Nancy Pearcey
Oriente se encuentra con Occidente en el Establecimiento
Científico
Orígenes y la «Nueva Era»
«Habrá un avivamiento del cristianismo,» escribió Owen
Barfield, «cuando se haga imposible escribir un manual de ciencia sin
referirse a la encarnación de la Palabra.»
En años recientes ha habido un intento de unir la ciencia y la religión. No
la religión cristiana, sin embargo, como esperaba Barfield, sino varias
creencias orientales y místicas. En varios campos de la ciencia se puede
encontrar en la actualidad a investigadores que creen que las teorías
científicas muestran más afinidad con las cosmologías hindúes y budistas que con
el cristianismo o con el materialismo occidental.
El historiador Arnold Toynbee predijo en 1935 que el desarrollo más
importante de este siglo sería la influencia de la perspectiva espiritual
oriental sobre Occidente. El influjo de las ideas orientales es mucho más
extenso que la simple difusión de las sectas visibles -los relativamente pocos
que visten túnicas o turbanes y que recitan rezos en las esquinas de las calles.
Se puede detectar la perspectiva oriental del mundo conformando ideas en
filosofía, teoría política, psicología, educación, medicina y ciencia.
John
White saluda este movimiento como una «revolución de la
conciencia». El influyente libro de Marilyn Ferguson se refiere
al mismo como «la conspiración de Acuario». Theodore
Rozsak, que examina la «nueva espiritualidad» en su libro Unfinished Animal
[Animal inacabado], lo llama la «frontera de Acuario» y lo
considera como una señal de que hemos alcanzado una nueva etapa en la «evolución de la conciencia».
La palabra más amplia para describir este movimiento es la Nueva Era. Por una
parte, incluye sectas religiosas de fácil identificación y poderes espirituales
ocultos (ESP, telequinesia, telepatía, clarividencia, experiencias
extracorporales, etc.). Incluye también prácticas quasi-religiosas como el yoga,
Tai Chi, cartas Tarot, astrología y kundalini. El pensamiento de la Nueva Era
subyace a las técnicas de motivación y relajación comunes al circuito de la
salud holista (meditación trascendental, biofeedback, instrucción
autogénica, hipnosis e imaginería guiada). A pesar de sus diferencias, muchos
grupos específicos, Control Mental de Silva, Lifespring, EST y Teosofía entre
otros, comparten todos ellos la perspectiva de la Nueva Era.
Finalmente,
hay programas que parecen ser totalmente no religiosos y que pueden
estar basados en la misma visión del mundo, incluyendo muchos
programas de instrucción de líderes, de gestión
del estrés y educativos. Estos son presentados en
términos puramente seculares para hacerlos más digeribles
para la mente occidental: a la meditación, por ejemplo, se la
llama «centraje» o «enfoque». Las ideas de la
Nueva Era, escribe Ferguson, «aparecen bajo los ropajes de libros
sobre la salud y manuales deportivos, en consejos acerca de la dieta,
de gestión de negocios, autoafirmación, estrés,
relaciones y automejora».1
La filosofía de la Nueva Era aparece bajo tantos ropajes distintos que es
difícil de seguir. En psicología y educación, por ejemplo, a menudo aparece con
el nombre de «transpersonal». Este término se refiere al objetivo
de trascender la propia identidad personal para unirse con una
mente o espíritu cósmico (a menudo llamado el «Yo Superior»). Y
ahí es donde encontramos las doctrinas centrales que unifican todos los enfoques
de la Nueva Era. Enseñan que en o detrás del universo hay una unidad espiritual;
un alma del mundo o conciencia cósmica o mente universal. Por medio de varias
técnicas (meditación, etc.) podemos sintonizar en la mente universal y alcanzar
un sentido de unidad con ella. El mundo material es una ilusión, o al menos una
creación de nuestras propias mentes.
Aquí nos concentraremos en un punto: cómo los proponentes de
la Nueva Era intentan dar apoyo a sus puntos de vista mediante la ciencia. Las
dos teorías que son más extensamente empleadas para apoyar las perspectivas de
la Nueva Era son la teoría de la evolución y la nueva física. Examinaremos ambas
teorías y veremos si, en palabras de Capra, «nos obligan a ver el
mundo de una forma muy semejante a como lo ven un hindú, un budista o un
taoísta».2
La evolución de la conciencia
«Vemos el matrimonio de la ciencia y de la religión
introduciendo la nueva etapa de nuestra evolución.»3
Estas son las palabras de David Harris, presidente de la Asociación de Salud
Holista, hablando en una conferencia en 1977. Este tema fue repetido por
muchos de los participantes en la conferencia y muestra como la teoría de la
evolución es dada por supuesta, de manera llana y simple, por los partidarios de
la Nueva Era.
