SEDIN
Servicio Evangélico de Documentación e Información
línea sobre línea

||||||||||   Apartado 2002 - 08200 SABADELL (Barcelona) ESPAÑA | SPAIN   ||||||||



LA ESPERANZA ACTUAL
DE LA IGLESIA

LA ESPERANZA ACTUAL DE LA IGLESIA
Y PROFECÍAS QUE ESTABLECEN LA VERDAD
DEL REGRESO PERSONAL DEL SALVADOR
*  *  *  *
Once Conferencias pronunciadas en 1840 en la ciudad de Ginebra por

John Nelson Darby


SÉPTIMA CONFERENCIA

(Salmo 82)

El juicio de las naciones,
que vienen a ser la herencia
de Cristo y de la Iglesia

El último versículo de este Salmo contiene el tema que nos va a ocupar esta tarde: «Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones.» Es Dios quien juzgará la tierra, y, después de este juicio, tomará todas las naciones como Su posesión.

Hemos hablado de Cristo, heredero de todas las cosas, con la Iglesia como coheredera; después, del advenimiento de Cristo, que será cuanto tomará todas las cosas; y de la resurrección de la Iglesia, que será cuando la Iglesia resucitada compartirá con Él esta herencia. Las almas de los santos que han dormido, dichosas con Él, esperan la resurrección de sus cuerpos, para gozar de la plenitud de la bendición y de la gloria. Es por esta razón que un cristiano puede desear la muerte, porque por ella queda librado de toda aflicción y de todo dolor; pero lo que espera es la resurrección para la consumación de su gloria. Hemos hablado asimismo del progreso del mal, y hemos demostrado que lejos de que el mundo vaya a ser convertido por la predicación del Evangelio, la cizaña debe crecer y madurar hasta el momento de la siega. Y en nuestra última conferencia hemos visto como el mal llega a su expresión culminante en la bestia que va a perdición, en la apostasía del poder civil de la cuarta monarquía, y en el falso profeta que ejerce su poder delante de ella, y que es destruido junto con ella.

Hemos visto que hay dos bestias, y que la segunda se transforma en el falso profeta (cp. Ap 13 con el final del cap. 19).

Ahora la escena se extiende un tanto, y veremos no sólo la destrucción de la cuarta bestia, sino también el juicio de todas las naciones. Todas las razas humanas que existen sobre la tierra, que tuvieron su formación después de la división de los hijos de Noé, se encontrarán por fin reunidas y juzgadas por Dios; todo lo altanero, orgulloso, será abatido por Su poder y gloria a fin de que Dios, en plena bendición, goce del reino, y que tenga la herencia de todas las naciones.

En nuestra última reunión traté la parte más difícil, aquel punto en el que se encuentran las dos dispensaciones, y donde el mal causado por la apostasía de la dispensación actual demanda la intervención de Dios y, como consecuencia, el juicio que da fin a esta dispensación. Me he referido en especial a la apostasía del Anticristo, porque es en efecto la consumación misma de la apostasía. Pero en el momento en que tiene lugar este acontecimiento tiene lugar también el juicio de todas las naciones. Dios no juzga sólo la última rebelión del Anticristo o de la bestia, sino que, habiendo dado paso a Su poder, habiendo llegado el momento de Su ira, juzga a todas las naciones.

El reino de Cristo

Esto es lo que leemos en Apocalipsis 11:15-18. «El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.» Sigamos los pasajes que hablan de este mismo tema.

Hemos visto que el Señor Jesús, el Mesías, el verdadero Rey de toda la tierra, se presentó a la cuarta bestia y a los judíos, esto es: al Imperio Romano y a los judíos; a los gentiles en la persona de Poncio Pilato, y a los judíos en la persona del sumo sacerdote. Se presentó al mundo y a los Suyos, y fue rechazado. Pero veremos que hay un sentido más amplio en el que se dice que las naciones se airaron, y que la ira de Dios cae sobre ellas por medio del juicio entregado en manos de Su Hijo.

