LA ESPERANZA ACTUAL
DE LA IGLESIALA ESPERANZA ACTUAL DE LA IGLESIA
Y PROFECÍAS QUE ESTABLECEN LA VERDAD
DEL REGRESO PERSONAL DEL SALVADOR
* * * *
Once Conferencias pronunciadas en 1840 en la ciudad de Ginebra por
John Nelson Darby
SEXTA CONFERENCIA
(Daniel 7:15-28)
Los dos caracteres del mal:
Apostasía eclesiástica
y apostasía civil
Hasta ahora, queridos amigos, hemos estado hablando de la
bienaventuranza que pertenece a la Iglesia, excepto que, en nuestra
última conferencia, hemos seguido el progreso que hará
el mal sobre la tierra hasta el fin. Este mal presenta un doble
carácter, acerca de lo cual me propongo hablar todavía,
por cuanto las relaciones que existen entre el poder del mal y los
juicios que lo acompañan son de especial interés para
los hijos de Dios. Cuando el mal llegue a su punto culminante, Dios
lo destruirá.
Los versículos que he leído para comenzar son la
interpretación que el ángel le da a Daniel de la
visión que este profeta vio de las dos bestias; y, tal como
siempre sucede en la interpretación de las profecías
simbólicas, encierran rasgos nuevos. Aquí, por ejemplo,
en la explicación dada a Daniel, se añade todo lo que
sucederá a los santos; pero de todos modos lo que he
leído de Daniel 7:15-28, así como todo el
capítulo, se relaciona con la bestia que se exalta, y que se
eleva contra el Dios Todopoderoso.
Ya os he dicho, queridos amigos, que hay dos caracteres del mal
que se desarrollan sobre la tierra. El primero es la apostasía
eclesiástica, y el segundo es la apostasía del mismo
poder civil.
En primer lugar, el estado de apostasía de la Iglesia,
contemplada en su responsabilidad externa, ya ha llegado en
principio. Y este principio tendrá una manifestación
más abierta posteriormente. Por otro lado, el poder civil se
levantará contra Aquel a quien pertenece el gobierno, contra
Cristo, a quien Dios establecerá como Rey sobre la tierra. Y
esta revuelta procederá de la cuarta bestia (el Imperio
Romano).
Antes de entrar directamente en nuestro tema para hoy, deseo hacer
algunas observaciones acerca de Mateo 25, texto al que volveremos
cuando nos refiramos a las naciones; porque todos los pueblos de la
tierra que existirán al final de los tiempos estarán o
bien sometidos a Cristo, y por ello salvos, o bien en
rebelión, y en consecuencia destruidos. Pero, para deshacer
las dudas acerca del tema de este capítulo, es necesario decir
algunas palabras. Generalmente se cree que el juicio del que se habla
en este capítulo es el juicio final, el juicio general. Esto
es un error. Éste es el juicio de las naciones vivas
sobre esta tierra, y no el de los muertos. Es por eso que no lo
mencioné al hablar de la resurrección de los muertos.
Insisto: en este capítulo de Mateo no se trata de la
resurrección; se trata del juicio de los gentiles. En los
capítulos 24 y 25 se ve el juicio de los judíos, que
sobrevendrá a los judíos; luego el que llegará a
los creyentes; finalmente el que vendrá sobre los gentiles.
Éste es el juicio de los vivos, y no el de los muertos.
Así, insisto, es el juicio de los vivos. Esto es cuando
leemos: «Serán reunidas delante de él todas las
naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el
pastor las ovejas de los cabritos.» Lo que da pie para creer que
se trata del juicio de los muertos es que se dice de los malvados que
irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. Pero
esto sólo quiere decir que el juicio de los vivos sera
inapelable, como el de los muertos. Desde luego, cuando Dios
juzgue a los vivos, Su juicio enviará a unos a las penas
eternas, y a otros a la vida eterna. El juicio de los vivos es tan
cierto como el de los muertos. Ya hablaremos de esto en su momento.
La relación de la apostasía
eclesiástica con
la apostasía del poder civil
En la última conferencia hablé principalmente de la
cizaña y de la apostasía eclesiástica, del
progreso del mal en relación con la revelación, y de lo
que ha sucedido en la esfera de la Iglesia sobre la tierra. Ahora
examinaremos la apostasía del poder civil en su forma
exterior, y el juicio que le sobrevendrá de parte de Dios.
