar de la creciente hostilidad de las preguntas de Darrow, Bryan rehusó repetidos intentos de sus colegas para detenerle.

Bryan: «Quiero que se tome toda la latitud que quiera. Porque yo voy a tener alguna latitud cuando le toque a él».

Darrow: «Podrá usted tener latitud y longitud» (Transcripción, pág. 288).

Es bien improbable que Darrow tuviera la más mínima intención de darle a Bryan «latitud y longitud». Después de todo, se había negado de plano a permitir que Bryan interrogara ni siquiera a sus testigos expertos acerca de sus presuposiciones religiosas y evolucionistas. ¡Cuánto menos iba a estar dispuesto a someterse él mismo a tal interrogatorio después de lo que él había hecho pasar a Bryan! El resultado, naturalmente, es que Bryan no tuvo en absoluto la oportunidad de hacerle sus preguntas a Darrow. En la película, Darrow es presentado empleando estas mismas palabras, «latitud y longitud», pero en un contexto totalmente diferente (una perorata filosófica al jurado) ¡que no indica en absoluto la manera engañosa en la que fueron realmente empleadas!

Bryan había accedido a pasar al estrado de los testigos para responder a preguntas acerca de sus creencias cristianas con el buen entendido de que Darrow también debería pasar al estrado a responder a preguntas acerca de sus propias creencias agnósticas y evolucionistas (transcripción, pág. 284). Tanto el Juez Raulston como Darrow habían accedido a esta condición.


PELÍCULA

El «preso», John Scopes, es declarado culpable, y Darrow se ve visiblemente conmovido por esta gran injusticia contra su cliente. Bryan, por otra parte, se muestra vengativo, y se queja acerbamente por la mísera multa de 100 dólares impuesta a John Scopes por un crimen de tal magnitud.


REALIDAD

Una vez más tenemos aquí una total perversión de los hechos. Como Levine dice:

Una condición en la que Bryan estuvo inflexible desde el comienzo de su asociación con la acusación era en la cuestión de la pena. «... no creo que debamos insistir en más que la multa mínima», le dijo él a Sue Hicks, «y le daré al acusado el dinero para pagarla si lo necesita. Es un caso claro, y pondrá fin a toda la controversia.» (Levine, pág. 335).

Bryan no estaba lanzado a ningún tipo de campaña contra Scopes, ni tampoco el resto de los componentes de la acusación. En realidad, la culpabilidad o inocencia de John Scopes no eran la preocupación primaria de ninguno de los participantes en el juicio. Durante el juicio se sabía que todos los gastos de Scopes que tenían que ver con la vista estaban cubiertos por varios intereses creados. Todo el propósito de llevar este caso a juicio era: 1) Declarar inconstitucional la ley Butler, 2) exponer las posturas cristianas «fundamentalistas» acerca del tema de los orígenes al público escarnio de la prensa, y 3) centrar la atención del mundo en la evolución (de Camp, pág. 492). En su autobiografía La historia de mi vida, Clarence Darrow explicaba su estrategia de esta manera:

«Mi objetivo, mi único objetivo, era centrar la atención del país en el programa del Sr. Bryan y de los otros Fundamentalistas de América».

Una condición en la que Bryan estuvo inflexible desde el comienzo de su asociación con la acusación era en la cuestión de la pena. «... no creo que debamos insistir en más que la multa mínima», le dijo él a Sue Hicks, «y le daré al acusado el dinero para pagarla si lo necesita. Es un caso claro, y pondrá fin a toda la controversia».


PELÍCULA

La película se acerca a un clímax ruidoso y caótico cuando Bryan pierde todo sentido de la dignidad y de la mesura, y se lanza a decir unas palabras incoherentes en su intento de leer su larguísimo alegato final. La multitud, aburrida, se va, mientras que la mujer de Bryan mira horrorizada a lo que ha venido a ser aquel que había sido un marido cuerdo y solícito. Aparentemente abrumado por su propio celo enloquecido, Bryan se dobla y se derrumba muerto sobre el suelo de la sala del tribunal.