En el Salmo 2 vemos ambas cosas. Primero, que el Hijo es ungido Rey sobre Sión, el santo monte de Dios, y que como herencia recibe las naciones; en Sión está Su trono, pero Su herencia son las naciones. En segundo lugar, Su manera de tratar estas naciones, totalmente opuesta al Evangelio: «Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás». El cetro de Cristo, si queremos emplearlo como figura en el lenguaje del Evangelio, es un cetro de bondad y de amor; es todo lo que hay de más dulce y bondadoso en Su amor; no se trata en absoluto de un cetro de hierro. Pero aquí es con referencia a los reyes de la tierra. Por tanto, ¡oh reyes!, honrad al Hijo. El decreto de Dios es que Su Hijo sea ungido; esto es, que Dios ha querido poner a Jesús como rey de toda la tierra, y Él invita a los reyes de la tierra a que se le sometan. Les dice: He dicho en mi ira: Doy la herencia de las naciones a Cristo; Él os quebrantará con vara de hierro, os desmenuzará; por tanto, someteos a Él, a mi Hijo, Rey en Sión. Estos reyes siguen sin embargo sus propios consejos; ya han tomado partido en base de la sabiduría humana, y no es en Cristo, Rey en Sión, en quien piensan. ¡Id a hablarles de Cristo, Rey en Sión, y os tendrán por locos! Sin embargo, Dios lo ha decretado con toda certidumbre, y de manera irrevocable, y lo hará, mal que les pese a los reyes de la tierra; Él establecerá a Cristo como Rey en Sión, y le dará las naciones como herencia, y como posesión los confines de la tierra. «Y él estará», dice por boca de Miqueas, «y ... será engrandecido hasta los fines de la tierra» (5:4).

Cristo, el Juez entre los jueces

Vemos, cuando nació Cristo, cómo se desató el odio ante la menor apariencia de Su condición regia. Desde que se oyó decir: Hay un rey, se buscó Su desaparición. Pero, ¿es que acaso las naciones escucharán la invitación que se les hace de someterse a Él? Encontramos la respuesta en el Salmo 82. Será preciso que estos jueces de la tierra, estos Elohim, den cuenta de su conducta. «Yo dije: Vosotros sois dioses», porque el mismo Dios los había puesto con autoridad sobre la tierra, y porque las autoridades que hay han sido puestas por Dios; pero Dios las puede juzgar. No son los cristianos los que usan este lenguaje, sino Aquel que tiene derecho de juzgar a aquellos que Él ha constituido como jueces, y de destituir a estos poderes subalternos, a fin de manifestar Su gran poder y de actuar como Rey.

Vemos aún (Sal 9:1-7) que el lugar donde tendrá lugar este juicio es la tierra de Israel, y que el Señor se revelará por este acto de Su poder. Versículo 5: «Reprendiste a las naciones, destruiste al malo (al Anticristo)... Las ciudades que derribaste, su memoria pereció con ellas.» El final del Salmo 5:15-20 no es el lenguaje del Evangelio, sino la demanda profética, la justa demanda de juicio; esto es lo que explica los Salmos, en los cuales los cristianos encuentran a veces tan grandes dificultades, por no haber comprendido la diferencia de las dispensaciones. Convertir al malvado, concederle la gracia, esto es el Evangelio; pero aquí tenemos algo totalmente distinto, porque aquí no se trata del Evangelio. Una vez que el Evangelio haya corrido su curso, Cristo reclama el juicio contra el mundo. No es ya Cristo a la diestra del Padre para enviar el Espíritu Santo y reunir a Sus coherederos, sino Cristo demandando justicia, por Su Espíritu, generalmente por boca de los humildes y de los abatidos de la nación judía, contra el hombre orgulloso y violento. Si Dios no ejecutara el juicio, el mal no haría otra cosa que empeorar, sin que hubiera respiro alguno para los fieles de Dios. Dios no ejecuta este juicio sino hasta que el mal alcanza su punto culminante. El Anticristo y las naciones se levantarán contra Dios y contra Su Cristo, y será necesario que la tierra sea liberada de estos enemigos, para dar lugar al reino del mismo Dios. No es David quien pide el dominio sobre sus enemigos, sino Cristo quien demanda el juicio, por cuanto ha llegado el momento.

En el Salmo 10 vemos esta misma verdad. Jehová es el Rey, y las naciones han sido exterminadas (vv. 15, 16).

