«¿ME PUEDEN DECIR ALGO ACERCA
DE LA EVOLUCIÓN?»
PONENCIA
DE COLIN PATTERSON DE NOVIEMBRE DE 1981 ANTE
EL MUSEO AMERICANO DE HISTORIA NATURAL, CIUDAD DE NUEVA YORK
Grupo
de Discusión de
Sistemática
Jueves,
5 de noviembre de
1981, 7 de la tarde
Sala 419
Museo
Americano de
Historia Natural
Rosen
He
conocido al doctor Patterson durante unos 700 años —
Voz: Desde
luego, lo
parece. [risas]
Rosen: —y, en
mi opinión
personal, él es el principal paleoictiólogo no jubilado
del mundo. [risas] El doctor Patterson trabaja en el Museo
Británico.
Estudió en Londres en
diversas universidades, creo que parasitología, pero trabaja con
peces fósiles,
hace un trabajo excelente, conoce más sobre peces que la
mayoría de los que han
estudiado ictiología, y se ha interesado en la teoría:
biogeografía, teoría
biogeográfica, teoría sistemática, y ahora la
teoría evolucionista. Y apenas si
hay nada más que yo pueda decir acerca de él que
él no vaya a decir por sí
mismo —así que, Colin, adelante.
Patterson:
Gracias.
Rosen: Hay
otras dos
sillas: una aquí, y otra allí. Dejad este cable sobre el
suelo.
Patterson:
Bien, Donn no podía
presentar disculpas acerca de la sala, y yo no puedo presentar
disculpas acerca
de las diapositivas, porque no tengo ninguna. Pero puedo presentar
disculpas
por otra cosa —si parece que estoy leyendo este material y a veces
parezco
sorprendido por lo que encuentro ahí, es cierto, lo estoy
leyendo. La razón de
que me sienta sorprendido por ello es que solo he acabado de escribirlo
a las
cinco y diez de esta tarde, y todavía no lo he leído del
todo. Mis últimos días
en Chicago fueron bastante agitados.
Bien, Donn no ha
mencionado el título. Mi título es «Evolucionismo y
Creacionismo». Y os diré
que el título me lo sugirió Donn Rosen. Voy a hablar de
esto para satisfacer a
mi amigo de 700 años. Nunca he hablado de esto antes, y espero
no tener que
volver a hablar nunca más de esto. [risas] Pero es
cierto que durante
los últimos dieciocho meses, más o menos, he estado
dándole vueltas a ideas no
evolucionistas e incluso antievolucionistas. Ahora bien, creo que en mi
vida,
hasta ahora, cuando me presentaba para hablar acerca de un tema, estaba
confiado acerca de una cosa —que sabía más del tema que
nadie en la sala,
porque lo había trabajado.
Bien, pues esta
vez no es así. Estoy hablando acerca de dos cuestiones,
evolucionismo y
creacionismo, y creo que diré la verdad si digo que no sé
nada en absoluto
acerca de lo uno ni de lo otro. Ahora bien, una de las razones por las
que
comencé a adoptar este punto de vista antievolucionista, bueno,
llamémoslo no
evolucionista, fue que el año pasado de repente me di cuenta de
una cosa.
Durante veinte años había creído que estaba
trabajando acerca de la evolución
en algún sentido. Una mañana me desperté, y algo
había sucedido durante la
noche, y me vino repentinamente a la mente que había estado
trabajando en este
material durante veinte años, y que no había nada que
supiese de ello. Esta fue
una fuerte sacudida, darme cuenta de que alguien puede andar
engañado durante
tanto tiempo.
De modo que, o
bien yo iba mal, o algo iba mal con la teoría evolucionista.
Naturalmente, sé
que yo no voy mal. De modo que durante las últimas semanas he
intentado
plantear una sencilla pregunta a diversas personas y grupos.
La pregunta es: ¿Me
podéis decir cualquier cosa acerca de la evolución,
cualquier cosa, que creáis
que es cierta? He probado esta pregunta con el personal de
geología en el Museo
Field de Historia Natural, y la única respuesta que
recibí fue el silencio. La
probé con los miembros del Seminario de Morfología
Evolucionista en la
Universidad de Chicago, un grupo muy prestigioso de evolucionistas, y
todo lo
que conseguí allí fue el silencio durante mucho tiempo, y
luego, al final,
alguien dijo: «Sí, yo sé una cosa. Que no se
tendría que enseñar en los
institutos». [risas]
Farris: [suspiro
audible y prolongado]
Patterson:
Bien,
quizá aquí
alguien tenga una respuesta más convincente que ésta
—algo que sepan
acerca de la evolución. La única otra respuesta, aparte
de la referente
a los institutos, que nadie me
haya dado, y esta me la han dado varias personas en conversaciones y en
reuniones, es que —sí, saben algo. Hay convergencia por todas
partes.
Esto es
lo que han aprendido.
Bien, pasaré más
tarde al tema de la convergencia, pero parece que el nivel de
conocimiento
respecto a la evolución es notablemente superficial. Sabemos que
no se debería
enseñar en los institutos, y quizá esto sea todo lo que
sabemos acerca del
tema.
Y mi segundo tema
es el creacionismo, ¿y qué sabemos acerca de esto? Bien,
sabemos que tampoco se
debería enseñar en los institutos. [risas] Y de
nuevo, esto es todo.
Bien, no estoy interesado en la controversia sobre la enseñanza
en los
institutos, y si algunos creacionistas militantes han acudido
aquí en busca de
munición política, espero que se queden
desengañados.
Pero, como
digresión, creo que conozco la solución a los problemas
que ustedes tienen con
el tema de la enseñanza en los institutos. Y la solución
es tener una religión
establecida que se enseñe en las escuelas. En Inglaterra tenemos
una, la
Iglesia de Inglaterra. Y los creacionistas no tienen nada qué
hacer, no hay
donde asirse. A los niños ya se les enseña creacionismo.
No hay problema.
Pero quizá aquí ya lleváis 200 años de
retraso [risas] para tomar este
camino.
De todos modos, no
me estoy refiriendo a la controversia acerca de los institutos. Esto,
creo yo,
se llama el Grupo de Discusión de Sistemática, e
intentaré hablar acerca de
sistemática. De modo que quiero hablar sobre evolución y
creacionismo en lo que
son de aplicación a la sistemática. Y por cuanto se trata
de un grupo de
discusión, mi objetivo es solo ser lo suficientemente provocador
para poner en
marcha una discusión.
De modo que no
estoy aquí para venderos tratados. En lugar de esto,
usaré como texto para mi
sermón un pasaje de este libro, la obra de Gillespie Charles
Darwin and the
Problem of Creation, Chicago University Press, un libro
maravilloso, en mi
opinión.
Lo he leído dos
veces. Y quiero considerar la manera en la que estos dos puntos de
vista
alternativos acerca del mundo, el evolucionismo y el creacionismo, han
afectado
o pudieran afectar la sistemática y a los taxonomistas.
Bien, el libro de
Gillespie es el intento de un historiador por explicar la cantidad de
espacio
que Darwin dedicó a combatir el argumento creacionista. Y
Gillespie expone que
lo que Darwin estaba haciendo era intentar sustituir el paradigma
creacionista
por un paradigma positivista, una visión del mundo en la que no
hubiera ni
lugar ni necesidad de causas finales. Y, naturalmente, Gillespie da por
supuesto que Darwin y sus discípulos habían tenido
éxito en esta tarea. Da por
supuesto que una perspectiva racionalista de la naturaleza ha
sustituido a otra
de irracional, y, naturalmente, yo mismo tenía este punto de
vista, hasta hará
como unos dieciocho meses. Y luego me desperté y me di cuenta de
que había pasado
toda la vida embaucado y aceptando el evolucionismo de algún
modo como una
religión revelada. Desde mi nueva perspectiva, algunos de los
comentarios de
Gillespie acerca del creacionismo predarwinista me parecen notablemente
idóneos, pero son idóneos, naturalmente, cuando los
traspongo del período al
que él se refiere, la década de 1850, a la actualidad,
las décadas de 1970 y
1980.
