EL HOMBRE FÓSIL
Frank W.
Cousins
9 — Datación.
Hay varias graves dificultades que rodean a la datación
radiocarbónica, y por ello las cifras obtenidas por este método deben ser
contempladas con serias dudas. Ha quedado claro ahora, por una comunicación de
J. R. Bray a Nature para
el 12 de marzo de 1966, págs. 1065-1067, que el flujo radiactivo está abierto a
considerables variaciones a lo largo de tres milenios. Escribí al doctor Bray y
él me comunica que en este momento lo mejor es ser sumamente escéptico acerca de
todas las dataciones radiocarbónicas. Esto incide de forma muy perjudicial sobre
la presuposición fundamental de W. F. Libby en su obra clásica Datación Radiocarbónica. Este libro, que
he leído, se basa en la atrevida suposición de que la actividad radiactiva ha
sido constante a lo largo de diez milenios. Escribí al doctor Libby, y debo
agradecerle la siguiente informativa respuesta y la elucidación que me
proporcionó su ayudante, el Profesor Berger. Me he tomado la libertad de
condensar ligeramente sus contestaciones:
Universidad de California Los Angeles 6 de septiembre de
1967
Estimado Sr. Cousins,
Desde luego esta usted en lo cierto al decir que la datación
con C-14 descansa sobre la suposición de la constancia de los rayos cósmicos, y
sabemos que esta suposición no es estrictamente cierta, por cuanto se han
descubierto fluctuaciones de unos pocos tantos por ciento en el contenido de
radiocarbono de la biosfera durante los últimos tres milenios mediante el empleo
de materia orgánica de edad histórica bien conocida.
Sin embargo, a lo largo del amplio panorama de decenas de
milenios según se juzga por las radiactividades inducidas por rayos cósmicos en
meteoritos, parece que la suposición es bien sana. Naturalmente, la verdadera
presuposición es que los rayos cósmicos que inciden sobre la tierra son
constantes, y ello involucra no sólo la suposición de que los rayos cósmicos
sean constantes, sino que el campo magnético de la tierra lo es también, por
cuanto el campo magnético desvía alrededor de la mitad de la radiación,
apartándola de la tierra. De modo que nuestro argumento descansa enteramente
sobre la concordancia con materiales de edad conocida y con la evidencia
auxiliar acerca de la constancia de los rayos cósmicos y de la constancia del
campo magnético de la tierra. Por lo que respecta a estos dos puntos podemos
decir que se deberían hacer correcciones por desviaciones de unos pocos tantos
por ciento (1 por ciento es 83 años en la edad).
Naturalmente, no podemos hacer esto más allá de los primeros
cinco milenios en el margen exterior, porque carecemos de registros históricos,
pero cuando llegamos a unos 20.000 años puede intervenir otro reloj radiactivo
(Ionio en sedimentos marinos) y
nos permite una comprobación razonable. De modo que creemos que no estamos en un
error mayor a un pequeño tanto por ciento en cualquier momento.
Sin embargo, no podemos tener una certidumbre absoluta; no
todos los laboratorios de datación radiocarbónica informan en años
radiocarbónicos
con plena conciencia de que se puede precisar de alguna corrección.
- Universidad de California
Los
Angeles
2 de noviembre, 1967
Estimado Sr. Cousins,
El Profesor Libby me ha pedido que responda a su carta, y me
complace clarificar los siguientes puntos:
1—Los datos procedentes de meteoritos acerca de flujos de
radiación cósmica parecen válidos debido a que los meteoritos son generalmente
aceptados como miembros del sistema solar y que no se originan desde el
exterior.
2—La datación por Ionio parece ser factible en el campo de
entre varios miles a 400.000 años. Hay una dificultad que aparece con mediciones
de conchas marinas porque puede darse una adición subsecuente de uranio debido a
agua freática en el medio geológico. Hoy por hoy no es posible distinguir si las
conchas se han contaminado de esta manera o no.