He deseado, queridos amigos, haceros observar como principio general que en estos Salmos, donde tenemos el terrible juicio de Dios sobre la maldad de las naciones, Él actúa como juez en medio de los jueces.

El juicio se aplicará a todas las naciones

Un pasaje, Isaías 2:12-22, nos presenta todavía el gran día de Dios sobre la tierra: «Porque el día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido ... cuando él se levante para castigar la tierra.» No tenemos aquí el juicio de los muertos, sino el de la tierra.

Para una mejor comprensión de que este juicio se aplicará a todas las naciones, y que es por medio de esto que Dios quiere llenar la tierra del conocimiento de Su nombre, citaré Sofonías 3:8: «Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra.» El propósito del Señor es reunir a los reinos, para derramar sobre ellos Su indignación. Éste será un día terrible. Así, en cuanto a nuestra expectación de que el conocimiento de Jehová llenará la tierra, vemos cuándo sucederá eso en el v. 9. Eso vendrá después que Él haya ejecutado el juicio, y destruido a los malvados. Este pasaje constituye la más explícita revelación de ello.

Siguiendo con esto, vemos que esta misma verdad, de que el conocimiento de Dios se extenderá por toda la tierra como efecto de Sus juicios, se nos presenta en Isaías 26:9-11: «Luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.» Y se añade: «Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia». ¿Es éste acaso el efecto de la gracia? Es cosa cierta que el propósito del Señor es reunir a los reinos, para derramar sobre ellos Su indignación y todo el ardor de Su ira. Será un día terrible, un día que el mundo debiera estar esperando.

Otro pasaje que sustenta esta misma verdad es el que aparece en el Salmo 110: «Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.» Jesús está sentado a la diestra del Padre, hasta que Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Hasta entonces, Él actúa por medio de Su Espíritu para reunir a los cristianos, habiendo enviado al Espíritu Santo, el consolador aquí en la tierra, para convencer de pecado, de justicia y de juicio; pero Dios pondrá un día a los enemigos de Cristo por estrado de Sus pies. Es por esto que Jesús dijo que «de aquel día y de la hora nadie sabe, ... ni el Hijo, sino el Padre» (Mr 13:32). Está escrito que Él tiene que heredar todas las cosas. Esto es lo que ha sido profetizado acerca de Mí: Jehová me ha dicho: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.» No se trata del año ni del día, sino que estaré sentado a la diestra de Dios «hasta que», es decir, hasta el momento en que el Padre cumplirá este propósito; por cuanto el Señor Jesús, siempre Dios bendito eternamente, recibe el reino como Hombre-Mediador. Veamos el cumplimiento de este decreto: «Jehová enviará desde Sión la vara de tu poder...» Vemos que el término de esta dispensación está muy claramente marcado. Cristo está sentado a la diestra de Dios, hasta que el Dios ponga a Sus enemigos por estrado de Sus pies. Después de esto, le dice: «Domina en medio de tus enemigos.» Esto es lo que Dios ha de cumplir cuando el Señor, en aquel momento en que vaya a obrar en poder, «quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres; quebrantará las cabezas en muchas tierras».

Jeremías 25:28. Aquí tenemos más de este asunto que continuamente nos presenta la Palabra de Dios a nuestras almas, y lo que vemos a nuestro alrededor es el fin de todas las cosas: «Y si no quieren tomar la copa de tu mano para beber, les dirás tú: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tenéis que beber.» Véase también el v. 31.

Cristo juzgará las naciones en Jerusalén

Hay todavía dos cosas que querría haceros observar. Primero, que es sobre todo en Jerusalén que tendrá lugar este desastre; segundo, que Dios ha designado en Su Palabra a todas las naciones que participarán en ello. Veremos como todos los descendientes de Noé, de los que tenemos el catálogo en Génesis 10, van reapareciendo en escena en el momento de este juicio de Dios. Los encontraremos a casi todos ellos o bien bajo la bestia, o bien bajo Gog.

En cuanto a los pasajes que tratan de Jerusalén, podemos citar Joel 3:1 y 9-17; Mi 4:11-13; Zac 12:3-11: «Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones se juntarán contra ella. En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera. Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios. En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén. Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá. En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que de entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén, y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración, y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguidó.» Capítulo 14:3, 4: «Después saldrá Jehová, y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.»

