— Reliquias del Edén
Una reseña del libro de Daniel Fairbanks
y una crítica de la tesis de la descendencia común
como carente de fundamento coherente

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Capítulo III - Pseudogenes — ¿descendencia común?

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La pretendida descendencia común del hombre y del chimpancé, sin base objetiva

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Jonathan M.



Índice de artículos:

Reliquias del Edén — reseña: un análisis crítico de la tesis de la descendencia común


Nuevo análisis de una vieja historia

(I) · Los retrovirus y la descendencia común · Jonathan M.

(II) · Los ERVs compartidos — ¿prueba de descendencia común? · Jonathan M.


(III) · Más acerca de los ERVs · Jonathan M.


El argumento en favor de la descendencia común de todos los seres vivientes (la teoría general de la evolución) se fundamenta en comparaciones (como es histórico en la argumentación de la descendencia común, tanto a nivel anatómico como molecular: «mira, cómo se parecen», la falacia genética), y no en secuencias filogenéticas comprobables. Pero estas comparaciones, además, se fundamentan en una selección de los datos, tomando del bufet de la bibliografía científica existente aquello que refuerza su posición, y pasando por alto lo que no concuerda con su tesis. Como aparece en esta reseña de Jonathan M., hay muchos datos que se omiten en toda esta cuestión, que sencillamente no son coherentes con la tesis de una descendencia común.

En un reciente artículo publicado en Protestante Digital, Pablo de Felipe reitera y amplía sus argumentos, que ya ha presentado en diversas ocasiones y por diversos medios como proponente y defensor de la tesis de la descendencia común, en el contexto del Evolucionismo Deísta, dentro del campo de la cristiandad evangélica. Esta reseña, aunque analiza la obra de otro autor, afronta de forma efectiva la falta de fundamento de los argumentos de Pablo de Felipe, coincidentes con los de Daniel Fairbanks y otros autores neodarwinistas.

S. Escuain



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E

n dos contribuciones anteriores (aquí y aquí) suscité algunas objeciones a los dos primeros capítulos del libro de Daniel Fairbanks, publicado en 2010, Relics of Eden — The Powerful Evidence of Evolution in Human DNA. [Reliquias del Edén — la contundente prueba de evolución en el ADN humano]). En los mismos llamaba a Fairbanks y a otros a explorar todos los datos pertinentes al asunto en cuestión. Por impresionante que pueda parecer a primera vista el cúmulo de argumentos en favor de la descendencia común, con sólo una apresurada lectura de la literatura relevante, se derrumban invariablemente con un examen detenido.

Ante la demostrable impotencia causal del neodarwinismo para explicar el origen de nuevos genes y nuevas proteínas, de nuevos planes corporales y de radicales innovaciones morfológicas, durante los últimos meses he llegado a sentir un cierto escepticismo ante la extraordinaria afirmación de que todos los taxones existentes derivan de un solo progenitor o antecesor común. Si nadie puede decirnos cómo pudo haber tenido lugar tal evolución a partir de un antecesor común, entonces, ¿cómo podemos estar tan seguros de que efectivamente sucedió? En tal caso, uno tendría que presentar ordenadamente una serie de datos muy espectaculares que justificasen una descendencia común para poderlos presentar como un argumento persuasivo. Desafortunadamente para los darwinistas, la evidencia de una descendencia común es ilusoria.

El capítulo tres del libro de Fairbanks trata de pseudogenes, que se consideran como reliquias de genes en otro tiempo funcionales de nuestra herencia evolutiva. Como sucede con sus otras «pruebas» de una descendencia común, Fairbanks —una vez más— procede a escoger los datos aparentemente confirmatorios de manera selectiva, a la vez que desecha todos los ejemplos obviamente contrarios en la literatura científica. Examinemos lo que tiene que decir.

¿Son los pseudogenes «falsos genes»?

