¿Me pueden decir algo
acerca de la Evolución?

 
Discusión del Evolucionismo en su papel de antiteoría y anticonocimiento.
Transcripción de la Ponencia de

Colin Patterson de noviembre de 1981 en el

Museo Americano de Historia Natural,

Ciudad de Nueva York
 

5 de Noviembre de 1981



Índice









Nota: Para obtener el original inglés, incluyendo la cinta de audio, puede pinchar AQUÍ:


Transcripción de la Ponencia de Colin Patterson - ¿Me pueden decir algo acerca de la Evolución?
Título original: Can You Tell Me Anything about Evolution?
- Transcripción y cotejo en inglés por Paul A. Nelson y William Kvaniskoff
© Copyright 2000, Access Research Network - Todos los derechos reservados
PO Box 38069
Colorado Springs
Colorado 80937-8069

Traducción del inglés: Santiago Escuain
© Copyright 2005, SEDIN - Todos los derechos reservados
SEDIN-Servicio Evangélico
Apartat 2002
08200 SABADELL
(Barcelona) ESPAÑA
Se puede reproducir para usos no comerciales manteniendo esta nota de Copyright y la procedencia.



«¿ME PUEDEN DECIR ALGO ACERCA DE LA EVOLUCIÓN?»


PONENCIA DE COLIN PATTERSON DE NOVIEMBRE DE 1981 ANTE EL MUSEO AMERICANO DE HISTORIA NATURAL, CIUDAD DE NUEVA YORK

 

Grupo de Discusión de Sistemática

Jueves, 5 de noviembre de 1981, 7 de la tarde

Sala 419

Museo Americano de Historia Natural

 



Rosen
[1]    He conocido al doctor Patterson durante unos 700 años —

Voz:    Desde luego, lo parece. [risas]

Rosen:    —y, en mi opinión personal, él es el principal paleoictiólogo no jubilado del mundo. [risas] El doctor Patterson trabaja en el Museo Británico. Estudió en Londres en diversas universidades, creo que parasitología, pero trabaja con peces fósiles, hace un trabajo excelente, conoce más sobre peces que la mayoría de los que han estudiado ictiología, y se ha interesado en la teoría: biogeografía, teoría biogeográfica, teoría sistemática, y ahora la teoría evolucionista. Y apenas si hay nada más que yo pueda decir acerca de él que él no vaya a decir por sí mismo —así que, Colin, adelante.

Patterson:    Gracias.

Rosen:    Hay otras dos sillas: una aquí, y otra allí. Dejad este cable sobre el suelo.

Patterson:    Bien, Donn no podía presentar disculpas acerca de la sala, y yo no puedo presentar disculpas acerca de las diapositivas, porque no tengo ninguna. Pero puedo presentar disculpas por otra cosa —si parece que estoy leyendo este material y a veces parezco sorprendido por lo que encuentro ahí, es cierto, lo estoy leyendo. La razón de que me sienta sorprendido por ello es que solo he acabado de escribirlo a las cinco y diez de esta tarde, y todavía no lo he leído del todo. Mis últimos días en Chicago fueron bastante agitados.

Bien, Donn no ha mencionado el título. Mi título es «Evolucionismo y Creacionismo». Y os diré que el título me lo sugirió Donn Rosen. Voy a hablar de esto para satisfacer a mi amigo de 700 años. Nunca he hablado de esto antes, y espero no tener que volver a hablar nunca más de esto. [risas] Pero es cierto que durante los últimos dieciocho meses, más o menos, he estado dándole vueltas a ideas no evolucionistas e incluso antievolucionistas. Ahora bien, creo que en mi vida, hasta ahora, cuando me presentaba para hablar acerca de un tema, estaba confiado acerca de una cosa —que sabía más del tema que nadie en la sala, porque lo había trabajado.

Bien, pues esta vez no es así. Estoy hablando acerca de dos cuestiones, evolucionismo y creacionismo, y creo que diré la verdad si digo que no sé nada en absoluto acerca de lo uno ni de lo otro. Ahora bien, una de las razones por las que comencé a adoptar este punto de vista antievolucionista, bueno, llamémoslo no evolucionista, fue que el año pasado de repente me di cuenta de una cosa. Durante veinte años había creído que estaba trabajando acerca de la evolución en algún sentido. Una mañana me desperté, y algo había sucedido durante la noche, y me vino repentinamente a la mente que había estado trabajando en este material durante veinte años, y que no había nada que supiese de ello. Esta fue una fuerte sacudida, darme cuenta de que alguien puede andar engañado durante tanto tiempo.

De modo que, o bien yo iba mal, o algo iba mal con la teoría evolucionista. Naturalmente, sé que yo no voy mal. De modo que durante las últimas semanas he intentado plantear una sencilla pregunta a diversas personas y grupos.

La pregunta es: ¿Me podéis decir cualquier cosa acerca de la evolución, cualquier cosa, que creáis que es cierta? He probado esta pregunta con el personal de geología en el Museo Field de Historia Natural, y la única respuesta que recibí fue el silencio. La probé con los miembros del Seminario de Morfología Evolucionista en la Universidad de Chicago, un grupo muy prestigioso de evolucionistas, y todo lo que conseguí allí fue el silencio durante mucho tiempo, y luego, al final, alguien dijo: «Sí, yo sé una cosa. Que no se tendría que enseñar en los institutos». [risas]

Farris
[2]:    [suspiro audible y prolongado]

Patterson:    Bien, quizá aquí alguien tenga una respuesta más convincente que ésta —algo que sepan acerca de la evolución. La única otra respuesta, aparte de la referente a los institutos, que nadie me haya dado, y esta me la han dado varias personas en conversaciones y en reuniones, es que —sí, saben algo. Hay convergencia por todas partes. Esto es lo que han aprendido.

Bien, pasaré más tarde al tema de la convergencia, pero parece que el nivel de conocimiento respecto a la evolución es notablemente superficial. Sabemos que no se debería enseñar en los institutos, y quizá esto sea todo lo que sabemos acerca del tema.

Y mi segundo tema es el creacionismo, ¿y qué sabemos acerca de esto? Bien, sabemos que tampoco se debería enseñar en los institutos. [risas] Y de nuevo, esto es todo. Bien, no estoy interesado en la controversia sobre la enseñanza en los institutos, y si algunos creacionistas militantes han acudido aquí en busca de munición política, espero que se queden desengañados.

Pero, como digresión, creo que conozco la solución a los problemas que ustedes tienen con el tema de la enseñanza en los institutos. Y la solución es tener una religión establecida que se enseñe en las escuelas. En Inglaterra tenemos una, la Iglesia de Inglaterra. Y los creacionistas no tienen nada qué hacer, no hay donde asirse. A los niños ya se les enseña creacionismo. No hay problema.[3] Pero quizá aquí ya lleváis 200 años de retraso [risas] para tomar este camino.

De todos modos, no me estoy refiriendo a la controversia acerca de los institutos. Esto, creo yo, se llama el Grupo de Discusión de Sistemática, e intentaré hablar acerca de sistemática. De modo que quiero hablar sobre evolución y creacionismo en lo que son de aplicación a la sistemática. Y por cuanto se trata de un grupo de discusión, mi objetivo es solo ser lo suficientemente provocador para poner en marcha una discusión.

De modo que no estoy aquí para venderos tratados. En lugar de esto, usaré como texto para mi sermón un pasaje de este libro, la obra de Gillespie Charles Darwin and the Problem of Creation, Chicago University Press, un libro maravilloso, en mi opinión.[4] Lo he leído dos veces. Y quiero considerar la manera en la que estos dos puntos de vista alternativos acerca del mundo, el evolucionismo y el creacionismo, han afectado o pudieran afectar la sistemática y a los taxonomistas.

Bien, el libro de Gillespie es el intento de un historiador por explicar la cantidad de espacio que Darwin dedicó a combatir el argumento creacionista. Y Gillespie expone que lo que Darwin estaba haciendo era intentar sustituir el paradigma creacionista por un paradigma positivista, una visión del mundo en la que no hubiera ni lugar ni necesidad de causas finales. Y, naturalmente, Gillespie da por supuesto que Darwin y sus discípulos habían tenido éxito en esta tarea. Da por supuesto que una perspectiva racionalista de la naturaleza ha sustituido a otra de irracional, y, naturalmente, yo mismo tenía este punto de vista, hasta hará como unos dieciocho meses. Y luego me desperté y me di cuenta de que había pasado toda la vida embaucado y aceptando el evolucionismo de algún modo como una religión revelada. Desde mi nueva perspectiva, algunos de los comentarios de Gillespie acerca del creacionismo predarwinista me parecen notablemente idóneos, pero son idóneos, naturalmente, cuando los traspongo del período al que él se refiere, la década de 1850, a la actualidad, las décadas de 1970 y 1980.