Aquí tenemos una
cita del libro de Gillespie:
El viejo epistema
científico …
había sancionado … o así parecía
desde la nueva … perspectiva, un pseudoparadigma que no era una
teoría
directora de investigación (por cuanto su poder explicativo era
solo verbal),
sino una antiteoría, un vacío que tenía la
función de conocimiento pero que,
como los naturalistas llegaron a sentir más y más, no
comunica ninguno.
Ahora
bien, aquí
Gillespie está refiriéndose al antiguo paradigma
creacionista
predarwinista.
Pero me parece que lo que dice se podría aplicar con igual
razón a la
evolución
tal como la comprendemos en la actualidad. Dejadme que repita parte de
esta cita: «… no era una teoría directora de
investigación, por cuanto
su poder
explicativo era solo verbal, sino una antiteoría, un
vacío que tiene la
función
de conocimiento pero que no comunica ninguno».
Ahora,
naturalmente, les debe parecer que estoy o bien errado o que
actúo
maliciosamente al sugerir que estas palabras se puedan aplicar a la
teoría
evolucionista. Pero espero poder mostrarles que hay algo en ello al
menos por
lo que se refiere a la sistemática. Gillespie dice primero que
el
creacionismo no puede ser una teoría directora de
investigación, porque
su poder explicativo es
solo verbal. Ahora bien, en la actualidad la evolución
ciertamente
parece ser
una teoría directora de investigación. La mayoría
de nosotros creemos
que
estamos trabajando en investigación evolutiva. Pero, ¿es
acaso su poder
explicativo algo más que verbal? Bien, en sistemática el
aspecto
director de
investigación de la evolución es la descendencia
común, o descendencia
con
modificación y divergencia.
Aquellos de vosotros
que estuvisteis en la reunión de Hennig
en Ann Arbor el
mes pasado podéis haber oído que tanto Ron Brady
como yo, sin
ningún acuerdo previo, citamos la misma declaración. La
declaración era esta:
«El valor explicativo de la hipótesis de la descendencia
común es nulo». Y
ambos atribuimos esta declaración al libro de E. S. Russell de
1916, Form
and Function.
Al pensar acerca
de esto desde aquel entonces, me parece que el efecto de las
hipótesis de
descendencia común sobre la sistemática no ha sido
meramente vacío, no solo una
carencia de conocimiento —me parece que ha sido positivamente
anticonocimiento.
De todos modos, volveré a esto más adelante.
Gillespie dice
también que el creacionismo es una antiteoría, un
vacío que tiene la función de
conocimiento pero que no comunica ninguno. Y bien, ¿qué
hay de la evolución?
Desde luego, tiene la función de conocimiento, ¿pero ha
comunicado ninguno?
Bien, estamos de vuelta a la pregunta que he estado planteando:
«¿Hay algo que
me podáis decir acerca de la evolución?» Y la
ausencia de una respuesta parece
sugerir que es cierto, que la evolución no comunica
ningún conocimiento, o, que
si lo comunica, todavía no lo he oído.
Bien, aquí estamos
todos nosotros con todas nuestras estanterías llenas de libros
sobre evolución.
Todos nosotros hemos leído toneladas de ellos, y la
mayoría de nosotros hemos
escrito uno o dos. ¿Y cómo puede ser que hayamos hecho
todo esto, que hayamos
leído estos libros y que no hayamos aprendido nada gracias a
ellos? ¿Y cómo he
podido yo trabajar acerca de la evolución durante veinte
años, y no he
aprendido nada de ello? El comentario de Gillespie, «un
vacío que tiene la
función de conocimiento pero que no comunica ninguno», me
parece muy preciso,
muy idóneo.
Bien, en la
sistemática hay fragmentos de conocimiento evolucionista con que
están repletas
nuestras cabezas, desde las declaraciones más generales, como
que los
eucariotas evolucionaron a partir de los procariotas, que los
vertebrados
evolucionaron a partir de los invertebrados, hasta llegar a otras
declaraciones
más específicas como que el hombre evolucionó a
partir de los simios. Bien, me
imagino que para ahora este grupo se da cuenta de que estas
declaraciones se
ajustan exactamente a la descripción de Gillespie: vacíos
que tienen la función
de conocimiento, pero que no comunican ninguno.
Debido a que
cuando analizo todas estas declaraciones que dicen que aquí hay
un grupo, un
verdadero grupo con características —eucariotas, vertebrados, Homo
sapiens,
lo que sea —y que en oposición al mismo hay un no-grupo:
procariotas,
invertebrados, simios— esto son abstracciones que no tienen
características
propias. No tienen existencia en la naturaleza, y por ello no pueden en
modo
alguno comunicar conocimiento, aunque parece que así sea cuando
se oyen estas
declaraciones por primera vez.
Así que, en
general, estoy tratando de sugerir dos temas. El primero es que me
parece que
ha llegado a ser muy difícil distinguir entre el evolucionismo y
el
creacionismo, en particular en los últimos tiempos. Acabo de
mostrar como la
virulenta crítica de Gillespie contra el creacionismo me parece
que es, tal
como pienso, aplicable al evolucionismo —señal de que ambas
cosas son muy
similares.
Ahora bien, como
todos saben, hay una especie de revolución en marcha en la
teoría evolucionista
en estos momentos. No incide en el hecho de la evolución ni en
la teoría
general de la evolución, la descendencia con
modificación. Tiene que ver con
los posibles mecanismos responsables de las transformaciones. Bien, la
selección natural está bajo ataque, y oímos de una
cantidad de nuevas teorías
alternativas. He oído cuatro en las últimas seis semanas.
Vale. Bien, aquí
tenemos de nuevo a Gillespie sobre el creacionismo en la década
de 1850. Dice: «…
con frecuencia, los que mantenían ideas creacionistas
podían alegar ignorancia
acerca de los medios y afirmar solo el hecho».
Esto parece
resumir la sensación que tengo al hablar con los evolucionistas
en la
actualidad. Alegan ignorar los medios de transformación, pero
afirman
solamente el hecho: «Sí
que ha sucedido … sabemos que ha tenido lugar». De nuevo, parece
difícil de
distinguir entre ambos puntos de vista.
Aquí tenemos otro
par de citas de Gillespie. Dice de nuevo … dice cosas sobre el
creacionismo que
me parecen ser igual de aplicables a la evolución hoy.
Aquí está la primera; la
«… supuesta credibilidad de la teoría era meramente el
resultado de la
familiaridad …».
Y esta es la
segunda cita: «Demasiado del contenido de la vieja ciencia era
resultado de una
intuición que en principio no era verificable ni directa ni
indirectamente».
Ahora bien, estas
dos [citas], a mi entender, tienen un eco familiar. Oímos
constantemente esta
clase de cosas en teoría evolucionista, en estos tiempos.
Aquí tenemos otra
cita acerca de la cambiante visión del mundo asociada con la
extensión del
pensamiento evolucionista en la década de 1860:
Así como la ciencia
cambió de un
fundamento teológico a un
fundamento positivo, así la religión … entre muchos
científicos y laicos
influidos por la ciencia, cambió de religión como
conocimiento a religión como
fe.
Bien, creo que muchos
de los presentes reconoceréis que durante los últimos
pocos años, si habéis
reflexionado acerca de esto en absoluto, habéis experimentado un
giro desde la
evolución como conocimiento a evolución como fe.
Sé que esto es cierto en mi
caso, y creo que es cierto de muchos de vosotros aquí.
