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Dr. George Grinnell
H. M. Morris, Ph.D.

GEOLOGÍA
¿ACTUALISMO, O DILUVIALISMO?


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¿Actualismo o diluvialismo?
EL MENSAJE DE LOS FÓSILES*

por H. M. MORRIS, Ph.D., Editor


En la monografía nº 1 queda documentado el hecho de que en el registro fósil existen unas discontinuidades regulares y sistemáticas que son inconsistentes con el modelo evolutivo de la historia de la Tierra. Pero si los fósiles no nos muestran evolución, ¿cuál es exactamente su mensaje? ¿Cómo y cuándo se formaron las tremendas capas de rocas sedimentarias que contienen estos fósiles?

Esta pregunta suscita inmediatamente la controversia entre el actualismo y el catastrofismo. Estas palabras pueden parecer misteriosas, pero no lo son, y las ideas expresadas por estas palabras son vitales, y directamente relacionadas con la visión del mundo que se vende en la actualidad.

La cuestión es: los fósiles y las rocas, y otras características de la corteza terrestre, ¿se formaron lentamente a lo largo de vastas épocas, producidas por los mismos procesos que ahora operan en la Tierra? Esta idea, conocida como actualismo, es casi siempre dada por cierta en los tratamientos que en los libros de texto se hacen de los asuntos relacionados con la estructura de la Tierra y su historia. O ¿es más adecuado adoptar la tesis de que estos depósitos fueron formados rápidamente en un período de tiempo relativamente corto? Esta idea es el catastrofismo.

Generalmente, el modelo evolucionista se asocia con el actualismo, y el modelo creacionista con el catastrofismo. Esta asociación no anula la posibilidad de la ocurrencia de catástrofes locales dentro del amplio marco del actualismo evolucionista. Tampoco sugiere que el catastrofismo rechace la operación normal y uniforme de las leyes y de los procesos naturales durante la mayor parte de la historia de la Tierra. Los creacionistas creemos que el uniformismo general es una evidencia del mantenimiento providencial por el Creador de las leyes que Él impuso en el principio. Por otra parte, hay ciertos catastrofistas que niegan la existencia de un Creador, atribuyendo cataclismos pasados a causas puramente naturales. Así, los dos términos son flexibles, y hasta cierto punto indican diferencias más de grado que de naturaleza.

No obstante, también es cierto que el modelo evolucionista está atado fundamentalmente al actualismo, debido a que presupone que los procesos y las leyes presentes son suficientes para dar cuenta del origen y del desarrollo de todas las cosas. El modelo creacionista es fundamentalmente catastrofista, ya que dice que las leyes y procesos actuales no son suficientes para explicar los fenómenos que se hallan en el mundo actual. En el modelo catastrofista, la explicación de la historia pasada se centra alrededor de un período de procesos constructivos especiales y de un período de procesos destructivos especiales, habiendo operado ambos por caminos o en actividades que no pueden compararse con los procesos actuales.

La asociación de la evolución con el actualismo es también de necesidad, debido al hecho de que la evolución necesita de vastos lapsos de tiempo. Lo mismo se aplica a características de la corteza terrestre, si se han de explicar por medio del actualismo.

«... el geólogo escocés, James Hutton, ... mantuvo que el presente es la clave del pasado, y que, dado el tiempo suficiente, los procesos que operan en la actualidad podrían dar cuenta de todas las características geológicas del Globo. Esta filosofía, que ha llegado a ser denominada actualismo, demanda una inmensidad de tiempo; ha ganado, en la actualidad, aceptación universal entre las personas inteligentes e informadas.»[1]

 El profesor Dunbar, que escribió estas palabras hace bastantes años, se sorprendería si llegara a saber que, en la actualidad, hay miles de científicos informados e inteligentes, y muchas más personas inteligentes e informadas de otros campos, que rechazan la doctrina del actualismo. ¡El presente no es la clave del pasado! Incluso entre los geólogos evolucionistas ortodoxos los hay que están poniendo seriamente en cuestión la aplicación tradicional del actualismo en geología o alterándola. Damos a continuación algunas afirmaciones de ellos.

1.  El actualismo contradice los datos reales.

«El actualismo convencional, o “gradualismo”, i.e., la doctrina de un cambio inmutable, está muy contradicha por todos los datos de los sedimentos postcámbricos y por las historias geotectónicas de las que estos sedimentos son el registro.»[2]

2.  Se debe distinguir entre la uniformidad de las leyes naturales y la uniformidad de las velocidades de los procesos particulares (actualismo).

 «El uniformismo es un concepto dual. El uniformismo sustantivo (o actualismo, teoría sujeta a comprobación sobre cambio geológico, que postula la uniformidad de las actividades o de las condiciones materiales) es falso y conducente a especulaciones. El uniformismo metodológico (un principio de procedimiento que afirma la invariancia espacial y temporal de las leyes naturales) pertenece a la definición de la ciencia y no es exclusivo de la geología ... El uniformismo sustantivo (o actualismo) como teoría no ha soportado la comprobación de los nuevos datos y ya no puede mantenerse más de ninguna manera estricta.»[3]

3.  Muchos geólogos se están apartando del actualismo, hoy.

«La doctrina del actualismo ha sido vigorosamente contestada en años recientes. Una cantidad de escritores, aunque enfocando el tema desde diferentes ángulos, coinciden en que esta doctrina está compuesta en parte por elementos erróneos y sin sentido, y los hay que han sugerido que sea descartada como presuposición formal de la ciencia geológica ... Parece desafortunado que el actualismo, un doctrina que ha ocupado un lugar tan importante en la historia de la geología, continúe siendo citado en textos introductorios y cursos por medio de la frase “el presente es la clave del pasado”, máxima que ha perdido mucho crédito.»[4]

4.  El actualismo ha sido mal empleado por los enseñantes de geología.

«Me temo que a menudo se enseña la materia de forma superficial, siendo utilizada la máxima de Geikie, “el presente es la clave del pasado” como un catecismo, y el impresionante término “actualismo” como cortina de humo para cubrir la confusión tanto del alumno como del profesor.»[5]

5.  Los fenómenos geológicos desacostumbrados y singulares deberían ser incluidos en la interpretación.

«La aceptación del principio del suceso raro hace aún más deseable que se retire el término “actualismo”. Si otras investigaciones mostraran que han tenido lugar en el pasado eventos singulares de gran importancia, entonces el término “actualismo” no solamente es causante de confusionismo, sino que vendría a ser completamente erróneo.»[6]

6.  Muchos sucesos, de hecho, han afectado a los estratos.

«Son muchas más las razones por las cuales no deberíamos aceptar ciegamente la doctrina del actualismo, sin por lo menos acotar el concepto ... Encontraremos ciertos tipos de rocas en la columna geológica que no se están formando en la actualidad, por lo menos en alguna cantidad, en ninguna parte de la Tierra.»[7]

Estamos seguros de que, con tanta opinión autorizada (y se podría citar mucha más, si fuese necesario), estamos autorizados para considerar el catastrofismo como una interpretación alternativa de los estratos geológicos. Encontraremos que no solamente no hay ninguna característica geológica que no pueda ser explicada en términos de formación rápida, sino también qué hay muchas de estas características que solamente pueden explicarse de esta manera. Veremos, además, las razones que hay para creer que estas características fueron formadas de una manera esencialmente consecutiva y continua, de modo que todo el complejo conocido como columna geológica puede ser comprendido en términos de una formación relativamente rápida. La «inmensidad de tiempo» predicada por el actualismo y por el evolucionismo no está demandada en modo alguno por los hechos reales de los estratos geológicos.

Esta conclusión está ampliamente confirmada por los mismos fósiles, que son los componentes más importantes de los estratos. Son los fósiles los que «fechan» los estratos y distinguen una «era geológica» de otra. Los fósiles constituyen la principal evidencia para los evolucionistas. ¡Pero son los mismos fósiles la evidencia más clara de la formación rápida de los estratos! Consideremos los siguientes bien documentados hechos.

1.    Los fósiles son el medio por el que se asigna una edad geológica a las rocas.

«La única escala cronométrica aplicable en geología histórica para la clasificación estratigráfica de las rocas y para la datación de los sucesos geológicos es la proporcionada por los fósiles.»[8]

 «En cada estrato sedimentario ciertos fósiles parecen ser particularmente abundantes: estos fósiles son conocidos como fósiles característicos, o de zona. Si en una formación extraña se halla un fósil de zona, es fácil correlacionarlo con otras exposiciones de estratos en regiones distantes que contienen la misma especie.»[9]

«Es así evidente, a partir de lo anterior, que los únicos índices geocronológicos racionales disponibles están basados en la bioestratigrafía, esto es, en la biocronología.»[10]

2.    El supuesto de la evolución es la base que se usa en la utilización de los fósiles para asignar edades a las rocas.

«Este libro habla de la investigación que guió al desarrollo de un método para dividir el tiempo prehistórico, basado en el desarrollo evolutivo de los organismos cuyo registro fósil ha sido preservado en las rocas sedimentarias de la corteza terrestre.»[11]

«Los paleontólogos vertebrados se han apoyado en las “etapas de la evolución” como criterio para determinar la relación cronológica entre las faunas.»[12]

3.    Los fósiles, por otra parte, son la principal evidencia para la evolución.

 «La evidencia más importante de la teoría de la evolución es la que se obtiene en el estudio de la paleontología. Aunque el estudio de otras ramas de la zoología, como la Anatomía Comparativa o la Embriología, podría inducir a sospechar que los animales están todos interrelacionados, fue el descubrimiento de varios fósiles y su colocación adecuada en los estratos y edades relativas lo que constituyó la principal base factual para la visión moderna de la evolución.»[13]

«Aunque el estudio comparativo de las plantas y animales vivientes puede suministrar evidencias circunstanciales muy convincentes, los fósiles constituyen la única evidencia documental, histórica, de que la vida ha evolucionado de formas simples a formas más y más complejas.»[14]

Así, aunque se ha interpretado el registro fósil en el sentido de que éste muestra una evolución, el registro mismo ha sido estructurado en base de la previa suposición de la evolución. El mensaje es, por la tanto, una mera tautología. Los fósiles nos hablan de evolución simplemente porque se les ha hecho hablar de evolución. Además, la existencia universal de discontinuidades en el registro fósil, en lugar de las formas de transición que eran de esperar, nos muestra que incluso este mensaje es un esquema esquelético sin sustancia alguna.

Ahora, por fin, empezamos a reconocer el verdadero mensaje de los fósiles. No existe ninguna secuencia realmente objetiva de tiempo para el registro fósil, ya que las secuencias temporales están basadas en la previa suposición de la evolución, que es precisamente el punto en cuestión. Por lo tanto, el posicionado relativo de los estratos fosilíferos debe efectuarse estrictamente en función de los procesos sedimentarios, y de los otros procesos, que los depositaron. Aparte de las exigencias de tiempo de la suposición evolucionista, no existen razones objetivas en contra de la consideración seria de la posibilidad de que estos estratos hubieran sido depositados rápida y masivamente en lugar de lenta y esporádicamente.

De hecho, la misma existencia de los fósiles nos habla de su rapidez de formación. Los fósiles no pueden ser reproducidos por las velocidades actualistas de deposición sedimentaria.