Porque Su cólera caerá sobre este poder civil. Si el
mal eclesiástico desaparece hacia el fin en cierta manera en
su carácter de poder secular y en su forma exterior, y si el
mal civil es exaltado, el mal eclesiástico no por ello
permanece menos vivaz; lo único es que no goza de la
supremacía; ésa es la diferencia. En otros
términos, no se trata en absoluto de que el poder
eclesiástico se haya mejorado a sí mismo; lo
único que sucede es que no es ejercido de la misma manera;
pero su influencia es por ello tanto más perniciosa. Ya no
tenemos un poder eclesiástico disponiendo del brazo secular,
montado sobre la bestia, y dominándola; asimismo, adopta una
forma más misteriosa, y en consecuencia más peligrosa.
La influencia oculta de este poder prosigue, pero queda privada de su
esplendor exterior; porque por su orgullo los hombres comienzan ahora
a levantarse y a unirse contra Dios, preparando el camino para el
hijo de perdición.
Aunque la maldad eclesiástica sea siempre la peor de todas,
sin embargo, como estamos diciendo, tendrá lugar y se
manifestará la apostasía civil. Sabéis que todo
poder civil proviene de Dios. Ahora bien, de la misma manera que la
iglesia pierde su sentido y carácter propios por su
rebelión contra Dios, también el gobierno civil se
encuentra en estado de rebelión y apostasía cuando, en
lugar de sujetarse a Dios, se eleva contra el Dios que le ha dado su
autoridad.
Siendo el Espíritu de Dios la verdadera fuerza de la
Iglesia, la rebelión de la Iglesia comienza cuando, en lugar
de someterse a Cristo, no obedece más que la voluntad y el
poder del hombre, apoyándose sobre el hombre, renunciando a la
verdad para seguir la mentira. Cristo es la cabeza; el
Espíritu Santo es el único poder por medio del que
actúa la Iglesia, y cuando la Iglesia no está dirigida
por el Espíritu Santo, y no está, en este sentido,
verdaderamente sujeta a Cristo, la Cristiandad es moralmente
apóstata. Ahora bien, el poder civil se encontrará, al
final de la actual dispensación, en este mismo estado de
rebelión, y es necesario recordar que la apostasía en
el orden civil es más externa y destacada que en la Iglesia.
Esto tendrá lugar en el seno de la cristiandad, y parece
además que el mal eclesiástico será la fuente y
el principal motor. Esto es lo que siempre ha sucedido. Cuando
Absalom se rebeló contra David, tuvo un consejero, Ahitofel (2
S 15). La fuente primera de esta rebelión era indudablemente
Satanás, pero Ahitofel dirigió la conspiración
contra el rey. Cuando Datán y Abiram, simples israelitas, se
rebelaron contra Moisés, se le llamó a esto la
rebelión del levita Coré, que era quien los
había seducido. Igualmente, Dios acusa a los sacerdotes y a
los profetas, en el reino de Judá, por la iniquidad del
pueblo, por cuanto son sus malvados consejos los que ha seguido el
poder civil. ¿Y qué ha llegado a suceder dentro de la
Cristiandad? Que aquellos que hubieran debido edificar la Iglesia,
representar la sabiduría de Dios, y recordar al gobierno sus
deberes para con Dios, están ellos mismos en rebelión
contra Dios, habiendo ocultado la verdad, y habiendo adoptado una
forma que ha seducido al mundo, instruyendo también al poder
civil en los mismos extravíos.
Habrá una rebelión, pues, de este poder civil, pero
el poder eclesiástico será su alma.
La bestia con un falso profeta
¿Qué encontramos en Armagedón? A un falso
profeta que se une a la bestia. De principio a fin, siempre hay una
bestia, y con la bestia encontramos un falso profeta. Es el uno o el
otro quien conduce la rebelión. Pero al fin la bestia toma la
dirección, como capaz de actuar más directa y
libremente; y por ello es la bestia la que es finalmente el objeto
directo del juicio. Esto es lo que vemos en el capítulo 7 de
Daniel.