REALIDAD

Ni Bryan ni Darrow intentaron siquiera pronunciar el acostumbrado alegato final ante el jurado. Una vez Darrow hubo conseguido su propósito de ridiculizar la creencia de Bryan en los milagros bíblicos, reconoció la culpabilidad de Scopes, y con ello evitó toda argumentación final. Bryan había puesto mucho esfuerzo en su alegato final, y esta maniobra de Darrow le arrebató la oportunidad de dar lo que era un argumento científico y religioso sólido contra la teoría de la evolución. Sin embargo, lo único que hizo fue dar brevemente las gracias al tribunal, declarando que «Este caso estimulará más investigación, y la investigación traerá a la luz más información». Bryan estaba muy deseoso de que el texto de su discurso fuese puesto al alcance del público, y lo dispuso así sólo una hora antes de su muerte. Este discurso pasó como apéndice a la transcripción empleada en este estudio, y está por ello a disposición de todos los que tengan deseos de indagar acerca de la postura de Bryan acerca de la educación, de la evolución y de las implicaciones del juicio de Scopes. El discurso está argumentado de manera muy convincente, y difícilmente se podría tomar como el delirio de un loco, a no ser, naturalmente, que todos los cristianos creyentes en la Biblia sean considerados «locos» ya por definición.

Por último, Bryan no murió en la sala del tribunal en medio de un delirio desenfrenado; murió durante el sueño, por causas desconocidas, cinco días después del juicio. Se cree que su muerte puede haberse debido al menos indirectamente a su diabetes, que, de pasada, puede haber sido también responsable de su gran apetito. Al saber por un reportero la muerte de Bryan, que también sugirió que la muerte de Bryan pudiera deberse a que se le hubiera partido el corazón, Darrow contestó: «De corazón partido nada; murió de un reventón de vientre». Poco después Darrow comentaba a sus amigos: «¿No ha sido este hombre un maldito de Dios?» Ni la inoportuna muerte de Bryan pudo aplacar el menosprecio de muchos de sus detractores que le habían llegado a menospreciar por su postura acerca de la creación. En su obituario dedicado a William Jennings Bryan, H.L. Menken dijo que Bryan «fue engañado por una teología infantil llena de un odio casi patológico a toda erudición, a toda dignidad humana, a toda belleza, a todo lo noble y hermoso. Imaginaos un caballero, y habréis imaginado algo que él no era».


CONCLUSIÓN

No se puede evitar la conclusión de que los guionistas de la película La herencia del viento nunca tuvieron la intención de escribir un relato preciso del juicio de Scopes, ni quisieron describir a los principales personajes y sus creencias de una manera imparcial y precisa. Pero algunos podrán argumentar que las críticas del tipo que se presentan en este estudio son inapropiadas para un «docu-drama», porque la exactitud histórica es sólo la víctima involuntaria de los intentos de «agilizar» el argumento. Es cosa típica, por ejemplo, introducir un idilio ficticio en las «historias de Hollywood». Sin embargo, la evidencia sugiere que las inexactitudes que se dan en la película La herencia del viento son sustanciales, intencionales y sistemáticas. Es en realidad muy fácil ver una sistemática en las inexactitudes, y de ahí se pueden hacer suposiciones razonables en cuanto a su motivación. Los cristianos fundamentalistas, y en particular William Jennings Bryan, son constantemente satirizados calumniosamente a lo largo de toda la película, mientras que los escépticos y los agnósticos son constantemente presentados como inteligentes, amables e incluso heroicos.