«Para fosilizarse, los animales y plantas sometidos a este proceso deben tener generalmente partes duras, tales como hueso, concha o madera. Deben ser enterrados rápidamente para impedir la descomposición, y deben permanecer sin alteraciones a lo largo de todo el proceso.»[15]

Son varias las maneras mediante las que los fósiles pueden ser producidos y preservados. En cada caso, deben ser formados rápidamente, para que la erosión, descomposición bacteriana, disgregación al aire, u otros procesos desintegradores no los destruya antes de que se complete el proceso de fosilización. Entre los procesos de formación de fósiles podemos mencionar: 1) preservación de huesos o de partes blandas por enterramiento con compacción; 2) formación de moldes; 3) petrificación; 4) cementación de huellas o de otras impresiones; 5) congelación; 6) carbonización (p.ej., carbón).

Aunque los hay que han visualizado la fosilización como un proceso lento, producido por la aplicación gradual de calor, presión, intercambio químico, etc., lo que queda claro es que en primer lugar tiene que darse la formación de fósiles potenciales antes de que empiecen a obrar otros procesos, lo que requiere el enterramiento compacto rápido de los organismos de que se trate, y esto requiere de catastrofismo.

Si alguien pone esto en duda, preguntaremos: ¿dónde se forman fósiles en la actualidad por medio de procesos actualistas? Consideremos, por ejemplo, las vastas capas de arenques fosilizados en California, en pizarras del Mioceno.

«La cantidad de fósiles puede ser tan grande como para sugerir condiciones anormales, posiblemente una catástrofe de alguna clase. Un ejemplo así fue descrito por D. S. Jordan en el Mioceno de California. Se encontraron cantidades enormes del arenque Xyne grex amontonados en una capa sedimentaria en la “pizarra Monterrey”. Jordan estimó que más de mil millones de estos peces, con un promedio de 15 a 20 cm de longitud, murieron en 10 kilómetros cuadrados del fondo de una bahía. En la actualidad acontecen muertes catastróficas de escala comparable en el mar, debido en muchos casos a la formación de “marea roja”.»[16]

No obstante, este autor dejó de señalar que, mientras que una “marea roja” puede producir la muerte de cantidades inmensas de peces, no produce peces fósiles. Los peces se descomponen en las orillas, o se los comen los carroñeros, pero no se transforman en fósiles. ¿Y qué hay de las grandes capas de huesos de dinosaurios, que se hallan en prácticamente todos los continentes? El doctor Edwin Colbert es quizá la principal autoridad en dinosaurios, y a continuación ofrecemos unas citas típicas de sus escritos:

1. En Nuevo México

«Al quedar descubierta la capa (los trabajadores efectuaron una gran hendidura penetrando la ladera de la colina) ésta reveló una sepultura muy notable de dinosaurios en la que habían literalmente veintenas de esqueletos amontonados y enredados unos con otros. Parece como si una catástrofe local hubiera alcanzado a estos dinosaurios de manera que todos murieron juntos y fueron enterrados juntos.»[17]

2. En Wyoming

«En esta localidad los buscadores de fósiles hallaron una colina cuya ladera estaba literalmente cubierta con grandes fragmentos de huesos de dinosaurio ... Resumiendo, era una verdadera mina de huesos de dinosaurio ... La concentración de los fósiles era notable; estaban amontonados como troncos en un atasco [se refiere al transporte fluvial de troncos, N. del T.].»[18]

3. En Alberta

«Son innumerables los huesos y excelentes esqueletos de dinosaurios y otros reptiles asociados que se han extraído de estas inhóspitas tierras, particularmente en una zona del río de 26 km. al este de Steveville, que es un verdadero cementerio de dinosaurios.»[19]

4. En Bélgica

« Se podía ver que este osario fósil era evidentemente uno de proporciones gigantescas, especialmente notable a causa de su extensión vertical a través de más de treinta metros de roca.»[20]

Se hallan cementerios similares de dinosaurios en cada continente, a través del mundo. Otra vez esto es un desafío a los actualistas que quieran señalar un fenómeno similar que sirva como ejemplo en nuestro mundo en la actualidad.

También hay grandes yacimientos de restos fósiles de mamíferos (p. ej., los yacimientos de elefantes en Siberia, los yacimientos de hipopótamos en Sicilia, etc.), grandes yacimientos de anfibios (p. ej., las masas de anfibios extintos en los yacimientos Pérmicos de Texas, etcétera), inmensos yacimientos de fósiles de plantas (p. ej., las capas de carbón), y más que podríamos citar. Prácticamente se han hallado todas las clases de organismos del mundo actual en el mundo fósil y esto más frecuentemente en forma de yacimientos fósiles conteniendo grandes cantidades de ellos.

Pero los yacimientos más extensos de todos son los de invertebrados marinos. Son éstos los que han proporcionado la mayor parte de los «fósiles característicos» para la datación geológica. Muchos de estos animales viven en los modernos océanos, naturalmente, y sus conchas y otros restos son producidos en gran abundancia en la actualidad. A primera vista, uno debería suponer que los restos de estos organismos, depositándose continuamente sobre el fondo marino y mezclándose con los sedimentos que allí se hallan, deberían ir fosilizándose gradualmente.

Pero no hay pruebas de esto. Los sedimentos del fondo oceánico son todavía sedimentos blandos, no roca sólida. Las conchas marinas se hallan por las orillas en abundancia, pero no se intergradan con formaciones rocosas que contengan conchas en ningún lugar. Estas últimas parecen haber sido producidas en el pasado por algún proceso de litificación rápida que no vemos que esté en marcha en la actualidad.

Las rocas fosilíferas que contienen estos invertebrados se hallan por todo el mundo, y a menudo contienen fósiles en gran abundancia, y aún así es difícil, si no imposible, hallar tales rocas en proceso de formación en la actualidad. Ocasionalmente, se hallan rocas fosilíferas en las que el proceso de enterramiento y litificación fueron tan rápidos que fueron preservadas hasta las partes blandas de los animales.

«El descubrimiento de partes blandas de fósiles del Paleozoico es un suceso muy raro. Durante una extensa investigación con rayos X de fósiles Devónicos de las famosas localidades de Bundenbach y Wissenbach (Devónico inferior y medio, República Federal de Alemania) se hallaron algunas pizarras no preparadas en las cuales estaban preservadas partes blandas y estructuras extremadamente detalladas de los fósiles incorporados.»[21]

Estos fósiles (trilobites, etc.) son algunos de los más importantes de los invertebrados marinos supuestamente extintos utilizados para la datación de estratos antiguos que, en este caso, se suponen de 300 millones de años.

Sería fácil documentar aún más el hecho de que las rocas fosilíferas de cada «era» y de todos los lugares del mundo, deben haber sido formadas rápidamente, a fin de haber podido ser formadas. La misma existencia de los fósiles, especialmente en grandes cantidades, es evidencia de catastrofismo, por lo menos a escala local. Ya que los estratos fosilíferos están por todas partes, y que de hecho constituyen toda la «columna geológica», hay evidencia de catastrofismo por todas partes.

«Ya no hay necesidad de excusarse más con la pobreza del registro fósil, pues ha llegado a ser difícil de manejar debido a su riqueza, y los descubrimientos están saturando la integración [de datos].»[22]

Los fósiles suministran, pues, una evidencia clara de enterramiento rápido y por tanto de catastrofismo. Apoyan al modelo catastrofista más directa y claramente que al modelo actualista. Este último está obligado a incorporar catástrofes locales como mínimo en su marco básico de actualismo a fin de explicar los datos.

La cuestión, pues, se transforma en si el catastrofismo es tan solo una interrupción ocasional en el sistema actualista normal, o si el catastrofismo debe tomarse como la norma misma en la interpretación de las formaciones geológicas. Antes de decidir esta cuestión, es preciso examinar otras características y formaciones geológicas, además de los fósiles. ¿Fueron éstos formados rápidamente en cortos períodos de tiempo, o gradualmente a lo largo de vastas eras? La siguiente sección explora esta cuestión.

La rápida formación de los depósitos geológicos

En vista de la extendida alabanza que de boca para afuera los geólogos hacen a la doctrina del actualismo, es sorprendente hallar que prácticamente ninguna de las características de la geología terrestre, ni de los tipos de formaciones, se puede explicar de esta manera.

Esto es, los procesos geológicos del presente, actuando a las mismas actividades que en el presente, no pueden en ninguna manera dar cuenta de los sucesos geológicos del pasado. El presente no es la clave del pasado.

Consideremos primeramente los principales tipos de roca que se hallan en la corteza terrestre, y cómo se formaron.

1. Rocas ígneas

Las rocas ígneas (granitos, basaltos, etc.) fueron formadas con rapidez, con toda certeza. Fueron formadas al surgir los magmas (materiales rocosos fundidos) desde las profundidades del manto terrestre. Al enfriarse los magmas, ya como intrusivas (debajo de la superficie) o extrusivas, en la superficie, se transformaron en las rocas con las que estamos familiarizados. Los magmas no permanecen líquidos por mucho tiempo después de llegar a la corteza relativamente fría, por lo que está claro que estas rocas se formaron rápidamente. Cada formación ígnea (incluyendo los batolitos gigantes y los lacolitos, así como las diques, filones-capa, etcétera), tienen que haberse formado rápidamente una vez que el material emergió del manto. Ni siquiera el volcanismo actual es significativo en relación con estructuras como éstas.

2. Rocas metamórficas

El proceso de metamorfización por medio del cual las rocas sedimentarias se convierten en rocas metamórficas (p. ej., la caliza en mármol, etc.) no es bien comprendido, a causa de que no está sucediendo en la actualidad. Algunos geólogos atribuyen ciertos granitos a un supuesto proceso metamórfico llamado «granitización», que convertiría rocas sedimentarias en aparentes granitos. En todo caso, son tremendas las cantidades de calor y de esfuerzo que van implicados en el metamorfismo, y esto presupone condiciones anormales, por lo menos en comparación con los modernos procesos de formación de sedimentos.

3. Rocas sedimentarias

 Las rocas sedimentarias son las más importantes desde el punto de vista de la geología histórica, no solo a causa de que contienen los fósiles. Es a las rocas sedimentarias a las que se pretende que el actualismo es particularmente aplicable, ya que se pueden observar procesos sedimentarios actuales en marcha, y consecuentemente los podemos extrapolar al pasado para explicar las rocas sedimentarias.

El problema es que esto no funciona así.

«Hace mucho tiempo que se asume que las rocas sedimentarias preservadas registran principalmente condiciones normales o promedio en las épocas pasadas, pero esta suposición actualista se debe poner en tela de juicio.»[23]

Naturalmente, existen muchas clases de rocas sedimentarias. Las más importantes de ellas se consideran a continuación. Al examinarlas una por una veremos cómo son inexplicables a partir de las premisas actualistas.

4. Areniscas

Las areniscas fueron una vez arenas sueltas transportadas y después depositadas por agua en movimiento.[24] Naturalmente, las arenas son transportadas y depositadas a lo largo de lechos fluviales y de playas actuales por acción hidráulica, pero solamente se transforman en roca arenisca bajo condiciones muy especiales. El primer requisito es la presencia de un agente cementante, que a su vez demanda una erosión previa y disolución de estas sustancias. Pero si hubiera habido un agente cementante tal, la transformación de arena en roca arenisca tomaría unas pocas horas (como lo ilustra la formación de una acera de cemento con arena, agua y cemento Portland), no precisando en absoluto de millones de años de compacción.