Se afirma, en Hechos 1, que Jesús volverá «como le habéis visto ir al cielo», y vemos que esto será así hasta el punto de que Sus pies se asentarán sobre el monte de los Olivos (cp. Ez 11:23). En este día, Sus pies se posarán sobre el monte de los Olivos, dice el Espíritu por medio de Zacarías (14:4). «Sus pies», los pies de Jehová. Aunque haya sido Varón de Dolores, Jesús es Jehová, como lo es desde la eternidad.

Los descendientes de Noé

En cuanto al segundo punto, se puede observar que las naciones, los descendientes de Noé, se encontrarán bien sea bajo la bestia, bien bajo Gog, los dos principales poderes; si consultamos Génesis 10:5, veremos allí las islas de los gentiles divididas por sus tierras: «De estos se poblaron las costas ... conforme a sus familias en sus naciones.» En la enumeración de los hijos de Jafet tenemos a Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Entre estos pueblos encontramos a Gomer, Magog, Tubal y Mesec bajo los mismos nombres en Ezequiel 38, como seguidores de Gog; también encontramos a Peres (los persas) unido a Madai (los medos), de cuyas manos recibió este último la realeza, como vemos en Daniel 5 y otros lugares, de manera que de todas las naciones sólo quedan fuera Javán y Tiras. La enumeración de Ezequiel incluye todas las naciones que comprenden a Rusia, Asia Menor, Tartaria y Persia (resumiendo, todos los pueblos que están bajo el dominio de Rusia, o que se encuentran bajo su influencia). Son descritos como bajo el dominio de Gog, príncipe de Ros (los rusos), Mesec (Moscú) y Tubal (Tobolsk).

Los hijos de Cam aparecen en Génesis 10:6. De entre ellos, Canaán fue destruido, y su país vino a a ser el de Israel. Cus y Fut se encuentran bajo Gog (Ez 38:5); los de Cus sólo en parte, debido a que una parte de la familia de Cus se estableció junto al Éufrates, y otra junto al Nilo, esto es, al norte y al sur de Israel; por ello los del norte, por su posición, están en contacto directo con los partidarios de Gog. Mizraim o Egipto (por cuanto Mizraim es precisamente el nombre hebreo que designa a Egipto), y el resto de Cus y los libios, se encuentran en las escenas de los últimos tiempos en Daniel 11:43.

Entretanto, entre los hijos de Sem, Elam es lo mismo que el país de los persas, de los que ya hemos hablado. Asur es nombrado en el juicio que tendrá lugar en el tiempo postrero (Mi 5; Is 14:25; 30:30-33; en la coalición del Sal 83; y también en otros pasajes). Arfaxad es uno de los antecesores de los israelitas. La familia de Joctán no aparece aquí; es un pueblo del Oriente. Aram, o Siria, fue desplazada por Asur, que se encuentra designado con el título de rey del Norte. Lo mismo parece que sucede con Lud. Javán se encuentra en el último combate (Zac 9:13). De entre todas las naciones, Tiras es la única, aparte de Joctán, que no se encuentra nombrada en este último juicio. Hablamos sólo de la Palabra de Dios. Hay autores seculares que unen Tiras y Javán en Grecia; pero con esto nada tenemos que ver.

Hoy vemos cómo Rusia extiende su poderío precisamente sobre las naciones que se encuentran bajo el cetro de Gog.(13)

