EL HOMBRE FÓSIL
Frank W.
Cousins
5—APRESURAMIENTOS DESHONESTOS Y
FRAUDES
El primero y peor de todos los fraudes es engañarse
a uno mismo.
—Bailey
Pasemos de las series a un deshonesto apresuramiento en
publicar relatos totalmente engañosos acerca del hombre fósil y a una etapa
final de falsedad: el fraude directo.
El caso más flagrante de apresuramiento deshonesto en la
publicación de información tocante al hombre fósil es el del Hesperopithecus (Fig. 5).
Ningún estudioso de la evolución debería privarse del placer
de examinar el número de la revista The Illustrated
London News del 24 de junio de 1922, págs. 942, 943
y 944. El despliege central de esta revista de papel satinado está dedicada al
Hesperopithecus, el
Hombre-Simio del Hemisferio Occidental, y el artículo está escrito nada menos
que por una autoridad como la del difunto Profesor Sir Grafton Elliot Smith,
F.R.S., entonces Profesor de Anatomía en la Universidad de Londres.
Se muestra a los Hesperopitecos (macho y hembra)
recreándose juntos y rodeados del caballo primitivo Pliohippus, de antílopes Illingoceras y de un rinoceronte sin
cuerno. El Hesperopithecus se basa en el hallazgo de Harold J. Cook, un geólogo consultor, de
un diente solitario en el depósito pliocénico de los lechos del arroyo Snake
Creek en Nebraska occidental. El Profesor Henry Fairfield Osborn proclamó este
diente como perteneciente a un nuevo género y especie que designó como
Hesperopithecus haroldcookii. Posteriormente, el
doctor W. K. Gregory demostró que el célebre diente no era más que el diente de
un pecarí extinguido, Prosthennops
serus.

Fig. 5
Hesperopitecos
recreándose—en realidad una reconstrucción basada en un diente de cerdo
extinto.
Copyright The Illustrated London News
& Sketch Ltd., 24 de junio de
1922.
El aclamado descubrimiento del Pithecanthropus erectus por parte de
Dubois deja mucho que desear desde el punto de vista de la objetividad. Nadie
estaba más consagrado a la idea de la evolución del hombre a partir de los
simios que Dubois. Desde el principio creía que encontraría evidencias de la
evolución del hombre en los países cálidos de Oriente, donde había simios
antropoides autóctonos. Abandonó entonces su puesto de profesor en la
Universidad de Amsterdam, y se alistó en el Real Ejército Holandés en Indonesia
Oriental para poder emplear su tiempo en la búsqueda del Eslabón Perdido
propuesto por Haeckel. Sus prospecciones tuvieron lugar originalmente en la isla
de Sumatra, pero sus hallazgos allí no fueron significativos y pidió su traslado
a la más prometedora isla de Java. Allí encontró Dubois los cráneos de Wadjak,
que estaban muy fosilizados, de gran capacidad cerebral, y que pertenecían al
Homo sapiens. Estos
cráneos fueron escondidos por Dubois desde 1890 hasta 1920 y fueron sólo sacados
a la luz pública cuando tuvo lugar la publicación de la monografía del doctor
Smith acerca del hombre de Talgai (australiano). En este caso no tenemos un
apresuramiento deshonesto, sino más bien la retención y ocultación de
información para que no se arrojasen dudas sobre el hallazgo más en la
inclinación de Dubois: el Pithecanthropus mismo. Sir Arthur Keith
explica esta cuestión en su defensa de Dubois:
- «No cabe duda alguna de que si a su regreso en 1894, él
[Dubois] hubiera puesto ante los antropólogos de su tiempo el cráneo simiesco de
Trinil al lado de los cráneos de gran capacidad cerebral de Wadjak, ambos
fosilizados, ambos de la misma región de Java, les hubiera dado [a los
antropólogos] una comida más allá de sus capacidades de digestión
mental.»
Esto es cierto, pero no habla demasiado en favor de los
antropólogos de aquel entonces y expone los prejuicios con que un hombre
consagrado a una causa presenta su alegato. Recientemente, por cortesía del
Profesor Brongersma, del Rijksmuseum van Natuurlijke Historie de Leiden, tuve el
placer de ver los restos que Dubois había traído de vuelta. Dubois había
descubierto demasiado. Había descubierto la cubierta craneana del
Pithecanthropus erectus
en 1891 y en agosto de 1892, a una distancia de 15 metros del lugar donde había
encontrado la cubierta craneana, un fémur humano fosilizado. Dubois encontró
otras cuatro piezas de fémur, pero no sé si éstas fueron halladas con la
cubierta craneana; parecen trozos de palo en un estado sumamente fosilizado.