De manera reveladora, Fairbanks titula este capítulo «Falsos Genes», y dedica sus primeras seis páginas a reiterar el viejo tópico del partido darwinista acerca del «ADN basura». No quiero pasar mucho tiempo analizando esto, porque no afecta a mi argumento. Pero valdrá la pena mencionar, ya que tocamos este punto, que en realidad Fairbanks está errado en esto. Véase, por ejemplo, este artículo, publicado en Nature en junio del año pasado (acerca de lo cual publiqué entonces una entrada aquí), donde Poliseno et al. revelan que, «PTENP1 — junto con KRAS1P, el pseudogén of the gene KRAS, y potencialmente otros pseudogenes — no es una reliquia no funcional, sino un modulador de la expresión genética». Los autores del artículo analizan la interacción observada entre la codificación de ARN para el gen supresor de tumores PTEN y su correspondiente pseudogén, PTENP1, y demuestran que este pseudogén actúa como supresor de tumores. También se asignó una función al oncogén KRAS y al correspondiente pseudogén, KRAS1P. Como explican los autores:

También demostramos que pseudogenes como el PTENP1 pueden desreprimir sus genes cognados, incluso cuando se expresan a niveles inferiores (Fig. suplementaria 3a y Fig. 2f–h). Proponemos que los pseudogenes son «señuelos perfectos» para sus genes ancestrales, porque retienen muchos de los sitios de unión de miARN y pueden competir por la unión de muchos miRNAs a la vez.

Generalmente, cuando comienzo a hablar acerca de la funcionalidad de lo que se conoce como «ADN basura», como los pseudogenes, los darwinistas me dicen que estos casos son la excepción, no la regla, y que yo soy el culpable de escoger los datos de manera selectiva. El problema práctico acerca de este argumento es que en ninguna conversación puedo generalmente tratar más que acerca de un puñado de casos documentos, y el crítico se siente con libertad de cambiar su terreno en cada caso que se cita, diciendo que todavía reivindican la mayoría de estos elementos. Sucede que no tengo el tiempo ni el deseo de abordar la inmensa cantidad de literatura que se ha estado acumulando en años recientes acerca de las funciones de los pseudogenes. Una manera de superar esta dificultad (esto es, lo poco práctico que resulta analizar más de unos pocos ejemplos documentados, lo que nos deja vulnerables a la acusación de elección selectiva de datos) es citar de la literatura de reseñas. Los artículos de reseña son excelentes para proporcionar perspectivas generales de la literatura actual y para dar una relación de muchas referencias y citas pertinentes en el curso del proceso.

Uno de estos artículos de reseña apareció en la revista Annual Review of Genetics en 2003, por Balakirev y Ayala. El artículo señalaba que

Los pseudogenes han sido definidos como secuencias no funcionales de ADN genómico derivados originalmente de genes funcionales. Se supone, por tanto, que todas las mutaciones de los pseudogenes son selectivamente neutrales y tienen una probabilidad igual de quedar fijados en la población. Más bien, los pseudogenes que han sido adecuadamente investigados exhiben frecuentemente roles funcionales, como expresión genética, regulación genética, generación de diversidad genética (anticuerpos, antígenos, y otros). Los pseudogenes están involucrados en la conversión o recombinación genética con genes funcionales. Los pseudogenes exhiben conservación evolutiva de la secuencia génica, una reducida variabilidad nucleótida, exceso polimorfismo de nucleótidos sinónimos sobre no sinónimos, y otras características que son de esperar en genes o en secuencias de ADN con roles funcionales. Procedemos en primer lugar a una reseña de la literatura sobre la Drosophila y luego extendemos el análisis a las diversas características funcionales identificadas en los pseudogenes de otros organismos. Un pseudogén que ha surgido por duplicación o retroposición puede, al principio, no quedar sometido a selección natural si el gen fuente permanece funcional. Sin embargo, los alelos mutantes que incorporan nuevas funciones pueden ser favorecidos por selección natural y tendrán una mayor probabilidad de quedar fijados en la población. Estamos de acuerdo con la propuesta de que los pseudogenes sean considerados como potogenes, esto es, secuencias de ADN con una potencialidad para devenir nuevos genes.

Quiero hacer notar aquí, para quienes carezcan de suscripción a la publicación, que pueden descargar el artículo completo en formato PDF AQUÍ.