La manera primordial en que la mística oriental ha sido
occidentalizada por las aproximaciones de la Nueva Era es al vincular
iluminación con evolución. El estado de iluminación, en el que uno alcanza la
unión de uno mismo con el Todo, con Dios, había sido siempre antes considerada
como un fenómeno individual. El viaje del alma hacia el conocimiento místico era
un camino solitario. Pero los pensadores evolucionistas, ya mucho antes de
Darwin,4 se dieron cuenta de que la evolución ha de incluir el
lado mental y espiritual de la especie humana. Los que aceptan la definición
oriental de la espiritualidad comenzaron a hablar de toda la especie humana
evolucionando hacia la iluminación.
El doctor Jonas Salk, descubridor de la vacuna contra el polio, es un ejemplo
de un científico que se ha vuelto hacia Oriente. Hablando en la misma
conferencia, comenzó con una evolución física y luego extrapoló el concepto de
una evolución espiritual y psíquica. Saludó el movimiento de la salud
holista como un medio para «facilitar la siguiente etapa en la
evolución humana».
En su libro La Supervivencia de los más Sabios, Salk escribe que el
proceso de evolución ha llevado a la humanidad a un punto de crisis -una crisis
que puede que sea el umbral de un salto adelante en el proceso evolutivo.
Entraremos en una «nueva era» basada en nuevos valores -a menudo
una total inversión de los valores actualmente sustentados. En la conferencia no
dejó duda alguna acerca de cuáles son los nuevos valores ni acerca de quiénes
son los «más sabios» que sobrevivirán. Dibujando un círculo
alrededor de la curva sigmóidea que caracteriza a muchos fenómenos biológicos,
la transformó en el símbolo del «ying-yang», el emblema del
misticismo chino.
William
Tiller, un profesor de conocimientos de materiales y de
ingeniería de la Universidad de Stanford, fue en aquella
conferencia quien hizo el intento más exhaustivo por traducir la
filosofía mística en un marco teórico
científicamente plausible. Estaba de acuerdo con el principio
místico de que nuestra conciencia es lo que crea
«realidad», y apremió a sus oyentes a
«evolucionar más allá» de crear meros
universos finitos.
Shafica Karagulla, M.D., propuso las siete etapas, chakras,
o niveles de conciencia, de la filosofía hindú. Los que
han alcanzado los niveles superiores, mantenía ella, aquellos
que poseen poderes psíquicos, han «pasado al siguiente
nivel de la evolución humana».
Salvación mediante la Evolución
Para citar otros ejemplos de evolución en el pensamiento de la Nueva
era, Ferguson escribe: «la mente humana puede que haya alcanzado un nuevo
estado en su evolución, un desencadenamiento de un potencial comparable con el
surgimiento del lenguaje.»5 Erich Jantsch, en Design
for Evolution, bosqueja «un camino evolutivo» que se compone
de «un ascenso a lo largo de los siete chakras del misticismo
hindú».6 Roszak dice que discierne «una
transformación de la personalidad humana en progreso que es de proporciones
evolutivas».7 Estamos siendo testigos, escribe el
físico Fritjof Capra, «del comienzo de un tremendo movimiento
evolutivo».8 En el Instituto Esalan, Michael Murphy y
George Leonard ofrecen un seminario magistral sobre «La Evolución de la
Conciencia» que enseña que «está en marcha una transformación de
la conciencia humana de tanta importancia como la emergencia de la
civilización».9
¿Cuál es esta nueva etapa de la evolución? Es, escribe
Leonard, «la emergencia de una conciencia superior».10 En esta nueva etapa, no sólo algunos individuos, sino todos
nosotros poseeremos la iluminación mística. Significará el fin de la alienación,
de la violencia -en resumen, el fin del mal. El pensamiento de la Nueva Era es
una religión, y la conciencia superior es la salvación.
Joel Kramer, por ejemplo, es un destacado
instructor de yoga y autor de The Passionate Mind. En esta obra describe
la meditación disciplinada como la llave para un «nuevo mecanismo
evolutivo que se basa en la conciencia» y que bien podría llevarnos a
evolucionar más allá de la violencia y del materialismo.11 Del
mismo modo, el yogi hindú Gopi Krishna, cree que kundalini
es la energía que ha llevado adelante todo el curso de la
evolución. Él contempla la final confluencia de la
ciencia y «la antigua sabiduría», en la cual
confluencia los doctores universitarios que hayan elevado sus
kundalinis «guiarán la raza a su estado de gloria».12 Paul
Russell, en The Global Brain [El Cerebro Global], sugiere que el
conocimiento místico de que todos somos unos cambiará el egoísmo en amor:
Un amor genuino para con el resto de la creación proviene de
la experiencia personal de unidad con el resto de la creación, de la conciencia
de que al nivel más profundo, el Yo y el mundo son una misma cosa.13
En
esta perspectiva, el mandamiento de «amarás a tu
prójimo» será también obedecido cuando todos
nos demos cuenta de que nuestro prójimo es «de la misma
esencia» que nosotros.