De modo que este
es mi primer tema. Que la evolución y el creacionismo siguen
mostrando unos
notables paralelismos. Son más y más difíciles de
distinguir.
Y el segundo tema
es que la evolución no solo no comunica ningún
conocimiento, sino que de alguna
manera parece comunicar anticonocimiento, un conocimiento aparente que
es en
realidad perjudicial para la sistemática.
Quiero ilustrar
esto con un par de parábolas. Ahora bien, estas dos
parábolas tienen referencia
a un diagrama que espero que os será inmediatamente familiar a
todos cuando lo
enseñe. Aquí es lo que parece [dibuja en la pizarra].
¿Lo reconocéis? Es
un diagrama que Ernst Mayr ha empleado en sus repetidas explicaciones
del
verdadero método en sistemática —de sistemática
evolutiva.
Mi primera versión
del diagrama —la primera parábola— se parece a esto. Esta es la
versión
publicada en Science la semana pasada.
Las marcas a lo
largo de las líneas son autapomorfías de A, B y C,
excepto por esta, que es una
sinapomorfia de B y C. Y en el artículo de Mayr en Science
de la semana
pasada, C es el hombre, B es el chimpancé, nuestro grupo hermano
según Mayr, y
A no se designa, pero supondré que es el gorila. Creo que no
cometo una
injusticia contra él al suponerlo.
Ahora bien, esto es
lo que dice Mayr:
La principal
diferencia entre los cladistas y
los taxónomos
evolutivos … reside en el tratamiento de los caracteres autapomorfos.
En lugar
de asignar automáticamente a grupos hermanos el mismo rango, el
taxónomo
evolutivo los clasifica considerando el peso relativo de sus
autapomorfías …
Y luego se refiere
a este diagrama. Y continúa:
… una de las autapomorfías
notables en
el hombre (en
comparación con su grupo hermano, el chimpancé) es la
posesión del centro de
Broca en el cerebro, un carácter que está estrechamente
correlacionado con la
capacidad de habla del hombre. Este solo carácter tiene para la
mayoría de los
taxónomos mucho más peso que diversas sinapomorfías
entre hombres y simios. La particular importancia de las
autapomorfías es que
reflejan la ocupación de nuevos nichos y de nuevas zonas
adaptivas que pueden
tener más significación biológica que las
sinapomorfías. …
Aquí termina la
cita.
Bien, hay varias
cosas que se podrían decir acerca de esta declaración,
pero no todas ellas
serían corteses, de modo que me limitaré a señalar
que tanto la declaración
como el diagrama tienen la intención de implicar un conocimiento
de evolución.
El diagrama en los diferentes ángulos de las líneas
aquí, y la declaración al
referirse a cosas como nuevos nichos y nuevas zonas adaptivas, la
significación
biológica de ciertos caracteres, etcétera.
Cuando leí por
primera vez este pasaje en Science
me recordó inmediatamente algo, un
episodio en la historia de la evolución que muchos
podréis recordar,
algo que
se llegó a conocer como «La Gran Cuestión del
Hipocampo». La Gran
Cuestión del Hipocampo se registra en forma ficticia en la
novela de
Charles Kingsley, su
libro para niños The Water Babies [Los niños del
agua]. En
realidad, aparte de la ficción, fue una controversia que se
mantuvo entre 1861
y 1862 entre Richard Owen y T. H. Huxley.
Richard Owen era
creacionista y T. H. Huxley era evolucionista. Owen, el creacionista,
insistía
en que el hombre era bien distinto de los simios, y que no podía
estar
relacionado con ellos por descendencia ni por ninguna otra
vinculación física
porque el cerebro del hombre contenía un cierto centro, el
hipocampo, del que
carecían los simios. Y T. H. Huxley insistía en que el
hombre estaba
relacionado con los simios porque el cerebro de los simios,
según el decía,
contenía un centro homólogo al hipocampo. La contienda
siguió por dos años, y
finalmente, como solía suceder, ganó T. H. Huxley.
Pero aquí estamos
120 años después, y tenemos a Ernst Mayr, el
evolucionista, que insiste en que
el hombre es bien distinto de los simios porque el cerebro humano
contiene un
cierto centro, el centro de Broca, que está ausente en los
simios. Mayr incluso
procede a citar a Julian Huxley, nieto de T. H. Huxley, y con alguna
aprobación, y su reino Psicozoa —si recuerdan esto. Todo
comienza a sonar muy
familiar, ¿no? Pero observemos cómo se han invertido los
papeles. El papel de
Owen, el creacionista, el hipocampo, es ahora recogido por Mayr, el
evolucionista, el centro de Broca. Y el papel de T. H. Huxley, el
evolucionista, es ahora recogido por los cladistas, que la
mayoría de la gente
ahora cita como antievolucionistas —muchos lo hacen.
Bev Halstead,
que estoy seguro que no necesita que se le presente aquí, ha
publicado un
artículo titulado «In Bed with the Creationists» [En
la cama con los
creacionistas], en el que me llama «devoto discípulo de
Sir Richard Owen».
Pues que así sea. La rueda ha dado toda la vuelta. El
evolucionista
está ahora defendiendo precisamente la posición del
creacionista
hace 120 años: el centro de Broca es igual al hipocampo. Ahora
bien,
esta
parábola refuerza el argumento que he estado presentando antes,
que es
difícil
distinguir en la actualidad entre evolucionistas y creacionistas.
Pero
quiero usarla
para exponer otro argumento acerca de que la evolución es una
antiteoría que
comunica anticonocimiento. Es dañina para la sistemática.
Contemplemos
qué es lo que Mayr está recomendando. Recomienda que se
mantenga al
hombre en un taxón de rango superior, distinto de los simios. Y
contemplemos
qué es lo que le impulsa a esta recomendación. Es su
aparente
conocimiento de
la evolución —el hecho de que el hombre ha evolucionado a una
velocidad
excepcional, que ha invadido una nueva zona adaptiva, y etcétera
y
etcétera. Y
estos hechos evolutivos justifican un taxón de rango más
elevado. Y
luego
contemplemos la consecuencia de su recomendación. El hombre es
trasladado a un
taxón de alto rango, y los simios quedan como un grupo
parafilético —un
grupo
sin caracteres, y por ello sin individualidad ni realidad, y por ello
una
abstracción que queda más allá de la
crítica.
Y entonces, ¿qué
puede uno decir? Que el hombre evolucionó de los simios. Y uno
puede decir algo
acerca de la evolución. Me parece que aquí tenemos otra
declaración que tiene
la apariencia de conocimiento, pero que de hecho no contiene ninguno,
que se
trata de una pieza de anticonocimiento derivada de la teoría
evolucionista.
Pero en lugar de comentar más acerca de esto, citaré lo
que T. H. Huxley dijo
de Owen en 1861. Esto se refiere de nuevo a la cuestión del
hipocampo. Aquí
tenemos a Huxley escribiendo a Hooker, el 27 de abril de 1861.
«No creo que
en toda la historia de la
ciencia tengamos el caso
de ningún hombre de reputación que se ponga en una
posición tan despreciable.»
Bien, ahora
desearía pasar a la segunda parábola, y volver de nuevo a
este mismo diagrama,
pero querría ahora que penséis acerca de la forma en que
Ernst Mayr lo usó ya
antes en su libro de 1969, y en su artículo de 1974 sobre
sistemática.
En aquel entonces se parecía a esto [dibuja en la pizarra],
y había
algunas cifras aquí: 15 por ciento, 10 por ciento —no puedo
recordar la otra—
70 por ciento. Ahora bien, así es como Mayr trataba de
introducir alguna
precisión en la sistemática evolutiva.