Para un análisis adicional de la función de los pseudogenes, véase el artículo de Casey Luskin sobre lo inadecuado del nombre pseudogén aquí, donde observa que incluso aquellos pseudogenes que no se transcriben pueden servir a funciones importantes. Véase también mi análisis del «ARN basura» aquí, donde llamo la atención a un artículo noticioso de Nature que informa que «los péptidos del arroz brillante podrían también tener implicaciones acerca de cómo consideramos los pseudogenes, que a menudo han sido considerados como difuntas reliquias de genes codificantes de proteínas. Los pseudogenes a menudo contienen muchas señales que detienen la síntesis de proteínas y, como resultado, sólo podrían codificar cadenas cortas de aminoácidos. Quizá esto proporcionaría una nueva manera para que los pseudogenes tengan alguna clase de función».

Podría seguir en esta misma línea durante tiempo. Pero la realidad de fondo es que Fairbanks está sencillamente equivocado cuando decide tachar todas las secuencias de pseudogenes como carentes de función.

¿Qué nos cuentan los pseudogenes acerca de la evolución humana?

Subsiguientemente, Fairbanks centra su atención sobre algunos ejemplos de evolución de pseudogenes en humanos, comenzando con el pseudogén unitario conocido como L-gulono-gamma-lactona oxidasa, o sencillamente «GULO» para abreviar. Ordinariamente, este gen facilita la biosíntesis de la vitamina C, pero en humanos este parece ser un caso genuino de un «gen roto». Esto significa que otros mamíferos, como perros y gatos, pueden vivir con una dieta que apenas si contenga ninguna vitamina C (sus organismos producen su propia vitamina C). Pero en humanos y en todos los demás primates este gen es disfuncional, lo que significa que tenemos que ingerir vitamina C para sobrevivir.

Daniel Fairbanks ofrece el siguiente argumento para la tesis de una descendencia común de humanos y chimpancés:

Aunque este pseudogén está sumamente mutado y es totalmente inútil, los humanos y chimpancés tienen unas copias casi idénticas del mismo. El genoma del chimpancé contiene el mismo pseudogén GULO, en el mismo lugar en el ADN, y las versiones del chimpancé y humana son idénticas en un 98 por ciento. Lo mismo puede decirse de casi cada otro de los pseudogenes en el genoma humano. Con unas pocas y notables excepciones, los chimpancés y los humanos tienen los mismos pseudogenes en los mismos lugares, y son, en promedio, similares en alrededor el 98 por ciento.

Lo extraordinario es que para respaldar esto, Fairbanks hace referencia a un artículo publicado en 2003 por Inai et al. en la revista Journal of Nutritional Science and Vitaminology. ¡Lo pasmoso acerca de esta cita de Fairbanks es que este artículo también documenta la presencia de deleciones y sustituciones compartidas en el pseudogén GULO entre humanos y conejillos de Indias! Dado que se cree que humanos y conejillos de Indias divergieron en el tiempo del antecesor común con los roedores, si las mutaciones son verdaderamente aleatorias, los humanos no deberían compartir una diferencia mutacional entre la rata y el conejillo de Indias. Pero hay muchas diferencias mutacionales que los humanos comparten. Inai et al. argumentaban que esto indicaba que hay puntos calientes mutacionales donde ciertas clases de mutaciones ocurren con una mayor frecuencia. El artículo calcula la probabilidad de estas mismas sustituciones a la vez en humanos y conejillos de Indias como de 1,87 x 10-12.

El genetista de poblaciones Reed A. Cartwright intenta evadir esto en un ensayo en el sitio web Panda’s Thumb:

Sin embargo, las secciones citadas procedentes de Inai et al. (2003) adolecen de un error metodológico fundamental; omiten considerar que las sustituciones pudieron haber sucedido en el linaje de las ratas después de la divergencia de los otros dos. Las investigaciones realmente agrupan sustituciones específicas del linaje de las ratas con unas sustituciones separadas compartidas por los conejillos de Indias y los humanos ...

Si yo realizase el mismo análisis que Inai et al. (2003), concluiría que hay diez posiciones donde humanos y conejillos de India experimentaron sustituciones separadas del mismo nucleótido, conocidas también como rasgos compartidos, derivados. Estas posiciones son 1, 22, 31, 58, 79, 81, 97, 100, 109, 157. Sin embargo, la mayoría de éstas resultan ser sustituciones en el linaje de las ratas cuando contemplamos unas muestras de mayor tamaño de la especie.