Al fundir la iluminación oriental con el evolucionismo occidental, la Nueva
Era convierte así la evolución en el medio de salvación. Su naturaleza religiosa
es recapitulada de una forma llena de colorido por Roszak:
Un salto evolutivo en la conciencia: la idea ha llegado a ser
el estilo milenario actualizado de la frontera de Acuario, la esperanza de
los siglos del remanente salvador expresada en un vocabulario biológico -que
se llegará a la Nueva Jerusalén mediante una irrupción evolutiva, que el mundo
será redimido por una mutación psíquica contagiosa....14
La evolución como transformación
En
lugar del término religioso «salvación», los
seguidores de la Nueva Era emplean su propio término clave
«transformación». Se emplea para describir a la vez
el cambio en la conciencia individual durante la iluminación y
el desarrollo evolucionista de una nueva conciencia cubriendo toda la
especie humana. El libro de Ferguson, por ejemplo, es subtitulado
«Transformación Personal y Social en los 1980s».
Leonard tiene un libro titulado sencillamente Transformación. La «enseñanza suprema» de la filosofía de
la Nueva Era, escribe Roszak, es que «el mundo es un drama cósmico de
transformación», que los individuos han de alcanzar «si
quieren ascender a un nivel superior del ser».15
A
los seguidores de la Nueva Era les gusta citar la obra del
químico Ilya Prigogine como la base científica de su
esperanza de transformación. Su teoría de las estructuras
disipativas explica por qué algunos sistemas biológicos
son inestables y provee, según Ferguson, «la clave de la
transformación»: al añadirse suficiente
energía y quedar el sistema suficientemente
«perturbado», sus componentes de repente «se
reorganizan en un todo nuevo. El sistema escapa a un orden
superior». De esta manera la teoría de Prigogine es el
sueño de un evolucionista tornado en realidad: parece dar un
mecanismo para la creación de nuevas formas mediante «una
sacudida de las viejas formas» -un mecanismo para la
«creación de nuevo orden» mediante perturbaciones al
azar.16
El mismo Prigogine «reconoció una gran
semejanza entre esta "ciencia del devenir" y la visión de las filosofías
orientales, de los poetas, místicos y científicos-filósofos como Henri Bergson y
Alfred North Whitehead»17 (donde estos últimos
propusieron teorías de una fuerza cósmica dirigiendo la evolución). Quizá a esto
se deba que la teoría de Prigogine haya sido reivindicada por los seguidores de
la Nueva Era como «un modelo científico para la transformación de la
sociedad por parte de una minoría disidente» -es decir, por los mismos
seguidores de la Nueva Era.18
Por
esta misma razón, a los seguidores de la Nueva Era les gusta
esta nueva teoría de evolución por saltos repentinos.
Estas teorías de cambio abrupto, opuestas al evolucionismo lento
y gradual de Darwin, son presentadas como sustento del concepto de
transformación. La teoría de Gould y Eldredge de
«equilibrio puntuado» se cita con frecuencia, por la cual
la evolución procede mediante cambios repentinos en
pequeños grupos bajo fuertes tensiones. Este paradigma, escribe
Ferguson, «nos abre a la posibilidad de una evolución
rápida en nuestro propio tiempo», a la
«transformación de la especie humana».19
Antiguas Enseñanzas
Aunque los seguidores de la Nueva Era emplean el lenguaje de la evolución,
sus ideas no comenzaron con Darwin. Sus temas derivan más bien de muchas
antiguas tradiciones del misticismo. Tal como lo expresa Roszak, la nueva
conciencia es la «antigua gnosis» de las escuelas místicas y
ocultistas que han existido desde tiempos antiguos tanto en el Oriente como en
el Occidente.
En la historia de Occidente, los seguidores de la Nueva Era reivindican a los
gnósticos como a sus más antiguos precursores. (El gnosticismo fue el más
poderoso oponente de la primitiva iglesia cristiana durante tres siglos.) Otros
precursores incluyen a los neoplatónicos, alquimistas, cabalistas (místicos
judíos) y herméticos. Estas antiguas enseñanzas incluyen todas ellas alguna idea
de un Dios que, como en las religiones orientales, «se olvida a sí
mismo» para llegar a devenir este mundo. La tarea del alma individual es
recuperar una conciencia de formar parte de Dios, un sentido de unidad con la
divinidad en todas las cosas.