¿Quiénes, podríamos preguntar, son estos vituperados fundamentalistas, y por qué deberíamos dedicarnos tanto a ofenderlos? Hoy día oímos a los medios de comunicación aplicar el término «fundamentalista» no sólo a cristianos, sino también a ciertas sectas musulmanas. El término «fundamentalista» parece ahora ser empleado por los medios de comunicación sólo en un sentido peyorativo para etiquetar a los que son considerados como sumamente celosos, inflexibles e intolerantes en sus creencias religiosas o filosóficas. Pero una definición tan generalizada de «fundamentalismo» podría aplicarse también a algunos evolucionistas. Históricamente, el término Fundamentalismo se aplicó a una coalición informal de cristianos influenciados por una serie de libros llamados Los Fundamentos que se publicaron a comienzos de 1909. El Fundamentalismo fue un intento de volver a las enseñanzas fundamentales de la fe cristiana que habían comenzado a ser erosionadas en algunas iglesias por la tendencia crecientemente «modernista» de alrededor de comienzos de siglo. Los «fundamentos» incluían cinco doctrinas básicas: la inerrancia de las Escrituras, la deidad de Cristo, la expiación vicaria de Cristo, la resurrección corporal de Cristo, y la venida de Cristo en gloria. Se debería observar que estas creencias no son simplemente el credo de una minoría fanática e insignificante de la cristiandad, como sugieren algunos, sino que son compartidas por la mayoría de los cristianos creyentes en la Biblia en el mundo. Aunque la creación divina milagrosa no era uno de los «fundamentos», también es claramente enseñada en la Biblia y creída por la mayoría de los cristianos. Una encuesta Gallup relativamente reciente (1982) mostraba que el 44 por ciento de todos los americanos creen que «Dios creó al hombre en una forma muy como la actual en algún tiempo dentro de los últimos 10.000 años». Otro 38 por ciento creen que Dios condujo el proceso de la evolución, y sólo un 9 por ciento creen que Dios no tuvo una parte activa en el proceso. En resumen, las creencias de los muy insultados fundamentalistas de Dayton, Tennessee en 1925 no son muy diferentes de las de casi la mitad de los estudiantes en las clases de las escuelas públicas en la actualidad en los EE. UU. ¡Y es a estos a quienes se escarnece con la película La herencia del viento! [En Europa la situación es enormemente diferente, con un ateísmo práctico reinante y una progresiva desmoralización y desmoronamiento de la sociedad.]

Históricamente, el término Fundamentalismo se aplicó a una coalición informal de cristianos influenciados por una serie de libros llamados Los Fundamentos que se publicaron a comienzos de 1909. El Fundamentalismo fue un intento de volver a las enseñanzas fundamentales de la fe cristiana que habían comenzado a ser erosionadas en algunas iglesias por la tendencia crecientemente «modernista» de alrededor de comienzos de siglo. Los «fundamentos» incluían cinco doctrinas básicas: la inerrancia de las Escrituras, la deidad de Cristo, la expiación vicaria de Cristo, la resurrección corporal de Cristo, y la venida de Cristo en gloria. Se debería observar que estas creencias no son simplemente el credo de una minoría fanática e insignificante de la cristiandad, como sugieren algunos, sino que son compartidas por la mayoría de los cristianos creyentes en la Biblia en el mundo.


¿Cuál es, entonces, el propósito de mostrar la película La herencia del viento en las clases de historia, de estudios sociales o de ciencia? Como historia, no sólo es inexacta, sino sumamente engañosa. Como estudio social, es sumamente parcial contra una clase determinada de personas y sus creencias religiosas. Como ciencia, no tiene nada que ofrecer. En toda la película, la única escena que sugiere siquiera remotamente una evidencia científica es aquella en la que Darrow sostiene un fósil y pregunta acerca de su edad. Si los maestros se sienten impulsados a involucrarse en la controversia Creación/Evolución en sus clases, tienen un material mucho más actual a su disposición. Recientemente ha habido muchos y electrizantes debates acerca de este tema, por ejemplo, entre científicos calificados bastante sofisticados acerca de sus evidencias científicas. No se tiene que recurrir a abogados y a juicios de hace casi 70 años, a no ser que uno esté principalmente interesado en leyes o historia. Los científicos creacionistas han sustentado su argumento muy bien en estos debates; en realidad, algunos evolucionistas admiten que los creacionistas generalmente ganan estos debates. Después de un debate televisado a escala nacional en los EE. UU. entre el creacionista doctor Duane Gish y el evolucionista doctor Russell Doolittle, un editor de la revista Science admitió que el doctor Gish había «lanzado en desbandada» al doctor Doolittle. Hay disponibles, de diversas fuentes, casettes en audio y video de debates y conferencias, así como numerosos libros sobre las evidencias científicas relativas a la controversia creación/evolución.

Finalmente, se debe añadir que las observaciones sumamente críticas de la película La herencia del viento que aquí se presentan son congruentes con las de otros que han comparado la película con la evidencia histórica. En su biografía definitiva en tres volúmenes acerca de la vida y obra de William Jennings Bryan, Paolo Coletta decía:

«La imagen de Bryan fue muy dañada no tanto por la obra teatral de Jerome Lawrence y Robert E. Lee La herencia del viento como por la película del mismo título. En la película, Frederick March representa a Bryan como un comparsa de última fila, Gene Kelly representa a un irreconocible Mencken, y Spencer Tracy, como Darrow, sale como el héroe. La película también ataca la postura fundamentalista sin sustituir de una manera satisfactoria la fe y experiencia religiosa por la ciencia».