Cuando contemplamos esta tabla de datos de mayor tamaño, sólo una posición de las diez, la 81, resulta un posible caso de una característica derivada compartida, una posición, 97, es insegura, y las otras ocho posiciones son más que probablemente sitios ancestrales compartidas. Con esta información filogenética adicional he demostrado que los «puntos calientes» que encontraron Inai et al. (2003) no gozan de un buen apoyo.

Sean D. Pitman, M.D., ha contestado a este argumento en su sitio web. Escribe él:

Desde luego parece que una cantidad de diferencias de secuencia observadas por Cartwright son más bien exclusivas de la rata —especialmente cuando se includen varias otras especies en la comparación. Pero yo tengo una cuestión a suscitar acerca de este tema. Me parece que sencillamente hay demasiados loci en los que la rata es la única secuencia aparte en el Exón X (esto es, hay siete y muy posiblemente ocho de estos loci). Dada la estimación publicada sobre ritmos de mutación (Drake) de alrededor de 2 x 10-10 por locus por generación, sería de esperar ver sólo de 1 a 2 mutaciones en el exón en cuestión de 164 nucleótidos (Exón X) durante el supuesto decurso de unos 30 millones de años. Por tanto, el argumento de que las diferencias mutacionales se deban a mutaciones en el linaje de las ratas presupone un ritmo de mutaciones mucho más elevado en la rata que en el conejillo de Indias. Lo mismo sucede si se compara la rata con el ratón (esto es, el ritmo de mutaciones que se manifiesta en la rata resulta mucho mayor que el del ratón).

Esto es especialmente interesante, por cuanto muchas de las mutaciones del ADN son sinónimas. ¿Por qué deberían unas mutaciones esencialmente neutras quedar fijadas en una extensión mucho mayor en el acervo genético de las ratas en comparación con otros acervos genéticos? ¿Acaso esta significativa diferencia en el ritmo de mutaciones, por sí misma, no parece sugerir una región mutacionalmente «caliente» —al menos en las ratas?

Aparte de esto, hay varias diferencias de loci que no son exclusivas de los acervos genéticos de la rata y del ratón, y por ello sugieren puntos calientes mutacionales más allá de la «actividad» global general o propensión para mutaciones en esta secuencia genética general.

Algunos han observado que aunque las mutaciones compartidas puedan ser resultado de puntos calientes, hay muchas más diferencias mutacionales entre humanos y ratas/conejillos de Indias en comparación con los simios. Por tanto, aparte de puntos calientes, los humanos y los simios están claramente relacionados de manera más estrecha que los humanos y las ratas/conejillos de Indias.

El problema con este argumento es que el ritmo al que suceden las mutaciones está relacionado con el tiempo medio de generación. Las criaturas que tienen un tiempo de generación más corto presentan un ritmo de mutaciones más elevado a lo largo del mismo término absoluto de tiempo —digamos que 100 años. Por tanto, es sólo de esperar que las criaturas con tiempos de generación relativamente más largos, como humanos y simios, presenten menos diferencias mutacionales relativas entre sí a lo largo del mismo período de tiempo respecto de aquellas criaturas con tiempos mucho más cortos de generación, como las ratas y los conejillos de Indias.

Lo que es interesante acerca de muchas de estas pérdidas mutacionales es que a menudo comparten los mismos cambios mutacionales. Es al menos razonablemente verosímil que la mutación GULO podría ser también resultado de una inestabilidad genética similar compartida por criaturas similares (como los humanos y los grandes simios).

Este mismo tipo de fenómeno se observa en una magnitud bastante significativa en la región del GULO. Muchas de las mismas mutaciones zonales aparecen compartidas entre humanos y conejillos de Indias. ...

¿Por qué iban tanto los humanos como los conejillos de Indias a compartir deleciones fundamentales de los exones I, V y VI así como cuatro codones de paro si estas mutaciones son verdaderamente aleatorias? Además, también se ha observado que un grupo mutante de cerdos daneses exhibía una pérdida de funcionalidad del GULO. Y además resulta que la mutación clave en estos cerdos fue una pérdida de una porción considerable del exón VIII. Esta pérdida también concuerda con la pérdida de exón VIII de los primates. Además, aparece un desfase del marco de lectura en el intrón 8 que tiene como resultado una pérdida de la codificación correcta para los exones 9-12. Esto también refleja una pérdida muy similar en esta región en los primates. Estas son unas cuantas semejanzas clave que claramente no fueron resultado de descendencia común para la región GULO. Esta parece ser una clara indicación de que muchas, si no todas, las mutaciones en la región GULO son desde luego rsultado de unas inestabilidades genéticas comunes y que hay una tendencia a mutaciones similares —especialmente en animales semejantes.

