Duane T. Gish, Ph.D.
H. M. Morris
Bolton Davidheiser
Santiago Escuain
David J. Rodabaugh
Norbert E. Smith
CREACIÓN, EVOLUCIÓN
Y EL REGISTRO FÓSIL*
4
LAS DISCONTINUIDADES
DEL REGISTRO FÓSIL ¿FÓSILES PERDIDOS, O CONSTRUCCIONES
IMAGINARIAS?
por SANTIAGO ESCUAIN
Un caballo de
batalla entre creacionistas y evolucionistas ha sido desde el principio la
inexistencia en el registro fósil de formas de transición entre tipo y tipo. Los
evolucionistas se refieren a esta característica en la mayor parte de sus textos
cuando tratan del registro fósil, tratando de responder a las objeciones que la
presencia de discontinuidades abruptas y sistemáticas, en lugar de innumerables
formas de transición, plantea a la afirmación de que «el registro fósil
documenta el hecho de la evolución de la vida».
Un examen
serio de los capítulos VI y X de la obra de Darwin El origen de las
especies,
y su comparación con afirmaciones de autores actuales, muestra que
la respuesta evolucionista a esta grave objeción no ha variado. Los
evolucionistas creen resolver la dificultad que les
plantea la ausencia de formas de transición en el registro fósil de la siguiente
manera:
a) La
imperfección del muestreo fósil –no hay suficientes fósiles, dicen, para poder
decir que tenemos una muestra representativa de lo que hay almacenado en las
capas sedimentarias de la tierra.
b) Que el
registro fósil es además fragmentario en las capas geológicas, debido al hecho
de que solamente algunos tipos de organismos pueden ser fosilizados.
c) Que la
sedimentación ha sido esporádica.
d) Que la
migración ha representado un papel importante en cuanto a la aparición de nuevas
formas en una región.
e) Que las
variedades fueron locales al principio.
f) Que no se
puede pretender hablar de formas de transición de «forma conocida» a «forma
conocida», pues todas las formas conocidas, seg&uac ute;n afirman los
evolucionistas, provienen por evolución de «antepasados comunes» a varias
formas. De estos antepasados comunes surgirían «líneas radiales» que divergirían
hasta llegar a evolucionar a formas actuales. Así, no habría líneas que
conectasen una forma actual con otra forma actual, sino todo un sistema de
ascendencia «ramificada». Por todo ello, no podríamos reconocer las formas de
transición ...
Sobre este
último punto, sólo cabe señalar que no habría ningún motivo para no reconocerlas
si éstas existiesen.
Que las
razones de Darwin no han cambiado, sino que son las que todavía se presentan en
la actualidad, se puede ver por un examen de la literatura evolucionista
contemporánea. Por ejemplo, Alfred S. Romer escribe:
«Muchas de las
razones aducidas por Darwin para explicar la insuficiencia de los restos
fósiles, las implicadas en las imperfecciones del registro geológico, siguen tan
válidas hoy como hace un siglo ...»
Por su parte,
Sperlich afirma que
«...el registro de
fósiles es muy incompleto y hemos de aceptar que numerosísimas especies y aun
grupos enteros de organismos desaparecieron sin dejar rastro
...»
Y George
Gaylord Simpson, el paleontólogo evolucionista más prominente de la actualidad,
afirma:
«Algunos
investigadores están tan impresionados por lo realizado [en investigación
paleontológica de campo] que insisten en que el registro debe tomarse al pie de
la letra y en que no falta nada realmente esencial. Otros, por el contrario,
están tan impresionados por las evidentes lagunas que todavía se aprecian en el
registro fósil que insisten en que tiene poca significación general y no puede
considerarse más que como una inapropiada serie de muestras dispersas. Ambas
conclusiones son injustificadas. El registro es muy incompleto y sería
equivocado no tenerlo en cuenta. Por otra parte, esta concesión puede hacerse
razonablemente; una vez hecha, el registro general ofrece una evidencia valiosa
sobre la evolución general y total de la vida.»