Y él dijo, que A sea
el ancestro común de BCD, y supongamos que el genoma de B haya
divergido respecto
al genoma ancestral en un 15 por ciento, que el de C haya divergido en
un 10
por ciento, y que D se haya desplazado rápidamente a alguna
nueva zona adaptiva
y divergido en un 70 por ciento.
Luego, dijo él,
estaríamos muy equivocados si clasificásemos C con D, que
naturalmente es su
pariente más cercano por descendencia común, porque la
relación significa una
cantidad inferida del genotipo compartido, no cuán reciente se
infiera que sea
la descendencia común. Y aquí tenemos una suma bastante
simple: B y C comparten
el 75% del genotipo ancestral, C y D comparten solo el 30%. Y para
mostrar la
clase de errores que se podrían cometer, Mayr dijo que unos
taxónomos
insensatos podrían agrupar los cocodrilos con las aves en lugar
de con otros
reptiles, o podrían agrupar los simios africanos con el hombre,
en lugar de con
el orangután. De modo que Mayr, en base a su conocimiento de la
evolución,
estaba haciendo predicciones acerca de los genotipos de los cocodrilos
y de los
simios africanos.
En el primer
ejemplo, los cocodrilos y las aves y los reptiles, predice que la
proporción de
genotipo que comparten C, el cocodrilo, y B, otro reptil, será
mayor que la
proporción que comparten C, el cocodrilo, y D, el ave. De modo
que predice que
en términos de genotipo compartido, BC será mayor que CD,
¿Vale? Ahora
observemos que Mayr está demostrando el poder explicativo
aquí de una hipótesis
de descendencia común, algo que yo he sugerido que tenía
un poder explicativo
nulo.
También está
manifestando un conocimiento de evolución. Correcto. Aquí
tenemos una teoría
que hace una predicción. Podemos someterla a ensayo. El mes
pasado en Ann
Arbor, un estudiante de Morris Goodman
me dio las
secuencias aminoácidas para la alfa- y la beta-hemoglobina de
tres
cocodrilianos: un caimán, el cocodrilo del Nilo y el aligator
del Mississippi.
Ya conocíamos las secuencias de la alfa- y la beta-hemoglobina
de dos aves —una
gallina y una oca— pero el problema es encontrar otros reptiles. Hasta
donde yo
sepa, el único otro reptil disponible en este momento es la
secuencia de
alfa-hemoglobina de una serpiente, la víbora.
Bien, la
alfa-hemoglobina es una cadena de 143 aminoácidos [dibuja en
la pizarra].
Esto es tres veces esto. La he escrito, no puedo desarrollarla —429
nucleótidos. Esta es una muestra muy pequeña del
genotipo, pero al menos vale
la pena comprobarla. Y la predicción es que los
aminoácidos comunes a —B es la
víbora, C es un cocodrilo, y D es para esta exposición
una gallina— que BC será
mayor que CD.
Y aquí tenemos las
proporciones que encontramos. BC es igual a 8 de 143 —esto significa el
mismo
aminoácido en 8 de las 143 posiciones, lo que significa un 5,6
por ciento. CD,
esto es la proporción de cocodrilo-ave, es 25 de 143, lo que
significa un 17,5
por ciento. Y la otra posibilidad es BD, compartido por la
víbora y la gallina,
y entonces tenemos 15 de 143, esto es, el 10,5 por ciento.
Correcto. Aquí lo
tenemos. La teoría hizo la predicción, nosotros la hemos
sometido a
ensayo, y
la predicción ha quedado falsada de forma decisiva. CD supera
con
creces a BC.
El BC es pequeño, de modo que algo estaba mal con la
predicción. Algo
iba mal con la teoría. Pero, naturalmente, como todos sabemos,
la
falsación
nunca es absoluta, porque uno nunca está seguro de lo que
falsado.
Y aquí vemos solo
tres posibilidades. Primero, se han falsado los datos; hay algo que no
funciona
con la alfa-hemoglobina. Segundo, se ha falsado el diagrama; hay algo
erróneo
en el sistema de relaciones de las serpientes, aves y cocodrilos. Y
tercero, se
ha falsado el conocimiento que Mayr tiene de la evolución, bien
sea la cuestión
particular acerca de ritmos y zonas adaptivas, bien algo más
general.
Bien, podemos
comprobar uno de estos tres —los datos— tomando otra muestra del
genoma.
Conocemos la secuencia de mioglobina para un cocodrilo, dos aves
incluyendo una
gallina, y dos otros reptiles, un lagarto varánido y una
tortuga. La mioglobina
tiene mayor tamaño, con una longitud de 153 aminoácidos,
una muestra
ligeramente mayor del genoma.
En este caso, B es
un lagarto, el Varanus,
C es el cocodrilo otra vez, y D es la gallina. Y esto para la
mioglobina. Esta vez obtenemos BC, 16 de 135. Creo, sí, esto es
el
10,5%. CD, esto es cocodrilo-ave, 13 de esto, que es el 8,5%. Y el
tercero, BD,
esto es el lagarto-ave, es 16 de esto, otra vez el 10,5%.
Esta
vez, ahora, la proporción BC del genotipo es mayor que la CD,
ligeramente mayor, como Mayr había predicho.
Pero, un momento —¿qué ha pasado aquí?
¿Qué es este BD? Esta tendría
que ser de
lejos la menor proporción del genoma, pero es exactamente la
misma que
BC. Algo
ha vuelto a funcionar mal. Y, de nuevo, hay las tres posibilidades.
¿Son los
datos? ¿Será el diagrama? ¿O es la teoría?
De hecho, si uno
piensa acerca del diagrama, estos datos sugieren un diagrama diferente:
BC
igual a BD. La única posibilidad, una tricotomía, como
ésta. Quizá el diagrama
está equivocado.
Bien,
comprobemos de
nuevo con una tortuga, con la mioglobina de la tortuga. Esta vez, B es
tortuga —es alguna clase de terrapene, hasta donde pueda recordar —C es
el cocodrilo otra vez, y D es la gallina. Y estas son cifras para la
mioglobina. Y esta vez lo que tenemos es —no me
preocuparé con las cifras. Pondré solo los porcentajes.
BC es 11,8% [comentario
ininteligible]
CD es 5,2%, y BD,
tortuga-ave, es 5,9%
Ahora
nos estamos
acercando a lo que Mayr esperaba. BC es aquí mucho mayor que CD.
Pero,
una vez
más, tenemos otro problema. La porción BD, ave-tortuga,
que debería ser
pequeña, es en realidad mayor que CD. De modo que, una vez
más, hay
algo que no
funciona. Bien, los datos sugieren un diagrama diferente. Sugieren uno
como éste,
donde B y C van juntas, y D está separada.
Lo siento, me
estoy perdiendo …
De modo que parece
que con estos tres ejemplos o bien tenemos el diagrama correcto, como
sucedía
con la primera muestra con la víbora y el alfa-hemoglobina, pero
tenemos las
proporciones equivocadas, o bien tenemos las proporciones correctas,
como aquí,
pero el diagrama equivocado, o bien conseguimos un conjunto de datos
que es
sencillamente ambiguo, que nos da una tricotomía. De modo que,
¿qué es lo que
estamos falsando aquí, esta vez? Bien, ya no tenemos más
secuencias disponibles
de cocodrilo o de lagarto para poder hacer comprobaciones —no tenemos
más
secuencias pertenecientes a reptiles.
Hay dos cosas que
podríamos hacer. Una es aceptar la presuposición de Mayr
de que los reptiles
constituyen un grupo, y sumar los datos y promediar. Si se
añaden las tres
clases de Bs —la tortuga, la víbora y el lagarto— y tres clases
de cocodrilianos,
y tres clases de gallinas. Cuando se hace esto, las tres sumas son:
para BC se
consigue 27,9, para CD se consigue 30,9, para BD se consigue 26,9. Son
virtualmente idénticas. Al menos sugiero que sólo un
maniático de la parsimonia
intentaría distinguir entre estas cantidades. Y de manera
efectiva son todos lo
mismo, y el diagrama que nos dan es éste, la tricotomía.