Aquí tenemos una cita del libro de Gillespie:

El viejo epistema científico … había sancionado … o así parecía desde la nueva  … perspectiva, un pseudoparadigma que no era una teoría directora de investigación (por cuanto su poder explicativo era solo verbal), sino una antiteoría, un vacío que tenía la función de conocimiento pero que, como los naturalistas llegaron a sentir más y más, no comunica ninguno.[5]

Ahora bien, aquí Gillespie está refiriéndose al antiguo paradigma creacionista predarwinista. Pero me parece que lo que dice se podría aplicar con igual razón a la evolución tal como la comprendemos en la actualidad. Dejadme que repita parte de esta cita: «… no era una teoría directora de investigación, por cuanto su poder explicativo era solo verbal, sino una antiteoría, un vacío que tiene la función de conocimiento pero que no comunica ninguno».

Ahora, naturalmente, les debe parecer que estoy o bien errado o que actúo maliciosamente al sugerir que estas palabras se puedan aplicar a la teoría evolucionista. Pero espero poder mostrarles que hay algo en ello al menos por lo que se refiere a la sistemática. Gillespie dice primero que el creacionismo no puede ser una teoría directora de investigación, porque su poder explicativo es solo verbal. Ahora bien, en la actualidad la evolución ciertamente parece ser una teoría directora de investigación. La mayoría de nosotros creemos que estamos trabajando en investigación evolutiva. Pero, ¿es acaso su poder explicativo algo más que verbal? Bien, en sistemática el aspecto director de investigación de la evolución es la descendencia común, o descendencia con modificación y divergencia.

Aquellos de vosotros que estuvisteis en la reunión de Hennig[6] en Ann Arbor el mes pasado podéis haber oído que tanto Ron Brady[7] como yo, sin ningún acuerdo previo, citamos la misma declaración. La declaración era esta: «El valor explicativo de la hipótesis de la descendencia común es nulo». Y ambos atribuimos esta declaración al libro de E. S. Russell de 1916, Form and Function.[8] Al pensar acerca de esto desde aquel entonces, me parece que el efecto de las hipótesis de descendencia común sobre la sistemática no ha sido meramente vacío, no solo una carencia de conocimiento —me parece que ha sido positivamente anticonocimiento. De todos modos, volveré a esto más adelante.

Gillespie dice también que el creacionismo es una antiteoría, un vacío que tiene la función de conocimiento pero que no comunica ninguno. Y bien, ¿qué hay de la evolución? Desde luego, tiene la función de conocimiento, ¿pero ha comunicado ninguno? Bien, estamos de vuelta a la pregunta que he estado planteando: «¿Hay algo que me podáis decir acerca de la evolución?» Y la ausencia de una respuesta parece sugerir que es cierto, que la evolución no comunica ningún conocimiento, o, que si lo comunica, todavía no lo he oído.

Bien, aquí estamos todos nosotros con todas nuestras estanterías llenas de libros sobre evolución. Todos nosotros hemos leído toneladas de ellos, y la mayoría de nosotros hemos escrito uno o dos. ¿Y cómo puede ser que hayamos hecho todo esto, que hayamos leído estos libros y que no hayamos aprendido nada gracias a ellos? ¿Y cómo he podido yo trabajar acerca de la evolución durante veinte años, y no he aprendido nada de ello? El comentario de Gillespie, «un vacío que tiene la función de conocimiento pero que no comunica ninguno», me parece muy preciso, muy idóneo.

Bien, en la sistemática hay fragmentos de conocimiento evolucionista con que están repletas nuestras cabezas, desde las declaraciones más generales, como que los eucariotas evolucionaron a partir de los procariotas, que los vertebrados evolucionaron a partir de los invertebrados, hasta llegar a otras declaraciones más específicas como que el hombre evolucionó a partir de los simios. Bien, me imagino que para ahora este grupo se da cuenta de que estas declaraciones se ajustan exactamente a la descripción de Gillespie: vacíos que tienen la función de conocimiento, pero que no comunican ninguno.

Debido a que cuando analizo todas estas declaraciones que dicen que aquí hay un grupo, un verdadero grupo con características —eucariotas, vertebrados, Homo sapiens, lo que sea —y que en oposición al mismo hay un no-grupo: procariotas, invertebrados, simios— esto son abstracciones que no tienen características propias. No tienen existencia en la naturaleza, y por ello no pueden en modo alguno comunicar conocimiento, aunque parece que así sea cuando se oyen estas declaraciones por primera vez.

Así que, en general, estoy tratando de sugerir dos temas. El primero es que me parece que ha llegado a ser muy difícil distinguir entre el evolucionismo y el creacionismo, en particular en los últimos tiempos. Acabo de mostrar como la virulenta crítica de Gillespie contra el creacionismo me parece que es, tal como pienso, aplicable al evolucionismo —señal de que ambas cosas son muy similares.

Ahora bien, como todos saben, hay una especie de revolución en marcha en la teoría evolucionista en estos momentos. No incide en el hecho de la evolución ni en la teoría general de la evolución, la descendencia con modificación. Tiene que ver con los posibles mecanismos responsables de las transformaciones. Bien, la selección natural está bajo ataque, y oímos de una cantidad de nuevas teorías alternativas. He oído cuatro en las últimas seis semanas.

Vale. Bien, aquí tenemos de nuevo a Gillespie sobre el creacionismo en la década de 1850. Dice: «… con frecuencia, los que mantenían ideas creacionistas podían alegar ignorancia acerca de los medios y afirmar solo el hecho».[9] Esto parece resumir la sensación que tengo al hablar con los evolucionistas en la actualidad. Alegan ignorar los medios de transformación, pero afirman solamente el hecho: «Sí que ha sucedido … sabemos que ha tenido lugar». De nuevo, parece difícil de distinguir entre ambos puntos de vista.

Aquí tenemos otro par de citas de Gillespie. Dice de nuevo … dice cosas sobre el creacionismo que me parecen ser igual de aplicables a la evolución hoy. Aquí está la primera; la «… supuesta credibilidad de la teoría era meramente el resultado de la familiaridad …».[10] Y esta es la segunda cita: «Demasiado del contenido de la vieja ciencia era resultado de una intuición que en principio no era verificable ni directa ni indirectamente».[11]

Ahora bien, estas dos [citas], a mi entender, tienen un eco familiar. Oímos constantemente esta clase de cosas en teoría evolucionista, en estos tiempos.

Aquí tenemos otra cita acerca de la cambiante visión del mundo asociada con la extensión del pensamiento evolucionista en la década de 1860:

Así como la ciencia cambió de un fundamento teológico a un fundamento positivo, así la religión … entre muchos científicos y laicos influidos por la ciencia, cambió de religión como conocimiento a religión como fe.[12]

Bien, creo que muchos de los presentes reconoceréis que durante los últimos pocos años, si habéis reflexionado acerca de esto en absoluto, habéis experimentado un giro desde la evolución como conocimiento a evolución como fe. Sé que esto es cierto en mi caso, y creo que es cierto de muchos de vosotros aquí.

De modo que este es mi primer tema. Que la evolución y el creacionismo siguen mostrando unos notables paralelismos. Son más y más difíciles de distinguir.

Y el segundo tema es que la evolución no solo no comunica ningún conocimiento, sino que de alguna manera parece comunicar anticonocimiento, un conocimiento aparente que es en realidad perjudicial para la sistemática.

Quiero ilustrar esto con un par de parábolas. Ahora bien, estas dos parábolas tienen referencia a un diagrama que espero que os será inmediatamente familiar a todos cuando lo enseñe. Aquí es lo que parece [dibuja en la pizarra]. ¿Lo reconocéis? Es un diagrama que Ernst Mayr ha empleado en sus repetidas explicaciones del verdadero método en sistemática —de sistemática evolutiva.

Mi primera versión del diagrama —la primera parábola— se parece a esto. Esta es la versión publicada en Science la semana pasada.[13] Las marcas a lo largo de las líneas son autapomorfías de A, B y C, excepto por esta, que es una sinapomorfia de B y C. Y en el artículo de Mayr en Science de la semana pasada, C es el hombre, B es el chimpancé, nuestro grupo hermano según Mayr, y A no se designa, pero supondré que es el gorila. Creo que no cometo una injusticia contra él al suponerlo.

