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Duane T. Gish, Ph.D.
H. M. Morris
Bolton Davidheiser
Santiago Escuain
David J. Rodabaugh
Norbert E. Smith

CREACIÓN,  EVOLUCIÓN
Y  EL  REGISTRO  FÓSIL*


Apéndice

Sobre Selección Natural
¿Qué animales son realmente
el alimento de los depredadores?

Doctor E. NORBERTH SMITH

Profesor de Biología en la Northeastern 0klahoma State University

 
Resumen: Se ha creído que los depredadores sirven a las especies depredadas al eliminar a los viejos, enfermos y mutilados. Esta pretendida eliminación selectiva de los débiles es central en los dogmas de Selección Natural y Evolución. Evidencias recientemente estudiadas parecen indicar que existe una selección casual como causa determinante de cuál animal es comido. Otras evidencias indican que, al menos bajo ciertas situaciones, hay una selección contra los fuertes y saludables. Las implicaciones evolutivas (o antievolutivas) son claras, y se precisa de una reevaluación crítica de la evidencia.

INTRODUCCIÓN

Los evolucionistas contemplan a los depredadores como prestando un servicio a la especie depredada al eliminar a los muy jóvenes, viejos, enfermos y mutilados. En lugar de perjudicar a la especie depredada, el depredador, al eliminar selectivamente a los individuos inferiores, tienen una parte importante en asegurar la supervivencia total de la especie y su supuesta evolución.

También se considera que el depredador es importante para la supervivencia de la especie depredada al eliminar el exceso de población. Se dice a menudo que los depredadores son necesarios para mantener un control de población de la especie depredada. Se argumenta que sin depredadores la especie depredada se reproduciría descontroladamente hasta que se excediera la capacidad del hábitat ecológico, momento en el cual se produciría un declive catastrófico. Se cita a menudo el incidente de la Meseta Kaibab como evidencia de la necesidad de depredadores. Se eliminó a los depredadores del bosque de Kaibab en el Norte de Arizona al principio de los 1920; la población de ciervos aumentó, y después de un tiempo se extinguió.

Hace tiempo que esta interpretación está abandonada. Según Lauchkhart: «Los cazadores hace tiempo que están convencidos de que la eliminación del puma de Kaibab no tuvo nada que ver con la explosión de población de los rebaños de ciervos. El aumento de ciervos fue debido. según todas las apariencias, a algunos cambios de hábitat.» [1]

Caughley concluyó e n que poco se puede aprender de las estimaciones del número original de ciervos por Rasmassen, [2] , [3] excepto que existió una explosión de población y una disminución consiguiente en algún, periodo de tiempo comprendido entre 1924 y 1930. Burk [4] despachó el incidente de Kaibab como un mito de larga persistencia. Howard propuso que «la historia de depredación de ciervos no se citara en publicaciones futuras.» [5]

Se ha descubierto que muchas especies regulan la densidad de población independientemente de los efectos de los depredadores. La densidad de las tuzas no mostraba correlación con las fluctuaciones de densidad de los coyotes. [6] Los ratones de campo ajustan su densidad de población, sin depredadores ni irregularidades climáticas, a los recursos comestibles disponibles. [7] Wynne Edwards amasó evidencia extensa de regulación endógena de la densidad de población, [8] la evidencia ha sido revisada, [9] y las implicaciones evolutivas (o antievolutivas) han quedado expuestas. [10] Se observó que el número de liebres, roedores y perdices disminuyó al controlar 22 especies de depredadores. [11] Varios estudios de laboratorio han revelado reproducción reducida bajo condiciones de superpoblación. [12] , [13] , [14] , [15] , [16] , [17] , [18]

 

¿Cuál es el papel del depredador?

¿Cuál es, entonces, el papel del depredador? Desde Darwin hasta ahora se dice que los depredadores actúan como un filtro, eliminando lo inferior del depósito genético. Se supone que a través de la selección natural los depredadores mejoran continuamente la población reproductiva (y a su vez son mejorados ellos a causa de la dificultad de alimentarse de una especie depredada cada vez mejor) y proveen a la Selección de «fuerza» selectiva. Se admite que los depredadores son importantes para el proceso evolucionista solamente si alteran diferencialmente el potencial genético. * La eliminación al azar de individuos de la especie depredada no alteraría la frecuencia de genes.