El rey del sur y el rey del norte

En el capítulo 11 de Daniel aparecen otras dos potencias a las que debemos dar nuestra atención: el rey del Sur y el rey del Norte. Este capítulo incluye de entrada una larga relación de acontecimientos ya cumplidos; después de ello tenemos las naves de Quitim (v. 30). Después se da una interrupción en la historia de los dos poderes. Estos reyes fueron sucesores del gran rey de Javán; uno fue el que poseyó Siria, el otro, Egipto. Lo que se disputaban en sus guerras era Siria y la Tierra Santa. En los versículos 31, 35 tenemos a los judíos, que son dejados de lado durante mucho tiempo; se dice de ellos que «algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo». Luego viene en el versículo 36 que «Y el rey hará su voluntad»: éste es el Anticristo. En el v. 41 lo tenemos en la tierra de Israel, en aquel territorio que es la causa de las diferencias entre el rey del Norte y el rey del Sur. «Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él.» Esto es, después de un largo intervalo, de nuevo tenemos otra vez al rey del Sur en este capítulo, entrando en escena. Y esto, históricamente, sólo ha sucedido hace cuatro años, después de un intervalo de casi dos mil años. La mayor parte de las naciones que, se nos dice, tienen que estar a los pies de Gog, están ahora cayendo bajo el dominio de Rusia. «Y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad.» En Anticristo será objeto del ataque a la vez del rey del Sur o de Egipto, y del rey del Norte, el poseedor de la Turquía asiática o de Asiria. No pretendo decir quién será el rey del Norte al final de los tiempos; pero vemos que las circunstancias y los personajes, descritos en estas profecías que contemplan este tiempo determinado, comienzan a delinearse. Hacía ya dos mil años que no había rey del Sur; hace unos pocos años que ya está establecido sobre aquella tierra.(14) Igualmente vemos una nación que hace un siglo era casi desconocida, y que hoy domina precisamente aquellos países del Gog de Ezequiel. No deseo en absoluto centrar vuestra atención sobre estos acontecimientos que se están dando en nuestros tiempos. Pero es después de haber mencionado la profecía que mencionamos estas circunstancias que están sucediendo delante de nuestros ojos. Vemos igualmente cómo todas las naciones comienzan a ocuparse de Jerusalén (Zac 12:3), y sin saber qué hacer con ella; el rey de Egipto exige todo el país para sí; el rey del Norte no piensa cederlo. Se trata de Turquía, que posee actualmente el norte, o el país de Asiria. Hemos visto en nuestros días al rey del Norte y al del Sur combatiendo por el mismo país, tal cómo se lo disputaban hace dos mil años. Esto es precisamente lo que se anuncia en la profecía para «el tiempo determinado». No digo que todo se manifieste ya; por ejemplo, los diez reyes no están aún en plena evidencia; el Anticristo no ha aparecido aún; pero los principios que se encuentran en la palabra de Dios actúan de manera visible en medio de los reinos en los que tienen que aparecer los diez cuernos; esto es, vemos como toda Europa occidental se está ocupando de Jerusalén, disponiéndose para este combate; y a Rusia preparándose por su lado, ejerciendo su poder sobre aquellos países citados en la Palabra, y cómo todos los pensamientos de los políticos del mundo se concentran sobre la escena donde tiene que haber el encuentro final delante del juicio de Dios, donde Jehová los reunirá como «gavillas en la era» (Mi 4:12). Ésta es una coincidencia muy notable. Al repasar lo que sucede a nuestro alrededor, reconocemos cosas que aparecen en la profecía; al menos vemos aquellas naciones que van a actuar, o sobre las que Dios va a actuar, desarrollando los caracteres que la profecía les atribuye.

Bien, queridos amigos, si os tomáis el trabajo de seguir estos capítulos que os he citado (y desde luego hay muchos más), comprenderéis el capítulo 25 de Mateo, que nos habla del Señor sentado en Su trono, reuniendo a todas las naciones (es una cita de Joel 3), juzgándolas y separándolas como se separan las ovejas de las cabras.

La posición de la iglesia

Recordemos ahora una cosa, nosotros los cristianos, y es que estamos totalmente a cubierto del juicio. Esta tarde no he hablado de la Iglesia; pero recordemos su situación, esto es, que durante estos acontecimientos, y ya desde el presente, el puesto de la Iglesia es con Cristo, es el de acompañarlo a Él. La Iglesia tiene este privilegio, esta gloria, este carácter especial, de estar unida con Cristo, y, si uno busca la Iglesia en el Antiguo Testamento, es a Jesucristo a quien encontramos. Un ejemplo destacable de esta verdad es que lo que dice Pablo de la Iglesia (Ro 8) se encuentra en el capítulo 50 de Isaías, donde las palabras se aplican a Cristo. En aquel pasaje Cristo dice: «¿Quién hay que me condene?» Al estar la Iglesia unida a Él, el apóstol lo usa para mostrar la posición que tiene ella.