Bien, esto no es muy informativo.
Pero la otra
opción que podríamos aceptar es la perspectiva optimista
de Gary Nelson
de que cada conjunto de datos es un atisbo de la verdad. Y
podríamos
combinar los tres cladogramas. Bien, probemos esto y veamos qué
conseguimos. Sale de esta manera:
Esto es B1, la
serpiente, esto es C, el cocodrilo, esto es B3, la tortuga, esto es B2,
el
lagarto, esto es D, la gallina.
Bien. Este es el
cladograma que conseguimos con estos datos de aminoácidos.
¿Os gusta? No, me
parece que no.
Entonces, ¿qué
hacemos? Bien, probaré otro más de estos juegos y luego
lo dejaré. Como he
dicho no tenemos más secuencias de reptiles, pero tenemos
abundancia de
secuencias de mamíferos. Así que, probemos con los
mamíferos. Creo que si
fuésemos a disponer los mamíferos con las aves y los
cocodrilianos en el
diagrama de Mayr —de nuevo, no seré injusto con él si
supongo que el diagrama
sería así— B será un mamífero, aquí
está C, el ancestro común. Los mamíferos
han divergido muy lejos en una dirección, los cocodrilianos se
han apartado un
poco en la otra, y las aves se han alejado mucho de esta manera. B,
mamíferos,
C, cocodrilianos, y D, aves.
Vale: B es el
hombre, C es un cocodrilo y D es otra vez la gallina. Y si usamos los
datos de la alfa-hemoglobina, lo que obtenemos es esto.
BC, 7,7%, esto lo
comparten el hombre y el cocodrilo. CD, lo comparten el cocodrilo y el
ave,
7,7%. BD, compartido por hombre y ave, 14,7%.
Ahora bien, ¿qué
diantre está pasando aquí? BC tendría que ser
menor que CD si el diagrama es
aproximadamente correcto. De hecho, ambos son iguales. BD
debería ser el más
pequeño de todos —ambos están a millas de distancia— y en
realidad es el mayor.
Algo va mal.
Bien, no sé que
haría un evolucionista con esto, pero me lo podría
imaginar. Cuando pregunto a
la gente sobre la evolución, la única respuesta que
recibo es, «Hay
convergencia por todas partes». Y estoy bien seguro de que
tomarían esto como
un ejemplo de convergencia y que volverían a dibujar el
diagrama. Después de
todo, las aves y los mamíferos han convergido adentro de la zona
adaptiva
endotérmica. Estos datos de la hemoglobina podrían estar
dándonos otro ejemplo
de convergencia. Pero no vale. Porque aquí las proporciones BC y
CD del
genotipo son iguales.
¿De qué estoy
hablando? [risas] No tengo ni la menor idea. Ni la más
mínima. Ah, ya
veo lo que quiero decir, sí. [risas] Lo siento. La
primera vez que lo
mostré, quería mostrarlo así, pero esto no
irá bien porque estos están ambos a
la misma distancia de C, de modo que se tiene que hacer así
—convergen hasta
que— el ave y el mamífero convergen hasta que son
idénticos. Pero luego el
problema es que ambos difieren de la tortuga en un 7,7%. Pero estos
porcentajes
de 7,7% son totalmente diferentes. Tienen que estar separados de alguna
manera
en un 15%. Se haga lo que se haga con ello, la convergencia no lo
explicará.
Aquí hay algo extraño.
De modo que,
después de todo, esta cuestión parece ciertamente
irresoluble. Hay alguna otra
cosa que puedo hacer con esto. Estos datos nos dan un diagrama. No es
el
diagrama que aparece aquí. Dice que aves y mamíferos van
juntos, y que los
cocodrilos y lagartos forman un grupo. De modo que podemos seguir la
sugerencia
de Gary y combinar los cladogramas y añadir los mamíferos
aquí. Y este es el cladograma
que conseguimos después de tanto jugar.
¿Os gusta más? No,
seguro que no. Así, entonces, ¿qué haremos? Bien,
por suerte no tengo que
seguir haciendo estas preguntas retóricas, porque estoy hablando
del ejemplo de
Mayr, y sé lo que él hizo.
Recordaréis que
Mayr publicó su diagrama original refiriéndose a las
proporciones de genoma en
1974, cuando había muy pocas muestras disponibles de genoma, en
forma de
secuencias de proteína o aminoácidos, o de ácido
nucleico. Y los dos ejemplos
que presentó como ajustándose a su ejemplo eran aves y
cocodrilianos, y de
hombres y simios. Bien, desde 1974 hemos conseguido una abundancia de
muestras
del genoma de los hombres y de los simios, y, lejos de ajustarse a este
esquema, todos decían lo mismo: que chimpancés y humanos
difieren en menos del
1% del genoma. De modo que la predicción de Mayr quedó
falsada aquí.
Como ya
he dicho,
la falsación nunca es absoluta, y en este caso he sugerido que
hay tres
cosas
posibles que pueden ser falsas: los datos del genoma, el diagrama, o
las
afirmaciones acerca de la evolución. Bien, por lo que respecta a
hombres y a simios, Mayr sigue creyendo el diagrama, y sigue creyendo
que tiene conocimiento
acerca de la evolución, de modo que lo único que puede
estar en un
error son los
datos. De modo que abandonó el genoma y volvió a la
morfología —y así
la semana
pasada volvimos a tener planteada de nuevo la cuestión del
centro de
Broca y
del hipocampo, o su equivalente moderno.
De modo que aquí
hay dos observaciones a hacer. La primera trata de otro de los
paralelos entre
evolucionismo y creacionismo. Tiempo atrás, en 1974, Mayr
apeló al genotipo
como la clave del verdadero conocimiento. Y en aquel tiempo el genotipo
seguía
siendo un gran misterio. Ahora que tenemos muestras del genotipo
procedentes de
una amplia variedad de organismos, de modo que ya no es tan misterioso,
se
abandona, y se propone un nuevo misterio, el centro de Broca, y aquella
larga
lista de autapomorfías no especificadas del hombre. Parece que
lo mismo que los
creacionistas, los evolucionistas son proclives a apelar al misterio.
La
segunda
observación es mucho más importante y es acerca de los
niveles en los
que
podemos investigar caracteres en sistemática. El nivel
tradicional es
la
morfología, y todos estamos bastante familiarizados con la
morfología.
Nos sentimos cómodos con los datos morfológicos y
competentes para
manejarla
precisamente por su complejidad. Tenemos una buena comprensión
de lo
que
significa la homología a un nivel morfológico, y tenemos
las
transformaciones
de la ontogenia como guía para ordenar los caracteres en series
de
transformación.
Bien, allá por
1978, Gary Nelson sugirió —lo cito—, que «el concepto de
evolución es una
extrapolación, o interpretación, del carácter
ordenado de la ontogenia».
Farris:
[gemido
inarticulado]
Patterson: Hasta donde yo sepa,
a nivel morfológico, esto sigue siendo cierto. Y como dijo Gary,
es la ley de
von Baer que la ontogenia va de lo general a lo particular, que
está detrás de
las transformaciones que invocamos en la morfología, y
detrás de la jerarquía
sistemática edificada sobre estos caracteres morfológicos.
Ahora bien,
naturalmente, todos los caracteres —las transformaciones— que invocamos
no se
observan directamente en la ontogenia, pero creo que
encontraréis que cada
transformación que se infiere es congruente con la ley de von
Baer, con los
caracteres ligados a la ley de von Baer. De modo que a nivel
morfológico
tenemos un sano concepto de homología y tenemos la ontogenia
para ayudarnos a
ordenar las homologías. La morfología, o, en los
términos más generales, el
fenotipo, es el nivel más elevado de investigación en
sistemática.