El concepto de que los más débiles, enfermos, y tarados caen víctimas del depredador es desde luego plausible a primera vista. Desde luego, si el cazador fuera un hombre desarmado, necesariamente mataría a los débiles, lentos, o jóvenes. Se razona que el depredador ahorra energía y asegura su alimento si persigue a los lentos y a los débiles. Entonces los sobrevivientes serían los depredados superiores genéticamente y tendrían ventaja. Debido a esta ventaja, durante largos lapsos de tiempo, llegarían a una posición mayoritaria al dejar mayor progenie.

No obstante, la evidencia que la naturaleza nos presenta parece indicar que la suerte juega una parte principal en determinar cuál es el animal comido. La suerte no es selectiva y no puede alterar la frecuencia genética, La cuestión, entonces, de qué animales realmente comen los depredadores es de importancia, y tiene implicaciones fuertes de cara a la teoría de la evolución.

Observaciones casuales durante la caza, la inspección de trampas y la pesca, muestran que la vasta mayoría de los animales salvajes son saludables, vigorosos, sin enfermedades y han hallado lo suficiente para comer como para poder mostrar depósitos significativos de grasas. ¿Dónde están los débiles, los hambrientos –el alimento de los depredadores? La contestación más frecuente –pero raramente confirmada– es que estos animales ya han sido víctimas, y que por lo tanto ya no se pueden hallar. Así vemos que la importante cuestión de que qué es lo que los depredadores comen no ha sido realmente aclarada.


Presentación de observaciones

Manteniendo varias especies de serpientes en condiciones de laboratorio por dos décadas, he observado que las serpientes parecen preferir presas activas y saludables. Si se le ofrece simultáneamente a una serpiente un ratón saludable y otro sordo y enfermo, la serpiente seleccionará invariablemente el saludable primero. De hecho, el ratón enfermo puede permanecer desatendido durante horas en cualquier rincón.

Las siguientes observaciones fueron hechas por el veterano trampero de depredadores y biólogo Roy McBride, y dispongo de ellas a través de comunicación personal. McBride posee 20 años de experiencia cazando depredadores de ganado con trampas en Norte y Centroamérica, y está en la actualidad estudiando jaguares controlados por radio en las montañas de Texas. En la primavera de 1972 intentó capturar un lobo gris (Canis lupus baileyi) al Suroeste de Durango, México. Las huellas del animal eran fácilmente reconocibles ya que al lobo le faltaban dos dedos del pie anterior izquierdo.

El lobo se dedicaba a matar novillos y vaquillas destetadas de un peso de 120 a 200 kg. Los ganaderos destetaron a todos los becerros simultáneamente, y muchos del rebaño eran jóvenes, débiles y con salud débil. Estos novillos débiles se cansaban muy rápidamente y podían ser tirados al suelo por un ranchero con mucha facilidad. De los 96 novillos muertos por el lobo, McBride examinó personalmente 55 antes de capturar el lobo. Sin ninguna excepción, el lobo seleccionaba a los animales más saludables a pesar de la abundancia de presas débiles. Los novillos jóvenes débiles no fueron atacados.

Siguiendo a jaguares controlados por radio, McBride vio a uno que cazaba ciervos (se puede saber que están cazando porque se detienen en los puntos elevados para observar, en contraste a la línea recta de movimiento cuando no están de caza) apartarse de un ciervo vivo enredado en una valla. ¿No nos recuerda esto a un gato o perro jóvenes persiguiendo activamente a un ratón, perdiendo rápidamente el interés si queda herido y cae inmóvil?