Además, es de señalar que las formaciones de arenisca cubren con mucha frecuencia amplias regiones. Por ejemplo, la «Arenisca St. Peter» y sus formaciones correlativas cubren todos los Estados Unidos desde California hasta Vermont y desde el Canadá hasta Tennessee. No hay nada semejante a esto en formación, y parece que solamente una inundación de carácter continental puede dar cuenta de su deposición.

5. Pizarras

Las rocas formadas por partículas de pequeño tamaño como limos y arcillas reciben la denominación de pizarras, calizas o lutitas litificadas. Son abundantes y a menudo muy fosilíferas. Como la arenisca, precisan de la presencia de algún agente cementante para transformarse en roca. También como las areniscas, se hallan extendidas en capas continuas a lo largo de regiones demasiado extensas para que puedan ser consideradas como producto de una deposición normal deltaica o lacustre. En la mayor parte de los casos deben haber sido formadas por transporte masivo de lodos desde algún origen lejano desconocido, mantenidos en suspensión por aguas turbulentas, y después precipitados sobre amplias regiones al amansarse las aguas. Las pizarras se hallan a menudo descansando sobre las areniscas, tal como sería de esperar en una deposición hidráulica. Una matriz acuosa conteniendo y transportando partículas de varios tamaños tendería a depositar primero las gravas, después la arena y después los limos. Las sustancias en solución serían depositadas en último lugar. Este tipo de orden se halla en grandes regiones.

6. Conglomerados

Las gravas y guijarros cementados, con arenas y cantos intersticiales, reciben el nombre de conglomerados. Obviamente, el transporte hidráulico de este tipo de sedimento requiere velocidades muy altas de corriente, lo que de hecho equivale a condiciones diluviales.

Así, cuando se hallan vastas regiones cubiertas por rocas de conglomerados, solo puede darse la explicación de diluvios, regionales como mínimo. Y estos fenómenos no son cosa rara en la columna geológica. El conglomerado Shinarump de la Meseta del Colorado, por ejemplo, se extiende por un área de 325.000 kilómetros cuadrados. No hay nada semejante a esto en formación en la actualidad, a pesar de que lo exige el actualismo. Hay evidencia, además, de una capa de conglomerado de estratigrafía miocénica cubriendo un área desde Alberta hasta Nuevo México y desde Utah hasta Kansas, conteniendo guijarros de granito y de caliza en una matriz de lodos.[25]

7. Calizas y Dolostonas

Las calizas son sedimentos químicos compuestos mayormente de carbonato cálcico (CaCO3) y las dolostonas están compuestas principalmente por dolomita, CaMg(CO3)2. Ambas son bastante similares, excepto por el magnesio, que se halla en la dolomita. Muchos organismos marinos secretan calcita y aragonita, que son materiales comunes en los sedimentos modernos. La calcita es un efectivo agente cementante, por lo que parece que se podrían estar formando rocas de caliza, posiblemente incorporando conchas y otros restos orgánicos como fósiles. Un ejemplo específico sería el crecimiento de un arrecife de coral.

Por otra parte, encontramos en la columna geológica muchas calizas masivas que tienen una extensión tal, y que presentan tal uniformidad, que desafían a cualquier intento de explicación en términos de paralelos modernos. La única manera de explicarlas es por precipitación masiva procedente de una solución en aguas ricas en sustancias químicas, cuando las condiciones de pH, temperatura, etc., cambiaron bruscamente. Este fenómeno es explicable en el contexto de un cataclismo hidráulico, pero es difícil explicarlo de otra manera.

Aún es más difícil explicar las rocas de dolomita por principios actualistas, ya que en la actualidad no se están produciendo sedimentos de dolomita. Un libro estándar sobre estratigrafía dice:

«Aunque la dolostona no es escasa en absoluto entre las rocas sedimentarias del registro geológico, su origen es todavía incierto. Probablemente, la principal causa de esta incertidumbre sea que, a diferencia de otros tipos principales de sedimentos, éste no se conoce en ningún lugar en proceso de formación en la actualidad, y que, por consiguiente, el presente nos falla como clave del pasado.»[26]

Las dolostonas se hallan a menudo asociadas con calizas, aunque claramente distintas. Otra vez parece claro que solamente podemos explicarlas por medio de una precipitación directa de aguas diluviales ricas en magnesio.

8. Sílex

El sílex es una roca de sedimentos químicos compuesta principalmente de sílice (SiO2). Otra vez fracasa el actualismo, debido a que no parece que esté formándose ningún sílex en la actualidad. Las principales autoridades explican esta roca a base de una precipitación directa de aguas conteniendo sílice en suspensión. 

«El origen del sílex estratificado es un asunto muy controvertido ...; la mayor parte de los estudiosos de los estratos de calcedonia ... los consideran como precipitados primarios de gel de sílice.»[27]

Estos procesos no están sucediendo en la actualidad, y precisan claramente de alguna clase de erupción volcánica catastrófica seguida de un vasto Diluvio para distribuir este material por un área muy extensa.

9. Evaporitas

Un tipo especial de rocas que los actualistas han citado frecuentemente como demostración de que transcurrieron largos períodos de tiempo son las evaporitas. Se trata de capas de sal común (halita), y de yeso o anhidrita (la forma anhidra del yeso). El término «evaporita» prejuzga la cuestión de su formación, porque implica que estas capas habrían sido formadas por una evaporación lenta y continua de mares interiores o de lagos conteniendo aguas salinas.

No obstante, el hecho es que no existen lagos ni mares modernos en los que se estén formando capas de evaporitas con grosores comparables a las grandes capas de la columna geológica. Pero no solamente son las capas de evaporitas demasiado espesas, sino también demasiado puras para haber estado evaporándose durante millones de años en un mar interior. Con toda certeza fueron formadas bien tectónicamente, bien por precipitación directa, pero desde luego no por evaporación.

La posibilidad de la precipitación directa de las evaporitas se ha visto confirmada por recientes experimentos de laboratorio:

«Las siguientes conclusiones están basadas en los resultados de los experimentos con tres salmueras y la relación de ello con un modelo geológico.

1.    La precipitación de sal puede tener lugar en una cuenca marina mezclando salmueras de diferente composición y peso específico.

2.    La precipitación tiene lugar sin pérdidas por evaporación.

3.    La precipitación puede tener lugar a partir de las salmueras que no estaban saturadas antes de su mezcla.»[28]

En el contexto de un cataclismo hidráulico global, es fácil visualizar las condiciones que resultarían en esta clase de precipitación.

Probablemente es todavía más significativo en este contexto el estudio efectuado por el geofísico ruso Sozansky, que ha mostrado casi concluyentemente que los depósitos de «evaporitas» son en realidad, en la mayor parte de los casos, el producto de un origen juvenil a causa de movimientos tectónicos.

«La ausencia de restos de organismos marinos en las sales antiguas indica que la formación de las secciones salinas no estuvo relacionada con la evaporación de agua marina en mares epicontinentales.
    »Otros datos geológicos, tales como el gran grosor de los depósitos de sal, 1a rápida velocidad de formación de las secciones saliníferas, la presencia de minerales de ganga en las sales y en las rocas que cubren los domos de sal, no se ajustan a la hipótesis de la evaporación de mares interiores.
    »El análisis de recientes datos geológicos, incluyendo datos conseguidos de diápiros hallados en profundidades oceánicas, permite llegar a la conclusión de que estas sales son de origen juvenil —que emergieron de grandes profundidades a lo largo de fallas durante movimientos tectónicos. Este proceso va acompañado frecuentemente por la descarga de magmas.»[29]

Especialmente significativa es la ausencia total de restos orgánicos en las «evaporitas».

«Es bien sabido que las sales son formaciones químicamente puras que carecen de restos de organismos marinos. Si las secciones saliníferas hubieran sido formadas en lagunas o en mares marginales por la evaporación del agua, entonces hubiera entrado materia orgánica, principalmente plancton, en la cuenca salinífera. El resultado sería que los sedimentos del fondo serían ricos en materia orgánica.»[30]

Así que, en lugar de prestar apoyo al actualismo y al concepto de vastas eras, las capas de evaporitas constituyen en realidad un serio problema para el modelo actualista. No existen procesos, en la actualidad, que sean capaces de producir tales formaciones. Las evaporitas favorecen claramente el modelo cataclísmico.

Hemos discutido todos los tipos más importantes de roca y hemos visto que cada uno de ellos es inconmensurable a partir de procesos actuales, y que sugieren claramente formaciones rápidas. Desde luego, este concepto también apoya nuestra conclusión anterior de que los depósitos fósiles que se hallan en estas rocas requieren procesos de formación rápidos.

Este hecho está también confirmado al considerar aquellos depósitos geológicos de especial interés económico, o sea, el carbón, petróleo, y los yacimientos metálicos. Existe una concepción muy extendida de que se precisa de largas épocas para producir estos materiales, pero es incorrecta. Consideremos brevemente cada uno de ellos.

1. Carbón

Todos están de acuerdo en que el carbón está compuesto de los restos carbonizados de grandes masas de restos vegetales. No obstante, las vetas de carbón se hallan generalmente interpuestas entre estratos de pizarra, caliza o arenisca. Además, algunas veces son muy gruesos y también se repiten docenas y veintenas de veces en una sección vertical.

Este fenómeno no se está produciendo en la actualidad. Existen muchas turberas, desde luego, pero ninguna de ellas presenta una gradación subterránea vertical de vetas de carbón. La teoría de las turberas como origen de las vetas de carbón parece bastante fuera de relación con el mundo en que vivimos.

Existe una prueba bastante clara de que las capas de carbón deben haber sido formadas rápidamente: la existencia de fósiles «poliestráticos» como, troncos de árbol y otros (son fósiles que se extienden a través de varios estratos de carbón y de otra unidades rocosas), en las capas de carbón.