Dubois insistió que el fémur de origen humano pertenecía al Pithecanthropus erectus. Los otros los
desechó. Observo que en el erudito trabajo de los profesores Boule y
Vallois
la gran plancha fotográfica titulada «Los principales restos óseos del
Pithecanthropus» omite
estos fémures de forma de palo o el fragmento de la mandíbula de Kedung Brubus
(Kedoeng Broboes). Este fragmento de mandíbula, que he visto, está en una
condición mutilada y es un fragmento mínimo. Dubois no vaciló en considerarla
como «casi perfectamente humana», pero con una fosa digástrica grande situada
totalmente en el margen inferior del hueso —estructura que Dubois afirmó como
incompatible con el habla articulada. El modelo completo de Pithecanthropus erectus que reconstruyó
el mismo Dubois se preserva en los sótanos del museo de Leiden. Esta figura, que
fue expuesta en la exposición de París, lleva una herramienta en forma de horca
en su mano derecha (Dubois había dicho que el Pithecanthropus erectus no había hecho
herramientas) y presenta un pene de no poco tamaño. Fue sin duda esta indebida
licencia artística la que impulsó a G. K. Chesterton a escribir sus famosas
líneas:
- «La gente hablaba del Pithecanthropus como de Pitt o Fox o
Napoleón. Los artículos de divulgación publicaban retratos de él como los
retratos de Carlos I o de Jorge IV. Se reprodujo un detallado dibujo,
cuidadosamente sombreado, para demostrar que hasta los cabellos de su cabeza
estaban contados. Ninguna persona no informada que contemplase su rostro
cuidadosamente delineado se habría imaginado por un momento que éste era el
retrato de un fémur, de unos cuantos dientes y de un fragmento de
cráneo».
Cuatro años antes de su muerte en 1940, Dubois declaró que
los restos del Pithecanthropus eran los de un gibón plateado.
A partir de un ansia por forzar el argumento en favor de la
evolución, no hay una distancia muy grande hasta el fraude directo. Me cuesta
presentar al lector los detalles de la tragedia para la antropología que supuso
el Hombre de Piltdown (El más antiguo de los
ingleses). Todo el mundo conoce el caso, y la
polvareda tardará en asentarse. Ha puesto una mancha
permanente sobre la obra de Keith, The Antiquity of
Man, que es de lejos el mejor libro sobre el hombre
fósil. Nadie interesado en la cuestión debería inculpar a Dawson (el lego) hasta
que haya leído el análisis que Francis Vere hace del
problema.
a—Cráneo del
Zinjanthropus |
b, c y d son tres vuelos de imaginación
artística
b—El Zinjanthropus dibujado para el
Sunday Times 1964, 5 de
abril. Con permiso de The Sunday
Times. |
c—El Zinjanthropus dibujado por Neave Parker
para el doctor L. S. B. Leakey. Copyright, The
Illustrated London News & Sketch, Ltd.,
9/1/60. |
d—El Zinjanthropus dibujado por Maurice Wilson
para el doctor Kenneth P. Oakley. Con permiso del doctor Kenneth P.
Oakley. |
Otra seria razón para objetar es los fantásticos vuelos de
imaginación que se presentan al público en las exhibiciones antropológicas en
los principales museos de los grandes centros académicos. La «galería de
bribones» de más fácil adquisición es el Atlas of
Evolution de de Beer, Nelson, 1964. Los rostros de
los hombres fósiles nos son desconocidos, y nadie puede decidir en base de una
cubierta craneana el aspecto de su propietario. Ya hemos visto (pág. 41) que al
Hesperopithecus se le
dieron rasgos simiescos en base de nada más que un diente de cerdo, y se tiene
que registrar aquí que los rostros de los hombres fósiles tienden a aparecer
simiescos cuando son reconstruidos por los evolucionistas. Es mejor desechar
estas reconstrucciones; no constituyen evidencia en el sentido propio del
término, como aparece de manera tan clara en nuestras ilustraciones del
Zinjanthropus (véase las
figuras más arriba).
SEDIN
Servicio Evangélico - Documentación -
Información
Apartat 2002
08200 SABADELL
(Barcelona) ESPAÑA
|
Índice:
Índice de
boletines
Índice
de línea
sobre línea
Página
principal
Índice
general castellano
Libros recomendados
orígenes
vida
cristiana
bibliografía
general
Coordinadora
Creacionista
Museo de
Máquinas Moleculares
Temas de
actualidad
Documentos en
PDF
(clasificados por temas)
Para descargar el libro en formato
PDF para Acrobat Reader, haga clic aquí (1,5 Mb)
|