Ahora bien, esto es lo que dice Mayr:

La principal diferencia entre los cladistas y los taxónomos evolutivos … reside en el tratamiento de los caracteres autapomorfos. En lugar de asignar automáticamente a grupos hermanos el mismo rango, el taxónomo evolutivo los clasifica considerando el peso relativo de sus autapomorfías …[14]

Y luego se refiere a este diagrama. Y continúa:

… una de las autapomorfías notables en el hombre (en comparación con su grupo hermano, el chimpancé) es la posesión del centro de Broca en el cerebro, un carácter que está estrechamente correlacionado con la capacidad de habla del hombre. Este solo carácter tiene para la mayoría de los taxónomos mucho más peso que diversas sinapomorfías[15] entre hombres y simios. La particular importancia de las autapomorfías es que reflejan la ocupación de nuevos nichos y de nuevas zonas adaptivas que pueden tener más significación biológica que las sinapomorfías. …[16]

Aquí termina la cita.

Bien, hay varias cosas que se podrían decir acerca de esta declaración, pero no todas ellas serían corteses, de modo que me limitaré a señalar que tanto la declaración como el diagrama tienen la intención de implicar un conocimiento de evolución. El diagrama en los diferentes ángulos de las líneas aquí, y la declaración al referirse a cosas como nuevos nichos y nuevas zonas adaptivas, la significación biológica de ciertos caracteres, etcétera.

Cuando leí por primera vez este pasaje en Science me recordó inmediatamente algo, un episodio en la historia de la evolución que muchos podréis recordar, algo que se llegó a conocer como «La Gran Cuestión del Hipocampo». La Gran Cuestión del Hipocampo se registra en forma ficticia en la novela de Charles Kingsley, su libro para niños The Water Babies [Los niños del agua]. En realidad, aparte de la ficción, fue una controversia que se mantuvo entre 1861 y 1862 entre Richard Owen y T. H. Huxley.

Richard Owen era creacionista y T. H. Huxley era evolucionista. Owen, el creacionista, insistía en que el hombre era bien distinto de los simios, y que no podía estar relacionado con ellos por descendencia ni por ninguna otra vinculación física porque el cerebro del hombre contenía un cierto centro, el hipocampo, del que carecían los simios. Y T. H. Huxley insistía en que el hombre estaba relacionado con los simios porque el cerebro de los simios, según el decía, contenía un centro homólogo al hipocampo. La contienda siguió por dos años, y finalmente, como solía suceder, ganó T. H. Huxley.

Pero aquí estamos 120 años después, y tenemos a Ernst Mayr, el evolucionista, que insiste en que el hombre es bien distinto de los simios porque el cerebro humano contiene un cierto centro, el centro de Broca, que está ausente en los simios. Mayr incluso procede a citar a Julian Huxley, nieto de T. H. Huxley, y con alguna aprobación, y su reino Psicozoa —si recuerdan esto. Todo comienza a sonar muy familiar, ¿no? Pero observemos cómo se han invertido los papeles. El papel de Owen, el creacionista, el hipocampo, es ahora recogido por Mayr, el evolucionista, el centro de Broca. Y el papel de T. H. Huxley, el evolucionista, es ahora recogido por los cladistas, que la mayoría de la gente ahora cita como antievolucionistas —muchos lo hacen.

Bev Halstead[17], que estoy seguro que no necesita que se le presente aquí, ha publicado un artículo titulado «In Bed with the Creationists» [En la cama con los creacionistas], en el que me llama «devoto discípulo de Sir Richard Owen».[18] Pues que así sea. La rueda ha dado toda la vuelta. El evolucionista está ahora defendiendo precisamente la posición del creacionista hace 120 años: el centro de Broca es igual al hipocampo. Ahora bien, esta parábola refuerza el argumento que he estado presentando antes, que es difícil distinguir en la actualidad entre evolucionistas y creacionistas.

Pero quiero usarla para exponer otro argumento acerca de que la evolución es una antiteoría que comunica anticonocimiento. Es dañina para la sistemática. Contemplemos qué es lo que Mayr está recomendando. Recomienda que se mantenga al hombre en un taxón de rango superior, distinto de los simios. Y contemplemos qué es lo que le impulsa a esta recomendación. Es su aparente conocimiento de la evolución —el hecho de que el hombre ha evolucionado a una velocidad excepcional, que ha invadido una nueva zona adaptiva, y etcétera y etcétera. Y estos hechos evolutivos justifican un taxón de rango más elevado. Y luego contemplemos la consecuencia de su recomendación. El hombre es trasladado a un taxón de alto rango, y los simios quedan como un grupo parafilético —un grupo sin caracteres, y por ello sin individualidad ni realidad, y por ello una abstracción que queda más allá de la crítica.

Y entonces, ¿qué puede uno decir? Que el hombre evolucionó de los simios. Y uno puede decir algo acerca de la evolución. Me parece que aquí tenemos otra declaración que tiene la apariencia de conocimiento, pero que de hecho no contiene ninguno, que se trata de una pieza de anticonocimiento derivada de la teoría evolucionista. Pero en lugar de comentar más acerca de esto, citaré lo que T. H. Huxley dijo de Owen en 1861. Esto se refiere de nuevo a la cuestión del hipocampo. Aquí tenemos a Huxley escribiendo a Hooker, el 27 de abril de 1861.

«No creo que en toda la historia de la ciencia tengamos el caso de ningún hombre de reputación que se ponga en una posición tan despreciable.»

Bien, ahora desearía pasar a la segunda parábola, y volver de nuevo a este mismo diagrama, pero querría ahora que penséis acerca de la forma en que Ernst Mayr lo usó ya antes en su libro de 1969, y en su artículo de 1974 sobre sistemática.[19] En aquel entonces se parecía a esto [dibuja en la pizarra], y había algunas cifras aquí: 15 por ciento, 10 por ciento —no puedo recordar la otra— 70 por ciento. Ahora bien, así es como Mayr trataba de introducir alguna precisión en la sistemática evolutiva.

Y él dijo, que A sea el ancestro común de BCD, y supongamos que el genoma de B haya divergido respecto al genoma ancestral en un 15 por ciento, que el de C haya divergido en un 10 por ciento, y que D se haya desplazado rápidamente a alguna nueva zona adaptiva y divergido en un 70 por ciento.

Luego, dijo él, estaríamos muy equivocados si clasificásemos C con D, que naturalmente es su pariente más cercano por descendencia común, porque la relación significa una cantidad inferida del genotipo compartido, no cuán reciente se infiera que sea la descendencia común. Y aquí tenemos una suma bastante simple: B y C comparten el 75% del genotipo ancestral, C y D comparten solo el 30%. Y para mostrar la clase de errores que se podrían cometer, Mayr dijo que unos taxónomos insensatos podrían agrupar los cocodrilos con las aves en lugar de con otros reptiles, o podrían agrupar los simios africanos con el hombre, en lugar de con el orangután. De modo que Mayr, en base a su conocimiento de la evolución, estaba haciendo predicciones acerca de los genotipos de los cocodrilos y de los simios africanos.

En el primer ejemplo, los cocodrilos y las aves y los reptiles, predice que la proporción de genotipo que comparten C, el cocodrilo, y B, otro reptil, será mayor que la proporción que comparten C, el cocodrilo, y D, el ave. De modo que predice que en términos de genotipo compartido, BC será mayor que CD, ¿Vale? Ahora observemos que Mayr está demostrando el poder explicativo aquí de una hipótesis de descendencia común, algo que yo he sugerido que tenía un poder explicativo nulo.

También está manifestando un conocimiento de evolución. Correcto. Aquí tenemos una teoría que hace una predicción. Podemos someterla a ensayo. El mes pasado en Ann Arbor, un estudiante de Morris Goodman[20] me dio las secuencias aminoácidas para la alfa- y la beta-hemoglobina de tres cocodrilianos: un caimán, el cocodrilo del Nilo y el aligator del Mississippi. Ya conocíamos las secuencias de la alfa- y la beta-hemoglobina de dos aves —una gallina y una oca— pero el problema es encontrar otros reptiles. Hasta donde yo sepa, el único otro reptil disponible en este momento es la secuencia de alfa-hemoglobina de una serpiente, la víbora.

Bien, la alfa-hemoglobina es una cadena de 143 aminoácidos [dibuja en la pizarra]. Esto es tres veces esto. La he escrito, no puedo desarrollarla —429 nucleótidos. Esta es una muestra muy pequeña del genotipo, pero al menos vale la pena comprobarla. Y la predicción es que los aminoácidos comunes a —B es la víbora, C es un cocodrilo, y D es para esta exposición una gallina— que BC será mayor que CD.

Y aquí tenemos las proporciones que encontramos. BC es igual a 8 de 143 —esto significa el mismo aminoácido en 8 de las 143 posiciones, lo que significa un 5,6 por ciento. CD, esto es la proporción de cocodrilo-ave, es 25 de 143, lo que significa un 17,5 por ciento. Y la otra posibilidad es BD, compartido por la víbora y la gallina, y entonces tenemos 15 de 143, esto es, el 10,5 por ciento.