«En 1959 Bradhurst y Magraw describieron un árbol fosilizado, en posición de crecimiento, en las minas de carbón de Blackrod, cerca de Wigan en Lancashire. Este árbol estaba preservado como molde, y la evidencia disponible sugiere que el molde era por lo menos de 12 metros de altura. El árbol original debió haber sido rodeado y enterrado por sedimentos que quedaron compactados antes de que el árbol se descompusiera, a fin de que la cavidad que dejó el árbol fuera ocupada por nuevos sedimentos que formaron el molde. Esto implica una rápida velocidad de sedimentación alrededor del árbol original.»[31]

Y éste no es un fenómeno raro, sino bastante común. N. A. Rupke, de Princeton, ha dado numerosos ejemplos.[32] Broadhurst dice:

«Es evidente que no son raros los árboles en posición de crecimiento en Lancashire (Teichmuller, 1956, llega a la misma conclusión sobre árboles similares en las minas de carbón Rhein-Westfalen), y es de suponer que en todos estos casos debe haber tenido lugar una sedimentación rápida.»[33]

Hay muchas otras evidencias de que las vetas del carbón fueron formadas con rapidez, probablemente por transporte masivo de acumulaciones de plantas por aguas diluviales, interpolándose otros flujos alternativos con arena, o lodos, o limos, provenientes de otras direcciones. Las citamos a continuación, sin comentarios ni documentación (aunque se puede suministrar la documentación a quienquiera que la demande):[34]

a.    Los árboles fósiles se hallan a veces formando un ángulo, y hasta al revés en las vetas de carbón.

b.    Las vetas de carbón se dividen ocasionalmente en dos vetas separadas por sedimentos de origen marino.

c.    Se hallan a menudo fósiles marinos —turbelarios, esponjas, corales, moluscos, etc.—, en las vetas de carbón.

d.    Muchas vetas de carbón no presentan signos de suelo fósil debajo de ellas. Las capas de arcilla debajo del carbón que se citan a veces no son verdaderos suelos, con perfil de suelo, y la mayor parte de las autoridades creen que son materiales transportados.

e.    Se hallan a menudo grandes guijarros y rocas en las vetas de carbón.

f.     Rupke ha demostrado que las stigmarias, citadas algunas veces como raíces de árboles en las vetas de carbón, son fragmentos no pertenecientes a árboles específicos, y que en realidad son transportados por corrientes de agua hasta el lugar que ocupan.[35]

Pero, con toda probabilidad, la principal evidencia contra el concepto actualista del origen del carbón, y la más concluyente, es el carbón mismo —que hubiera podido haber veintenas de ciclos de crecimiento de turbera, hundimiento, transgresión de los estratos marinos, levantamiento, renovación del crecimiento en la turbera, y así continuamente, teniendo también en cuenta que cada ciclo se desarrolla a lo largo de vastas épocas. Como ejemplo, podemos considerar el siguiente caso:

 «En el caso del permo-carbonífero de la India, las Series Barakar de las Series Damuda, que cubren la capa Tachir Boulder, incluyen numerosas vetas de carbón, algunas de ellas de hasta 3 metros de espesor, que aparecen en un ciclo bien desarrollado y muy repetido de arenisca; pizarra, carbón ... Se considera que la vegetación es producto de una acumulación por arrastre a causa de corrientes.
    »El concepto de epirogénesis periódica es razonable, pero es difícil explicar un cese más o menos completo de sedimentación detrítica en la cuenca lacustrina durante la acumulación del carbón teniendo como base un origen diastrófico. Como explicación de los cincuenta a sesenta ciclos del sistema Damuda, posee un elemento de irrealidad.»[36]

Sugerimos que el modelo diluvial de acumulación vegetal carbonífera es mucho más realista. La transformación de la vegetación en carbón a causa de una compresión adiabática,[37] el calentamiento consiguiente, y esfuerzos de cizalladura, es mucho más racional en términos de catastrofismo que por una acumulación vertical muy lenta de sedimentos.

2. Petróleo

Así como el carbón es un material de origen vegetal, la mayor parte de los geólogos están de acuerdo en que el petróleo es el resto de millones de animales marinos atrapados y enterrados, mayormente de las partes blandas de invertebrados (aunque hay evidencia de que también puede haber contribuido a ello una cantidad de peces enterrados). El modo exacto del origen del petróleo es bastante oscuro y, desde luego, este mismísimo hecho milita en contra del actualismo. El petróleo no está siendo formado en la actualidad, ni tampoco se halla en depósitos del Pleistoceno (edad glacial). Es casi cierto que fue formado por alguna clase de enterramiento catastrófico de inmensas cantidades de organismos marinos.

La consiguiente conversión de esta materia orgánica a hidrocarburos y después a petróleo es más una función de la temperatura y de la presión que del tiempo. E1 hecho de que no se precisa de largas épocas está claramente indicado por una reciente producción de petróleo a partir de basura en un laboratorio:

«Hay una gran promesa en un sistema que está siendo desarrollado por científicos del gobierno [de los EE. UU.] que transforma materia orgánica a petróleo y gas tratándolo con monóxido de carbono y agua a altas presiones y temperaturas ...
    »Utilizando este proceso basura-a-petróleo se podrían producir 1,1 mil millones de barriles de petróleo a partir de los 880 mil millones de toneladas de desperdicios orgánicos apropiados para esta conversión (anualmente).»[38]

3. Metales

La formación de yacimientos metálicos es también inexplicable en términos del concepto actualista de procesos muy lentos. Su modo de formación no es seguro según los geólogos, pero se cree generalmente que ha estado asociado con flujos de magmas. Como ya hemos visto anteriormente, los flujos ígneos son rápidos y de poca duración, por lo que debemos esperar que lo mismo sea cierto de los flujos metálicos asociados con ellos. En todo caso no hay nada de este tipo que esté sucediendo en la actualidad, ni siquiera en flujos de lava volcánicas. Otra vez parece que el modelo actualista parece inadecuado. El modelo cataclísmico parece más productivo, pero hasta ahora no se tiene ninguna explicación específica en este modelo tampoco. En todo caso, el enfoque actualista ha sido hasta ahora tan estéril, ya sea en la localización o en la explicación de los depósitos metalíferos, que vale la pena intentar un análisis sistemático en términos de procesos cataclísmicos.

Existen otros muchos tipos de depósitos que parecen inexplicables en términos de actualismo.

«Hallamos ciertos tipos de rocas en la columna geológica que no se están formando en ningún lugar de la Tierra en la actualidad, por lo menos en alguna cantidad apreciable. ¿Dónde se puede observar la formación del granito? ¿Dónde se puede observar la formación de dolomitas o de formaciones de silicatos de hierro en cantidades apreciables? Y no obstante tenemos miles de kilómetros cúbicos de estos tipos de roca en la corteza terrestre. La Era Paleozoica vio la deposición de rocas carbonatadas, y, no obstante, los carbonatos son muy minoritarios en las secuencias de sedimentos actuales. Herz (1969) atribuye la formación de la anortosita al “suceso de la anortosita” que fue posiblemente un gran cataclismo en la historia Precámbrica de la Tierra. Es posible que otros tipos de rocas fueran creados durante y después de unos cataclísmicos sucesos en la Tierra.»[39]

No pretendemos que el modelo catastrofista no presente ningún problema, o que ya no se precise de más investigación. Pero sí que parece que presenta menos problemas, y éstos de menor entidad, que el actualismo.

La coetaneidad del mundo fósil

Hemos mostrado que los depósitos fosilíferos precisan de un rápido enterramiento en todos los casos y que también se comprenden mejor los principales tipos de formaciones rocosas en términos de rápida deposición. Ya que cada depósito particular fue formado con rapidez, la cuestión se presenta sola: ¿se formaron rápidamente todas las series de depósitos que representan la columna geológica?

Naturalmente, el modelo evolucionista no puede admitir en absoluto la rápida formación de toda la columna. Si la evolución funciona en absoluto, precisa de grandes eras de tiempo para la historia terrestre. Así, la columna geológica, que pretende representar esta historia, debe interpretarse a toda costa como exhibiendo vastas épocas de tiempo. Por lo tanto, a pesar de que cada segmento de la columna tiene que ser interpretado en términos de formación rápida, el modelo evolucionista tiene que interpretarlos de tal manera que se ajusten a la pretensión evolucionista de las largas eras de tiempo. Esto significa que habrá largas discontinuidades de tiempo en la columna, en las que no había deposición.

Por otra parte, el modelo creacionista tiene que interpretar la columna en términos de deposición esencialmente continua, deposición que tuvo lugar en un tiempo relativamente corto —no instantáneo, naturalmente, sino a lo largo de un período de meses o de años, en lugar de a lo largo de millones de años. De hecho, esto significa que los organismos representados en el registro fósil deben haber vivido todos ellos coetáneamente, en lugar de haber existido esparcidos en diferentes secuencias temporales a lo largo de cientos de millones de años.

En otras palabras, el mundo fósil era muy parecido al nuestro. Si el presente es realmente la clave del pasado, ¿por qué tendríamos que sorprendernos de ello? En el mundo actual hallamos organismos unicelulares, invertebrados marinos, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos y seres humanos. La única razón para creer que no hubieran podido ser coetáneos en el pasado es la previa suposición de la evolución. Aparte de esta premisa, no hay ninguna razón para dudar de que el hombre vivió al mismo tiempo que los dinosaurios y los trilobites.

Por ello, necesitamos considerar dos cuestiones: (1) ¿Hay evidencias en la columna estratigráfica de deposición continua de principio a fin? (2) ¿Hay evidencias de que fósiles de distintas «eras» hayan vivido simultáneamente en realidad?

La respuesta a ambas preguntas es «sí». La columna geológica no representa la lenta evolución de la vida a lo largo de muchas épocas, como el modelo evolucionista pretende, sino la rápida destrucción y enterramiento de la vida de una época, en concordancia con el modelo creacionista.

Consideremos primero la cuestión de la continuidad de los estratos. La principal porción de la columna geológica está compuesta de rocas estratificadas, depositadas en la mayor parte de los casos como sedimentos por agua en flujo. Están agrupados en unidades llamadas «formaciones», cada una de las cuales se compone de una considerable cantidad de capas, o estratos, y se extienden sobre una cierta región de mayor o menor extensión.

Para poder evaluar propiamente el factor tiempo en la deposición de estos estratos sedimentarios, se debe considerar la naturaleza de los procesos hidráulicos que los depositaron. Ello requiere algunos conocimientos de la mecánica de sedimentación.

Cada estrato puede tener desde unos milímetros hasta varios centímetros de grosor. Se distingue de los estratos superior e inferior por «planos de estratificación» en la zona interfacial. Los estratos adyacentes pueden ser del mismo material, contener el mismo tipo de fósiles y ser muy parecidos a él. Pero los planos de separación indican que ha tenido que haber una pequeña diferenciación que revele esta discontinuidad —ya sea un breve lapso de tiempo en la deposición, ya un ligero cambio en una o más de las características del fluido de transporte.

El fenómeno de transporte y deposición de sedimentos es bastante complejo y depende de muchos factores distintos —velocidad de flujo, dirección, volumen del flujo, profundidad del flujo, amplitud del flujo, pendiente del canal, rugosidad del canal, temperatura del agua, carácter del material en el estrato, descarga de sedimentos al flujo, sustancias disueltas, y otros—. Si cambia uno cualquiera de estos factores, cambiarán las características sedimentarias del flujo. Como consecuencia, se formará un plano de estratificación en cualquier área de deposición y empezará a formarse un nuevo estrato con características ligeramente distintas.

Supongamos, no obstante, que hay un largo período de interrupción en el proceso de deposición encima de algún estrato. Si el agua continúa fluyendo, el estrato puede empezar a ser erosionado, o por lo menos las irregularidades allí presentes serán eliminadas. Si es el flujo de agua el que se detiene, entonces tendrá lugar una erosión subaérea. Posiblemente, los estratos pueden ser levantados e inclinados, con lo que el período de erosión «truncará» las capas. La superficie resultante se transformará en una superficie de erosión. Si la superficie de truncado es paralela a los planos de estratificación, recibe el nombre de «discordancia»; si es angular, se la denomina «discordancia angular».

Cuando existe una discordancia angular está claro que ha existido un período de erosión intermedio. Pero es difícil o imposible distinguir a una discordancia paralela de un plano normal de estratificación, excepto posiblemente por la ausencia de irregularidades superficiales normales en el plano de estratificación, o por un cambio en los contenidos mineralógicos o paleontológicos de las capas superiores e inferiores.

Ahora bien, se podría pensar a primera vista que una disconformidad indica un largo período de erosión. Se podría suponer que las principales discordancias pueden ser utilizadas para mostrar una interrupción de tiempo —quizás el final de una era geológica y el principio de otra. El problema que se presenta con ello es que, a pesar de todo, no existe ninguna discordancia de extensión mundial. Una aparente discontinuidad temporal en una región puede no existir en absoluto en otra.