En otra ocasión cuatro venados estaban juntos en una colina cerca de la frontera mexicana. Un jaguar hembra mató a tres de los cuatro en un período de 90 días, pero dejó al cuarto que siempre había estado con ellos. El cuarto venado estaba en muy mala condición debido a una deformación de las patas delanteras. La conclusión de McBride es la de que los depredadores «seleccionan» algunas presas antes de la caza, y que con unas condiciones razonablemente favorables de clima y terreno no tienen ninguna dificultad en cazar animales saludables de la más alta capacidad. [19]

Un estudio reciente revela resultados similares en la liebre Lepus americanus. [20] Se determinó la causa de mortalidad en animales balizados con radio, examinando los cadáveres. La depredación fue la causa de 21 de 26 de las muertes registradas. Se identificaron los depredadores en 15 de los 21 casos. Los depredadores incluían linces, coyotes, comadrejas, mochuelos y azores.

Recientes datos han suministrado un índice de condición [21] utilizado para señalar la condición física de las liebres. Tan sólo una del total de 21 liebres cazadas por depredadores tenía un &iacu te;ndice de valor significativamente por debajo del valor medio de sobrevivientes (P < 0,05). Aquí, otra vez la evidencia parece indicar que los depredadores no eliminan preferentemente a los débiles y a los enfermos.

La evidencia disponible, por lo menos para algunos depredadores bajo ciertas condiciones, indica que los depredadores son completamente capaces de capturar presas saludables de gran capacidad de resistencia; la suerte determina cuál es el animal comido. De hecho, la evidencia parece indicar que se evita con preferencia a los enfermos y débiles.


Examen de las implicaciones

Al examinar esto más de cerca, ¿no nos parece lógico y normal? Las presas débiles y lentas sufren a menudo alguna enfermedad infecciosa. Cualquier depredador que cazase a estos individuos correría el riesgo de infección. Son muchas las infecciones víricas y bacterianas que pueden ser transmitidas por contacto, o a través de la mucosa nasal o bucal. Muchos endoparásitos entran en su huésped por el conducto gastrointestinal.

Parece ser que la evitación de los individuos lentos sería útil para minimizar la exposición a enfermedades contagiosas y a parásitos. Los animales débiles a causa de una baja nutrición son más susceptibles a enfermedad, y por esto también sería inconveniente seleccionar a estos animales. Una presa saludable, además, proporcionaría una alimentación mejor, tanto cuantitativa como cualitativamente.

Los mismos métodos empleados por los depredadores no nos indican una selección de los poco saludables, débiles, o desatentos. Muchos depredadores son oportunistas y construyen trampas (hormiga-león, arañas) o se emboscan (muchos insectos y reptiles). Estos animales simplemente capturan lo que les cae. No hay ninguna selección de los menos capaces aquí. De hecho, parece que lo cierto es lo opuesto. Los animales capturados son los individuos fuertes que salen en búsqueda de alimento.

Para los depredadores que cazan su presa la visión es a menudo muy importante. Los animales que responden a estímulos visuales son a menudo profundamente sensibles al menor movimiento. Una vez detectada, la más saludable de las presas puede ser generalmente capturada. De hecho, las presas lentas permanecen invisibles bajo su camuflaje.

Volvemos a no tener evidencia de que se evitan las presas saludables. De hecho, parece ser que lo cierto es lo contrario, especialmente entre los carnívoros mamíferos. Parecen disfrutar de la caza, la persecución y la matanza. Los perros que llegan a conocer la excitación de perseguir y cazar ganado pueden ser «curados» solamente por su destrucción la mayor parte de las veces. Muchos depredadores parecen gozar de la caza que solo una presa saludable les puede proporcionar. De hecho, los animales que rehúsan correr parecen confundir y frustrar al depredador.

La amplia utilización de la inmovilización total parece dar apoyo a esta deducción. Si los depredadores están simplemente buscando una comida f&a acute;cil, la inmovilización total podría parecer la peor respuesta posible a un ataque; y muchos animales se comportan así. Muchos insectos, isópodos, arañas, anfibios y reptiles permanecen inmóviles cuando se les inquieta. Un ejemplo común es cuando un perro se enfrenta con una tortuga o una culebra. En ambos casos el perro atacará enérgicamente al reptil, tan solo para perder completamente el interés cuando la presa no escapa.