Evidentemente, las raíces del movimiento de la Nueva Era se
remontan mucho más atrás de la teoría de evolución de Darwin. De hecho, Roszak
mantiene que el evolucionismo científico es, él mismo, hijo de de aquel
misticismo mismo del que deriva la filosofía de la Nueva Era. La antigua
doctrina mística es simplemente, en palabras de Roszak, «la evolución sin
toda la biología» -es decir, evolución espiritual. La doctrina central
del misticismo es «la evolución como el camino seguido por el espíritu
humano en su lucha» hacia la iluminación, «la evolución del alma
en su ascenso por la escalera de la conciencia visionaria».20
Fue el movimiento romántico de fines del siglo xviii el que
introdujo la naturaleza en aquello que hasta entonces había sido algo puramente
espiritual, el progreso del alma. Todo el universo fue percibido ahora como en
un proceso de transformación. Esta mística de la naturaleza «es la
semilla de la que brota todo el pensamiento evolucionista», concluye
Roszak. De esta manera, él sigue la perspectiva que del mundo presenta la
ciencia moderna hasta la filosofía mística como «el tronco progenitor del
que surge la teoría de la evolución biológica».21
Esto nos da la respuesta a la pregunta de Toolan en
Commonweal: «¿Cómo es posible que los científicos occidentales
asimilen una perspectiva religiosa oriental con una aparente facilidad cuando la
absorción de la tradición religiosa autóctona (esto es, el cristianismo) parece
tan difícil?»22 La teoría de la evolución, con la que
los occidentales han sido saturados desde la infancia, tiene precisamente sus
raíces en esta perspectiva mística, oriental.
Esto también arroja luz sobre el argumento comúnmente presentado de que la
evolución es ciencia y la creación es religión. La perspectiva evolucionista
arranca de una antigua doctrina religiosa, no de una observación empírica.
Surgió cuando la transformación espiritual fue tornada en historia
natural y despojada de sus sobretonos religiosos. La evolución comenzó
como una versión secularizada del misticismo religioso.
La tendencia natural de la mente humana
No es sorprendente que en una encuesta hecha a pensadores de la Nueva Era
fuese nombrado Teilhard de Chardin con la mayor frecuencia como una profunda
influencia sobre su pensamiento. Chardin, un teólogo liberal católico, fue
también un célebre paleontólogo y entusiasta evolucionista. (Fue uno de los
descubridores de los fósiles de Piltdown, que posteriormente se descubrió que
eran fraudes.) Enseñó una especie de evolución panteísta en la que Dios
evoluciona en y a través del mundo. La evolución está moviéndose hacia la
eventual transformación de la materia a espíritu puro, una especie de conciencia
colectivizada y expandida a la que él llama «el punto Omega» o el «Cristo cósmico».
Dios está en el universo, el universo es Dios: esta es
la religión del panteísmo que une a todas las variedades y ramas del movimiento
de la Nueva Era. Dios es la mente, la fuerza organizadora, el principio
holista del universo. En palabras de Capra, Dios es «la dinámica
autoorganizadora de todo el cosmos».23
El panteísmo, tanto en forma de mística oriental como en forma de filosofía
ocultista occidental, ha aparecido tantas veces a través de la historia que C.
S. Lewis la considera la «tendencia natural de la mente humana»:
El panteísmo congenia con nuestras mentes no porque sea la
etapa final en un lento proceso de iluminación, sino porque es casi tan antiguo
como nosotros.... Sin embargo, por una extraña ironía, cada nueva recaída en
esta inmemorial «religión» es saludada como la última palabra en
novedad y emancipación.24
¿Cuál es la crítica que nosotros los cristianos presentamos
contra el panteísmo? La doctrina de la creación es la gran línea divisoria entre
la cosmología cristiana y el panteísmo. En el pensamiento de la Nueva Era, tal
como lo expresa Erich Jantsch, «Dios no es el creador, sino la
mente del universo».25 En el cristianismo, Dios es
distinto de la creación; aunque Él mora en el mundo, este no es simplemente una
emanación ni extensión de Su propia esencia.
Como resultado de la creación, el mundo material es algo real, no una ilusión
ni una creación de nuestras propias mentes. Nosotros también somos creados, no
formamos parte de Dios. Por ello, la meta de las disciplinas espirituales no es
recuperar un sentido de divinidad dentro de nosotros, sino encontrar a nuestro
Creador por medio de Su revelación a nosotros. Por cuanto la creación de Dios es
buena, nuestra personalidad individual no es mala en sí misma, algo de lo que
debamos escapar fundiéndonos en la conciencia cósmica. Nuestro problema no
reside en nuestra individualidad, sino en nuestro pecado -y no hay técnica de
meditación que pueda resolver esto.
La evolución no darwinista
Por su creencia en la evolución espiritual, los seguidores de
la Nueva Era no aceptan ninguna teoría puramente materialista de la evolución.
Sus ataques contra el darwinismo son a menudo cosa digna de lectura por parte de
los creacionistas, porque compartimos muchas de las críticas que ellos emiten.
Roszak, por ejemplo, dice que la razón «por la que muchos científicos se
acogieron a la bandera del darwinismo» fue «porque el principal
propósito del darwinismo era eliminar toda traza de un increíble Dios de la
biología». Pero el darwinismo, argumenta él, «sustituye al antiguo
Dios con una deidad aún más increíble -el omnipotente azar».26
Es menester añadir que la deidad de la filosofía de la Nueva Era, una vaga e
indiferenciada conciencia que todo lo impregna es una explicación igualmente
increíble del mundo. Sólo un Ser Personal que piensa, planea, escoge y actúa es
una causa adecuada y Creador del universo.