«Se debería abandonar la utilización de las discordancias como límites temporales estratigráficos. Debido si fracaso de la utilización de las discordancias angulares como índices temporales, los límites temporales de la estratigrafía del Paleozoico y posteriores han de ser definidas por el tiempo, y de ahí, por sus faunas.»[40]

La cita anterior señala que la única manera de determinar el fin de una era y el principio de otra es por medio del registro fósil. Para este propósito las discordancias paralelas deberían ser tan útiles como las discordancias angulares, ya que se puede apreciar un cambio de faunas sin respetar la inclinación de los planos de estratificación de las capas que las contienen. Jeletzky también señala esto:

«Es un hecho bien establecido que las unidades rocosas (físico-estratigráficas) y sus límites traspasan a menudo las épocas geológicas de la manera más irregular y hasta dentro de las distancias más cortas.»[41]

Ya que las discordancias físicas no significan necesariamente un lapso de tiempo significativo, ¿es posible que tales discontinuidades puedan ser indicadas por cambios de los conjuntos fósiles? Esto es lo que se ha dado frecuentemente por supuesto; de hecho, la escala geológica de tiempo misma fue estructurada por los geólogos del siglo XIX basados principalmente en esta premisa. Pero incluso esta venerable creencia geológica está siendo puesta en tela de juicio:

«Los límites entre eras, períodos y épocas en la escala geológica de tiempo denotan generalmente cambios repentinos y significativos en el carácter de los restos fósiles. Por ejemplo, el límite entre los períodos Triásico y Jurásico de la era Mesozoica (hace unos 180 millones de años) quedó supuestamente señalado por la aparición espontánea de nuevas especies ... Una revisión de los datos efectuada por Jost-Wiedmann de la Universidad de Tubinga, en la República Federal de Alemania, presenta una visión más clara de la evolución en los límites del Mesozoico (de 225 a 70 mil millones de años atrás). Él concluye que no hubo extinciones globales de especies ni apariciones espontáneas de nuevas especies en los límites.»[42]

Los dos límites citados (el Paleozoico-Mesozoico y el Mesozoico-Cenozoico) son los más importantes y fundamentales de todos. Si no hay discontinuidades temporales observables entre éstas, ya sea en términos de discordancias angulares o de cambios en faunas, ¡no hay tales discontinuidades en ninguna otra! En otras palabras, el registro estratigráfico muestra que cada «edad» se proyecta gradualmente e imperceptiblemente en la siguiente «edad». No se puede determinar estrictamente donde termina una edad y donde empieza la siguiente. En otras palabras, no hay discontinuidades temporales; el registro es continuo.

Recordemos ahora que cada unidad individual de rocas muestra evidencia de formación rápida. Los depósitos fosilíferos, que datan las unidades rocosas, muestran todos ellos evidencia de formación rápida. Si no hay discontinuidades temporales entre las varias edades (o, para ser más precisos, entre los varios sistemas estratigráficos que supuestamente denotan las varias edades), parece entonces estrictamente necesario concluir que el conjunto entero de unidades rocosas que constituye la columna geológica muestra evidencia de formación rápida.

Sumaricemos la cadena de razonamientos que hemos seguido:

1.    Cada estrato debe haber sido formado rápidamente, ya que representa un conjunto constante de factores hidráulicos que no puede permanecer constante por mucho tiempo.

2.    Cada estrato sucesivo en la formación debe haber seguido muy rápidamente al estrato precedente, ya que sus irregularidades superficiales no han sido truncadas por la erosión.

3.    Por lo tanto, toda la formación debe haber sido formada continua y rápidamente. Esto queda reafirmado por el hecho de que su tipo de roca requiere una rápida formación y que su contenido fosilífero demanda un enterramiento rápido y permanente.

4.    Aunque la formación pueda estar limitada por una discordancia, no existe ninguna discordancia de extensión mundial, con lo que si se sigue lateralmente hasta donde sea preciso, se llegará a un punto en que cesa y los estratos se unen gradual e imperceptiblemente de una formación a otra, que por lo tanto la sucede continua y rápidamente en aquel punto sin discontinuidad temporal.

5.    El mismo razonamiento mostrará que los estratos de la segunda formación han sido también formados rápida y continuamente, y lo mismo tendremos con una tercera formación que siga a esta segunda.

6.    Así, de estrato a estrato y de formación a formación, se puede ir a través de toda la columna geológica, demostrándose que toda la columna ha sido formada rápidamente y de forma continua.

7.    La proyección gradual de una formación a otra queda además indicada por el hecho de que raramente existe un límite físico claro entre formaciones. Generalmente los tipos rocosos tienden a proyectarse y a mezclarse unos con otros en una zona de considerable grosor.

Parece, por tanto, que nuestra primera cuestión de si la columna geológica había sido depositada de manera continua o esporádica tiene como respuesta cierta que lo fue de manera continua. El carácter rápido, y hasta cataclísmico, de la mayor parte de sus unidades individuales habla claramente de la rápida formación de todo el sistema.

La otra cuestión se refería a si había evidencia de que organismos fósiles de diferentes «edades» hubieran vivido en realidad de manera simultánea. O, poniéndolo en otras palabras, ¿es la columna geológica una realidad objetiva, con fósiles distintivos asociados a cada uno de los componentes de la columna, o es parcialmente un sistema artificial basado en el modelo evolucionista?

Se puede documentar el hecho de que los animales y plantas fósiles son muy semejantes a los del mundo actual. En ellos se aplica el mismo sistema de clasificación, con las mismas categorías y las mismas discontinuidades entre las categorías. Se pueden hallar la mayor parte de animales modernos en forma fósil, y un gran número de animales y plantas fósiles tienen representantes vivos en el mundo actual, especialmente cuando tenemos en cuenta las variaciones limitadas que tienen lugar dentro de los grupos para ajustarse a los diferentes ambientes.

Todo ello indica que muchos organismos de los fósiles, de todas las «edades», fueron realmente coetáneos, ya que de hecho han sobrevivido hasta llegar a la actualidad.

Los creacionistas no cuestionan la validez general de la columna geológica, al menos como indicador del orden usual de la deposición de los fósiles, ya que este mismo orden cuadra perfectamente con el modelo cataclísmico. En realidad, las excepciones a este orden (de las que hay muchas) son mucho más fáciles de explicar en términos del modelo cataclísmico (de hecho, el modelo las demanda) que en términos del modelo evolucionista.

Las excepciones al orden estándar de la columna geológica son principalmente de dos clases: 1) las localidades en las que estratos a los que se les ha asignado una edad «antigua» en la columna se encuentran descansando de modo concordante encima de estratos asignados a una edad «reciente»; 2) los estratos en los que se hallan fósiles asignados exclusivamente a dos o más «edades».

Estos dos tipos de situaciones se hallan bastante a menudo, y los evolucionistas lo admiten juntamente con los creacionistas. Tanto los creacionistas como los evolucionistas reconocen también que esta situación no es normativa, sino excepcional. La cuestión pasa a ser ¿qué modelo queda menos afectado por estas excepciones?

Pero antes de discutir estas anomalías deberíamos primeramente mostrar que el orden estándar de la columna geológica es el demandado por el modelo cataclísmico. Dicho orden no está demandado tan solo por la evolución.

El modelo creacionista postula que todos los organismos del registro fósil fueron creados coetáneamente por el Creador durante el período creativo. Vivían así juntos en el mismo mundo, así como las plantas y animales equivalentes lo hacen en el mundo actual. Además, vivían en comunidades ecológicas, lo mismo que en el mundo actual. El hombre no hubiera vivido con los dinosaurios ni con los trilobites, así como tampoco ahora vive junto con los cocodrilos ni con las estrellas de mar.

Visualicemos, entonces, un gran cataclismo hidráulico precipitándose sobre el mundo actual, con corrientes de agua derramándose continuamente del cielo y forzándose paso desde las profundidades de la Tierra, a nivel mundial, durante semanas, hasta que todo el globo quedó sumergido, acompañando a estos fenómenos la erupción de magmas procedentes del manto terrestre, con gigantescos movimientos de tierra, corrimientos, tsunamis, y explosiones. Naturalmente, el actualista cuestionará cómo se pudiera haber producido un cataclismo de esta magnitud, y esto se considerará de manera resumida, pero de momento tomemos esto como un modelo y visualicemos los resultados que serían de esperar si ello sucediera hoy en día.

Más tarde o más temprano morirían todos los animales terrestres. Muchos de los animales marinos morirían, aunque no todos. Los seres humanos nadarían, correrían, e intentarían escapar de las aguas pero, a no ser que unos pocos consiguiesen escapar del cataclismo en embarcaciones inusitadamente estancas y de buen porte, todos se ahogarían o perecerían por alguna otra causa asociada al cataclismo.

Los suelos quedarían bien pronto erosionados y los árboles y las plantas serían desarraigadas y transportadas al mar en grandes capas en corrientes diluviales. Al cabo de un tiempo de estas violentas acciones, las mismas colinas y montañas se disgregarían e irían corriente abajo en grandes corrimientos de tierras y corrientes de turbidez. Se desprenderían grandes losas que se romperían y que serían arrastradas a saltos por el fondo de los canales de flujo, siendo gradualmente redondeadas en forma de guijas, gravas y arenas. Vastos mares de fango y roca correrían río abajo, atrapando a muchos animales y arrastrando a grandes masas de plantas con ellos.

En los fondos oceánicos, los sedimentos en turbulencias y las aguas y magmas subterráneos enterrarían grandes masas de invertebrados. Las aguas pasarían por grandes cambios en temperatura y salinidad, se formarían lodos espesos, e inmensas cantidades de sustancias quedarían disueltas y dispersadas por las masas marinas.

Llegaría el momento en que los sedimentos marinos y terrestres quedarían entremezclados. Finalmente, los sedimentos se asentarían, las sustancias disueltas precipitarían en zonas e instantes en los que la salinidad y la temperatura lo demandase, y se formarían grandes capas sedimentarias por todo el mundo, que pronto se cementarían en capas rocosas.

Lo anterior es tan solo una guía muy simple a la gran cantidad de fenómenos que acompañaría a un cataclismo como el que estamos considerando. La misma complejidad del modelo lo hace extremadamente versátil para explicar una gran variedad de datos (aunque también hace difícil que se pueda ensayar).

El punto inmediato a discutir es su implicación con respecto al orden en que se depositarían los fósiles en la columna, geológica. Considerándolo brevemente, podremos sacar las siguientes consecuencias de nuestro modelo.

1.    Como norma, habría mucho más enterramiento de invertebrados marinos por los sedimentos, debido a que hay mucha más cantidad de ellos, ya que, siendo relativamente inmóviles, serían por lo general incapaces de escapar.

2.    Los animales atrapados y enterrados lo serían generalmente con otros de la misma región. En otras palabras, los conjuntos fósiles tenderían a representar comunidades ecológicas del mundo precataclísmico.

3.    Por lo general, los animales que viven en las elevaciones menores tenderían a ser enterrados en las menores elevaciones, y así las elevaciones en los estratos representarían elevaciones relativas del hábitat o zonas ecológicas.

4.    Generalmente, los invertebrados marinos se habrían de hallar al fondo de cualquier columna geológica local, ya que viven en los fondos marinos.