A partir del momento en que la bestia, o el poder civil de la
cuarta monarquía, se rebele contra Dios, esta monarquía
entrará en relación con los judíos, y esto es lo
que nos vuelve a llevar a la historia de este pueblo. Ya
sabéis, queridos amigos, que cuando la cuarta bestia
apareció en la escena de este mundo, había
judíos en Jerusalén; sabéis que Cristo fue
presentado como Rey de los Judíos a la cuarta bestia,
representada por Poncio Pilato, que le rechazó en este
carácter que Él jamás perderá. Al fin de
esta era se producirá el mismo hecho: los judíos, que
habrán vuelto a su país, aunque sin haberse convertido,
se encontrarán relacionados con la cuarta bestia. Habrá
santos entre ellos, y esta cuarta bestia, y de manera particular
aquel que la representará en Palestina, se exaltará
contra Dios, poniéndose en oposición directa contra los
derechos de Cristo como Rey de los Judíos. Esta
oposición a Cristo se elevará, ciertamente, mucho
más alto que en otras ocasiones, por cuanto se arrogará
los derechos de Cristo como Rey de los Judíos, y será
entonces que Cristo, viniendo del cielo, destruirá a la bestia
junto con el Anticristo, tomará el remanente de los
judíos como Su pueblo terrenal, y pondrá a todas las
naciones debajo de Sus pies.
Con esto comprenderéis que hay muchas cosas que se aplican
a los santos, esto es, al residuo fiel de entre los judíos,
que no es de aplicación a la Iglesia. Por ejemplo, sabemos que
durante el tiempo de la apostasía eclesiástica se han
dado muchas persecuciones contra los fieles. Pero en los
últimos tiempos, cuando se tratará de la
persecución contra los santos, tendrá lugar contra el
residuo de los judíos, cuya sangre será derramada como
agua.
Si se toma la historia de la bestia de una manera muy general, sea
ya en la época de Tiberio Augusto y de los otros emperadores,
o si se examina a la bestia no en su carácter pagano, sino
bajo la influencia del cristianismo corrompido de la Edad Media, se
ve que ha habido, también en cada una de estas épocas,
persecuciones contra los santos; y podemos también decir de
ellas que los santos han sido muertos. Pero, cuando llegue el momento
en el que el poder civil levante abiertamente la bandera de la
rebelión, en el momento en que estos hechos proféticos
se realicen de manera plena, será sobre los judíos
sobre quienes recaerán las persecuciones. En el momento en que
se trata de los derechos de Cristo como Rey de los Judíos, son
los judíos los que aparecen en escena, por cuanto los
judíos son el pueblo terrenal de Dios. Pero, ¿qué
sucederá entonces con la Iglesia? Estará totalmente
fuera de la escena durante el tiempo de estas últimas
persecuciones.
Antes que citemos los capítulos de la Escritura que tratan
del Inicuo, esto es, del poder apóstata civil, que ha
tomado el puesto del poder eclesiástico apóstata, cabe
insistir de nuevo en este principio: Que la revuelta del mal
eclesiástico no es menos peligrosa porque no tenga la
supremacía. Bien al revés, repetimos que este poder es
el secreto consejero de todo el mal. El único cambio que
tenemos aquí es que el poder eclesiástico deja de tener
el dominio exterior; esto es lo que induce al error. Por el
hecho de que no se pueda ver de manera manifiesta su poder de quitar
reyes, se ha llegado a creer que todo este poder eclesiástico
ha desaparecido enteramente. No se ha prestado atención a lo
que los hijos de Dios deben ver en la Palabra de Dios, esto es, que
la existencia moral de este poder sobrevivirá a la
destrucción de su influencia política, y que
será precisamente ésta la que conducirá al poder
político propiamente dicho a la rebelión contra Dios, y
al final a su destrucción. No quiero decir que no sea la
voluntad del hombre la que, por sí misma, conduzca a la bestia
a su perdición. Creo que es verdaderamente así; pero,
en el interín, es la apostasía eclesiástica la
que se ha arrogado el poder de Dios, la que ha cerrado la puerta a la
manifestación de la voluntad de Dios, y, por medio de sus
corrupciones y maquinaciones, atrae a los moradores de la tierra a
reconocer y adorar a la bestia.