La unión de la Iglesia en un solo cuerpo, sean judíos o gentiles, no fue revelada en el Antiguo Testamento; si buscamos, es a Cristo mismo a quien hallamos. Aunque haya muchas cosas en la relación de Jehová con Sión que existen también entre Dios Padre y la Iglesia, no es en Sión que debemos buscar la Iglesia. En el Antiguo Testamento, los privilegios de la Iglesia están en el mismo Cristo, en la Persona de Cristo, por cuanto la Iglesia tiene la misma porción que Cristo; ella es (ver Ef 1:22, 23) «la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo»; consiguientemente, no podemos buscar la Iglesia en estas profecías, porque ella es el cuerpo del mismo Cristo. Hemos visto que Cristo ha de golpear y quebrantar a las naciones; pues bien, esto también se dice de la Iglesia. La Iglesia no tiene nada que ver con todo lo que hemos estado hablando esta noche, como si estuviera sujeta a los mismos juicios (Ap 2:26, 27). Su lugar no está entre las naciones que serán quebrantadas, sino en ser reunida con Cristo, poseyendo los mismos privilegios que Cristo, y quebrantando las naciones con Cristo. Nada hay que sea cierto de Cristo, en cuanto al puesto que ha asumido como hombre glorioso, que no sea cierto también de la Iglesia. Es siempre maravilloso para nosotros comprender nuestro lugar, el de coherederos con Cristo, y cuanto más meditemos en ello, tanto más serán multiplicadas nuestras fuerzas, tanto más seremos en nuestros espíritus como herederos de Dios, apartados de este mundo, de este mundo que está juzgado, así como la Iglesia está justificada. Todavía no vemos el efecto, porque la gloria aún no ha aparecido. El mundo ha sido juzgado; no vemos todavía el efecto, porque el juicio todavía no ha caído. La Iglesia no recibirá los frutos de su justificación más que en la gloria; el mundo no tiene sus frutos más que en el juicio. Sin embargo, la verdad es que la Iglesia está unida con Cristo. El mundo está juzgado, porque rechazó a Cristo. «Padre justo», dijo el Salvador, «el mundo no te ha conocido.» Y he aquí lo que hace la gracia por nosotros. De la misma manera que la incredulidad separa de Cristo, totalmente y por la eternidad, la gracia, por la fe, nos ha unido, enteramente y para siempre, a Él; y por ello mismo deberíamos bendecir a Dios.



NOTAS

13. El Gog de Ezequiel 38 debe ser distinguido del Gog y Magog de Apocalipsis 20:8. Vuelve al texto

14. Alusión a Mohamed-Alí (N. del Ed.) Volver al texto


 De vuelta al índice general

 De vuelta a la página principal

 



Traducido de la quinta edición francesa
por
Santiago Escuain

Publicado por

Verdades Bíblicas

Apartado 1469
LIMA 100 - PERÚ


Casilla 1360
COCHABAMBA - BOLIVIA

P.O. Box 649
ADDISON, IL 60101 EE. UU



© Copyright SEDIN 1999 para la presentación electrónica. Se concede permiso para la reproducción de este artículo bajo la condición de mantener su total integridad, incluyendo esta nota de copyright y su permiso, y las direcciones de la editorial Verdades Bíblicas y de SEDIN.

SEDIN
Servicio Evangélico - Documentación - Información
Apartado 2002
08200 SABADELL
(Barcelona) ESPAÑA

Índice:

Índice de boletines

Índice de línea sobre línea

Página principal

Índice general castellano

Libros recomendados

   
orígenes

   
vida cristiana

   
bibliografía general

Coordinadora Creacionista

Museo de Máquinas Moleculares

Temas de actualidad

Documentos en PDF
(clasificados por temas)



Baje este documento en Formato PDF maquetado y listo para su impresión
- pulse aquí.

Senyera catalana
Union Jack
drapeau
Flagge

 

|||  Índice: |||  Índice de boletines  |||  Página principal  |||  Índice general castellano  |||
|||  
General English Index  |||  Coordinadora Creacionista  |||  Museo de Máquinas Moleculares  |||
|||  Libros recomendados  |||  
orígenes  |||  vida cristiana  |||  bibliografía general  |||
|||  
Temas de actualidad  |||  Documentos en PDF (clasificados por temas)  |||


Senyera catalana     Union Jack     drapeau     Flagge