5.    Los vertebrados marinos (peces) se hallarían en rocas más altas que las de los invertebrados de los fondos. Viven a elevaciones superiores, y además podrían escapar al atrapamiento durante más tiempo.

6.    Los anfibios y los reptiles se hallarían generalmente a elevaciones aún más altas, en los sedimentos entremezclados de la separación entre tierra y agua.

7.    Se hallarían pocos sedimentos terrestres, si se hallasen algunos, en los estratos más bajos de la columna.

8.    La primera evidencia de plantas terrestres en la columna sería prácticamente en la misma zona que la de los anfibios y reptiles, cuando las masas de vegetación de las tierras bajas llegaran a la costa transportadas por las inmensas crecidas fluviales.

9.    En los estratos marinos, en los que se fosilizaron los invertebrados, éstos tenderían localmente a ser clasificados hidrodinámicamente formando conjuntos de tamaños y formas similares. Además, cuando las turbulentas aguas del cataclismo, procedentes de las proyecciones subterráneas y de la agitación de los fondos marinos, empezasen a aquietarse, los animales más simples, más esféricos o de forma dinámica, tenderían a depositarse los primeros debido a la menor resistencia que el agua les presentaría a su descenso. Así cada clase de organismo marino tendería a mostrar sus formas más simples en las menores elevaciones.

10.  Los mamíferos y las aves se hallarían por lo general en elevaciones superiores a las de los reptiles y anfibios, debido tanto a su hábitat como al hecho de la mayor movilidad que tienen. No obstante, serían pocas las aves fosilizadas, puesto que solamente de manera ocasional alguna ave agotada quedaría atrapada y preservada en sedimentos.

11.  Debido a la tendencia instintiva de los animales superiores a congregarse en grandes manadas, especialmente en tiempos de peligro, los fósiles de estos animales se hallarían en grandes cantidades, en caso de que se hallasen.

12.  Similarmente, estos animales superiores presentarían la tendencia a ser segregados verticalmente en la columna según el orden de tamaño y complejidad, debido a la mayor capacidad de las formas mayores y más diversificadas de animales a escapar al enterramiento por mayores períodos de tiempo.

13.  Se hallarían muy pocos fósiles humanos o artefactos. Los seres humanos escaparían al enterramiento en su mayor parte y, después de que las aguas retrocedieran, sus cuerpos yacerían sobre el terreno hasta que quedaran descompuestos. Lo mismo se aplica a sus instrumentos y estructuras más ligeras, mientras que los enseres metálicos más pesados se hundirían hasta el fondo y quedarían enterrados tan profundamente que probablemente no serían nunca descubiertos.

14.  Todas las consecuencias anteriores serían de esperar de una manera estadística, pero, debido a la naturaleza cataclísmica del fenómeno, serían de esperar muchas excepciones en cada caso. En otras palabras, el modelo cataclísmico predice el orden general y el carácter de los depósitos, pero también permite excepciones ocasionales.

No hay duda alguna de que todas las consecuencias anteriores se hallan confirmadas explícitamente en la columna geológica. El orden general de simple a complejo en el registro fósil de la columna geológica, que es considerado por los evolucionistas como la principal prueba de la evolución, es también predicho por la teoría rival, pero con una precisión mayor en los detalles. Pero las excepciones son las que refutan el modelo evolucionista, mientras que en el cataclísmico son de esperar.

Consideremos por ejemplo los estratos en orden traslocado. Estos tienen que ser explicados por medio de suposiciones secundarias de cabalgamientos o mecanismos aún más hipotéticos, como la penetración de un estrato debajo de otro, a fin de postular grandes movimientos terrestres para invertir el orden original de deposición. En esta visión se postula que bien grandes bloques de rocas más antiguas tuvieron que ser primero levantados y después deslizados por encima de las más recientes, o grandes grosores de sedimentos más recientes descendieron y ejercieron un fuerte empuje, penetrando por debajo de sedimentos más antiguos.

Las fuerzas implicadas en unos tales fenómenos son claramente tremendas, y los geofísicos encuentran muy difícil explicarlas. También la acción de molido y rotura en el plano de deslizamiento hubiera debido dejar grandes cantidades de cascotes, brechas y milonita en general, y los geólogos han descubierto que es muy difícil hallarlas. Este asunto, en lo que se refiere a los cabalgamientos, se discute con cierto detalle en otra obra[43] para los que estén interesados en seguirlo. La nueva idea de penetración subterránea, asociada al concepto de subducción en las actuales discusiones de tectónica de placas, parece aún más imaginativo.

«Los primeros estudios de geología alpina revelaron que las montañas son zonas de plegamientos y empujes tremendos de la corteza terrestre. En muchas localidades los sedimentos oceánicos de que se componen las montañas quedan invertidos, con los sedimentos más antiguos encima de los más recientes ... En una fosa del Mediterráneo oriental, una placa continental está deslizándose por debajo de otra ... En una localidad se hallaron calizas de 120 millones de años de antigüedad directamente colocadas encima de limos de tan solo 5 a 10 millones de años de antigüedad.»[44]

La mecánica que colocó a un limo bajo caliza sólida en el fondo del mar parece como mínimo muy oscura.

La otra excepción al orden usual de los fósiles ocurre cuando fósiles de diferentes zonas se hallan mezclados juntos. La explicación evolucionista de este fenómeno tiene que ser o bien la re-erosión de estratos originalmente separados y consiguiente mezcla de los sedimentos de ambos, o la «contaminación» de estratos antiguos por alguna clase de intrusión de materiales recientes (o viceversa).

Por su propia naturaleza, estas explicaciones son difíciles tanto de confirmar como de refutar, ya que no tenemos a mano la «máquina del tiempo» para poder observar lo que realmente sucedió. Pero en ninguno de estos casos hay ninguna dificultad para el modelo cataclísmico.

Pero hay algunos ejemplos que parecen muy difíciles de aceptar, como casos de «reformación» con mezcla de estratos originales separados, o de contaminación. Los casos más espectaculares son aquellos en los que se hallan fósiles del ser evolutivamente más «reciente», el hombre, asociado con formaciones mucho más «antiguas».

Por ejemplo, consideremos lo siguiente:

«Se ha descubierto un antiguo relieve Maya de un ave peculiar con características reptilianas en Totonacapán, en la sección nororiental de Veracruz, México. José Díaz Bolio, el arqueólogo periodista responsable del descubrimiento, dice que hay evidencias de que el relieve de esta ave-serpiente no es simplemente el producto de vuelos de imaginación de los Mayas, sino que es una representación realista de un animal que vivió en el período de los antiguos Mayas —de 1.000 a 5.000 años atrás.
     »Si es cierto que estas aves-serpientes fueron coetáneas de la antigua cultura Maya, este relieve nos enfrenta con una rareza evolutiva sorprendente. Se cree que los animales de estas características habían desaparecido hace 130 millones de años. El archaeornis y el archaeopteryx, que presentan un vago parecido con los relieves, fueron reptiles voladores que se extinguieron durante la edad Mesozoica de los dinosaurios.»[45]

La evidencia parece clara de que el archaeopteryx, o algún ave equivalente antigua, fue coetánea con el hombre, y que solamente se extinguió hace unos pocos miles de años.

De hecho, se ha encontrado una gran cantidad de artefactos y de fósiles en zonas anómalas. Desafortunadamente, la mayor parte de éstos han sido publicadas por la prensa popular, y después han sido ridiculizados o esquivados por las autoridades científicas, y después olvidados. Se han anunciado los hallazgos de esqueletos humanos y herramientas en zonas profundas de minas de carbón encajados sólidamente en el carbón mismo, de pictogramas de dinosaurios en paredes de cavernas o de cañones, de polen fósil de tipos modernos de árboles descubierto en los estratos marinos más antiguos, y un largo etcétera.

Uno de los ejemplos más espectaculares de fósiles anómalos es el ahora bien conocido caso de las huellas del río Paluxy, en la formación Cretácea Glenn Rose de Texas central. Allí, las capas de caliza presentan un gran número de pisadas humanas y de dinosaurios. Las pisadas ocurren en rastros, y, en dos o en tres lugares, los rastros de humanos y dinosaurios se cruzan, con dos casos conocidos en los que las pisadas humana y del dinosaurio se superimponen.

Este caso particular no puede ser desdeñado como «reformación» de dos depósitos fósiles distintos. Tampoco pueden atribuirse a tallas actuales fraudulentas, ya que muchas de las huellas, tanto humanas como de dinosaurios, fueron descubiertas por primera vez por la excavación de los estratos superiores durante estos últimos años por un numeroso equipo de trabajadores y de observadores.

Parece ser que la única vía de escape que les queda a los actualistas para soslayar la conclusión de que el hombre y el dinosaurio fueron coetáneos es decir que las huellas humanas no eran en realidad humanas sino que fueron hechas por algún desconocido animal bípedo con pies como los humanos. Ya que nunca se ha observado un animal así, viviente o fósil, la sugerencia de que esto fue así (y esta sugerencia fue hecha con toda seriedad en la presencia del autor de estas líneas por un doctor en Geología, en el acto mismo de observar las huellas en cuestión) es ciertamente más difícil de aceptar que aceptar que el hombre y el dinosaurio fueron coetáneos.

Estas huellas y rastros, y el descubrimiento de todo ello, han quedado documentados de manera concluyente por medio de la toma de películas en el mismo lugar y momento de la excavación. Quisiéramos invitar a los escépticos a ver esta película[46] antes de que deseche la evidencia demasiado apresuradamente, como demasiados evolucionistas ya lo han hecho en el pasado. Son muchas las personas a las que este documental les ha obligado a replantearse la cuestión actualismo-catastrofismo.

Catastrofismo residual

Los creacionistas están convencidos de que existe evidencia más que suficiente confirmando el modelo cataclísmico general de los estratos fosilíferos. La mayor parte de toda la columna geológica debió formarse rápida y continuamente en un gran complejo de catástrofes en un pasado no muy distante. Aunque en ello estuvo implicada una tremenda acción volcánica y tectónica, los estratos fueron formados principalmente por acción hidráulica, con lo que el cataclismo tuvo principalmente el carácter de un diluvio universal.

Pero la mayor parte de las formaciones superiores, así como la mayor parte de las características superficiales de la Tierra, son indudablemente atribuibles al catastrofismo residual postdiluvial. Desde entonces hasta ahora ha habido una extensiva actividad volcánica, tectónica y glacial, así como tormentas e inundaciones de extensión regional.

Para apreciar este aspecto continuado del modelo cataclísmico, debemos dar más consideración a la naturaleza y a la causa del cataclismo principal. ¿Cuál sería la causa de una inundación global, con actividad ígnea y tectónica colateral, tal como la que hemos postulado y tal como los estratos parecen reflejar?

Una clave importante se halla en que las rocas de todas las «edades», juntamente con todos los fósiles contenidos en ellas, indican un clima cálido de extensión mundial, sin zonas climatológicas distintas como las que tenemos en la actualidad.

«Hace ya tiempo que existe el sentimiento general de que el clima promedio mundial de la Tierra a través de las eras ha sido más suave y más homogéneo de lo que es en la actualidad. Si es así, el presente no es, en verdad, una clave muy buena para el pasado en cuanto a la climatología se refiere.»[47]

Algunos escritores han sugerido la deriva de continentes como explicación de cómo fósiles de fauna y flora subtropical se hallan en la actualidad en las regiones polares. No obstante, esta explicación es insuficiente.