Y la nueva versión para televisión, de 1988, juega exactamente el mismo papel, con un Kirk Douglas que personifica a un William Jennings Bryan torvo, fanático, duro, implacable, fuera de control, transmitiendo a las masas una imagen falsa de lo que sucedió, de cómo era Byran, de lo que se dijo en el juicio, y de las creencias y actitudes de los cristianos conservadores en general. Éste es el escándalo de La herencia del viento.

Bryan había ciertamente preparado un argumento final elocuente. Entre otras cosas, hubiera querido exponer el efecto de las filosofías ateas sobre las mentes de las personas citando las mismas palabras de Darrow cuando, defendiendo a Leopold y Loeb en Chicago, intentaba disculpar sus crímenes por cuanto les habían enseñado la filosofía de Nietzsche en la universidad. Esto lo quiso decir en el año 1925. En 1945, Europa salía de la pesadilla nazi en la que Hitler, aplicando las mismas filosofías, había intentado «acelerar el proceso evolutivo» impulsando la raza superior aria y destruyendo a los infrahombres», unos ocho millones de ellos. La doctrina de la evolución ha servido de base a todas las concepciones que justifican la irresponsabilidad última del individuo, sin Dios ante quien dar cuenta de sus actos, y la lucha y la contienda y la discordia social como pretendido motor de progreso. Y esta doctrina es la que ahora está desviando a toda la nueva generación y apartándola de todo conocimiento de y obediencia a Dios, con todos los amargos frutos de derrumbamiento personal individual de personas sin rumbo. Un rumbo que no debieran haber perdido. Verdaderamente, por sus frutos es conocido el árbol. «El que turba su casa heredará viento» (Libro de los Proverbios, 11:29).



BIBLIOGRAFÍA

The World's Most Famous Court Trial, Cincinnati, Ohio: National Book Company, 1925.

Darrow, Clarence: The Story of My Life, New York, Charles Scribner's Sons, 1965.

de Camp, Sprague L.: The Great Monkey Trial, Garden City, New York: Doubleday & Company Inc., 1968.

Coletta, Paolo E.: William Jennings Bryan III. Political Puritan 1915-1925, Lincoln, Nebraska: University of Nebraska Press, 1969.

Levine, Lawrence W.: Defender of the Faith — William Jennings Bryan: The Last Decade 1915-1925. New York: Oxford University Press, 1965.

Morris, Henry M.: History of Modern Creationism, San Diego, CA.: Master Book Publishers, 1984.


Santiago Escuain

Trasfondo Histórico del Juicio de Scopes

Los medios de comunicación estatales españoles están desde hace largo tiempo en campaña constante para convencer al público de la factualidad de la doctrina evolucionista en cuanto al origen y desarrollo del mundo de lo viviente. Ejemplo de ello ha sido el pase de producciones como Cosmos, Era una vez el hombre, y un largo etcétera. Por Radio 2 (FM) de Radio Nacional de España se ha retransmitido algunas veces la obra teatral en adaptación para la radio La herencia del viento. Esta obra pretende pasar por ser una representación del juicio que tuvo lugar en Dayton (Tennessee) en 1925 contra un maestro de escuela, acusado de enseñar evolución, lo cual estaba prohibido en las escuelas públicas de aquel estado por la ley Butler, y que no fue derogada hasta el año 1968. Se ha pasado últimamente por televisión en su última versión (1988) en forma de drama documental televisivo, y es esencialmente una repetición de la película del mismo título para el cine producida en 1960 con Spencer Tracy (personificando a «Henry Drummond» = Clarence Darrow, el abogado defensor), Gene Kelly (personificando a «Hornbeck» = Mencken, un famoso columnista de la prensa), y Frederick March (haciendo el papel de «Matthew Brady» = William Jennings Bryan, principal abogado de la acusación). En la versión de 1988, dirigida por David Green, actúan Kirk Douglas como William Jennings Bryan, y Jason Robard y Darren McGavin.