Es de señalar
que estas razones que los evolucionistas presentan suponen la confesión de un
hecho: El registro fósil no muestra ninguna evolución. Para que los libros sobre
el registro fósil puedan proclamar un evolucionismo «apoyado» en el registro
fósil, tienen que justificar la inexistencia de lo que pretenden que existió en
base de imaginar lo que pudo suceder a fin de que desapareciera la evidencia de
lo que ellos afirman que existió, o sea, las formas de transición, pero que el
registro fósil se niega a mostrar.
Aquí tenemos,
pues, las razones de los evolucionistas, sumariamente expuestas, para dar cuenta
de las discontinuidades sistemáticas y bruscas que plagan todo el
registro fósil. Esta explicación, ¿es realmente cierta?
¿Existe algún
método que pueda determinar si es cierto que no existe un muestreo
suficientemente representativo del registro de la vida en el pasado, o si la
proposición contraria es cierta?
El método
existe, e indica que el registro fósil, contrariamente a las afirmaciones de
algunos evolucionistas, está suficientemente completo, y que si hubieran
existido formas de transición, éstas deberían ya haberse hallado. A
continuación expondremos la lógica de este sistema, expuesto por Douglas Dewar
en 1947.
A) Se halla el
número de tipos de mamíferos vivientes en la actualidad, y el número de fósiles
de estas formas vivientes en la actualidad que se hayan hallado y
registrado.
B) Se halla el
número de géneros de mamíferos vivientes en la actualidad en Europa y Norte y
Sur de América, y se halla el número de géneros de los cuales se han preservado
formas fosilizadas en cada uno de estos continentes en cada período
geológico.
En base a ello
se pueden presentar tres tablas –confeccionadas por Douglas Dewar– a fin de
determinar el grado de representatividad del muestreo fósil tal como lo teníamos
entonces, en 1947:
I. Porcentaje de géneros de mamíferos
actualmente viviente cuyos fósiles se han hallado
Tipo de mamífero |
Número de géneros actualmente existentes |
Porcentaje de fósiles hallados de dichos
géneros |
Terrestres |
408 |
60,54 |
Marinos |
41 |
75,61 |
Volador (murciélago) |
215 |
19,07 |
Ante estas
cifras vemos que el registró fósil dista mucho de la irrelevancia que algunos le
atribuyen. Pero, no obstante, como los porcentajes pueden parecer bajos,
mostramos un desglose en la siguiente tabla:
II. Porcentaje de géneros de mamíferos
terrestres actualmente vivientes en cada continente, cuyos fósiles se han
hallado
Continente |
Número de géneros de mamíferos de tierra que
ahora lo habitan |
Porcentaje de tales géneros cuyos fósiles se
han hallado |
Europa |
48 |
100,00 |
América del Norte |
71 |
94,44 |
América del Sur |
86 |
72,09 |
Africa |
145 |
53,79 |
Australia |
48 |
45,83 |
En esta tabla
podemos observar algo muy importante. Ya en 1947 vemos que en Europa se había
hallado pr&aacut e;cticamente el 100 % de fósiles mamíferos terrestres
actualmente vivientes, y en Norteamérica casi el 95 % .
Vemos también que el porcentaje desciende en relación con la intensidad de la
exploración efectuada en cada continente. No es, pues, que el registro
geológico sea imperfecto, como pretendía Darwin, lo que explicaría que no se
hayan hallado todavía todos (o casi todos) los fósiles de las formas vivientes
en la actualidad, sino el hecho de que la exploración no ha sido todavía
completa.
¿No es apelar
demasiado a la casualidad el pretender que todas las causas señaladas por los
evolucionistas como razón de la «desaparición» de los eslabones «perdidos» hayan
respetado las formas fosilizadas de los seres actualmente
vivos?