La inmovilización total es una respuesta al ataque tan bien desarrollada en ciertos marsupiales que la expresión «hacer la zarigüeya» es una frase corriente en el idioma inglés. La zarigüeya tiene una respuesta fisiológica altamente desarrollada que la capacita para desmayarse ante una tensión. Los vasos capilares se dilatan, la tensión sanguínea baja, y el animal pierde el conocimiento. ¿Cómo puede ser esto una protección contra los depredadores si cazan a los «débiles y a los lentos». Esta respuesta de la zarigüeya es útil solamente si el depredador está a la búsqueda de animales activos. De hecho, la caza parece ser un preludio importante a la matanza. Los animales que permanecen inmóviles cuando se les ataca escapan no por volverse invisibles para el depredador, sino porque confunden la secuencia normal: encuentro-persecución-matanza.

Los depredadores que fueran capaces de vencer solamente a los poco saludables o a los débiles no serían capaces de sobrevivir por mucho tiempo. Los datos sacados de trampas y de observaciones de campo revelan que solamente una proporción muy pequeña de la mayor parte de las especies que sirven de presas están en mala condición. La mayor parte de los depredadores tienen una gran capacidad de ataque. Muchos carnívoros mamíferos y reptiles depredadores pueden ganar fácilmente a la carrera (o atrapar en una emboscada) vencer y matar animales mucho mayores que ellos en tamaño y peso. Consideremos a un lobo de 25 kg. derribando a un ciervo de 170 kg., y la potencia de las serpientes venenosas.

Un argumento paralelo existe con respecto a los herbívoros. Aunque la mayor parte de los animales plantívoros seleccionan las especies que comen, hay bien poca evidencia de que seleccionan a los miembros inferiores de la población de plantas. Naturalmente, se dice que hay otros factores que tienen un mayor papel en la selección de las plantas, como la producción de semillas, germinación, competencia intraespecífica. Se podría decir que por lo menos en terrenos muy pastados existe una situación paralela al ejemplo del depredador-presa; y, no obstante, no parece que haya ninguna selección de lo menos apto. De hecho, la mayor parte de los herbívoros parecen seleccionar las plantas mejores y más bien desarrolladas. Otra vez vemos que los mismos argumentos valen para el valor nutritivo de los alimentos. Según toda la evidencia, es una selección negativa la que sufren los herbívoros.


Sumario

Sumarizando, la evidencia y la lógica indican claramente que los depredadores son bien capaces de cazar, y a menudo lo hacen, a los mejores representantes de la especie que les sirva de alimento. La selección al azar juega un papel importante en determinar qué animal es el comido. Se ha creído durante mucho tiempo que los depredadores son necesarios para mantener la densidad de población de la especie depredada, y suministrar el mecanismo para el mejoramiento del potencial genético de la presa al eliminar selectivamente a los individuos inferiores. En ambos aspectos de la relación depredador-presa penetra mucho el dogma evolucionista moderno.

Si los individuos fecundos no son seleccionados, y si los depredadores (o herbívoros) no cosechan individuos fenotípicamente inferiores, la selección natural es un dogma sin un mecanismo que lo apoye. Está bien claro que se precisa de una reevaluación crítica de estos hechos.

 


Fuente: Creation Research Society Quarterly: «Which Animals do predators really eat?», 13(2):79-81. © Copyright Creation Research Society, 1976. Publicado con permiso.



[1] LAUCKHART, J. B., 1961. Predator management. 41st Annual Conference, Western Association of State Game and Fish Commissioners, Santa Fe, New Mexico.

[2] CAUGHLEY, 1970. Eruption of ungulate populations, with emphasis on Himalayan thar in New Zealand, Ecology 51(1):53-72.

[3] RASMUSSEN, D. I., 1941. Biotic communities of Kaibab Plateau, Arizona, Ecological Monographs 11(3):229-275.

[4] BURK, C. J., 1973. The Kaibab Deer incident: A long persisting myth, Bio-Science 23(2):113-114.

[5] HOWARD W. E., 1974. The Biology of Predator Control. Addison. Wesley Module in Biology No. 11. Addison-Wesley Publishing Company, Inc.

[6] ROBINSON, W. B. and T. V. HARRIS, 1960. Of gophers and coyotes, American Cattle Producer, October, No. 22, 2pp.