El siguiente nivel
más abajo es el nivel de los productos genéticos: las
proteínas. Y aquí el
concepto de homología se vuelve más indistinto. En primer
lugar, tenemos el
problema de la paralogía. La paralogía es lo que las
personas que juegan con
secuencias de proteínas llaman a la relación entre los
productos de los genes
que creen que son el resultado de duplicación genética.
De modo que la
paralogía es la versión molecular de la homología
serial en morfología. La
diferencia es que en morfología uno puede estar bastante seguro
de que dos
estructuras son homólogos seriales, porque se tiene una
ontogenia en la que
observar si realmente son duplicaciones o [ininteligible].
Pero, en el caso
de las secuencias proteínicas y esta cuestión de
paralogía y de una inferencia
de duplicación genética, la duplicación
genética se encuentra en algún punto en
el pasado. No hay forma de investigarla. Y me parece que a menudo se
invoca la
duplicación genética sencillamente para arrinconar datos
problemáticos.
De todos modos,
cuando se comparan dos secuencias proteínicas como un todo, en
lugar de
aminoácido por aminoácido, para un biólogo
molecular la homología es un
concepto puramente estadístico. Se comparan las dos secuencias,
y si las
concordancias entre ellas superan ciertos ensayos estadísticos,
son homólogas.
Hace dos meses apareció un artículo de Doolittle en Science
explicando
este concepto.
Bien, tras haber
decidido que dos secuencias son homólogas en general, luego se
pueden alinear y
compararlas posición por posición, y un emparejamiento en
cualquier posición
determinada —es decir, el aminoácido— es una homología a
un nivel más ajustado.
Pero aquí el problema es si el aminoácido es realmente el
mismo —el «mismo»
entre comillas. Ahora bien, debido a la redundancia del código
genético, hay
solo dos aminoácidos de los veinte, el triptófano y la
metionina, que están
codificados por un solo triplete. El resto están codificados por
dos o más.
De modo que hay
solo dos aminoácidos que son siempre el mismo, en
términos de los tripletes que
los han codificado, y se trata de los aminoácidos más
infrecuentes. Están en
una proporción inferior al 2% de la secuencia promedio. Todos
los demás
aminoácidos están codificados por dos o más
tripletes, de modo que al nivel de
aminoácido, al nivel de proteína, al nivel de producto
genético, nunca se puede
tratar un emparejamiento, o difícilmente debe tratarse, como una
homología al
nivel del ADN. Se está haciendo una suposición.
De modo que a
nivel del producto genético, la homología se convierte en
un concepto bastante
vaporoso. Y también no tenemos ontogenia a nivel del producto
genético que
pueda servirnos de ayuda … que nos ayude a ordenar las
homologías en las series
de transformación.
Ahora bien, yo
solía pensar que debido a que no hay ontogenia en las
proteínas, pero que sin
embargo parece que necesitamos el concepto de transformación
para ordenarlas,
para ordenar las secuencias, que ellas proporcionaban alguna clase de
prueba de
evolución. Y ya no estoy más seguro de que esto sea
así, porque las homologías
que inferimos, y las transformaciones que inferimos al ordenarlas,
quedan
sujetas a esta incertidumbre debido a la ambigüedad del
código genético. De
modo que las verdaderas homologías moleculares se han de buscar
más abajo, al
nivel del ADN. Bien, a nivel del ADN no conocemos prácticamente
nada debido a
que difícilmente hay ningunos datos comparativos en forma de
secuencias que
puedan alinearse y compararse.
Pero el sábado
pasado, allí en Ann Arbor, tuve la gran suerte de encontrarme
con Arnold Kluge
y de sonsacarle el primer conjunto de estos datos, de las secuencias de
ADN. Se
trata de ADN mitocondrial del hombre, del chimpancé, del gorila,
del orangután
y del gibón. Este trabajo lo realizaron Prager y Wilson y su
grupo en Berkeley.
Y las secuencias son de 896 nucleótidos cada una. De modo que
tengo que volver
a comenzar. Siento aburriros con todo esto, pero al final tiene su peso.
Aquí estoy
refiriéndome al ADN mitocondrial. Tenemos 896
nucleótidos, y de estos, 612 son
invariantes y el resto varían. Y este es el árbol
más parsimonioso que el grupo
de Berkeley consiguió con los datos. Voy a escribir
cuáles son los animales.
Voy a emplear letras para ahorrar tiempo. A es el hombre, B es el
chimpancé, C
es el gorila [comentario ininteligible], D es el
orangután, y E es el
gibón.
Y este es su
árbol. Los números aquí son los acontecimientos
evolutivos por linaje.
Farris:
Colin, este no es
un árbol más parsimonioso, es un árbol de
Fitch-Margoliash.
Patterson:
No lo es. Perdóname,
pero lo describen, Steve. No lo es.
Farris:
Pero aquí tienes
puntos decimales.
Patterson:
Entonces ellos no saben
lo que están haciendo. Lo siento, no puedo disculparme por
ellos, porque estoy
seguro que ni se suponía que yo pudiera ver su manuscrito, pero
hablan de esto
—elaboraron un programa de Fitch-Margoliash y obtuvieron un
árbol diferente.
Pero no importa. Éste es el árbol que ellos escogieron.
Dejémoslo en esto.
Estas cantidades
son acontecimientos evolutivos por linaje, y esto nos dice muchas cosas
acerca
de la evolución. Por ejemplo, dice que el gorila es el que ha
evolucionado con
más rapidez, el hombre con la menor. Dice que el ADN
mitocondrial evoluciona
alrededor de diez veces más deprisa que el ADN nuclear. Dice que
las
sustituciones silenciosas son varias veces más probables que las
sustituciones
de codificación, y este ha sido el resultado de cada
comparación de
secuenciación de ADN que se ha hecho hasta ahora. Vale. Esto es
lo que los
evolucionistas sacan de los datos.
¿Me permitiréis
exponeros lo que hace un creacionista acerca de esto?
Tenemos cinco
taxones —ABCD ahí. De modo que el primer conjunto de caracteres
que tenemos que
contemplar son los que reúnen cuatro de estos cinco. Y
aquí está como resultan.
ABCD, hay 66 caracteres —este es el mismo nucleótido en estos
cuatro y uno
diferente en E. ABCE, hay 53; ABDE, hay 21, ACDE, hay 19, y BCDE, hay
14. Aquí
tenemos dos señales fuertes: 53 ahí y 66 ahí, ABCD
y ABCE, pero
desafortunadamente estos dos grupos son incongruentes.
Las dos señales
fuertes son incongruentes entre sí, de modo que es mejor tratar
estos, en lugar
de agrupamientos de cuatro, como estimaciones de las
autapomorfías de cada
línea. De modo que el gibón tiene 66
autapomorfías, el orangután tiene 53, el
gorila tiene 21, el chimpancé tiene 19, y el hombre tiene solo
14.
Observemos que se trata del reverso exacto de la predicción de
Mayr. No se
trata de cifras exactas para las autapomorfías, pero se acercan
bastante. De
modo que no obtenemos ningún agrupamiento útil a partir
de esto.
El siguiente
conjunto de caracteres es el de los que toman tres de los cinco.
Aquí está como
se distribuyen. ABC, obtenemos 30 caracteres. ABD, obtenemos 11. ACD,
CDE,
obtenemos 10; ADE, obtenemos 9; ABE y BCD, obtenemos 7; BDE, hay 4, y
los
últimos dos, ACE y BEC, tienen 3 cada uno.