Pero la razón
de la destrucción debida al tiempo también pasa sus apuros. Podemos presentar
otra tabla comparativa a fin de ver si realmente hay una fuerte destrucción de
fósiles debido a la acción del tiempo:
III. Comparación del número de géneros de
mamíferos terrestres (no voladores) actualmente vivientes en Europa y
Norteamérica con los que se presentan en los varios estratos del
terciario
Periodo |
Norteamérica |
Europa |
Actualmente vivientes |
72 |
48 |
Pleistoceno |
117 |
68 |
Plioceno Superior |
52 |
47 |
Plioceno Medio |
28 |
48 |
Plioceno Inferior |
63 |
52 |
Mioceno Superior |
61 |
82 |
Mioceno Medio |
54 |
59 |
Mioceno Inferior |
63 |
52 |
Periodo (cont.) |
Norteamérica |
Europa |
Oligoceno Superior |
61 |
43 |
Oligoceno Medio |
66 |
41 |
Oligoceno Inferior |
61 |
80 |
Eoceno Superior |
46 |
68 |
Eoceno Medio |
80 |
38 |
Eoceno Inferior |
78 |
24 |
Paleoceno
Superior |
60 |
| |
Paleoceno Medio |
68 |
> 14 |
Paleoceno
Inferior |
32 |
| |
La estadística
demuestra que si la razón de no hallarse en la actualidad muchos fósiles fuera
principalmente la destrucción de estos por el tiempo, cuanto más ascendiéramos
por las eras geológicas, menos se hallarían. No obstante, hallamos una cierta
constancia con algunas irregularidades (explicables por la desigualdad de las
excavaciones, etc.).
Como digna de
interés sobre el estado actual de la cuesión se puede citar una admisión de
Newell, quien confiesa que
«Muchas de las
discontinuidades tienden a ser más y más enfatizadas con el aumento de las
colecciones.»
Recordemos en
este momento la confesión de George Gaylord Simpson sobre la regularidad y
brusquedad con que se presentan las discontinuidades entre grupo y grupo en el
registro fósil.
También,
citando a Heribert Nilsson:
«Se puede mantener
firmemente que no es ni tan siquiera posible hacer una caricatura de la
evolución en base de los datos paleobiológicos. El material fósil está ya tan
completo que ha sido posible determinar nuevas clases, y la falta de series de
transición no se puede explicar como siendo debida a la escasez del material.
Las deficiencias son reales, nunca se cubrirán.»
Finalmente,
Newell escribió en su artículo «La naturaleza del Registro Fósil», en el
capítulo Discontinuidades sistemáticas en el registro:
«El segundo tipo de
discontinuidad paleontológica es sistemático. Esto es, refleja una deficiencia
genuina del registro que no depende de la recolección insuficiente, ni de
factores casuales de sedimentación. Los miembros más tempranos de cada categoría
más elevada, phylums, clases, órdenes y superfamilias poseen generalmente la
mayor parte de las características básicas de aquellas categorías más que
caracteres antecesores dominantes. Así, las categorías más elevadas tienden a
estar separadas de una manera definida de otros grupos relacionados con ellas
con poca tendencia, o ninguna, a la intergradación. El significado de este
aislamiento morfológico de las categorías más elevadas ha desconcertado a los
estudiosos del registro f ósil y era explicado por los paleontólogos
predarwinistas como indicación de creación específica.»
CONCLUSIONES
Estas tablas
nos están diciendo algo muy determinante. Nos están diciendo que debería ya
haberse hallado formas de transición. Las razones a posteriori
constituyen una pobre excusa que no soporta el examen de la evidencia, y se
dan con la esperanza de justificar lo injustificable, y de esconder bajo una
espesa capa de desinformación el aspecto básico de la cuestión, que es: EL
REGISTRO FÓSIL NO SOLO NO PROPORCIONA NINGÚN APOYO AL EVOLUCIONISMO, SINO QUE LE
ES ABIERTAMENTE HOSTIL. El intento de apoyar una hipótesis con hip—tesis
secundarias que a su vez descansan en fértiles e inquietas imaginaciones no es
ciencia, ni rigor, y mucho menos cuando se pretende propagandizar afirmando que
todas estas especulaciones son «hechos científicos que ninguna persona
“competente” pone en duda». Aunque desde luego sí constituye una excelente
táctica para hacer comulgar al público con ruedas de molino.