Correcto. Aquí lo tenemos. La teoría hizo la predicción, nosotros la hemos sometido a ensayo, y la predicción ha quedado falsada de forma decisiva. CD supera con creces a BC. El BC es pequeño, de modo que algo estaba mal con la predicción. Algo iba mal con la teoría. Pero, naturalmente, como todos sabemos, la falsación nunca es absoluta, porque uno nunca está seguro de lo que falsado.

Y aquí vemos solo tres posibilidades. Primero, se han falsado los datos; hay algo que no funciona con la alfa-hemoglobina. Segundo, se ha falsado el diagrama; hay algo erróneo en el sistema de relaciones de las serpientes, aves y cocodrilos. Y tercero, se ha falsado el conocimiento que Mayr tiene de la evolución, bien sea la cuestión particular acerca de ritmos y zonas adaptivas, bien algo más general.

Bien, podemos comprobar uno de estos tres —los datos— tomando otra muestra del genoma. Conocemos la secuencia de mioglobina para un cocodrilo, dos aves incluyendo una gallina, y dos otros reptiles, un lagarto varánido y una tortuga. La mioglobina tiene mayor tamaño, con una longitud de 153 aminoácidos, una muestra ligeramente mayor del genoma.

En este caso, B es un lagarto, el Varanus, C es el cocodrilo otra vez, y D es la gallina. Y esto para la mioglobina. Esta vez obtenemos BC, 16 de 135. Creo, sí, esto es el 10,5%. CD, esto es cocodrilo-ave, 13 de esto, que es el 8,5%. Y el tercero, BD, esto es el lagarto-ave, es 16 de esto, otra vez el 10,5%.

Esta vez, ahora, la proporción BC del genotipo es mayor que la CD, ligeramente mayor, como Mayr había predicho. Pero, un momento —¿qué ha pasado aquí? ¿Qué es este BD? Esta tendría que ser de lejos la menor proporción del genoma, pero es exactamente la misma que BC. Algo ha vuelto a funcionar mal. Y, de nuevo, hay las tres posibilidades. ¿Son los datos? ¿Será el diagrama? ¿O es la teoría?

De hecho, si uno piensa acerca del diagrama, estos datos sugieren un diagrama diferente: BC igual a BD. La única posibilidad, una tricotomía, como ésta. Quizá el diagrama está equivocado.

Bien, comprobemos de nuevo con una tortuga, con la mioglobina de la tortuga. Esta vez, B es tortuga —es alguna clase de terrapene, hasta donde pueda recordar —C es el cocodrilo otra vez, y D es la gallina. Y estas son cifras para la mioglobina. Y esta vez lo que tenemos es —no me preocuparé con las cifras. Pondré solo los porcentajes.

BC es 11,8% [comentario ininteligible]

CD es 5,2%, y BD, tortuga-ave, es 5,9%

Ahora nos estamos acercando a lo que Mayr esperaba. BC es aquí mucho mayor que CD. Pero, una vez más, tenemos otro problema. La porción BD, ave-tortuga, que debería ser pequeña, es en realidad mayor que CD. De modo que, una vez más, hay algo que no funciona. Bien, los datos sugieren un diagrama diferente. Sugieren uno como éste, donde B y C van juntas, y D está separada.

Lo siento, me estoy perdiendo …

De modo que parece que con estos tres ejemplos o bien tenemos el diagrama correcto, como sucedía con la primera muestra con la víbora y el alfa-hemoglobina, pero tenemos las proporciones equivocadas, o bien tenemos las proporciones correctas, como aquí, pero el diagrama equivocado, o bien conseguimos un conjunto de datos que es sencillamente ambiguo, que nos da una tricotomía. De modo que, ¿qué es lo que estamos falsando aquí, esta vez? Bien, ya no tenemos más secuencias disponibles de cocodrilo o de lagarto para poder hacer comprobaciones —no tenemos más secuencias pertenecientes a reptiles.

Hay dos cosas que podríamos hacer. Una es aceptar la presuposición de Mayr de que los reptiles constituyen un grupo, y sumar los datos y promediar. Si se añaden las tres clases de Bs —la tortuga, la víbora y el lagarto— y tres clases de cocodrilianos, y tres clases de gallinas. Cuando se hace esto, las tres sumas son: para BC se consigue 27,9, para CD se consigue 30,9, para BD se consigue 26,9. Son virtualmente idénticas. Al menos sugiero que sólo un maniático de la parsimonia intentaría distinguir entre estas cantidades. Y de manera efectiva son todos lo mismo, y el diagrama que nos dan es éste, la tricotomía. Bien, esto no es muy informativo.

Pero la otra opción que podríamos aceptar es la perspectiva optimista de Gary Nelson[21] de que cada conjunto de datos es un atisbo de la verdad. Y podríamos combinar los tres cladogramas. Bien, probemos esto y veamos qué conseguimos. Sale de esta manera:

Esto es B1, la serpiente, esto es C, el cocodrilo, esto es B3, la tortuga, esto es B2, el lagarto, esto es D, la gallina.

Bien. Este es el cladograma que conseguimos con estos datos de aminoácidos. ¿Os gusta? No, me parece que no.

Entonces, ¿qué hacemos? Bien, probaré otro más de estos juegos y luego lo dejaré. Como he dicho no tenemos más secuencias de reptiles, pero tenemos abundancia de secuencias de mamíferos. Así que, probemos con los mamíferos. Creo que si fuésemos a disponer los mamíferos con las aves y los cocodrilianos en el diagrama de Mayr —de nuevo, no seré injusto con él si supongo que el diagrama sería así— B será un mamífero, aquí está C, el ancestro común. Los mamíferos han divergido muy lejos en una dirección, los cocodrilianos se han apartado un poco en la otra, y las aves se han alejado mucho de esta manera. B, mamíferos, C, cocodrilianos, y D, aves.

Vale: B es el hombre, C es un cocodrilo y D es otra vez la gallina. Y si usamos los datos de la alfa-hemoglobina, lo que obtenemos es esto.

BC, 7,7%, esto lo comparten el hombre y el cocodrilo. CD, lo comparten el cocodrilo y el ave, 7,7%. BD, compartido por hombre y ave, 14,7%.

Ahora bien, ¿qué diantre está pasando aquí? BC tendría que ser menor que CD si el diagrama es aproximadamente correcto. De hecho, ambos son iguales. BD debería ser el más pequeño de todos —ambos están a millas de distancia— y en realidad es el mayor. Algo va mal.

Bien, no sé que haría un evolucionista con esto, pero me lo podría imaginar. Cuando pregunto a la gente sobre la evolución, la única respuesta que recibo es, «Hay convergencia por todas partes». Y estoy bien seguro de que tomarían esto como un ejemplo de convergencia y que volverían a dibujar el diagrama. Después de todo, las aves y los mamíferos han convergido adentro de la zona adaptiva endotérmica. Estos datos de la hemoglobina podrían estar dándonos otro ejemplo de convergencia. Pero no vale. Porque aquí las proporciones BC y CD del genotipo son iguales.

¿De qué estoy hablando? [risas] No tengo ni la menor idea. Ni la más mínima. Ah, ya veo lo que quiero decir, sí. [risas] Lo siento. La primera vez que lo mostré, quería mostrarlo así, pero esto no irá bien porque estos están ambos a la misma distancia de C, de modo que se tiene que hacer así —convergen hasta que— el ave y el mamífero convergen hasta que son idénticos. Pero luego el problema es que ambos difieren de la tortuga en un 7,7%. Pero estos porcentajes de 7,7% son totalmente diferentes. Tienen que estar separados de alguna manera en un 15%. Se haga lo que se haga con ello, la convergencia no lo explicará. Aquí hay algo extraño.

De modo que, después de todo, esta cuestión parece ciertamente irresoluble. Hay alguna otra cosa que puedo hacer con esto. Estos datos nos dan un diagrama. No es el diagrama que aparece aquí. Dice que aves y mamíferos van juntos, y que los cocodrilos y lagartos forman un grupo. De modo que podemos seguir la sugerencia de Gary y combinar los cladogramas y añadir los mamíferos aquí. Y este es el cladograma que conseguimos después de tanto jugar.

¿Os gusta más? No, seguro que no. Así, entonces, ¿qué haremos? Bien, por suerte no tengo que seguir haciendo estas preguntas retóricas, porque estoy hablando del ejemplo de Mayr, y sé lo que él hizo.

Recordaréis que Mayr publicó su diagrama original refiriéndose a las proporciones de genoma en 1974, cuando había muy pocas muestras disponibles de genoma, en forma de secuencias de proteína o aminoácidos, o de ácido nucleico. Y los dos ejemplos que presentó como ajustándose a su ejemplo eran aves y cocodrilianos, y de hombres y simios. Bien, desde 1974 hemos conseguido una abundancia de muestras del genoma de los hombres y de los simios, y, lejos de ajustarse a este esquema, todos decían lo mismo: que chimpancés y humanos difieren en menos del 1% del genoma. De modo que la predicción de Mayr quedó falsada aquí.