Bien, tenemos una
señal aquí. A B y C forman un grupo. Por cuanto hay diez
maneras de conseguir
tres especies de entre cinco, la probabilidad de una repetición
al azar en este
juego de datos es de una entre diez. Este grupo presenta 19
repeticiones más
que su competidor más cercano, y hasta donde yo pueda saber, la
probabilidad de
conseguir una señal como esta, la probabilidad de obtener una
señal como esta
puramente por azar, es de 10 elevado a -18. ¿No es cierto, Steve?
Farris:
No.
Patterson:
No. Vale. [risas]
¿Por qué no es cierto? ¿Qué
deberíamos hacer con ello?
Farris:
Es una larga
historia. Pero, luego, también lo es el resto de este seminario.
Patterson:
¿También lo es el
resto de qué?
Farris:
Uh … de este
seminario, he dicho.
Patterson
¿Preferirías que
dejase todo este asunto? [risas]
Farris:
Oh, no, no —sigue. [risas]
Patterson:
No, pasaré al
siguiente caso.
El último conjunto
de caracteres —los que toman dos de entre los cinco. De nuevo, tenemos
diez de
ellos. No voy a detenerme a dar una lista de todos. Hay solo uno que
dé una
señal, DE. El resto de ellos están agrupados muy
así, sin ningunas diferencias
distintivas entre ellos que yo pueda observar, y aquí la
probabilidad según mis
cálculos —lo siento, Steve—, es de 10 elevado a -17.
De modo que tal
como yo comprendo estos datos, la información que tenemos
ahí, es que hay dos
grupos. Tenemos ABC, y luego DE, y juntos forman un grupo mayor, y esto
es todo
lo que dicen los datos. También dan una estimación de la
cantidad de
autapomorfías de cada grupo. Y si preferís esto como un
cladograma, naturalmente
que saldrá así: una tricotomía y una
dicotomía.
Farris:
Pero esto es …
Patterson: Ahora yo … supongo
que Steve Farris no estará de acuerdo pero … [interrupción
en cinta]
… datos. No hay ninguno más.
De modo que, ¿qué
hay del árbol este y de las cifras sobre las ramas?
Bien, como ha
dicho Steve, está producido por un programa. Estas cantidades no
proceden de
los datos en modo alguno. De modo que supongo, y espero que Steve no
estará en
desacuerdo, que proceden de maquillar los datos con la teoría
evolucionista,
con un programa que presupone que la evolución es cierta, y pide
al ordenador
que encuentre un árbol. De modo que mi pregunta sería:
¿De que nos está
hablando el árbol? ¿Nos está diciendo algo acerca
de la naturaleza, o algo
acerca de la teoría evolucionista?
Una última
observación, a este nivel, el nivel del ADN, tenemos
también el problema de la
homología. ¿Qué significa la homología en
términos de ADN? El procedimiento de
alineación es el mismo que con las secuencias de proteína
—es un asunto
puramente estadístico— pero debido a que en ADN tenemos solo
cuatro posibles
nucleótidos en cualquier posición, esperamos un
emparejamiento de un 25% por el
mero azar. Y entre estas cinco especies estrechamente relacionadas
tenemos una
concordancia de solo un 70%. Esto deja un 45% de variación para
acomodar a
todos los demás eucariotas. Me parece que el problema con la
alineación de
secuencias en el ADN, cuando comiencen a venir los datos, será
extremadamente …
Luego a nivel de
los nucleótidos individuales tenemos que suponer que un
emparejamiento en una
posición, digamos que una adenina en la misma posición en
todas éstas, es una
homología. Y un no emparejamiento es una no homología. De
modo que, manteniendo
en mente el concepto de homología, contemplemos el árbol
otra vez. El árbol nos
dice que nosotros [pausa] no, voy a olvidarme de todo esto.
Steve va a [ininteligible]
me de esto.
Voy a hablar
acerca del efecto de introducir datos a través de un programa de
generación de
árboles. El creacionista hace una suposición —que hay
algunos grupos en un
conjunto de datos. El evolucionista, me parece, tiene que hacer otra
suposición
—que hay algunos grupos aquí, y que los agrupamientos nos dicen
algo acerca de
la historia de los grupos. [pausa]
Eldredge
¿Qué
creacionista?
Patterson:
[ininteligible]
¿Perdón?
Eldredge
¿Qué creacionista?
Patterson:
Oh, no imp … vale,
yo mismo.
MacIntyre
¿No
te estarás refiriendo a Duane Gish?
Patterson:
No, no.
MacIntyre
Ah, bien.
Patterson:
Me refiero a un
taxonomista creacionista.
MacIntyre
Oh.
Farris:
Duane Gish no
hace ningunas suposiciones.
MacIntyre:
¡Oh, sí que las hace!
Farris:
Oh, no …
Patterson:
Me parece …
Farris:
Oh, no, todo está
revelado.
Rosen:
¡Giles!
MacIntyre:
Lo siento.
Patterson: Me parece que puedo
tratar los datos del ADN, y tomarlos todos como diciendo algo, pero
solo
encuentro dos señales en ellos. A fin de obtener un árbol
de todo ello, tenemos
que decir que algunos de ellos son datos buenos —los datos que nos dan
esto— y
que otros son datos malos —el material que te da esto, y el material
que te da
aquello. Resulta que en este caso el material que nos da DC y AB es
más de dos
veces en número que el material que nos da BC, que es lo
preferido.
Ahora bien, ¿qué
es lo que se está comparando aquí? Estas son todas
identidades al nivel de los
nucleótidos. Los que nos dan AB son identidades, y los que nos
dan BC son
identidades. Los que nos dan CA, son todos identidades al nivel de los
nucleótidos. Pero de alguna manera se nos [ininteligible]
dice que
algunas de estas identidades son realmente las mismas, y algunas de
ellas no
son las mismas, porque la teoría demanda esto. Me parece que
esto es de algún
modo carente de sentido.
Hay otro problema
adicional con la homología al nivel del ADN, y es la
cuestión de la paralogía,
o duplicación inferida. Hay un problema similar que está
materializándose con
el ADN. Hace un par de semanas, Roger Lewin publicó un escrito
en Science
acerca de genes de la globina.
Y en el mismo se
refirió a un modelo de ADN que está de moda entre los
genetistas moleculares.
Lo designó el modelo «Vesubio», y la sencilla
descripción que del mismo hacen
Roger Lewin y Gabriel Dover y otros como ellos es que cada gene
está
constantemente bombardeando el resto del genoma con pseudogenes que son
copias
más o menos perfectas de sí mismo. Ahora bien, si es
así, y el modelo tiene
fundamento empírico, entonces el problema de la
paralogía, de la duplicación en
los datos del ADN, es todavía más apremiante. A fin de
poder realizar un secuenciado
de ADN, se fragmenta el genoma y se clona un poco de lo que uno cree
que es
correcto, que uno puede conseguir. Ahora bien, si realmente tenemos
todos estos
pseudogenes bombarderos por allí, no veo ninguna forma posible
de saber si
tenemos el correcto o no.
Bien,
siento
haberme extendido tanto sobre esto. El quid de todo esto es que —creo
que tiene
algo que decir acerca de la evolución. Hemos mantenido muchas
discusiones en los últimos pocos años acerca de si la
evolución es
susceptible de ensayo, y por
evolución aquí me refiero a la teoría general, a
la descendencia con
modificación, a que las especies son mutables y que están
relacionadas
por
descendencia, y no a ninguna teoría específica acerca del
mecanismo.
Ahora
bien, si la teoría general de la evolución es susceptible
de ensayo, ha
de
tener alguna consecuencia que pueda confrontarse con la realidad. En
otras palabras, tiene que hacer alguna predicción. Y hasta donde
yo
sepa, solo
se ha propuesto una predicción razonable.
Niles Eldredge lo
exponía así en una carta a Science:
Si la
evolución es descendencia con
modificación, tiene que
resultar en una disposición jerárquica de organismos
definidos por conjuntos
anidados de novedades evolutivas. Esta es la grandiosa
predicción de la
evolución.