Paso a los pasajes que tienen que ver con lo que hemos estado
diciendo.
De entrada, el final del capítulo 7 de Daniel, donde
tenemos la cuarta bestia. A continuación, Apocalipsis 16, y
especialmente 17, donde encontramos dos cosas distintas: la gran
ramera, o Babilonia, y la bestia. En el capítulo 17, tenemos a
la mujer vestida de púrpura (poder cuyo principal elemento es
el eclesiástico); está montada sobre la bestia (el
poder civil). Después de esto, «los diez cuernos ...
aborrecerán a la ramera (el poder eclesiástico), y la
dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y
la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones
... dar su reino a la bestia».
Examinemos ahora los pasajes que tratan de las fuentes del mal, y
de manera más particular el de aquel poder en rebelión
contra Dios, de la cuarta monarquía, y veamos la forma que
tomará esta revuelta.
El capítulo 12 de Apocalipsis muestra la fuente de este
poder: el gran dragón escarlata. Aquí se nos admite,
por así decirlo, detrás de las bambalinas, y vemos
también el poder de Satanás deseando destruir a Aquel
que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro: a Cristo; y
en Cristo y con Cristo, a la Iglesia. Éste es propiamente el
poder de Satanás, y la gran lucha. La Palabra de Dios
contrapone al Padre con el mundo, a la carne con el Espíritu,
y a Satanás con el Hijo de Dios; aquí tenemos al gran
dragón, o Satanás, que quiere devorar a Aquel que ha de
regir a las naciones con cetro de hierro; pero es en el cielo que lo
vemos. Luego, en el v. 9, es arrojado de allí, un
acontecimiento que todavía no ha tenido lugar.
Aquí surge una dificultad para ciertas
mentes. Por el hecho de que Satanás es expulsado de la
conciencia, lo que es verdad,(9) suponen que es
echado también del cielo. Es perfectamente cierto que
Satanás no tiene poder sobre nuestra conciencia, si hemos
comprendido el valor de la sangre de Cristo. También es cierto
que, aunque nuestras conciencias hayan sido purificadas, Cristo
intercede por nosotros en el cielo, donde Satanás acusa a los
hijos de Dios. Vemos, en Efesios 6:12, que las huestes espirituales
de maldad están en los lugares celestiales; así,
habrá una batalla en el cielo, la cual será el efecto
no de un acto de intercesión ni de sacerdocio, sino de poder;
que será llevada a cabo, quizá, con la ayuda de los
ángeles, pero que será en todo caso una obra de poder.
Al mismo tiempo, si bien Satanás será arrojado del
cielo, lo será sobre la tierra; pero no estará
aún encadenado para ser lanzado al abismo, y los frutos de su
maldad no habrán llegado aún al colmo; así,
él descenderá «con gran ira, sabiendo que tiene
poco tiempo».
Satanás, lanzado del cielo a la tierra,
actuará por medio del Imperio Romano. Apocalipsis describe lo
que aparecerá en escena com instrumentos providenciales
mediante los que asegurará su poder sobre la tierra. «Vi
subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez
cuernos.»(10) Aquí tenemos los
instrumentos terrenales. Esta bestia reunirá las
características de las otras tres bestias.
Vemos aquí que el poder del dragón se establece en
el Imperio Romano, en la bestia con siete cabezas y diez cuernos.
«Vi una de sus cabezas como herida de muerte», esto es,
una de las formas de gobierno del Imperio Romano destruida. Pero al
final su herida mortal fue sanada, y la forma destruida,
restablecida. Además, si comparamos los caracteres y las
acciones del cuerno pequeño de la misma bestia de Daniel,
veremos que el cuerno pequeño, esto es, este pequeño
cuerno de Daniel «que hablaba grandes cosas», y que
destruye a tres de los otros diez cuernos, veremos, digo, que imprime
todo su carácter a la misma bestia; ésta viene a ser su
expresión moral delante de Dios. Así, podríamos
decir, por ejemplo, que Napoleón era el imperio
francés, por cuanto él representaba toda la fuerza de
este imperio. Esta bestia será el poder civil, el Imperio
Romano apóstata, o en rebelión abierta contra Dios.