LA FÍSICA EN LA CAUSA DEL MISTICISMO
Escuchemos a Fritjof Capra al describir su experiencia espiritual:
Estaba sentado en la playa una tarde de finales
del verano, contemplando como iban batiendo las olas y sintiendo el
ritmo de mi respiración, cuando de repente me hice consciente de
que todo mi ambiente estaba dedicado a una gigantesca danza
cósmica. Como físico, sabía que la arena, rocas,
agua y aire a mi alrededor estaban hechos de moléculas y
átomos en vibración. ... Sabía también que
la atmósfera de la tierra estaba siendo continuamente
bombardeada por lluvias de «rayos cósmicos» ...
Sentado en aquella playa ... «vi» cascadas de
energía descendiendo del espacio exterior, en las que se creaban
y destruían partículas en pulsos rítmicos;
«vi» los átomos de los elementos y los de mi cuerpo
participando en esta danza cósmica de energía;
sentí su ritmo y «oí» su son, y en aquel
momento supe
que se trataba de la Danza de Siva, el Señor de los Danzantes que los hindúes
adoraban.27
Esta
experiencia, escribe Capra, «fue seguida por muchas experiencias
similares» que le mostraron que la perspectiva del mundo
proviniente de la física moderna «es armónica con
la antigua sabiduría oriental». O, tal como lo expresa
él en otras palabras, «El misticismo oriental provee un
coherente y hermoso marco filosófico que puede acomodar nuestras
más avanzadas teorías del mundo físico».28
Capra representa otro intento de los escritores de la Nueva Era de pretender
apoyo científico para la perspectiva mística del universo, y esta vez de la
nueva física. Los seguidores de la Nueva Era no están solos en pensar que la
nueva física tiene implicaciones de gran alcance para la religión. En el
artículo Fe y la Nueva Física en este mismo número se hace patente el
debate existente entre el sentido de la Nueva Física para la perspectiva
cristiana del universo, y recomendamos su lectura previa como trasfondo para
esta sección.
Son dos las consecuencias de la nueva física que los seguidores de la Nueva
Era toman como significativas: 1) el mundo de cuerpos sólidos y distintos ha
quedado disuelto, y 2) ha demolido la idea de la naturaleza como algo separado
de la mente humana.
Campos y fuerzas
La física clásica presuponía una clara división entre materia y energía. Se
consideraba la materia como dura y sólida, y la energía como ondulatoria y
etérea. La famosa ecuación de Einstein, E = mc2
derribó esta distinción: la materia es sencillamente otra
forma de energía. Con el desarrollo de sofisticadas
técnicas de fisión atómica, los físicos
creen ahora que las partes antes sólidas del átomo
(protones, neutrones y electrones) son «paquetes» de
energía congelada.
En lugar de ver el mundo como una colección de objetos separados y sólidos,
los físicos están comenzando a contemplarlo como un solo y subyacente campo de
fuerzas, una red interconectada de energía. Este modelo de un sustrato homogéneo
de energía ha inspirado a una nueva generación de físicos ocultistas que
mantienen que esto demuestra el antiguo lema del misticismo: «Todo es
Uno». En palabras de Capra:
Para el místico oriental, todas las cosas y los
acontecimientos percibidos por los sentidos estan relacionados y vinculados
entre sí, y son sólo diferentes aspectos o manifestaciones de la misma y final
realidad. ... Cuanto más penetramos en el mundo de lo submicroscópico, tanto más
nos daremos cuenta de cómo el moderno físico, como el místico oriental, han
llegado a contemplar el mundo como un sistema de componentes inseparables,
interactivos y siempre en movimiento. ...29
«Todo es Uno»
Según
el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, en el nivel
subatómico no existen partículas con certidumbre, sino
que sólo muestran «tendencias a existir» -los
acontecimientos no ocurren con certidumbre, sino que sólo
muestran «tendencias a existir». Como resultado, argumenta
Capra, «las partículas subatómicas no tienen
sentido como entidades aisladas, sino que sólo se pueden
comprender como interconexiones, o correlaciones, entre varios procesos
de observación y medida. ... En la teoría de los cuantos
uno nunca termina con «cosas», sino que siempre se trata
con interrelaciones.30
Y ahí es donde encontramos las
doctrinas centrales que unifican todos los enfoques de la Nueva Era. Enseñan que
en o detrás del universo hay una unidad espiritual; un alma del mundo o
conciencia cósmica o mente universal.