3—El cálculo de la edad mediante medición radiocarbónica se
efectúa como sigue:
-
In Io
- edad (años) = vida mediana de C14 x ––—––
-
Imuestra
-
In e Imuestra son las tasas de contaje en contajes por minuto (cpm) o la
intensidad de la radiación de C14 en la muestra. Io es la tasa de contaje del estándar
coetáneo o 95% la tasa de contaje del ácido oxálico disponible en la Oficina de
Estándares de los EE. UU. para laboratorios de radiocarbono. La vida mediana del
radiocarbono es la vida media multiplicada por el factor
- 1
- ––—–– (0,693 - In2)
- 0,693
- Atentamente, Rainer Berger
Otra dificultad es la que revela H. Barker en una carta a
Nature, 28 de enero de 1967, en la que observa que el hueso per se no es susceptible de una datación
directa mediante la técnica del radiocarbono. Dice así:
«Sellstedt et al han descrito un método para la extracción de carbonatos inorgánicos
del hueso de modo que el colágeno residual pueda ser empleado como material
fuente para datación radiocarbónica, y concluyen que esto «ofrece al arqueólogo
un instrumento elegante y versátil que es susceptible de una amplia
aplicación.»
Esta declaración no está de acuerdo con anteriores trabajos
en este campo, de los que los autores parecen no ser conocedores, y que ha
indicado que el problema de la datación de la proteína ósea es, en realidad,
mucho más complejo que lo que parecen implicar Sellstedt et al. Así, Munnich, empleando un método
similar al de Sellstedt et al, llegó a la conclusión de que la mera extracción de los carbonatos
inorgánicos de huesos enterrados (y también de astas) no era en sí suficiente
para garantizar un resultado fiable, debido a que la naturaleza intensamente
absorbente de la proteína en estos materiales lleva a la absorción de materiales
orgánicos «más recientes» procedentes de su medio, y esto no puede ser
totalmente eliminado. Además, Olson y Broecker han descrito un método para la
extracción de los carbonatos y de ácidos húmicos del hueso, y han comparado las
fechas obtenidas en base de este hueso tratado con los obtenidos de carbón
vegetal coetáneo de los mismos lugares. En algunos casos hubo buena
concordancia, pero no en otros. Tamers y Pearson han comparado fechas obtenidas
de huesos que habían sido digeridos en un ácido fuerte (es decir, proteína ósea
hidrolizada libre de carbonatos) con las de carbón vegetal asociado, y en muchos
casos han encontrado graves discrepancias. Finalmente, Berger y Libby han
demostrado que una simple extracción con álcali eliminará una cantidad
considerable de contaminación húmica más «reciente» del colágeno del hueso, pero
sus resultados no indican si este tratamiento elimina totalmente toda la
contaminación no coetánea derivada del material húmico o de otras
fuentes.
Así, estos resultados indican con toda claridad que no se
pueden extraer conclusiones seguras acerca de la idoneidad de un hueso como
material fuente para la datación radiocarbónica. Hasta que se pueda desarrollar
un método completamente satisfactorio para la eliminación de toda contaminación
no coetánea de la proteína ósea, será necesario seguir confiando en el
establecimiento de criterios por los que sea posible valorar la fiabilidad de un
hueso como material de datación en cualquier situación concreta, como, por
ejemplo, mediante comparación directa con materiales orgánicos más «fiables»
como carbón vegetal o huesos carbonizados procedentes del mismo contexto
arqueológico, o incluso aprovechando la no homogeneidad del hueso mismo para
conseguir un criterio de contaminación, como se ha hecho con astas.
Además, Barker ha expuesto otra dificultad en su erudita
reseña [Nature
231 270 (1971)],
«Radiocarbon Variation and Absolute Chronology [Variaciones radiocarbónicas y
cronología absoluta]», las actas del duodécimo Simposio Nóbel celebrado en el
Instituto de Física en la Universidad de Uppsala. Nobel Simposium No. 12, 1970. Editado por
Ingrid U. Olsson. Explica que:
«Desde el principio de la datación radiocarbónica ha habido
un interés continuado en la precisión absoluta de método, y se han dedicado
muchos esfuerzos, en particular a lo largo de la década pasada, a la comparación
del radiocarbono con otros sistemas de datación. La literatura acerca de este
tema antes de esta publicación exhibe una situación compleja que no es
fácilmente comprendida por muchos usuarios de fechas radiocarbónicas, y es
probable que, a la vista de su complejidad y de las amplias divergencias
comunicadas entre las fechas radiocarbónicas y de calendario en ciertas regiones
temporales, se susciten considerables dudas en las mentes de los arqueólogos
acerca de la validez de las fechas radiocarbónicas en general.