«Por ejemplo, hay poca evidencia de que los cinturones climatológicos existieran en la primitiva historia de la Tierra, y esto no obstante, hallamos zonación climática, tanto latitudinal como vertical, en todas las partes de la Tierra actual. Esta anómala situación es difícil de explicar. Es imposible reconstruir un supercontinente que ocupase tan solo un régimen climático. Cualquier planeta en rotación, orbitando alrededor del sol con un eje de rotación inclinado, debe tener zonación climática. Queda claro, por todo esto, que las condiciones climáticas del pasado eran significativamente diferentes de las que son evidentes en la actualidad.»[48]

Aun si el eje terrestre no estuviera inclinado, habría una zonación climática, de característica latitudinal. Como consecuencia, el clima universalmente cálido evidenciado por el registro fósil no puede ser explicado por medio de diferentes distribuciones de la estructura física de la Tierra.

La explicación más adecuada es que algo exterior a la superficie terrestre controlaba de tal manera la entrada de la energía solar, que hubiera inducido un clima global similar al de un «invernadero». Estos son los tres componentes que en la actualidad, en mayor o en menor medida, ejercen esta función en la actualidad, el ozono, el dióxido de carbono y el vapor de agua.

Si uno o más de éstos era un constituyente mucho más abundante de la atmósfera antes del cataclismo, hubiera inducido con toda certeza un efecto universal de «invernadero». El más importante es el vapor de agua. Si hubiera habido, en el principio, una vasta capa termal de vapor de agua localizada en algún lugar por encima de la troposfera, entonces no solamente hubiera quedado afectada la climatología, sino que tendríamos una fuente adecuada de las aguas necesarias para el Diluvio.

No obstante, el cataclismo postulado aquí también involucra convulsiones tectónicas y magmáticas, así como tremendas perturbaciones hidráulicas y sedimentarias en los fondos oceánicos. Así, se postula la existencia de una fuente secundaria de aguas en vastos depósitos subterráneos a fuertes presiones y elevadas temperaturas, quizás en la corteza primitiva, o quizás en el mismo manto de la Tierra, una situación similar a la actual, pero en mayores cantidades. La explosiva proyección de estas aguas, acompañadas por magmas y seguidas de movimientos terrestres, constituye otra causa del cataclismo considerado.

Así, la creación primitiva de estos dos vastos sistemas acuosos, uno por encima de la troposfera y el otro en las profundidades de la corteza terrestre, serviría para el doble propósito de ofrecer un medio ambiente perfecto para la vida terrestre, y también para transmitir la energía del cataclismo universal que después la destruiría.

Se postula que sobre la superficie del mundo primitivo existía con toda probabilidad un complejo sistema de mares estrechos y de vías de agua cuyas precisas posiciones no pueden ser determinadas en la actualidad. Aunque el clima uniforme inhibiría el movimiento de las masas de aire, así como impediría tormentas y lluvias fuertes, un ciclo diario de evaporación local y de condensación mantendría una humedad uniforme en todas partes. Este favorable clima, juntamente con el eficientísimo filtro contra las radiaciones constituido por la capa de vapor de agua, favorecería el abundante crecimiento de la vida vegetal y animal, la longevidad de la vida animal, y el crecimiento de los organismos de gran tamaño.

Un número de causas pudo haber desatado el cataclismo al liberar las aguas en reserva. La explicación más sencilla sería suponer que las aguas sometidas a presión surgieron bruscamente al vencer un punto débil de la corteza. El colapso en un punto provocaría otras muchas erupciones similares de muchos otros puntos alrededor del mundo.

La turbulencia que resultaría en la atmósfera, juntamente con las inmensas cantidades de polvo proyectado hacia las capas superiores de la atmósfera, iniciaría la condensación y precipitación de la capa de vapor de agua.

Este modelo, que parece bastante realista en términos del modelo creacionista básico, es suficiente para explicar la mayoría de las características del registro fósil y de los estratos geológicos, y también como marco dentro del cual investigar el origen de otras características.

Este modelo del cataclismo y de sus causas también indica que sus efectos posteriores continuarían a través de los siglos, y quizás, en alguna medida, hasta nuestro tiempo. Algunos de los efectos más importantes de las últimas etapas del diluvio y posteriores son los que mencionamos a continuación:

1.  La formación de las montañas

Uno de los problemas irresueltos más importantes con los que se encuentra el actualismo geológico es la causa de la formación de las montañas. Como Dott y Batten admiten:

«Todavía se nos escapa una teoría realmente satisfactoria para explicar la formación de las montañas.»[49]

 
Además, los principales sistemas montañosos del mundo actual son, hablando geológicamente, bastante recientes, por lo menos en lo que se refiere a sus últimos períodos de levantamientos. Richard Foster Flint, el geólogo glacial de la Universidad de Yale, atribuyó de hecho la entrada de la época glacial en el Pleistoceno principalmente a la orogenia mundial que tuvo lugar justo antes de ella. Afirmó, en una revisión de estos fenómenos:

«El resultado cumulativo de los levantamientos graduales y sucesivos a lo largo de toda la segunda mitad de la era Cenozoica fue un incremento en la altitud promedio de los continentes desde un valor estimado de 300 metros hasta el actual de 800».[50]

El mayor sistema montañoso, los Himalayas, fue formado solamente después de la aparición del hombre sobre la Tierra.

«La mayor parte del gran levantamiento de los Himalayas es asignado a últimos del Terciario y Pleistoceno.»[51]

 
Los vastos reajustes isostáticos necesarios después del Diluvio, posiblemente aumentados por continentes en deriva y colisión como efecto también del cataclismo global, constituyen la mejor explicación de la formación de montañas de que disponemos.

2.  Glaciación

Antes del cataclismo, el efecto de invernadero impedía la formación de glaciares y capas polares. Pero la disipación de la capa de vapor provocó rápidamente el establecimiento de los diferenciales latitudinales de temperatura. La tremenda aportación de energía en el Diluvio provocó una continua evaporación de las aguas de las nuevas superficies oceánicas a la atmósfera, siendo grandes cantidades de ellas precipitadas en forma de nieve en las regiones polares. Estos fenómenos condujeron al desarrollo de las grandes capas glaciales continentales de la época Pleistocénica.

Es significativo que no exista ningún modelo actualista satisfactorio que dé cuenta de la causa de estos grandes glaciares del Pleistoceno:

«Los geólogos y los climatólogos han estado intentando, durante más de un siglo, explicar la repetición de la glaciación en una escala continental. Se han sugerido teorías tras teorías, pero todas ellas explican o muy poco o demasiado. No se puede considerar como satisfactoria ninguna de ellas, por lo menos en su forma presente.»[52]

Pero la teoría cataclísmica, tal como ha sido brevemente expuesta, sí que constituye una explicación satisfactoria.

3.  Pluvialismo

Es cosa bien conocida que, durante y después de los tiempos de los glaciales continentales en las latitudes más altas, hubo mucha más actividad pluviosa en las latitudes inferiores. Todos los desiertos, incluyendo el Sahara, tenían agua en abundancia. Todos los lagos y cuencas interiores presentaban un nivel de agua mucho más elevado, y los ríos transportaban todos ellos volúmenes mucho mayores de agua.

Estas lluvias se presentaban a menudo en forma de violentas tormentas, y hay muchas evidencias en los registros geológicos y arqueológicos, así como también en las tradiciones mitológicas de la historia más antigua del hombre, de devastadoras inundaciones locales y regionales. Todo ello fue una consecuencia natural del gran Diluvio, mientras la Tierra iba llegando gradualmente a un nuevo equilibrio hidrológico.

4.  Volcanismo

En las erupciones que acompañaron al Diluvio, fueron arrojadas grandes cantidades de roca fundida del manto terrestre, tal como está evidenciado por la abundancia de rocas ígneas y de estratos volcánicos hallados por toda la columna geológica. Cuando las aguas del Diluvio se habían ya retirado y habían tenido lugar los ajustes isostáticos, debieron quedar aun muchos vientos volcánicos y fisuras alrededor de la Tierra que no estaban cubiertos completamente. Como consecuencia, la actividad volcánica habría continuado intermitentemente hasta mucho tiempo después del cataclismo general.

Que esto es lo que realmente ocurrió queda evidente por los grandes terrenos volcánicos del Pleistoceno y hasta del post-Pleistoceno que se hallan en varias localidades alrededor del mundo. También hay una gran cantidad de volcanes aun activos en la actualidad, y un número aun mayor de volcanes que parecen haberse extinguido en tiempos muy recientes.

5.  Deriva continental

Hasta aproximadamente el año 1960 se ridiculizaba y rechazaba la antigua idea de la deriva continental por parte de prácticamente todos los geólogos, los cuales estaban convencidos de que habían llegado a una completa explicación de la historia de la Tierra y de los estratos rocosos en términos de continentes permanentes y estables. Pero en la actualidad el péndulo ha oscilado y la mayor parte de los geólogos apoya los conceptos de tectónica de placas, de expansión de fondos oceánicos, y de deriva de continentes. Todas las antiguas explicaciones, que habían sido aceptadas dogmáticamente como ciertas, han sido ahora descartadas completamente en favor de conceptos centrados en la deriva. Todavía permanecen oponiéndose una minoría significativa de prominentes científicos (Jeffries, el geofísico ruso Meyerhoff, et al) que se oponen a la idea de la deriva de continentes, tachándola de geofísicamente imposible, y hay algunos signos que indican que el péndulo puede volver a oscilar.

El modelo creacionista no tiene predicciones específicas en cuanto a la deriva continental, por lo que no queda afectado por ninguna de las dos posiciones. No obstante, una de las dificultades principales con que se enfrenta este concepto cuando se desarrolla dentro de un contexto actualista es la ausencia de la fuente de la tremenda energía necesaria para separar continentes. El modelo cataclísmico, con su reserva de tremendas energías subterráneas repentinamente liberadas en el tiempo del Diluvio, parece ser capaz de dar cuenta de esta energía. Es posible que la deriva pudiese haber ocurrido, juntamente con la continuada actividad volcánica y tectónica, como otro efecto posterior del gran Diluvio.

Todos estos fenómenos que pueden recibir la denominación dé catastrofismo residual —formación de montañas, glaciación, pluvialismo, volcanismo y, posiblemente, deriva continental, con otros que se podrían discutir si fuera preciso— representan los últimos coletazos del gran Diluvio. Debieron haber tenido lugar con mucha intensidad en las últimas etapas del mismo Diluvio, permaneciendo durante siglos después del Diluvio. Sus efectos han ido disminuyendo según alguna clase de curva de desvanecimiento hasta llegar a un relativo grado de reposo en el presente.

Esto significa que es difícil llegar a una cronología exacta del Diluvio mismo. Una de las metas del modelo creacionista sería la organización de los estratos geológicos de la Tierra en una columna geológica estándar basada en la cronología catastrófica que sustituya a la actual columna geológica basada en la cronología actualista evolucionista. Ya hemos señalado que, por lo general, el orden de los estratos es el mismo para ambos modelos, por lo que es posible, hasta cierto punto, establecer una «ecuación» convirtiendo la nomenclatura estratigráfica actualista a las unidades cronológicas correspondientes asociadas a las secuencias del cataclismo.