Pero hay además otra bestia (que no es el Imperio Romano),
que «ejerce toda la autoridad de la primera bestia en
presencia de ella.» En los versículos 11-14 se dice:
«Después vi ... Y engaña a los moradores de la
tierra.» Aquí tenemos algo que se parece al poder de
Cristo, y que más tarde revestirá, en medio de los
judíos, la forma del cristianismo; pero, tal como comprende el
apóstol, es de Satanás.
Así, es la segunda bestia la que seducirá a los
moradores de la tierra, haciendo que sigan a la primera, esto es, al
poder civil, al Imperio Romano.
La bestia había recibido un golpe mortal. Esto es lo que ya
le sucedió a la forma imperial del Imperio Romano. Pero su
herida ha de quedar totalmente sanada. Vemos aquí que la
bestia pierde su carácter imperial durante un tiempo, y que su
herida queda luego sanada, y es cuando queda así restablecida
que toda la tierra, asombrada, va en pos de ella.
Así, todavía se ha de volver a
ver la bestia imperial sobre la tierra, y por toda la tierra
será admirada. Pero también hemos visto que la segunda
bestia seduce a los moradores de la tierra mediante los prodigios que
lleva a cabo. Y esta segunda bestia aparecerá al final no
manifestando el carácter de una bestia, sino el de un falso
profeta; esto es, perderá todo su poder secular. No
será ya una bestia rapaz y voraz; su carácter
quedará totalmente cambiado, y se verá al falso
profeta,(11) que será reconocido como la
segunda bestia por la perfecta semejanza de su carácter como
aquel que ha hecho las cosas que ha hecho la segunda bestia, pero que
aparece al final bajo esta nueva forma (cp. Ap 13:14 con 19:20).
Si contemplamos la faceta moral de los acontecimientos ya
cumplidos, sabemos quién ha ejercido todo el poder delante del
poder civil; pero sigue habiendo un poder seductor, que hará
prodigios de todo tipo, y que seducirá a los moradores de la
tierra.
Veremos más adelante las consecuencias de todo esto.
Mientras tanto, recapitulemos lo dicho. El capítulo 12 nos
presenta al dragón en el cielo como el origen, la causa
primera, de toda esta rebelión; el 13 nos muestra, como agente
providencial visible, al Imperio Romano bajo la forma imperial. Esta
bestia ha quedado herida de muerte, pero su herida mortal ha sido
sanada; hay también en su presencia otro poder que seduce a
los moradores de la tierra, y cuando la herida de la primera bestia
queda sanada, todo el mundo, lleno de admiración, va en pos de
ella. Añadamos aquí la circunstancia del
capítulo 19, que la segunda bestia deja de ser bestia, y
aparece al final como falso profeta.
En el capítulo 17 se da una descripción de la
primera bestia que nos da otros detalles que la atañen.
Versículos 7 y 8: «Y el ángel me dijo: ¿Por
qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y
de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez
cuernos. La bestia que has visto, era, y no es; y está para
subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la
tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la
fundación del mundo en el libro de la vida, se
asombrarán viendo la bestia que era y no es, y
será.»
La bestia «está para subir del abismo», esto es,
viene a ser de manera positiva el poder de Satanás al final; y
esto es precisamente lo que sucederá cuando Satanás,
echado del cielo (acontecimiento que tendrá lugar cuando la
Iglesia sea arrebatada al cielo), llegará con gran ira a la
tierra. Entonces, bajo su influencia, la bestia (el Imperio Romano)
que era, y no es, y que reaparece, retoma su fuerza y su forma, esto
es, que el poder civil, en lugar de someterse a Dios, asume de manera
total el carácter de Satanás, y se manifiesta, en
conformidad al carácter de Satanás y por su
instigación, en rebelión abierta contra el poder de
Dios.
Para buscar todas las marcas mediante las que se puede reconocer
esta última forma de la bestia, se tiene que esperar hasta la
aparición en el mundo de la cabeza imperial del Imperio
Romano, el octavo rey de Apocalipsis 17:11. Esto es lo que tiene que
suceder para que tenga lugar su destrucción.