»Aparte de las comunicaciones formales, las discusiones
también quedan registradas aquí, aunque en forma condensada. En ciertos lugares
son muy iluminadoras. Así, la redactora general afirma en el prefacio que “había
tenido la intención de publicar la mayor parte de las mediciones acerca del
contenido radiocarbónico de la atmósfera en una gráfica … de una forma tal que
esta gráfica se pudiera emplear con fines de calibración …”. Las razones por las
que esto no fue posible surgen con mucha claridad en las discusiones.
Aprendemos, por ejemplo, que en tanto que hay un buen acuerdo general tocante a
las principales variaciones a lo largo de los últimos siete milenios según se
deduce de las mediciones sobre materiales dendrocronológicos, los diversos
laboratorios no están en total acuerdo acerca de la posición y magnitud de las
fluctuaciones a corto plazo, y que en tanto que la mayoría estaban dispuestos a
reunir sus mediciones a fin de facilitar el propósito de la redactora general,
hubo una notable excepción (el Profesor Suess) que insistió en que su curva de
calibración se publicase por separado. Así, el principal defecto de este libro
desde el punto de vista del usuario de fechas radiocarbónicas es que no
proporciona una respuesta final y definitiva tocante al problema de convertir
fechas radiocarbónicas a fechas de calendario. En lugar de ello, hay dos
diagramas separados: la curva de calibración debida a Suess que aparece en otras
publicaciones, y la forma a la que se parece haber llegado intuitivamente en
lugar de mediante un tratamiento estrictamente matemático de los datos, junto
con un diagrama preparado por la redactora general en la que se representan
gráficamente los datos de los otros investigadores. Debido a que este último no
pretende competir con el otro diagrama indicando una curva de calibración, sirve
principalmente para exponer hasta dónde los laboratorios coinciden en la
tendencia general de las variaciones grandes a largo plazo y cómo difieren
respecto a la posición y magnitud de posibles fluctuaciones a corto
plazo.»
Se está de acuerdo en la actualidad en que el descubrimiento
de que la concentración de 14C atmosférico ha fluctuado en milenios recientes hasta un 8 por
ciento del nivel actual ha resultado en una conmoción. La determinación
radiocarbónica de muestras datadas por medio de dendrocronología permite ahora
la investigación de este efecto hasta el 6.000 a.C., pero su magnitud antes de
esta fecha permanece incierta.
La vida media del radiocarbono, de aproximadamente 5,7 x
103 años, establece
una limitación más fundamental sobre la edad de las muestras que sean
susceptibles de datación. Su corta vida media significa que después de unas
pocas decenas de milenios queda muy poca radiactividad en el espécimen, y que el
contaje de desintegraciones en las muestras queda siempre complicado por una
actividad de fondo causada por la radiación cósmica que no puede eliminarse.
Incluso el enriquecimiento isotópico de muestras de gas sólo aumenta la escala
efectiva del método hasta un máximo de 70.000 años.
SEDIN
Servicio Evangélico - Documentación -
Información
Apartat 2002
08200 SABADELL
(Barcelona) ESPAÑA
|
Índice:
Índice de
boletines
Índice
de línea
sobre línea
Página
principal
Índice
general castellano
Libros recomendados
orígenes
vida
cristiana
bibliografía
general
Coordinadora
Creacionista
Museo de
Máquinas Moleculares
Temas de
actualidad
Documentos en
PDF
(clasificados por temas)
Para descargar el libro en formato
PDF para Acrobat Reader, haga clic aquí (1,5 Mb)
|