No podemos dividir la naturaleza en bloques elementales duros, impenetrables,
aquello que era la meta de la física clásica. La naturaleza «aparece más
bien como una complicada red de relaciones entre las varias partes del
todo». Capra concluye:
Así, la teoría de los cuantos revela una unidad básica del
universo. Muestra que no podemos descomponer el mundo en unas unidades
pequeñas irreductibles de existencia independiente.31
En base de esto, las cosas y los fenómenos físicos son
meramente manifestaciones de una matriz fundamental subyacente. Es evidente el
paralelismo con el pensamiento oriental, en el que la única realidad es la
unidad subyacente, y las cosas físicas son transitorias e ilusivas.32
El Teorema de Bell
Una importante prueba de la interconexión de la naturaleza es la que se alega
que se encuentra en el teorema de Bell. Este teorema tiene que ver con el efecto
EPR: Cuando se separan partículas subatómicas apareadas y el experimentador
cambia el spin de una, el spin de la otra cambia también
instantáneamente -aunque pueda estar a gran distancia. ¿Cómo se transmite
la información de manera tan rápida?
Las partículas no parecen estar gobernadas por las leyes
clásicas de los objetos separados en el tiempo y en el espacio. De alguna
manera, según Bernard d'Espagnet, físico en la Universidad de París, las
partículas «constituyen un todo indivisible» incluso cuando están
separadas en el espacio. En palabras de otro físico, Nick Herbert, la
interdependencia de las partículas es
una simple consecuencia de la unidad de objetos aparentemente separados... un
efugio quántico a través del que la física admite no meramente la posibilidad
sino la necesidad de la visión unitaria del místico: «Todos somos
uno».33
Un Universo Holográfico
En 1973, el físico David Bohm (que era discípulo de Krishnamurti) sugirió que
el efecto EPR podría entenderse mejor en base del modelo de un holograma. Un
holograma es una imagen tridimensional creada por la interacción de rayos laser.
Lo que lo hace significativo es que toda la imagen queda almacenada en cada
parte del holograma. Si cortas la imagen en dos, no consigues dos medias
imágenes, sino dos imágenes enteras. Cada parte contiene y puede reconstruir
toda la imagen.
Si el reino quántico es como un holograma, explica que dos partículas
separadas puedan afectarse entre sí, porque cada una «contiene» a
la otra. A los seguidores de la Nueva Era les gusta el modelo del holograma por
otra razón. Da un paralelo a la doctrina mística de que somos a la vez parte del
Todo y que contenemos el Todo -por cuanto somos meramente manifestaciones de la
unidad que subyace a todas las cosas, nosotros, en un sentido, contenemos todas
las cosas.
Otra característica de los hologramas es que al principio el rayo láser
parece ser sólo una masa de remolinos carentes de sentido. La imagen organizada
no aparece hasta que un segundo rayo láser interactúa con él. En la
interpretación de la Nueva Era, el mundo es un holograma, y el segundo láser es
la mente humana. Es la mente la que transforma las frecuencias caóticas del
mundo subatómico en imágenes tridimensionales. Por ello, lo que pensamos que es
el mundo «ahí fuera» es en realidad una proyección de nuestras
mentes.
Esta interpretación fue sugerida por Karl Pribram de la
Universidad de Stanford. Para los pensadores de la Nueva Era es semejante a la
idea oriental de que el mundo es una proyección de nuestra conciencia. Ferguson
establece este paralelo:
Si la naturaleza de la realidad es en sí misma holográfica, y el
cerebro opera holográficamente, entonces el mundo es ciertamente, cómo lo han
dicho las religiones orientales, maya: un espectáculo mágico. Su
concreción es una ilusión.34
El mundo de objetos sólidos y separados es una creación de la mente en base
de otro «material» más primario. Y Pribram sugiere que en estados
trascendentales o místicos conseguimos acceso directo a aquel reino primordial
subyacente a la realidad normal -vemos a través de la ilusión que nuestras
mentes normalmente crean.
Creador Cuántico
La idea de la mente humana como creadora del mundo se ha
extendido rápidamente desde el surgimiento de la física cuántica. En el artículo
Fe y la Nueva Física, en este mismo número, se menciona que es imposible
determinar simultáneamente la posición y la velocidad de una partícula.
Para conocer uno de estos datos no podemos evitar alterar el otro. Por esto,
hemos de decidir qué propiedad queremos determinar. «Esto está muy cerca
de decir que creamos ciertas propiedades» al escoger medirlas,
escribe Gary Zukav en su popularísimo libro The Dancing Wu Li Masters.35
La física clásica supone que hay un mundo externo que existe aparte de
nosotros, que podemos observar y medir sin cambiarlo. El concepto de objetividad
científica descansa sobre la presuposición de que la naturaleza «está ahí
fuera» en oposición a «yo» que está «aquí
dentro». Pero en la teoría cuántica es imposible observar la realidad sin
cambiarla.
Presentemos otro ejemplo: algunos experimentos muestran que la luz tiene
naturaleza ondulatoria. Otros que tiene naturaleza de partícula. Si queremos
mostrar que la luz es la una o la otra, sólo necesitamos seleccionar el
experimento apropiado.