NOTA: Las
tres tablas de Dougas Dewar, F.R.Z.S., han sido tomadas del libro Evolución,
de Alejandro Roldán, S.I., Editorial Atlántida (Barcelona 1951). Procedentes
del libro de Dewar, Is Evolution Proved, Londres, 1947.
DARWIN, Charles R., El Origen de las
Especies, Ed. Zeus (Barcelona, 1970).
DARWIN, Charles R., Ibid., pp.
359-360.
BARNETT, S. A., y otros, Un siglo después de
Darwin, Alianza Editorial, Colección el Libro de Bolsillo, n. 25 (tomo II),
p. 79.
SPERLICH, Diether, con Fernando Lobo: La
evolución de las especies, Salvat Ed., Colección GT, n¼ 23 (Barcelona,
1973), p. 33.
SIMPSON, George Gaylord., La vida en el
pasado, Alianza Editorial (Barcelona, 1967), p. 143.
N. D. NEWELL, Proc. Am. Phil. Soc., abril,
1959, p. 267.
Citado en A. C. CUSTANCE: The Earth before
Man (Ottawa: Doorway Papers).
NEWELL, N. D., Proc. Am. Phil.
Soc., abril, 1959, p. 267.
Agradecimientos
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(Servicio Evangélico de Documentación e Información ) desea manifestar su
profundo agradecimiento a las siguientes entidades y personas que han hecho
posible la presentación en castellano de esta serie Creación y Ciencia,
facilitándonos los permisos para la publicación del material que aquí
presentamos:
INSTITUTE FOR
CREATION RESEARCH, de San Diego, California, dirigido por los Drs. Henry M.
Morris y Duane T. Gish.
CREATION RESEARCH
SOCIETY, de Ann Arbor, Michigan, y el Managing Editor, Dr. John N.
Moore.
BIBLE-SCIENCE
ASSOCIATION, de Minneapolis, Minnessota, dirigida por el Rev. Walter
Lang.
Dr. JOHN C.
WHITCOMB, Profesor de Antiguo Testamento en el Grace Theological Seminary de
Winona Lake, Indiana, y a la editorial Presbyterian & Reformed Pub.
Co.
Mr. R. G.
ELMENDORF, ingeniero de Bairdford, Pennsylvania.
SPIRITUAL
COUNTERFEITS PROJECT, y la BERKELEY CHRISTIAN COALITION de Berkeley,
California.
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08200 SABADELL
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LIBROS CREACIÓN y
CIENCIA
CREACIÓN,
EVOLUCIÓN Y EL REGISTRO FÓSIL
© Institute for
Creation Research; Creation Research Society; Presbyterian and Reformed
Publishing Co.
© 1977 SEDIN,
Apartado 2002 - 08200 SABADELL (Barcelona), ESPAÑA para la
versión española
© 2003 SEDIN,
Apartado 2002 - 08200 SABADELL (Barcelona), ESPAÑA para la
versión electrónica
Compilado por
SEDIN, con permiso de Institute for Creation Research; Creation Research
Society; Presbyterian and Reformed Publishing Co.
- Traducción del inglés: Santiago Escuain
© Santiago Escuain 1977, por la traducción
© Copyright SEDIN 2003 para el formato electrónico - www.sedin.org. Este texto se puede reproducir
libremente para fines no comerciales y citando la procedencia y
dirección de SEDIN, así como esta nota en su integridad.
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