En toda esta cuestión del famoso juicio de Scopes se han levantado enormes pasiones, y esta película, ya desde su primera versión en 1960, ha contribuido a echar gasolina al fuego con su presentación de los hechos retorcida y parcial, como se demuestra en el cuerpo del artículo: Frente al mito de celudoide, Scopes jamás fue detenido en su clase, en presencia de sus alumnos, ni encarcelado, ni corría riesgo de pena de cárcel, que no estaba contemplada en la ley. Lo que es más chocante, y lo confiesa él mismo en diversas ocasiones, él no enseñó evolución, sino que aceptó voluntariamente ser acusado de ello para poner a prueba la mencionada ley Butler.

Y antes de seguir, se debe poner en claro que este artículo es un examen de la factualidad de los hechos de la película, en comparación con la transcripción del juicio y otras fuentes históricas. Dicho todo esto, pasemos a examinar la cuestión.

¿Qué era esta Ley Butler? ¿Se trataba acaso de una posición cerril de los antievolucionistas, dispuestos a perseguir inquisitorialmente a los que mantuvieran ideas evolucionistas, según la idea que se puede desprender fácilmente de esta situación? Para contestar a esta pregunta se debe comprender la situación política y social de los Estados Unidos. Allí siempre se había protegido el libre tráfico de las ideas sin censura. Pero cuando llegamos a la concepción de qué es la educación, y a quién compete administrar la educación a los niños, había y hay, tanto allí como en España y en todos países, el choque entre la idea de que el contenido y la orientación filosófica de la educación competen a los padres, y que los poderes públicos deben garantizar que esto se respete estrictamente (como reza el artículo 27.3 de la Constitución Española), y la despótica, en la que el Estado usurpa el lugar de los padres en esta cuestión.

En Tennessee, como en todos los estados de la Unión, regía el principio de separación de iglesia y estado, por lo que no se podía enseñar la Biblia en las escuelas públicas. Sin embargo, atendiendo al sentir general de la población, que no quería que la escuela pública fuera empleada para subvertir las creencias cristianas que los niños aprendían en sus hogares o en la iglesia (por cuanto el concepto de escuela pública era que cumplía una misión subsidiaria a los padres), la Ley Butler prohibió enseñar que el hombre provenía de órdenes animales inferiores como contraria a la enseñanza bíblica admitida por la generalidad de la población. No se prohibía enseñar la evolución de los animales y de las plantas, y tampoco se mandaba afirmativamente enseñar la Biblia, lo que estaba constitucionalmente prohibido: sólo se prohibía enseñar una hipótesis subversiva de la fe cristiana a niños de padres en medio de una cultura cristiana en instituciónes públicas de enseñanza. Los maestros que quisieran fundar una escuela privada para enseñar su concepción particular del origen del hombre y filosofías anticristianas no eran en absoluto molestados. Pero en la cuestión de la enseñanza pública se imponía esta limitación, en atención a la postura mayoritariamente cristiana de la población.

Aquí se debe insistir que a pesar de toda la propaganda en contrario, el evolucionismo no ha sido demostrado como un hecho, aunque algunos de sus partidarios lo repitan constante y estridentemente, sino que sigue siendo una doctrina hija de la filosofía naturalista, cuyo método excluye a Dios a priori. Dentro de su marco se intenta dar explicación al mundo de lo viviente dejando expresamente a un lado toda posible acción divina. Así, el Evolucionismo no es una conclusión dictada por el estudio del mundo de lo viviente, sino una filosofía formalmente atea que se impone sobre el estudio del mundo de lo viviente como punto de partida metodológico necesario por parte de sus creyentes. «No es por sus conclusiones, sino por su principio metodológico que la ciencia moderna rechaza la creación directa» (véase Weizsäcker, C. F. von, La importancia de la ciencia, Ed. Labor, Barcelona 1976, pág. 125).

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David N. Menton, Ph.D.
11 South Tealbrook Drive
St. Louis, MO 63141
 

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Los lectores interesados en acceder a la transcripción del juicio pueden solicitar información para su adquisición bajo el título de The World's Most Famous Trial a la siguiente dirección:

Rhea County Historical Society
Dayton, TN 37321
Estados Unidos de Norteamérica


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Nombre original de fichero: 07 Juicio Scopes 01.rtf - preparado el martes, 7 octubre 1997, 10:52

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