Todo esto suena peligrosamente semejante a decir que
hacemos que la luz sea bien una onda, bien una partícula. ¿Qué era la luz
antes de hacer el experimento? A decir de los físicos Werner Heisenberg y
John Wheeler, existía en un estado indeterminado -existía potencialmente
como cualquiera de ambas cosas: «El fotón carece de cualquier existencia
determinada hasta que hace una marca en el aparato medidor del
científico.» En este sentido, cada acto de observación es un acto de
creación.36
De esta forma, la teoría
cuántica ha derrumbado la clásica distinción entre sujeto y objeto. El papel del
científico ha cambiado del de observador pasivo al de participante activo.
Escribe Capra: «El electron no posee propiedades activas
independientes de mi mente.»37 O, en las palabras de
Talbot: «Es la conciencia del observador la que interviene y desencadena
todos los posibles resultados que se observan.»38 Al
nivel subatómico «no existen propiedades de las cosas, sino sólo
propiedades de interacciones» con el experimentador -«lo que está
"ahí afuera" no aparecería en absoluto si no fuese por la participación de la
peculiar constitución del «ahí adentro» y de sus artefactos
medidores.»39
¿A dónde nos lleva este subjetivismo científico? De vuelta a la antigua
doctrina mística de que el mundo es una construcción de mi propia conciencia.
Michael Talbot escribe en Mysticism and the New Physics:
En el reconocimiento del papel de la conciencia en el proceso
del universo físico se da un alejamiento radical de la física clásica. Pero se
trata de lo que los místicos nos han estado diciendo siempre.40
Un conflicto de religiones
Los que defendemos el cristianismo nos encontramos
constantemente con la oposición no de la irreligión de nuestros oyentes, sino de
su verdadera religión... Si uno habla de una gran fuerza
espiritual que lo impregna todo, de una mente común de la que todos somos
partes, de un fondo de espiritualidad general a la que todos podemos dirigirnos,
se atraerá el amistoso interés de todos. Pero la temperatura se hace glacial
cuando uno menciona un Dios que tiene propósitos y que lleva a cabo acciones
determinadas, que hace una cosa y no otra, un Dios concreto, que escoge, ordena
y prohíbe, y que tiene un carácter determinado.41
Escribiendo ya en 1944, C. S. Lewis previó el influjo de ideas procedentes de
Oriente y describe aquí la diferencia esencial en el concepto de Dios entre la
religión de Oriente y el cristianismo.
No hemos hecho en este artículo una crítica exhaustiva y detallada del
pensamiento de la Nueva Era. Para esto remitimos al lector a la bibliografía de
recursos que damos al final. Nuestro principal propósito aquí ha sido el de
alertar a los lectores acerca de este movimiento, y hacerlos conscientes de sus
incursiones en prácticamente todas las áreas de pensamiento y vida.
Muchos
de nosotros estamos tan ocupados oponiéndonos al evolucionismo
en su vertiente atea que puede que hayamos pasado por alto el progreso
de la religión oriental en los distintos campos de la ciencia.
Aunque en el pasado la ciencia ha sido un potente instrumento de
secularización, puede que en el futuro venga a ser el medio para
legitimar una nueva forma de espiritualidad. Esta es desde luego la
meta de físicos como Jack Sarfatti, director del Grupo de
Investigación de Física y de la Conciencia en San
Francisco. La postura de Sarfatti es que «La red de conexiones
cuánticas es lo más cercano a lo que puede llegar la
mente del Hombre a la luz espiritual de la conciencia crística, o Tao,
que subyace a todas las apariencias». Y daba su perspectiva del propósito
de la ciencia con estas palabras:
Queremos infectar a la sociedad con una visión diferente de
la realidad. Los físicos son los sumos sacerdotes de la sociedad.42
Sarfatti no está solo en sus propósitos. Hay un gran número
de pensadores de la Nueva Era en la educación, donde se están haciendo comunes
técnicas de alteración de la conciencia como la meditación, imaginería guiada,
biofeedback y autogenesia (hipnosis). También hay «redes de académicos,
incluyendo presidentes de universidades y decanos, que aportan su peso
específico a la idea de la conciencia en evolución», según Ferguson -y
cosa más cargada de presagios, «grupos de burócratas informalmente
coordinados que buscan maneras de poner la fuerza del gobierno tras las
nuevas ideas».43
Si queremos hacer frente a la obra de estos autodesignados «sumos
sacerdotes», nos es preciso comprender de una manera profunda
todas las ramificaciones de la doctrina de la creación -no sólo aquello
que es necesario para contrarrestar la teoría evolucionista, sino también lo
suficiente para contrarrestar la cosmología mística oriental. En ésta
reconocemos una forma del antiguo pecado de poner a la humanidad en lugar de al
Creador en el centro de la realidad: «Nosotros somos todos Dios,
nosotros hacemos el mundo.» Los que rehúsan reconocer a Dios como
el Creador usurpan finalmente Sus cualidades y atribuyen la divinidad a alguna
parte de la creación. El salmista, en cambio, nos exhorta con estas
palabras:
Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros
mismos.