Cuando el Imperio Romano existía bajo su forma pagana, no
tenía diez reyes; pero cuando esta bestia exista de nuevo
(recordemos siempre que se trata del Imperio Romano), diez reyes le
darán su poder; no se trata de que diez reyes tomen su lugar.
Además, es después de su destrucción que
será reavivada, esto es, no se trata de la bestia pagana, no
se trata de la historia de la Baja Edad Media, ni que ciertos reyes
bárbaros (si es que se pudiera encontrar que eran diez) hayan
tomado el puesto del Imperio. Será la que «y
será»; esto es, la herida mortal será sanada, y
reaparecerá la bestia imperial.
Los diez reyes «entregarán su poder y su autoridad a
la bestia», esto es, habrá una cabeza imperial, o
emperador, y diez reyes que le darán su poder; los reinos
seguirán existiendo, pero se tratará de una
confederación de reinos. Sólo a modo de
ilustración, puedo mencionar que hemos visto en la historia a
los reinos de España, Holanda, Westfalia, etc., bajo
Napoleón.
Ha existido la bestia, y puede que hubiera diez reyes, pero nunca
se ha dado el caso de diez reyes dando su poder a la bestia que
no era, y que existe de nuevo.
«Las siete cabezas son siete montes.» Tenemos
constantemente al Imperio Romano. «Y son siete reyes. Cinco de
ellos han caído; uno es», haciendo mención a la
cabeza imperial que existía en tiempos de Juan; «y el
otro, aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure
breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el
octavo» rey (por cuanto los siete han pasado); «y es de
entre los siete, y va a perdición», es decir,
habrá una octava cabeza, una cabeza concreta, que
reunirá todo el poder de la bestia, que será la misma
bestia, y que, aún siendo una cabeza aparte, es uno de los
siete. Es la cabeza imperial, pero sobre una nueva forma; porque hay
diez reyes que darán su poder a esta octava bestia, y es en
esta forma que irá a su perdición. Es precisamente
aquí que se relaciona la venida de Cristo y de la Iglesia con
el tema que tratamos (Ap 19, y 2 Ts 2).
Debo todavía citaros Daniel 11:36-45: «Y el rey
hará su voluntad...» (cp. con 2 Ts 2:3, 4 y siguientes).
Vemos en Daniel 11 que no se trata ya de una cuestión de
supremacía eclesiástica; en este capítulo lo que
tenemos son guerras entre potencias civiles en Oriente. Con el
versículo 36 comienza la historia del Anticristo, del rey que
«hará su voluntad», como hemos visto que igualmente
hacía el cuerno pequeño y que, finalmente, tras
diversos incidentes, se dirige a Jerusalén, a su fin. Es un
rey como otro, uno de los reyes de la tierra, pero que ejerce su
poder dentro de la tierra santa. No se trata aquí de una forma
de cristianismo, o del misterio de iniquidad; en Tesalonicenses todo
esto es anterior a la manifestación del Inicuo; se ve que el
rey deja totalmente a un lado las cuestiones eclesiásticas; se
trata de un rey de esta tierra que es objeto de un ataque por parte
de los reyes del Sur y del Norte.
Hagamos una observación acerca de 2 Tesaloniceses 2, para
nuestra consolación en medio de este triste curso de
acontecimientos. «Os rogamos, pues, hermanos, por la venida del
Señor nuestro Jesús el Cristo, y de nuestro
recogimiento a él, que no os mováis fácilmente
de vuestro sentimiento, ni seáis espantados» (v. 1,
Reina) Los que aman la verdad escaparán enteramente de este
poder mentiroso al que, en cambio, serán entregados, por el
juicio de Dios, los que no habrán recibido el amor a la
verdad, sino que se complacieron en la iniquidad. Éste es el
mal que se avecina, y el mundo debería ser advertido de ello,
para que algunos sean saludablemente atemorizados ante ello, y sean
conducidos a considerar seriamente la verdad de Dios. ¿Y para
qué se anuncia esto a los hijos de Dios? Para que obtengan la
mayor consolación, y para que sean apartados de todo lo que
conduce a este mismo fin. He dicho que no nos encontraremos inmersos
en esta catástrofe, Por ello, advertidos de los juicios que
tendrán lugar en esta terrible crisis, seamos llevados a
desligarnos, desde ahora, de las causas que, por su misma naturaleza
y debido a la justicia de Dios, atraen tan grande juicio.