Y luego Niles
prosigue diciendo que sea cual sea el organismo que uno contemple, sean
cuales
sean los aspectos del mismo que se estudian, se encuentra la misma
jerarquía. Y
he oído este mismo argumento presentado repetidas veces en
reuniones, de que realmente
hay una jerarquía, y que no puede haber jerarquía sin
historia, y que por ello
se cumple la predicción de la evolución.
Bien, lo primero
que me impacta en todo esto es que parece implicar que la
evolución es una
inferencia deductiva en base a la jerarquía de la
sistemática, que personas
como Linneo, Cuvier, Agassiz y Johannes Muller y Hooker y mil otros
predarwinistas eran meramente pensadores cortos de miras, y que no
llegaron a
ver la consecuencia necesaria de sus observaciones. Bien, esto parece
improbable.
Lo segundo tiene
que ver con la predicción de que cualquiera que sea el aspecto
de los
organismos que se contemplan, se encuentra la misma jerarquía.
Bien, no todos
parecen estar de acuerdo con esto. Aquí tenemos de nuevo a Ernst
Mayr en Science
la semana pasada:
Diferentes
tipos
de caracteres —caracteres morfológicos, diferencias
cromosómicas, genes de
enzimas, genes reguladores y emparejamiento de ADN— pueden conducir a
diferentes agrupamientos. Diferentes etapas en ciclos vitales pueden
también
resultar en diferentes agrupamientos.
Y aquí tenemos a
Arnold Kluge con la conclusión de su estudio cladista de los
simios y de los
hombres. Dice él que su estudio denota «una clara carencia
de congruencia entre
los datos moleculares y otros de tipo más tradicional».
Observemos que ambos dicen lo mismo. Mayr nos está diciendo que
los datos
moleculares de cualquier nivel que se consideren no parecen concordar
con la
morfología, y Arnold Kluge está diciendo lo mismo.
Ahora bien, según
Niles, la predicción de la evolución es que es
jerarquía y jerarquía congruente
es lo que encontraremos sin importar qué aspecto de la especie
estemos
contemplando. La experiencia de Mayr y de Arnold Kluge es que no existe
tal
congruencia. En particular, los datos moleculares son incongruentes con
la
morfología.
Bien, ¿es esto
así? No estoy seguro, pero creo que hay otras señales de
esto entre las
secuencias de proteínas. Por ejemplo, aquel cladograma de
amniotas que estaba
dibujando antes es enormemente incongruente con todo lo que creemos
saber
acerca de la morfología. Ahora bien, tenemos cladogramas
publicados de globina
que muestran a las aves como el grupo hermano de los mamíferos,
no de los
cocodrilos, y las serpientes como el grupo hermano de todos los
demás amniotas,
y cosas semejantes. No importa entrar en detalles. Dejadme que plantee
la
cuestión al nivel más fundamental.
¿Cómo reconocemos
la jerarquía? A nivel del fenotipo me parece que no tenemos
ningún verdadero
problema. Tenemos un concepto considerablemente racional de la
homología, y
estoy de acuerdo con Gary en que el principio organizador es la
ontogenia y en
particular la ley de von Baer. Y, como sugirió Gary, podemos
analizar los datos
fenotípicos de esta manera y conseguir una jerarquía
mediante un método que no
tiene implicaciones evolutivas en absoluto. Hay una historia en ella,
pero la
historia es ontogénica. La historia es lo que nos da la
dirección en la ley de
von Baer. Por ejemplo, no tenemos que inferir nada más acerca de
la historia geológica.
De modo que, ¿qué
hay acerca de este nivel molecular o del nivel de las secuencias
proteínicas y
del ADN? ¿Cómo reconocemos la jerarquía
ahí? En primer lugar, el concepto de
homología es mucho más vago a estos niveles, y no tenemos
la ontogenia ni la
ley de von Baer para guiarnos.
Ahora bien, sugerí
al comentar acerca de los datos del ADN que la jerarquía se
reconoce
maquillando los datos con teoría evolucionista. Se introducen en
un programa
que está basado en la teoría evolucionista, y
naturalmente como resultado se
consigue una jerarquía. ¿Resultarían
jerárquicos los datos sin maquillarlos de
este modo? No lo sé. Pero al nivel de secuencias
proteínicas donde yo he jugado
mucho, mi impresión es que es enérgicamente
jerárquico cuando se poseen unas
pocas secuencias, o cuando las hemos seleccionado, de modo que se
esté
trabajando solo con cinco o seis problemas de taxones. Pero cuando se
toma un
gran conjunto de datos, como todas las mioglobinas disponibles en la
actualidad, mi experiencia es que la jerarquía simplemente se
desvanece a no
ser que se fuerce maquillándola con teoría evolucionista.
Y respecto de a nivel
del ADN, naturalmente, nadie lo sabe. Todo lo que tenemos por el
momento es
esto, estas cinco breves secuencias. Son jerárquicas hasta este
punto, pero
debido a este problema de que se consigue un 25% de emparejamientos por
puro
azar es mi predicción que la jerarquía se
desvanecerá muy rápidamente en cuanto
comiencen a conocerse secuencias de ADN.
Bien, si esto es
así, ¿qué es lo que introduce la jerarquía
en los datos de los fenotipos, si la
jerarquía no está allí a nivel proteínico o
de ADN? Bien, evidentemente es la
ontogenia.
[interrupción
en cinta]
—procedente de la
jerarquía de la ontogenia, y se puede investigar sin
ningún concepto previo
acerca de evolución. Entonces, ¿por qué es
necesaria la teoría de la evolución
en la sistemática? Parece que estoy terminando con esta
extraña conclusión. Es
necesaria para imponer un orden jerárquico sobre unos datos
recalcitrantes. En
la sistemática la teoría evolucionista es un
método de maquillaje, para imponer
una jerarquía allí donde pueda no existir ninguna. Y si
esto es así, ¿no creéis
que la sistemática quedaría mejor sin la teoría?
Me
parece que lo
dejo aquí. Iba a terminar con algunas citas. Creo, si me
permitís, que
os daré la última. No, no; os daré la tercera. Es
de Darwin en
El Origen: «Cuando las opiniones
propuestas en este volumen sean admitidas de forma generalizada … los
taxónomos
podrán seguir sus labores como ahora».
Y por «ahora»,
Darwin significa como en los tiempos predarwinistas, como en la
biología pre-evolucionista.
Está diciendo: No dejéis que la teoría interfiera
con la sistemática. Parece que no se le ha prestado
atención.
La última cita es
de Gillespie otra vez, y se refiere a J. D. Hooker, el botánico.
Si os acordáis,
Hooker era el único taxónomo profesional entre la
camarilla de Darwin. Era
también el más antiguo de los confidentes de Darwin.
Había estado leyendo todos
los manuscritos de Darwin y conversando largo y tendido con él
desde 1840, y
sin embargo se mantuvo sin convertirse a la evolución hasta
1859. Y aquí
tenemos las palabras de Gillespie acerca de por qué Hooker no se
había
convertido:
Hooker adoptó
el punto de vista de la
inmutabilidad de las especies
… y que cada una de ellas descendía de un solo par. Esta no era
necesariamente
su creencia, sino un postulado metodológico para posibilitar la
clasificación.
Y luego Gillespie
presenta este argumento más adelante en el libro con estas
palabras: «Hooker
creía que el taxónomo evolucionista tenía que
ignorar su teoría y actuar “como
si” las especies fuesen inmutables».
En otras
palabras, es bien posible que la evolución sea verdad, pero
fundamentar la
sistemática sobre esta creencia resultará en una mala
sistemática.
Vale, gracias.
Siento haberme extendido tanto.
[aplausos]