Como un aparte, se sabe que muchas otras mutaciones genéticas que resultan en pérdidas mutacionales afectan comúnmente a los mismos loci genéticos de la misma forma o de formas parecidas aparte de una descendencia común. Por ejemplo, la acondroplasia es una mutación espontánea en humanos en alrededor de un 85 por ciento de los casos. En los humanos, la acondroplasia se debe a mutaciones en el gen FGFR2. Una observación a destacar acerca del gen FGFR2 es que la mayor parte de las mutaciones se introducen en los mismos dos puntos (755 C->G y 755-757 CGC->TCT) de forma independiente de cualquier descendencia común. Las patas cortas del Dachshund se deben también a la misma o mismas mutaciones. La misma mutación alélica también se ha manifestado en ovejas.

Quiero extenderme un poco aquí. Debido a que el pseudogén GULO aparece mucho en todas estas discusiones, podría parecer tentador considerarlo como un incidente aislado. Para no hacerme vulnerable a la acusación de una selección deliberada de datos, quiero asegurar a mis lectores que no es éste el caso. Contemplemos un par de otros ejemplos con mucha brevedad.

El pseudogén ortólogo P2 de los humanos y de las ovejas, por ejemplo, comparten un codón de paro prematuro coincidente sin posibilidad de una descendencia evolutiva común. Además, un artículo publicado en la revista Journal of Molecular Biology and Evolution en 2002 socava la línea oficial clásica de «jerarquía anidada», al documentar la presencia pseudogenes de urato oxidasa (Uox) que comparten «errores» convergentes, sin descendencia común. De hecho, miembros del clado orangután-gorila-chimpancé-humanos comparten el codón 33 de paro prematuro, mientras que el que aparece en el codón 187 se encuentra en humanos, chimpancés y gorilas. Otros tres (codones 18, 167 y 197) son específicos de sólo un primate. El artículo realmente comunica que «la mutación sin sentido (TGA) en el codón 107 es, sin embargo, más complicada que otras. Aparece en el gorila, el orangután, el gibón, y por ello exige orígenes múltiples de esta mutación sin sentido, [mi énfasis]».

Conclusión

¿A qué conclusión debemos pues llegar? Hasta ahora hemos examinado tres datos clave acerca de la pretendida descendencia común de humanos y chimpancés (esto es, las indicaciones de fusión cromosómica, la distribución ortóloga de los genes saltarines, y los «errores» compartidos en pseudogenes) y hemos encontrado el modelo evolutivo carente de justificación. Puedo comprender por qué muchos creen sinceramente que la descendencia común está tan bien fundamentada (yo mismo en otros tiempos como postulante del Diseño Inteligente también compartía este punto de vista). Desde luego, no considero que sean deshonestos. Lo que sucede es que es necesario revisar todos los datos como parte de la evaluación que se realiza. Cuando se hace una reseña sistemática y objetiva de todos los datos, me parece que muchos de los argumentos que parecen a primera vista corroborar la ascendencia común se derrumban cuando se someten a un examen detenido.


Título y enlace con el original: Daniel Fairbanks Cherry Picks Data On Pseudogenes To Prop Up Common Descent - 4 Marzo 2011

Autor: Jonathan M. licenciado en biología forense.

© Jonathan M  2011
Traducido con permiso del autor
Traducción del inglés: Santiago Escuain
© 2011 Santiago Escuain por la traducción
© SEDIN 2011 para la edición en formato electrónico - todos los derechos reservados.

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Se puede reproducir en todo o en parte para usos no comerciales, a condición de que se cite la procedencia reproduciendo íntegramente lo anterior y esta nota, y si se reproduce en algún sitio web o blog, incluyendo un enlace activo a este artículo original.


 

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