(Salmo 100:3)
REFERENCIAS
1 Marilyn Ferguson, The Aquarian Conspiracy (Los
Angeles: J. P. Tarcher, Inc., 1980), pág. 35. Volver al
texto
2 Fritjof Capra, The Tao of Physics (Oxford: Oxford
University Press, Flamingo edition by Fontana Paperbacks, 1983), pág. 23.
Énfasis añadido. Volver al texto
3 Esta y otras citas proceden de un simposio de fin de semana
(«Experiencing the Medical Model of the Future -An In-Depth Survey of
Holistic Health»), patrocinado por la Association for Holistic Health and
the Mandala Society, 4 de sept, 1977, tal como ha sido presentado en la revista
Journal de Spiritual Counterfeits Project, «The Marriage of
Science and Religion», Agosto 1978, artículo titulado «Holistic
Health from the Inside», por Brooks Alexander, págs. 5-17. Volver al texto
4 Por ejemplo, August Comte, el «padre» de la
ciencia social, y el filósofo Friedrich Hegel, quienes propusieron que la
sociedad humana y el mismo pensamiento humano progresan en etapas concretas a
través de la historia. Volver al texto
5 Ferguson, pág. 67. Volver al
texto
6 Erich Jantsch, Design for Evolution (NY: George
Braziller, Inc., 1975), pág. 152. Volver al texto
7 Theodore Roszak, Unfinished Animal (NY: Harper and
Row, 1975), pág. 3. Énfasis en el original. Volver al
texto
8 Capra, pág. 15. Volver al texto
9 Roszak, pág. 74. Volver al texto
10 George Leonard, «In God's Image» en Mind
and Supermind, Albert Rosenfeld, ed. (NY: Holt, Rinehart y Winston, 1977),
pág. 14. Volver al texto
11 Citado en Roszak, pág. 73. Volver al
texto
12 Gopi Krishna, The Biological Basis of Religion and
Genius (NY: Harper and Row, 1972), pág. 116. Volver al
texto
13 Peter Russell, The Global Brain (Los Angeles: J. P.
Tarcher, Inc., 1983), pág. 155. Volver al texto
14 Roszak, pág. 74. Énfasis añadido. Volver al texto
15 Ibid., pág. 106. Énfasis en el original. Volver al texto
16 Ferguson, págs. 164-165. Volver al
texto
17 Ibid., pág. 166-167. Volver al
texto
18 Ibid., pág. 166. Volver al
texto
19 Ibid., pág. 159. Volver al
texto
20 Roszak, págs. 109-110. Volver al
texto
21 Ibid., págs. 110-114. Énfasis añadido. Volver al texto
22 David Toolan, «Psychology's Theological Quantum
Jump» en Commonweal, 10 octubre 1980, pág. 562. El mismo Toolan no
responde a la pregunta con la evolución sino con los resultados de la nueva
física que se dan en la segunda mitad del artículo citado. Volver al texto
23 Fritjof Capra, The Turning Point (NY: Simon and
Schuster, 1982), pág. 292. Volver al texto
24 C. S. Lewis, The Best of C. S. Lewis (Washington, D:
Canon Press, 1969), págs. 280-281. Volver al texto
25 Citado en Capra, The Turning Point, pág. 292.
Énfasis añadido. Volver al texto
26 Roszak, págs. 101-102. Volver al
texto
27 Capra, Tao of Physics, pág. 11. Énfasis añadido.
Volver al texto
28 Ibid., págs. 12-13. Volver al
texto
29 Ibid., págs. 29-30. Volver al
texto
30 Capra, The Turning Point, pág. 80. Volver al texto
31 Capra, Tao of Physics, pág. 78. Énfasis añadido.
Volver al texto
32 Ibid., pág. 233. Volver al
texto
33 Citado en Ferguson, pág. 172. Énfasis añadido. Volver al texto
34 Ibid., pág. 180. Volver al
texto
35 Gary Zukav, The Dancing Wu Li Masters (NY: Bantam
Books, 1979), pág. 28. Volver al texto
36 John Gliedman, «Turning Einstein Upside Down»
en Science Digest, Vol. 92, No. 10, octubre de 1984, pág. 96. Volver al texto
37 Capra, The Turning Pont, pág. 87. Volver al texto
38 Michael Talbot, Mysticism and the New Physics (NY:
Bantam Books, 1981), pág. 34. Volver al texto
39 Toolan, pág. 565. Volver al
texto
40 Talbot, pág. 4. Volver al
texto
41 C. S. Lewis, pág. 279. Volver al
texto
42 Citado en Mark Albrecht y Brooks Alexander, «The
Sellout of Science», Spiritual Counterfeits Project, Journal,
agosto 1978. Volver al texto
43 Ferguson, pág. 63. Énfasis añadido. Volver al texto
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Fuente: Bible-Science Newsletter, febrero 1985, pags. 7ss.
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