[7] CHITTY, D., 1960. Population processes in the vole and their relevance to general theory, Canadian Journal of Zoology 38(1):99-113.

[8] WYNNE-EDWARDS V. C., 1962. Animal dispersion in relation to social behavior. Hafner Publishing Company, New York.

[9] SMITH, E. Norbert, 1969. Book Review. Creation Research Society Quarterly 6(1):73-74.

[10] SMITH, E. Norbert, 1970. Population Control: Evidence of a perfect Creation, Creation Research Society Quarterly 7(2): 91-96.

[11] CRISSEY, W. F. y R. W. DARROW, 1949. A study on predator control on Valcour Island. New York State Conservation Department, Division of Fish and Game, Research Series 1, 28 pp.

[12] CREW, F. A. E., y L. MIRSKAIA, 1931. The effects of density on an adult mouse population, Biological Genetics 7, 239-250.

[13] PEARL, R., 1932. The influence of density of population upon egg production in Drosophila melanogaster, Journal of Experimental Zoology 63(1):57-84.

[14] ROTH, L. M. y R. B. HAWLAND, 1941. Studies on the gaseous secretion of Triboluim confusum. I. Abnormalities produced... by exposure to a secretion given off by the adults, Annals of Entomological Society of America 34, 151-172.

[15] ALLEE, W. C. A., E. EMERSON, O. PARE, T. PARK y K. P. SCHMIDT, 1949. Principles of animal ecology. W. B. Saunders Co., 218 W. Washington Square, Philadelphia, Pennsilvania 19105. Chapters 18-22.

[16] SILLIMAN, R. P., y J. S. GUTSELL, 1958. Experimental exploitation of fish populations. U.S. Fish and Wildlife Service, Fishery Bulletin 58 (no. 133), 214-52.

[17] BEST, J. B., A. B. GOODMAN y A. PIGEON, 1969. Fissioning in planarians: control by the brain, Science 164 (3879):565-566.

[18] SMITH, E. Norbert, 1973. Crowding and sexual reproduction of the planaria, Dugesia dortocephala, Creation Research Society Quarterly 10(1):3-10.

* Nota del traductor: Realmente, los resultados de este estudio tienen importancia. Recordemos que una observación con respecto a una teoría determinada puede tender a confirmarla, si está en línea con la teoría, pero no puede demostrarla. En cambio, una observación o experimento que vaya en contra de la teoría sí que realmente puede llevar a declararla falsa. En este caso, si hubiese una selección positiva, según la predice la teoría general de la evolución, no demostraría la evolución en sí, puesto que la selección, si se cumpliese de esta manera, solamente proveería la seguridad del mantenimiento de una «calidad mínima» en la especie depredada. No puede explicar en absoluto la aparición de nuevos caracteres, solamente su preservación o eliminación. En este caso, no habría prueba de ninguna fuerza ascendente que impulsara a la especie en un camino ascendente de evolución, sino solamente de una fuerza conservadora que eliminaría las variaciones y las mutaciones del depósito genético de la especie (recordemos que las mutaciones son perjudiciales) que perjudicasen a la especie depredada reduciendo su capacidad vital. En cambio, si las observaciones van en contra de la teoría, son fatales para ella, puesto que los evolucionistas invocan (aunque no todos) la selección natural como fuerza directora dei proceso de evolución.

[19] McBRIDE, R., 1976. Status and ecology of the mountain lion (Felis concolor stanleyona) of the Texas and Mexico border. Master's Thesis, Sol Ross University, Alpre, Texas.

[20] BRAND, C. J., R. H. VOWLES y L. B. KEITH, 1975. Snowshoe hare mortality monitored by telemetry, Journal of Wildlife management 39(4)741-747.

[21] BAILEY, J. A., 1968. A weight length relationshipp for evaluating physical condition of cottontails, Journal of Wildlife Management 32(4):835-845.


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BIBLE-SCIENCE ASSOCIATION, de Minneapolis, Minnessota, dirigida por el Rev. Walter Lang.

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Traducción del inglés: Santiago Escuain
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