Como ya he dicho, la falsación nunca es absoluta, y en este caso he sugerido que hay tres cosas posibles que pueden ser falsas: los datos del genoma, el diagrama, o las afirmaciones acerca de la evolución. Bien, por lo que respecta a hombres y a simios, Mayr sigue creyendo el diagrama, y sigue creyendo que tiene conocimiento acerca de la evolución, de modo que lo único que puede estar en un error son los datos. De modo que abandonó el genoma y volvió a la morfología —y así la semana pasada volvimos a tener planteada de nuevo la cuestión del centro de Broca y del hipocampo, o su equivalente moderno.

De modo que aquí hay dos observaciones a hacer. La primera trata de otro de los paralelos entre evolucionismo y creacionismo. Tiempo atrás, en 1974, Mayr apeló al genotipo como la clave del verdadero conocimiento. Y en aquel tiempo el genotipo seguía siendo un gran misterio. Ahora que tenemos muestras del genotipo procedentes de una amplia variedad de organismos, de modo que ya no es tan misterioso, se abandona, y se propone un nuevo misterio, el centro de Broca, y aquella larga lista de autapomorfías no especificadas del hombre. Parece que lo mismo que los creacionistas, los evolucionistas son proclives a apelar al misterio.

La segunda observación es mucho más importante y es acerca de los niveles en los que podemos investigar caracteres en sistemática. El nivel tradicional es la morfología, y todos estamos bastante familiarizados con la morfología. Nos sentimos cómodos con los datos morfológicos y competentes para manejarla precisamente por su complejidad. Tenemos una buena comprensión de lo que significa la homología a un nivel morfológico, y tenemos las transformaciones de la ontogenia como guía para ordenar los caracteres en series de transformación.

Bien, allá por 1978, Gary Nelson sugirió —lo cito—, que «el concepto de evolución es una extrapolación, o interpretación, del carácter ordenado de la ontogenia».[22]

Farris:    [gemido inarticulado]

Patterson:    Hasta donde yo sepa, a nivel morfológico, esto sigue siendo cierto. Y como dijo Gary, es la ley de von Baer que la ontogenia va de lo general a lo particular, que está detrás de las transformaciones que invocamos en la morfología, y detrás de la jerarquía sistemática edificada sobre estos caracteres morfológicos.

Ahora bien, naturalmente, todos los caracteres —las transformaciones— que invocamos no se observan directamente en la ontogenia, pero creo que encontraréis que cada transformación que se infiere es congruente con la ley de von Baer, con los caracteres ligados a la ley de von Baer. De modo que a nivel morfológico tenemos un sano concepto de homología y tenemos la ontogenia para ayudarnos a ordenar las homologías. La morfología, o, en los términos más generales, el fenotipo, es el nivel más elevado de investigación en sistemática.

El siguiente nivel más abajo es el nivel de los productos genéticos: las proteínas. Y aquí el concepto de homología se vuelve más indistinto. En primer lugar, tenemos el problema de la paralogía. La paralogía es lo que las personas que juegan con secuencias de proteínas llaman a la relación entre los productos de los genes que creen que son el resultado de duplicación genética. De modo que la paralogía es la versión molecular de la homología serial en morfología. La diferencia es que en morfología uno puede estar bastante seguro de que dos estructuras son homólogos seriales, porque se tiene una ontogenia en la que observar si realmente son duplicaciones o [ininteligible].

Pero, en el caso de las secuencias proteínicas y esta cuestión de paralogía y de una inferencia de duplicación genética, la duplicación genética se encuentra en algún punto en el pasado. No hay forma de investigarla. Y me parece que a menudo se invoca la duplicación genética sencillamente para arrinconar datos problemáticos.

De todos modos, cuando se comparan dos secuencias proteínicas como un todo, en lugar de aminoácido por aminoácido, para un biólogo molecular la homología es un concepto puramente estadístico. Se comparan las dos secuencias, y si las concordancias entre ellas superan ciertos ensayos estadísticos, son homólogas. Hace dos meses apareció un artículo de Doolittle en Science explicando este concepto.[23]

Bien, tras haber decidido que dos secuencias son homólogas en general, luego se pueden alinear y compararlas posición por posición, y un emparejamiento en cualquier posición determinada —es decir, el aminoácido— es una homología a un nivel más ajustado. Pero aquí el problema es si el aminoácido es realmente el mismo —el «mismo» entre comillas. Ahora bien, debido a la redundancia del código genético, hay solo dos aminoácidos de los veinte, el triptófano y la metionina, que están codificados por un solo triplete. El resto están codificados por dos o más.

De modo que hay solo dos aminoácidos que son siempre el mismo, en términos de los tripletes que los han codificado, y se trata de los aminoácidos más infrecuentes. Están en una proporción inferior al 2% de la secuencia promedio. Todos los demás aminoácidos están codificados por dos o más tripletes, de modo que al nivel de aminoácido, al nivel de proteína, al nivel de producto genético, nunca se puede tratar un emparejamiento, o difícilmente debe tratarse, como una homología al nivel del ADN. Se está haciendo una suposición.

De modo que a nivel del producto genético, la homología se convierte en un concepto bastante vaporoso. Y también no tenemos ontogenia a nivel del producto genético que pueda servirnos de ayuda … que nos ayude a ordenar las homologías en las series de transformación.

Ahora bien, yo solía pensar que debido a que no hay ontogenia en las proteínas, pero que sin embargo parece que necesitamos el concepto de transformación para ordenarlas, para ordenar las secuencias, que ellas proporcionaban alguna clase de prueba de evolución. Y ya no estoy más seguro de que esto sea así, porque las homologías que inferimos, y las transformaciones que inferimos al ordenarlas, quedan sujetas a esta incertidumbre debido a la ambigüedad del código genético. De modo que las verdaderas homologías moleculares se han de buscar más abajo, al nivel del ADN. Bien, a nivel del ADN no conocemos prácticamente nada debido a que difícilmente hay ningunos datos comparativos en forma de secuencias que puedan alinearse y compararse.

Pero el sábado pasado, allí en Ann Arbor, tuve la gran suerte de encontrarme con Arnold Kluge[24] y de sonsacarle el primer conjunto de estos datos, de las secuencias de ADN. Se trata de ADN mitocondrial del hombre, del chimpancé, del gorila, del orangután y del gibón. Este trabajo lo realizaron Prager y Wilson y su grupo en Berkeley.[25] Y las secuencias son de 896 nucleótidos cada una. De modo que tengo que volver a comenzar. Siento aburriros con todo esto, pero al final tiene su peso.

Aquí estoy refiriéndome al ADN mitocondrial. Tenemos 896 nucleótidos, y de estos, 612 son invariantes y el resto varían. Y este es el árbol más parsimonioso que el grupo de Berkeley consiguió con los datos. Voy a escribir cuáles son los animales. Voy a emplear letras para ahorrar tiempo. A es el hombre, B es el chimpancé, C es el gorila [comentario ininteligible], D es el orangután, y E es el gibón.

Y este es su árbol. Los números aquí son los acontecimientos evolutivos por linaje.

Farris:                         Colin, este no es un árbol más parsimonioso, es un árbol de Fitch-Margoliash.

Patterson:                   No lo es. Perdóname, pero lo describen, Steve. No lo es.

Farris:                         Pero aquí tienes puntos decimales.

Patterson:                   Entonces ellos no saben lo que están haciendo. Lo siento, no puedo disculparme por ellos, porque estoy seguro que ni se suponía que yo pudiera ver su manuscrito, pero hablan de esto —elaboraron un programa de Fitch-Margoliash y obtuvieron un árbol diferente. Pero no importa. Éste es el árbol que ellos escogieron. Dejémoslo en esto.

Estas cantidades son acontecimientos evolutivos por linaje, y esto nos dice muchas cosas acerca de la evolución. Por ejemplo, dice que el gorila es el que ha evolucionado con más rapidez, el hombre con la menor. Dice que el ADN mitocondrial evoluciona alrededor de diez veces más deprisa que el ADN nuclear. Dice que las sustituciones silenciosas son varias veces más probables que las sustituciones de codificación, y este ha sido el resultado de cada comparación de secuenciación de ADN que se ha hecho hasta ahora. Vale. Esto es lo que los evolucionistas sacan de los datos.

¿Me permitiréis exponeros lo que hace un creacionista acerca de esto?