El apóstol había hablado mucho de
estas cosas en la asamblea de los Tesalonicenses, y les había
enseñado a esperar la venida del Señor. Ahora bien,
¿qué hizo entonces Satanás? Trató de
aterrorizar a los fieles, diciéndoles que el día del
Señor ya había llegado. No, les dice el apóstol:
Os conjuro por la venida del Señor y por nuestra
reunión con Él, que tiene que preceder a este
día, os conmino a que no os dejéis inquietar como si
este día ya hubiera llegado.(12) Este
día caerá sobre el Inicuo, no sobre vosotros, porque
vosotros ya estaréis con Cristo, y le
acompañaréis personalmente en este gran día en
que Él volverá.
Ya ha llegado el día, decían los engañadores,
el día ya está aquí. No, responde el
apóstol, por cuanto este día no llegará hasta
que vosotros los fieles hayáis sido arrebatados en las nubes,
y sea revelado el Inicuo.
Estas consolaciones nos son confirmadas en el segundo pasaje
citado: Este hombre vendrá «con todo engaño de
iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor
de la verdad».
Añadiré sólo que tenemos en este
capítulo la descripción del carácter moral de la
iniquidad sin freno del Inicuo, y del poder de Satanás. En el
capítulo 11 de Daniel tenemos la descripción del
carácter externo del Inicuo.
Esta tarde, queridos amigos, he intentado exponeros algo que
está probablemente fuera de vuestra forma de considerar estos
temas; he tratado de resaltar la distinción y la unión
a la vez del poder civil y del eclesiástico, así como
la distinción y unión a la vez de la rebelión
eclesiástica y de la civil. Las dos cosas están
estrechamente ligadas, por cuanto vemos que la segunda bestia ejerce
toda la autoridad de la primera bestia delante de ella, y que el
falso profeta, que es esta segunda bestia, es lanzado al lago de
fuego junto con la primera.
Observamos asimismo que este hecho se conecta con el de la
presencia de los judíos en Jerusalén, en cuyas
cercanías la bestia hallará su fin, acontecimiento que
dará fin a la actual dispensación,
manifestándose el poder de Cristo sobre la tierra; eso nos
llevará a ver la unión de Cristo con el remanente de
los judíos, y, después de esto, el sometimiento de
todas las naciones bajo Su cetro.
Sólo nos hemos referido a la cuarta bestia. Hay dos puntos
dignos de consideración en la historia de Israel: primero, las
naciones coligadas contra Israel, cuando este pueblo estaba
reconocido por Dios, y, en segundo lugar, las naciones que la
llevaron en cautividad. Hasta ahora sólo hemos estado tratando
de «los tiempos de los gentiles», el período durante
el que la realeza está transferida de los judíos a los
gentiles, esto es, a las cuatro bestias de Daniel. Ezequiel, por su
parte, habla de las naciones antes de estas cuatro bestias y
después de ellas, pero nunca de los «tiempos de los
gentiles» mismos.
Es durante este período que incluye la historia de estas
cuatro bestias que aparece el cristianismo, y que tiene lugar la
rebelión moral. El poder eclesiástico, como hemos
visto, ha servido de instrumento para llegar a este resultado. Se ha
puesto en lugar de Dios, quitando la fe, y al mismo tiempo repugnando
a la razón; ha echado a un lado la religión natural
pretextando los derechos de la revelación, y ello para
corromper y pervertir esta misma revelación, para que los
hombres no pudieran tener otro objeto que ellos mismos. Este poder,
habiendo jugado un tal papel en el drama de la iniquidad perpetrado
por el enemigo de nuestras almas y de nuestro Señor,
sucumbirá también bajo la malicia y la violencia de la
voluntad humana emancipada por ella. Tan incapaz, por sus
pretensiones de religión, de servir abiertamente a
Satanás como lo es de servir de manera sincera a Dios,
incapaz, en una palabra, de toda verdad, se convertirá en el
cobarde consejero de una iniquidad de la que no puede convertirse el
autor. Provocará crímenes que no osará consumar,
y de los que el poder civil vendrá a ser la cabeza activa y el
ejecutor. Queridos amigos: Cuando la conciencia natural es más
recta que las formas religiosas, todo ha acabado para la Iglesia. Se
encuentra ya próxima a su fin, y el candelero le será
arrebatado allí donde sólo sirve como el instrumento de
la mayor iniquidad que jamás haya podido imaginar el mundo.