Esta equivalencia, en forma preliminar, podría plantearse aproximadamente en la forma que expresa la tabla n¼ 1.

Naturalmente, todavía es necesario realizar una gran cantidad de investigación, a fin de afinar los detalles de esta propuesta de revisión de la columna geológica. Deberíamos recordar que el trabajo de miles de geólogos durante 150 años ha quedado descrito y clasificado en términos de la columna estándar evolucionista, por lo que el trabajo de reclasificar esta masa de material representa una obra monumental que no se puede hacer de la noche a la mañana por un número relativamente pequeño de geólogos creacionistas.

Hacemos un llamamiento a los profesores y estudiantes para prepararse en las disciplinas de la geociencia con esta meta en la mente. Es nuestra predicción que si se estudia la estructura de la Tierra desde el punto de vista del modelo creacionista y catastrofista se llegará a un conocimiento más ajustado de la historia de la Tierra y a una mejor utilización de sus recursos.
 

TABLA 1 

Sistema
estándar


Fase correspondiente del Diluvio

Reciente

Período post-Diluvial del desarrollo del mundo actual.

Pleistoceno

Efectos post-Diluviales de glaciación y pluvialismo, juntamente con una actividad tectónica y volcánica en disminución gradual.

Terciario

Fases finales del diluvio, juntamente con las fases iniciales de los reajustes post‑Diluviales.

Mesozoico

Fases intermedias del Diluvio, con mezclas de depósitos sedimentarios continentales y marinos. Posiblemente post-Diluviales en algunos casos.

Paleozoico

Depósitos en las profundidades marinas y en las plataformas continentales, formados en las fases primeras del Diluvio, principalmente en los océanos.

Proterozoico

Depósitos sedimentarios iniciales en las fases iniciales del Diluvio.

Arqueozoico

El origen de la corteza datando del Período de la Creación, aunque alterado y metamorfizado por los cambios termales y tectónicos durante el Cataclismo.



* Procedente de Scientific Creationism, CLP, San Diego, CA. © Copyright CLP, 1974. Con permiso.

[1] Carl O. DUNBAR, Historical Geology (2ª ed., Nueva York: John Wiley & Sons; 1960), p. 18.

[2] P. D. KRYNINE, «Uniformitarianism is a Dangerous Doctrine», Paleontology, vol. 30 (1956), p. 1.004.

[3] Stephen JAY GOULD, «Is Uniformitarianism Necessary?, American Journal of Science, vol. 263 (marzo 1965). pp. 223, 227.

[4] James W. VALENTINE, «The Present is the key to the present», Journal of Geological Education, vol. 14 (abril 1966), pp. 59, 60.

[5] Stephen JAY GOULD, «Is Uniformitarianism Useful?», Journal of Geological Education, vol. 15 (octubre 1967), p. 150.

[6] P. E. GRETENER, «Significance of the Rare Event in Geology», Bulletin, American Assoc. of Petroleum Geologists, vol. 51 (noviembre 1967), pp. 2.205.

[7] Edgar B. HEYLMUN, «Should We Teach Uniformitarianism?», Journal of Geological Education, vol. 19 (enero 1971), p. 36.

[8] O. H. SCHINDEWOLF, «Comments on Some Stratigraphic Terms», American Journal of Science, vol. 225 (junio 1957), p. 394.

[9] J. E. RANSOM, Fossils in America (Nueva York, Harper and Row, 1964), p 43.

[10] T. G. Miller, «Time in Stratigraphy», Paleontology, vol. 8 (febrero 1965), p. 119.

[11] W. B. H. BERRY, Growth of a Prehistoric Time Scale (San Francisco, W. H. Freeman Co., 1968), p. 5.

[12] J. F. EVERNDEN y cols., «K/Ar Dates and the Cenozoic Mammalian Chronology of North America», American Journal of Science, vol. 262 (febrero 1964), p. 166.

[13] G. A. KERKUT, Implications of Evolution (Oxford, Pergamon Press, 1960), p. 134.

[14] C. O. DUNBAR, Historical Geology (2ª ed., Nueva York, John Wiley & Sons, Inc., 1960), p. 47.

[15] F. H. T. RHODES, H. S. ZIM y P. R. SHAFFER, Fossils (Nueva York, Golden Press, 1962), p. 10. Hay edición española: Fósiles, Ed. Daimon, Barcelona, 1970. Pequeña Biblioteca Daimon -114.

[16] Harry S. LADD, «Ecology, Paleontology and Stratigraphy», Science, vol. 129 (enero 9, 1959), p. 72.

[17] Edwin COLBERT, Men and Dinosaurs (Nueva York, E. P. Dutton and Co., 1968), p. 141.

[18] Ibid., p. 151.

[19] Edwin COLBERT, The Age of Reptiles (Nueva York, W. W. Norton and Co., 1965), p. 169.

[20] Edwin COLBERT, Men and Dinosaurs, p. 58.

[21] Wilhelm STUERMER, «Soft Parts of Cephalopods and Trilobites: Some Surprising Results of X‑Ray Examinations of Devonian Slates», Science, vol. 170 (diciembre 18, 1970), p. 1.300.

[22] T. NEVILLE GEORGE, «Fossils en evolutionary Perspective», Science Progress, vol. 48 (enero 1960), p. 1.

[23] R. H. DOTT y R. L. BATTEN, Evolution of the Earth (Nueva York, McGraw-Hill Publ. 1971), p. 226.

[24] Algunas areniscas pueden deber su formación al viento, en lugar de al transporte hidráulico, aunque esto es muy dudoso. Aunque así fuera, el misterio queda aún más impenetrable, pues siguiendo el esquema actualista, ¿de dónde provino el agente comentante?

[25] Stuart E. NEVINS, «Stratigraphic Evidence of the Flood», en Symposium on Creation nº 111 (Grand Rapids, Baker Book House, 1971), p. 59.

[26] C. O. DUNBAR y John RODGERS, Principles of Stratigraphy (Nueva York, John Wiley & Sons, Inc., 1957), p. 237.

[27] F. G. PETTIJOHN, Sedimentary Rocks (2» ed. Nueva York, Harper and Row, 1957), p. 42.

[28] Omer B. ROUP, «Brine Mixing: An Additional Mechanism for Formation of Basin Evaporites», Bulletin, American Ass. of Petroleum Geologists, vol. 54 (diciembre 1970), p. 2.258.

[29] V. I. SOZANSKY, «Origin of Salt Deposits in Deep-Water Basins of Atlantic Ocean., Bulletin, American Ass. of Petroleum Geologists, vol. 57 (marzo 1973), p. 590.

[30] Ibid., p. 589.

[31] F. M. BRODHURST, «Some Aspects of the Paleoecology of NonMarine Faunas and Rates of Sedimentation in the Lancashire Coal Measures», American Journal of Science, vol. 262 (Summer 1964), p. 865.

[32] N. A. RUPKE, «Prolegomena to a Study of Cataclysmical Sedimentation», Quarterly of the Creation Research Society, vol. 3 (mayo 1966), pp. 16-37.

[33] F. M. BROADHURST, op. cit., p. 866.

[34] Véase S. E. NEVINS, ref. 25, pp. 44-46. Véase también el artículo de Walter G. PETERS, «Evidencia de Campo de Sedimentación Rápida», en Anegado en Agua, vol I, Col. Creación y Ciencia nº 13 (CLIE, Terrassa 1988). pp. 69-94.

[35] N. A. RUPKE, «Sedimentary Evidence for the Allochthonous Origin of Stigmaria, Carboniferous, Nova Scotia», Bulletin, Geological Society of America, vol. 80 (1969). pp. 2.109-2.114.

[36] 36. S. E. HOLLINGSWORTH, «The Climatic Factor in the Geological Record», Quarterly Journal, Geological Society of London, vol. 118 (marzo 1962), p. 13.

[37] Significa que no hay ni entrada ni salida de calor.

[38] Larry L. ANDERSON, «Oil Made from Garbage», Science Digest, vol. 74 (julio 1973), p. 77.

[39] Edgar B. HEYLMUN, «Should We Teach Uniformitarianism», Journal of Geological Education, vol. 19 (enero 1971), p. 36.

[40] H. E. WHEELER y E. M. BEESLEY, «Critique of the Time-Stratigraphic Concepts», Bulletin, Geological Society of America, vol. 59 (1948), p. 84.

[41] J. A. JELETZSKY, «Paleontology, Basis of Practical Geocronology», Bulletin, American Ass. of Petroleum Geologists, abril 1956, p. 685.

[42] «Fossil Changes: “Normal Evolution”», Science News, vol. 102, septiembre 2, 1972. (Rapport del Congreso Internacional de Geología en Montreal), p. 152.

[43] J. C. WHITCOMB y H. M. MORRIS, The Genesis Flood (Philadelphia, Presbyterian and Reformed Publ. Co., 1961), pp. 180-211. Hay edición en español: El Diluvio del Génesis, CLIE, Terrasa, España, 1980.

[44] B. F. RYAN, «Mountain-Building in the Mediterranean», Science News, vols. 98 (octubre 17, 1970), p. 316.

[45] «Serpent-bird of the Mayans», Science Digest, vol. 64 (noviembre 1968), p. 1.

[46] Footprints in Stone, información en Films-for-Christ Association, R. R. 2, Eden Road, Elmwood, Illinois 61529.

[47] R. H. DOTT y R. L. BATTEN, Evolution of the Earth (Nueva York, McGraw-Hill Book Co., 1971), p. 298.

[48] Edgard B. HEYLMUN, referencia 6, p. 36.

[49] R. H. DOTT y R. L. BATTEN, referencia 23, p. 417.

[50] R. F. FLINT, Glacial Geology and the Pleistocene Epoch (Nueva York, John Wiley & Sons, Inc., 1947), p. 515.

[51] Ibid., p. 514.

Agradecimientos

SEDIN (Servicio Evangélico de Documentación e Información ) desea manifestar su profundo agradecimiento a las siguientes entidades y personas que han hecho posible la presentación en castellano de esta serie Creación y Ciencia, facilitándonos los permisos para la publicación del material que aquí presentamos:


INSTITUTE FOR CREATION RESEARCH, de San Diego, California, dirigido por los Drs. Henry M. Morris y Duane T. Gish.

CREATION RESEARCH SOCIETY, de Ann Arbor, Michigan, y el Managing Editor, Dr. John N. Moore.

BIBLE-SCIENCE ASSOCIATION, de Minneapolis, Minnessota, dirigida por el Rev. Walter Lang.

Dr. JOHN C. WHITCOMB, Profesor de Antiguo Testamento en el Grace Theological Seminary de Winona Lake, Indiana, y a la editorial Presbyterian & Reformed Pub. Co.

Mr. R. G. ELMENDORF, ingeniero de Bairdford, Pennsylvania.

SPIRITUAL COUNTERFEITS PROJECT, y la BERKELEY CHRISTIAN COALITION de Berkeley, California.

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© 1977 SEDIN, Apartado 2002 - Cassà de la Selva (Barcelona), ESPAÑA para la versión española

© 2003 SEDIN, Apartado 2002 - Cassà de la Selva (Barcelona), ESPAÑA para la versión electrónica

Compilado por SEDIN, con permiso de Institute for Creation Research; Creation Research Society; Presbyterian and Reformed Publishing Co.

Traducción del inglés: Santiago Escuain
© Santiago Escuain 1977, por la traducción
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