Tenemos cinco taxones —ABCD ahí. De modo que el primer conjunto de caracteres que tenemos que contemplar son los que reúnen cuatro de estos cinco. Y aquí está como resultan. ABCD, hay 66 caracteres —este es el mismo nucleótido en estos cuatro y uno diferente en E. ABCE, hay 53; ABDE, hay 21, ACDE, hay 19, y BCDE, hay 14. Aquí tenemos dos señales fuertes: 53 ahí y 66 ahí, ABCD y ABCE, pero desafortunadamente estos dos grupos son incongruentes.

Las dos señales fuertes son incongruentes entre sí, de modo que es mejor tratar estos, en lugar de agrupamientos de cuatro, como estimaciones de las autapomorfías de cada línea. De modo que el gibón tiene 66 autapomorfías, el orangután tiene 53, el gorila tiene 21, el chimpancé tiene 19, y el hombre tiene solo 14.[26] Observemos que se trata del reverso exacto de la predicción de Mayr. No se trata de cifras exactas para las autapomorfías, pero se acercan bastante. De modo que no obtenemos ningún agrupamiento útil a partir de esto.

El siguiente conjunto de caracteres es el de los que toman tres de los cinco. Aquí está como se distribuyen. ABC, obtenemos 30 caracteres. ABD, obtenemos 11. ACD, CDE, obtenemos 10; ADE, obtenemos 9; ABE y BCD, obtenemos 7; BDE, hay 4, y los últimos dos, ACE y BEC, tienen 3 cada uno.

Bien, tenemos una señal aquí. A B y C forman un grupo. Por cuanto hay diez maneras de conseguir tres especies de entre cinco, la probabilidad de una repetición al azar en este juego de datos es de una entre diez. Este grupo presenta 19 repeticiones más que su competidor más cercano, y hasta donde yo pueda saber, la probabilidad de conseguir una señal como esta, la probabilidad de obtener una señal como esta puramente por azar, es de 10 elevado a -18. ¿No es cierto, Steve?

Farris:                         No.

Patterson:                   No. Vale. [risas] ¿Por qué no es cierto? ¿Qué deberíamos hacer con ello?

Farris:                         Es una larga historia. Pero, luego, también lo es el resto de este seminario.

Patterson:                   ¿También lo es el resto de qué?

Farris:                         Uh … de este seminario, he dicho.

Patterson                    ¿Preferirías que dejase todo este asunto? [risas]

Farris:                         Oh, no, no —sigue. [risas]

Patterson:                   No, pasaré al siguiente caso.

El último conjunto de caracteres —los que toman dos de entre los cinco. De nuevo, tenemos diez de ellos. No voy a detenerme a dar una lista de todos. Hay solo uno que dé una señal, DE. El resto de ellos están agrupados muy así, sin ningunas diferencias distintivas entre ellos que yo pueda observar, y aquí la probabilidad según mis cálculos —lo siento, Steve—, es de 10 elevado a -17.

De modo que tal como yo comprendo estos datos, la información que tenemos ahí, es que hay dos grupos. Tenemos ABC, y luego DE, y juntos forman un grupo mayor, y esto es todo lo que dicen los datos. También dan una estimación de la cantidad de autapomorfías de cada grupo. Y si preferís esto como un cladograma, naturalmente que saldrá así: una tricotomía y una dicotomía.

Farris:                         Pero esto es …

Patterson:    Ahora yo … supongo que Steve Farris no estará de acuerdo pero … [interrupción en cinta] … datos. No hay ninguno más.

De modo que, ¿qué hay del árbol este y de las cifras sobre las ramas?

Bien, como ha dicho Steve, está producido por un programa. Estas cantidades no proceden de los datos en modo alguno. De modo que supongo, y espero que Steve no estará en desacuerdo, que proceden de maquillar los datos con la teoría evolucionista, con un programa que presupone que la evolución es cierta, y pide al ordenador que encuentre un árbol. De modo que mi pregunta sería: ¿De que nos está hablando el árbol? ¿Nos está diciendo algo acerca de la naturaleza, o algo acerca de la teoría evolucionista?

Una última observación, a este nivel, el nivel del ADN, tenemos también el problema de la homología. ¿Qué significa la homología en términos de ADN? El procedimiento de alineación es el mismo que con las secuencias de proteína —es un asunto puramente estadístico— pero debido a que en ADN tenemos solo cuatro posibles nucleótidos en cualquier posición, esperamos un emparejamiento de un 25% por el mero azar. Y entre estas cinco especies estrechamente relacionadas tenemos una concordancia de solo un 70%. Esto deja un 45% de variación para acomodar a todos los demás eucariotas. Me parece que el problema con la alineación de secuencias en el ADN, cuando comiencen a venir los datos, será extremadamente  …

Luego a nivel de los nucleótidos individuales tenemos que suponer que un emparejamiento en una posición, digamos que una adenina en la misma posición en todas éstas, es una homología. Y un no emparejamiento es una no homología. De modo que, manteniendo en mente el concepto de homología, contemplemos el árbol otra vez. El árbol nos dice que nosotros [pausa] no, voy a olvidarme de todo esto. Steve va a [ininteligible] me de esto.

Voy a hablar acerca del efecto de introducir datos a través de un programa de generación de árboles. El creacionista hace una suposición —que hay algunos grupos en un conjunto de datos. El evolucionista, me parece, tiene que hacer otra suposición —que hay algunos grupos aquí, y que los agrupamientos nos dicen algo acerca de la historia de los grupos. [pausa]

Eldredge[27]          ¿Qué creacionista?

Patterson:                   [ininteligible] ¿Perdón?

Eldredge                      ¿Qué creacionista?

Patterson:                   Oh, no imp … vale, yo mismo.

MacIntyre[28]        ¿No te estarás refiriendo a Duane Gish?

Patterson:                   No, no.

MacIntyre                   Ah, bien.

Patterson:                   Me refiero a un taxonomista creacionista.

MacIntyre                   Oh.

Farris:                         Duane Gish no hace ningunas suposiciones.

MacIntyre:                  ¡Oh, sí que las hace!

Farris:                         Oh, no …

Patterson:                   Me parece …

Farris:                         Oh, no, todo está revelado.

Rosen:                         ¡Giles!

MacIntyre:                  Lo siento.

Patterson:    Me parece que puedo tratar los datos del ADN, y tomarlos todos como diciendo algo, pero solo encuentro dos señales en ellos. A fin de obtener un árbol de todo ello, tenemos que decir que algunos de ellos son datos buenos —los datos que nos dan esto— y que otros son datos malos —el material que te da esto, y el material que te da aquello. Resulta que en este caso el material que nos da DC y AB es más de dos veces en número que el material que nos da BC, que es lo preferido.

Ahora bien, ¿qué es lo que se está comparando aquí? Estas son todas identidades al nivel de los nucleótidos. Los que nos dan AB son identidades, y los que nos dan BC son identidades. Los que nos dan CA, son todos identidades al nivel de los nucleótidos. Pero de alguna manera se nos [ininteligible] dice que algunas de estas identidades son realmente las mismas, y algunas de ellas no son las mismas, porque la teoría demanda esto. Me parece que esto es de algún modo carente de sentido.

Hay otro problema adicional con la homología al nivel del ADN, y es la cuestión de la paralogía, o duplicación inferida. Hay un problema similar que está materializándose con el ADN. Hace un par de semanas, Roger Lewin publicó un escrito en Science acerca de genes de la globina.[29] Y en el mismo se refirió a un modelo de ADN que está de moda entre los genetistas moleculares. Lo designó el modelo «Vesubio», y la sencilla descripción que del mismo hacen Roger Lewin y Gabriel Dover y otros como ellos es que cada gene está constantemente bombardeando el resto del genoma con pseudogenes que son copias más o menos perfectas de sí mismo. Ahora bien, si es así, y el modelo tiene fundamento empírico, entonces el problema de la paralogía, de la duplicación en los datos del ADN, es todavía más apremiante. A fin de poder realizar un secuenciado de ADN, se fragmenta el genoma y se clona un poco de lo que uno cree que es correcto, que uno puede conseguir. Ahora bien, si realmente tenemos todos estos pseudogenes bombarderos por allí, no veo ninguna forma posible de saber si tenemos el correcto o no.

Bien, siento haberme extendido tanto sobre esto. El quid de todo esto es que —creo que tiene algo que decir acerca de la evolución. Hemos mantenido muchas discusiones en los últimos pocos años acerca de si la evolución es susceptible de ensayo, y por evolución aquí me refiero a la teoría general, a la descendencia con modificación, a que las especies son mutables y que están relacionadas por descendencia, y no a ninguna teoría específica acerca del mecanismo. Ahora bien, si la teoría general de la evolución es susceptible de ensayo, ha de tener alguna consecuencia que pueda confrontarse con la realidad. En otras palabras, tiene que hacer alguna predicción. Y hasta donde yo sepa, solo se ha propuesto una predicción razonable.