Como se dice comunmente, la corrupción de lo más bueno
es la peor de las corrupciones. En cuanto al Anticristo propiamente
dicho, él negará que Jesús sea el Cristo, y
negará al Padre y al Hijo (1 Jn 2:22); no confesará que
Jesucristo ha venido en carne (2 Jn 7); lo negará todo: al
Padre y al Hijo, a Jesús el Mesías, a Jesús
venido como verdadero hombre. Hemos visto el carácter del
Anticristo, sus acciones, su forma, la fuente de su poder. Hemos
visto quien le dará el trono. Ya lo hemos visto: será
una especie de imitación satánica de lo que Dios ha
hecho: el Padre le ha dado el trono al Hijo, y el Espíritu
actúa según el poder del Hijo en la Iglesia delante de
Él; igualmente el dragón (Satanás) dará
su trono a la bestia, y una gran autoridad, y la segunda bestia (un
poder espiritual, el verdadero Anticristo, el falso profeta)
ejercerá toda la autoridad de la primera (el poder civil)
delante de ella (Ap 13:12).
El juicio decidirá, queridos amigos, en tal estado de
cosas. Que Dios nos haga atentos al verdadero carácter y fin
del orgullo humano. La fuerza de su voluntad puede emplear y poner en
acción todos los medios que Dios le ha otorgado, los cuales
son enormes; y los resultados, hasta allá donde Dios le deje
actuar en Su paciencia, serán asimismo grandes. Pero es el
hombre quien será el centro de todo; no aparece para nada el
sentimiento de su responsabilidad para con Dios; en realidad, Dios
queda deshonrado y degradado; en todo esto está ausente el fin
más elevado, más digno que el hombre se pueda proponer:
Dios. En suma, queridos amigos, se trata, de comienzo a fin, del
mismo principio y de la misma fuente de pecado. tenemos pues al
hombre actuando por su propia voluntad para satisfacer sus
concupiscencias, ávido de conocimientos para sí mismo,
exaltándose para ser como Dios, desobediente, y por ello mismo
actuando bajo la influencia y por la energía de
Satanás: Éste es el carácter del Anticristo;
ésta es la historia de Adán desde su primera
caída, desde su primer pecado.
Tenemos el comienzo y la consumación del mismo mal, cuya
evidencia y contraste aparecieron en la muerte de nuestro amado y
perfecto Salvador, que obró la expiación por nosotros.
Que sea bendito eternamente Su nombre de gracia y de gloria, ¡y
que Él grabe estas cosas en nuestros corazones! Con toda
seguridad, Él preservará a Su Iglesia de todos los
males que se ciernen sobre el mundo, por cuanto Su Iglesia
está unida a Él.
NOTAS
9. Es decir, que su capacidad de acusar queda
anulada en virtud de la sangre y de la obra de Jesucristo.
Volver al texto
10. Se debe observar que el dragón tiene
sus coronas sobre sus cabezas; la bestia del capítulo 13 las
tiene sobre los cuernos. No hay mención de coronas sobre la
bestia en la última forma que adopta. Volver
al texto
11. El falso profeta no es Mahoma. Es la segunda
bestia, ejerciendo todo el poder de la primera bestia delante de
ella; pero Mahoma nunca ha hecho tal cosa. Volver al
texto
12. Véase la traducción de la
Reina-Valera revisión 1977, y la Biblia de las
Américas, que traducen correctamente enestëken como
«ha llegado», o «está presente», en lugar
de la desafortunada traducción de Reina «esté
cerca». El texto no niega que esté cerca el Día
del Señor, sino que ya esté presente. Ver
también F. Lacueva, Nuevo Testamento interlineal
Griego-Español, loc. cit. [N. del T.] Volver
al texto
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Traducido de la quinta edición
francesa
por Santiago Escuain
Publicado por
Verdades Bíblicas
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LIMA 100 - PERÚ
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Casilla 1360
COCHABAMBA - BOLIVIA
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