Niles Eldredge lo exponía así en una carta a Science:

Si la evolución es descendencia con modificación, tiene que resultar en una disposición jerárquica de organismos definidos por conjuntos anidados de novedades evolutivas. Esta es la grandiosa predicción de la evolución.[30]

Y luego Niles prosigue diciendo que sea cual sea el organismo que uno contemple, sean cuales sean los aspectos del mismo que se estudian, se encuentra la misma jerarquía. Y he oído este mismo argumento presentado repetidas veces en reuniones, de que realmente hay una jerarquía, y que no puede haber jerarquía sin historia, y que por ello se cumple la predicción de la evolución.

Bien, lo primero que me impacta en todo esto es que parece implicar que la evolución es una inferencia deductiva en base a la jerarquía de la sistemática, que personas como Linneo, Cuvier, Agassiz y Johannes Muller y Hooker y mil otros predarwinistas eran meramente pensadores cortos de miras, y que no llegaron a ver la consecuencia necesaria de sus observaciones. Bien, esto parece improbable.

Lo segundo tiene que ver con la predicción de que cualquiera que sea el aspecto de los organismos que se contemplan, se encuentra la misma jerarquía. Bien, no todos parecen estar de acuerdo con esto. Aquí tenemos de nuevo a Ernst Mayr en Science la semana pasada:

Diferentes tipos de caracteres —caracteres morfológicos, diferencias cromosómicas, genes de enzimas, genes reguladores y emparejamiento de ADN— pueden conducir a diferentes agrupamientos. Diferentes etapas en ciclos vitales pueden también resultar en diferentes agrupamientos.[31]

Y aquí tenemos a Arnold Kluge con la conclusión de su estudio cladista de los simios y de los hombres. Dice él que su estudio denota «una clara carencia de congruencia entre los datos moleculares y otros de tipo más tradicional».[32] Observemos que ambos dicen lo mismo. Mayr nos está diciendo que los datos moleculares de cualquier nivel que se consideren no parecen concordar con la morfología, y Arnold Kluge está diciendo lo mismo.

Ahora bien, según Niles, la predicción de la evolución es que es jerarquía y jerarquía congruente es lo que encontraremos sin importar qué aspecto de la especie estemos contemplando. La experiencia de Mayr y de Arnold Kluge es que no existe tal congruencia. En particular, los datos moleculares son incongruentes con la morfología.

Bien, ¿es esto así? No estoy seguro, pero creo que hay otras señales de esto entre las secuencias de proteínas. Por ejemplo, aquel cladograma de amniotas que estaba dibujando antes es enormemente incongruente con todo lo que creemos saber acerca de la morfología. Ahora bien, tenemos cladogramas publicados de globina que muestran a las aves como el grupo hermano de los mamíferos, no de los cocodrilos, y las serpientes como el grupo hermano de todos los demás amniotas, y cosas semejantes. No importa entrar en detalles. Dejadme que plantee la cuestión al nivel más fundamental.

¿Cómo reconocemos la jerarquía? A nivel del fenotipo me parece que no tenemos ningún verdadero problema. Tenemos un concepto considerablemente racional de la homología, y estoy de acuerdo con Gary en que el principio organizador es la ontogenia y en particular la ley de von Baer. Y, como sugirió Gary, podemos analizar los datos fenotípicos de esta manera y conseguir una jerarquía mediante un método que no tiene implicaciones evolutivas en absoluto. Hay una historia en ella, pero la historia es ontogénica. La historia es lo que nos da la dirección en la ley de von Baer. Por ejemplo, no tenemos que inferir nada más acerca de la historia geológica.

De modo que, ¿qué hay acerca de este nivel molecular o del nivel de las secuencias proteínicas y del ADN? ¿Cómo reconocemos la jerarquía ahí? En primer lugar, el concepto de homología es mucho más vago a estos niveles, y no tenemos la ontogenia ni la ley de von Baer para guiarnos.

Ahora bien, sugerí al comentar acerca de los datos del ADN que la jerarquía se reconoce maquillando los datos con teoría evolucionista. Se introducen en un programa que está basado en la teoría evolucionista, y naturalmente como resultado se consigue una jerarquía. ¿Resultarían jerárquicos los datos sin maquillarlos de este modo? No lo sé. Pero al nivel de secuencias proteínicas donde yo he jugado mucho, mi impresión es que es enérgicamente jerárquico cuando se poseen unas pocas secuencias, o cuando las hemos seleccionado, de modo que se esté trabajando solo con cinco o seis problemas de taxones. Pero cuando se toma un gran conjunto de datos, como todas las mioglobinas disponibles en la actualidad, mi experiencia es que la jerarquía simplemente se desvanece a no ser que se fuerce maquillándola con teoría evolucionista. Y respecto de a nivel del ADN, naturalmente, nadie lo sabe. Todo lo que tenemos por el momento es esto, estas cinco breves secuencias. Son jerárquicas hasta este punto, pero debido a este problema de que se consigue un 25% de emparejamientos por puro azar es mi predicción que la jerarquía se desvanecerá muy rápidamente en cuanto comiencen a conocerse secuencias de ADN.

Bien, si esto es así, ¿qué es lo que introduce la jerarquía en los datos de los fenotipos, si la jerarquía no está allí a nivel proteínico o de ADN? Bien, evidentemente es la ontogenia.

[interrupción en cinta]


—procedente de la jerarquía de la ontogenia, y se puede investigar sin ningún concepto previo acerca de evolución. Entonces, ¿por qué es necesaria la teoría de la evolución en la sistemática? Parece que estoy terminando con esta extraña conclusión. Es necesaria para imponer un orden jerárquico sobre unos datos recalcitrantes. En la sistemática la teoría evolucionista es un método de maquillaje, para imponer una jerarquía allí donde pueda no existir ninguna. Y si esto es así, ¿no creéis que la sistemática quedaría mejor sin la teoría?

Me parece que lo dejo aquí. Iba a terminar con algunas citas. Creo, si me permitís, que os daré la última. No, no; os daré la tercera. Es de Darwin en El Origen: «Cuando las opiniones propuestas en este volumen sean admitidas de forma generalizada … los taxónomos podrán seguir sus labores como ahora».[33] Y por «ahora», Darwin significa como en los tiempos predarwinistas, como en la biología pre-evolucionista. Está diciendo: No dejéis que la teoría interfiera con la sistemática. Parece que no se le ha prestado atención.

La última cita es de Gillespie otra vez, y se refiere a J. D. Hooker, el botánico. Si os acordáis, Hooker era el único taxónomo profesional entre la camarilla de Darwin. Era también el más antiguo de los confidentes de Darwin. Había estado leyendo todos los manuscritos de Darwin y conversando largo y tendido con él desde 1840, y sin embargo se mantuvo sin convertirse a la evolución hasta 1859. Y aquí tenemos las palabras de Gillespie acerca de por qué Hooker no se había convertido:

Hooker adoptó el punto de vista de la inmutabilidad de las especies … y que cada una de ellas descendía de un solo par. Esta no era necesariamente su creencia, sino un postulado metodológico para posibilitar la clasificación.[34]

Y luego Gillespie presenta este argumento más adelante en el libro con estas palabras: «Hooker creía que el taxónomo evolucionista tenía que ignorar su teoría y actuar “como si” las especies fuesen inmutables».[35] En otras palabras, es bien posible que la evolución sea verdad, pero fundamentar la sistemática sobre esta creencia resultará en una mala sistemática.

Vale, gracias. Siento haberme extendido tanto.

[aplausos]



[1] Donn E. Rosen (1929-1986) fue conservador en el Departamento de Ictiología del Museo Americano de Historia Natural desde 1960 hasta 1986. Compartía el escepticismo de Colin Patterson acerca del valor de los fósiles para la sistemática, y acerca de la teoría neodarwinista de la evolución en general. Por ejemplo, en 1981, Rosen, Patterson, y otros dos autores, Brian Gardiner de Queen Elizabeth College, Londres, y Peter Forey del Museo Británico de Historia Natural, publicaron una monografía acerca de la relación de los peces pulmonados y de los tetrápodos, cuya introducción histórica concluía con las siguientes palabras: «En nuestra opinión, la razón para la falta de progreso [acerca del problema de la sistemática de los peces pulmonados] está bien clara. Se trata de la aceptación de la evolución, que ha distraído la atención, apartándola del problema irresuelto que ocupaba a los predarwinistas —cuáles son los caracteres de los tetrápodos, en qué se distinguen de los peces, y de los peces pulmonados en particular— y la ha dirigido a una búsqueda en pos de secuencias de fósiles que concuerden con la doctrina evolucionista, y hacia un interés en el proceso en lugar de en el modelo. La búsqueda en pos de fósiles ha producido secuencias superficialmente aceptables, como necesariamente tenía que ser, porque pocas transformaciones hay, por fantásticas que sean, que estén prohibidas por la imagen darwinista o neodarwinista del proceso evolutivo. Sin embargo, las secuencias no constituyen más que abstracciones de grupos parafiléticos como los ripidistios, osteolepiformes y laberintodontos» (Donn E. Rosen, Peter L. Forey, Brian G. Gardiner, y Colin Patterson, «Lungfishes, Tetrapods, Paleontology, and Plesiomorphy», Bulletin of the American Museum of Natural History 167 [1981]:163-275; p. 178).

[2] En 1981, James Steven Farris (1942–) era profesor adjunto en el Departamento de Ecología y Evolución en la Universidad Estatal de Nueva York (Stony Brook), e Investigador Asociado en el Departamento de Ictiología en el Museo Americano de Historia Natural. Farris trabaja ahora en el Museo Sueco de Historia Natural en Estocolmo.

[3] Esta sugerencia era estrictamente humorística. En su entrevista del 30 de junio de 1979 con el creacionista Luther Sunderland (ERIC documento microficha ED 228 056, p. 13), Patterson reaccionó enérgicamente al comentario de Sunderland de que «el estado no se atreve a adoptar una posición sobre religión o filosofía, y ambos estamos de acuerdo en que una toma de postura acerca de los orígenes es precisamente esto». Patterson replicó: «En Inglaterra tenemos una iglesia establecida. Esto se permite. Aquí la educación religiosa es obligatoria. Para mí se trata de otro montón de mentiras como cualquiera de estas cosas».

[4] Neal C. Gillespie, Charles Darwin and the Problem of Creation (Chicago: University of Chicago Press, 1979).

[5] Ibid., p. 8.

[6] La Sociedad Willi Hennig, fundada en 1980, publica la revista Cladistics, y celebra una reunión anual.

[7] Ronald Brady es un filósofo de la ciencia en Ramapo College, New Jersey, que ha escrito extensamente sobre cuestiones de sistemática y teoría en biología.

[8] E. S. Russell, Form and Function: A Contribution to the History of Animal Morphology, 1916. Reimpresión, Chicago: University of Chicago Press, 1982. Despuñés de una cuidadosa búsqueda, los cotejadores no pudieron localizar en Form and Function la frase mencionada aquí por Patterson. Puede que tuviera en mente pasajes como los siguientes: «… el sistema natural de clasificación fue heredado pasivamente, y, por una petición de principio, se tomó como representativo del verdadero curso de la evolución» (p. 303), o «Es fácil explicar la semejanza estructural de los miembros de un grupo de clasificación, mediante la suposición de que todos han descendido de una forma ancestral común; es fácil postular cualquier número de hipotéticos tipos generalizados; pero ante la ausencia de evidencia positiva, estas simplistas explicaciones tienen que permanecer siempre como dudosas» (p. 304).

[9] Gillespie, Problem of Creation, p. 21. El original se vierte como «alegaban ignorancia acerca de los hechos», en contraste a la cita de memoria de Patterson, que se traduce «podían alegar ignorancia acerca de los hechos». N. del T.

[10] Ibid., p. 34. El original dice:«su supuesta credibilidad era meramente el resultado de la familiaridad …»

[11] Ibid., p. 54.

[12] Ibid. p. 16.

[13] Ernst Mayr, «Biological Classification: Toward a Synthesis of Opposing Methodologies», Science 214 (30 de octubre de 1981):510-516.

[14] Ibid., p. 514.

[15] El original de Mayr debería leer «semejanzas sinapomórficas» aquí.

[16] Ibid.

[17] Lambert Beverly («Bev») Halstead (1933-1991) era paleontólogo y un crítico abierto de la filosofía y del método de la sistemática biológica propuestos por Patterson y otros cladistas. En 1991, cuando murió debido a un accidente de automóvil, Halstead tenía un cargo honorario de investigador en geología en el Imperial College, Londres. En 1981, era Profesor de Geología en la Universidad de Reading, Reino Unido.

[18] Beverly Halstead, «In bed with the creationists» [En la cama con los creacionistas], Freethinker [El librepensador] 101 (1981):147, 159.

[19] Ernst Mayr, «Cladistic Analysis or cladistic classification?» Zeitschrift fuer zoologische Systematik und Evolutionsforsching, 12(2):94-128. Mayr dice (p. 102): «Esta situación se ilustra de forma óptima mediante un diagrama (Fig. 1). Habrá una diferencia genética máxima de un 25% entre los genomas de B y C, pero del 60 al 70% entre C y D. El cladista dirá que C está más estrechamente relacionado con D que con B, el evolucionista y el fenetista que C está más cercano a B que a D». El libro de 1969 que menciona Patterson es el de Ernst Mayr, Principles of Systematic Zoology (New York: McGraw-Hill Book Company, 1969).

[20] En 1981, Morris Goodman (1925 –) era Profesor de Anatomía en la Universidad Estatal de Wayne en Detroit. Ha sido director de la revista Molecular Phylogenetics and Evolution desde su comienzo en 1991.

[21] En 1981, Gareth Nelson (1937 –) era conservador en el Departamento de Ictiología, Museo Americano de Historia Natural. Ahora Nelson es Conservador Emérito y está asociado a la Escuela de Botánica en la Universidad de Melbourne, Australia.

[22] Gareth Nelson, «Ontogeny, Phylogeny, Paleontology, and the Biogenetic Law», Systematic Zoology 24 (1978):324-345; p. 336.

[23] Russell Doolittle, «Similar Amino Acid Sequences: Chance or Common Ancestry?» Science 214 (9 de octubre de 1981): 149-159.

[24] Arnold G. Kluge (1935 –) es profesor de biología en la Universidad de Michigan.

[25] W. M. Brown, E. M. Prager, A. Wang y A. C. Wilson, «Mitochondrial DNA sequences of primates: tempo and mode of evolution», Journal of Molecular Evolution 18(1982):225-239.

[26] Las cifras de Patterson de 66, 53, 21, 19 y 14 difieren ligeramente de las cifras en su momento publicadas por Brown et al. (1982, pie de su Fig. 3): 64, 55, 22, 19, 17.

[27] Niles Eldredge (1943 –) es conservador en el Departamento de Invertebrados en el Museo Americano de Historia Natural.

[28] Giles Ternan McIntyre (1926-1992) era profesor adjunto de biología en Queens College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, y experto en la evolución de los mamíferos.

[29] Roger Lewin, «Evolutionary History Written in Globin Genes», Science 214 (23 de octubre de 1981): 426-429.

[30] Niles Eldredge, «Evolution and Prediction», Science 212 (15 de mayo de 1981):737.

[31] Ernst Mayr, «Biological Classification», p. 511.

[32] Arnold G. Kluge, «Cladistics and the classification of the great apes», en R. L. Ciochon y R. S. Corrucini (eds.). New Interpretations of Ape and Human Ancestry (New York: Plenum Press, 1983), pp. 151-173. El pasaje qye cita aquí Patterson de un mss. de 1981 se puede encontrar publicado en la página 173 del artículo de Kluge: «Una tal historia filogenética denota una clara carencia de congruencia entre los datos moleculares y otros de tipo más tradicional».

[33] Charles Darwin, On the Origin of Species (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1964), p. 484.

[34] Gillespie, Problem of Creation, p. 49.

[35] Ibid., pp. 65-66.


Transcripción de la Ponencia de Colin Patterson - ¿Me pueden decir algo acerca de la Evolución?

Título original: Can You Tell Me Anything about Evolution?
- Transcripción y cotejo en inglés por Paul A. Nelson y William Kvaniskoff
© Copyright 2000, Access Research Network - Todos los derechos reservados // PO Box 38069
    Colorado Springs // Colorado 80937-8069

Traducción del inglés: Santiago Escuain
© Copyright 2005, SEDIN - Todos los derechos reservados

SEDIN-Servicio Evangélico
Apartat 2002
08200 SABADELL
(Barcelona) ESPAÑA
Se puede reproducir para usos no comerciales manteniendo esta nota de Copyright y la procedencia
.


Página principal


Índice general castellano

Libros recomendados

    orígenes

   
vida cristiana

   
bibliografía general

Coordinadora Creacionista

Museo de Máquinas Moleculares

Temas de actualidad

Documentos en PDF
(clasificados por temas)






 


|||  Índice: |||   Índice de boletines   |||   Página principal   |||   Índice general castellano   |||
|||  
General English Index   |||   Coordinadora Creacionista   |||   Museo de Máquinas Moleculares   |||
|||  Libros recomendados  |||  
orígenes   |||   vida cristiana   |||   bibliografía general   |||
|||  
Temas de actualidad   |||   Documentos en PDF (clasificados por temas)   |||