La misteriosa materia de la mente

ARTHUR C. CUSTANCE, M.A., Ph.D.

Miembro de la Afiliación Científica Americana

Miembro de la Asociación Americana de Antropología

Miembro del Real Instituto de Antropología


con una respuesta de

Lee Edward Travis

 

1980

 
Traducción del inglés: Santiago Escuain

Pórtico

Índice


Capítulo 2

 

El dualismo cartesiano:
La interacción entre la mente y el cerebro


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Análisis de la opinión de René Descartes del dualismo interaccionista,
y sondeo de los factores que llevaron a su rechazo.


E

l dualismo es un antiguo concepto profundamente arraigado en el pensamiento griego. Los griegos sostenían que el alma del hombre era de una esencia totalmente diferente a la de su cuerpo. Además, sostenían que estas entidades duales no tenían interacción entre ellas. Lo cierto es que los griegos las contemplaban como ajenas la una a la otra, siendo el cuerpo la cárcel del alma. Así, el dualismo significa mucho más que una mera designación numérica. Implica la dicotomía de alma y cuerpo, con una división absoluta.

René Descartes (1596—1650) marca el comienzo de la psicología moderna. Fue un personaje singular: principalmente filósofo, fue también científico, fisiólogo y matemático.

Creía que un alma independiente no material habitaba y encontraba expresión en un cuerpo operado mecánicamente. La realidad del cuerpo no demandaba prueba, la realidad del alma sí. Descartes usó su famoso aforismo como prueba: cogito ergo sum, «pienso, luego existo». Es una pulcra forma de prueba y parece irrebatible. No podemos dudar de la existencia de nuestro propio yo, porque no podemos dudar del yo a no ser que exista un yo para que dude.

Es interesante que la idea no se originó con Descartes, aunque generalmente se atribuye a él. Unos mil doscientos años antes de Descartes, Agustín de Hipona escribió en su Ciudad de Dios (11.26):

Sin ninguna engañosa representación de imágenes y fantasmas, estoy absolutamente seguro de que yo soy, y que lo sé y me deleito en esto. Con respecto a estas verdades, no tengo temor de los argumentos de los Académicos, que dicen: «¿Y qué sucede si eres engañado?» Porque si soy engañado, es que soy. Porque quien no es, no puede ser engañado; y si soy engañado, por esta misma razón soy.

Descartes estaba interesado acerca de cómo lo inmaterial podía interaccionar con lo material y cómo la sustancia «extendida» del cuerpo podía alojar al espíritu «sin extensión» llamado alma. Resolvió el problema de la incompatibilidad de las dos entidades mediante su dualismo; es decir, dando un nombre al problema.

Él mantenía que los dos componentes que constituyen al hombre tuvieron un origen independiente y que son de una naturaleza fundamentalmente diferente. El cuerpo se podía dividir mediante la eliminación de una pierna o de un brazo, pero el alma era indivisible. El alma ocupaba todo el cuerpo en todas sus partes, pero la reducción del cuerpo en cualquier forma no reducía el alma. El cuerpo era procreado, el alma era creada. Aunque las dos realidades fuesen de una naturaleza completamente diferente, podían afectar a la otra, el alma al cuerpo y el cuerpo al alma. Pero la manera en que esta acción tiene lugar es sin embargo un misterio; sólo que Descartes lo designó de una manera diferente —dualismo.

Pero Descartes se convirtió en el padre de la teoría del interaccionismo mente/cuerpo.

El interaccionismo de Descartes

Descartes sostenía que el cerebro (junto con el resto del cuerpo) tenía un principio operativo puramente mecanicista. Esto es cierto cuando se considera el cuerpo sin alma —como propuso que era el caso en el mundo animal, donde el alma estaba ausente. Así, los animales eran meros autómatas. Este punto de vista mecanicista del cuerpo, incluyendo el cerebro, no era cuestionable si no se hace del alma una parte esencial de su operación. De modo que Descartes quedaba libre para proceder con su física de la fisiología.

Pero, ¿cuál era entonces la naturaleza del alma? Su respuesta es simple: las percepciones sensoriales y las pasiones físicas de los hombres dependen del cuerpo, pero la conciencia de las mismas reside en el alma. Lo importante, entonces, es indagar cómo es que el alma deviene consciente (esto es, de su medio y de sí misma) y cómo consigue actuar sobre el cuerpo. Su conciencia se debe a la acción del cuerpo sobre la misma, pero, ¿cómo actúa a su vez sobre el cuerpo cuando ejerce su voluntad?

El punto de la interacción, según Descartes, tenía lugar en el emplazamiento de la glándula pineal, el único lugar que según creía él no estaba duplicado como se creía que lo estaban todas las otras estructuras cerebrales. Sin embargo, no se consideraba el alma como encerrada en la glándula pineal. La glándula es meramente el punto de interacción, no la sede del alma en ningún sentido pleno.

El cuerpo es materia extendida: el alma es espíritu no extendido. Pero cuando lo extendido recibe la acción de lo no extendido, se precisa de algún punto concreto de interacción, y así resulta que se encuentra en la glándula pineal. Sin embargo, el «alma está unida a todas las partes del cuerpo conjuntamente». Todo el cuerpo es la sede apropiada del alma en tanto que el cuerpo permanezca intacto. Cuando se corta un miembro del cuerpo —por ejemplo, un brazo o una pierna—, no hay pérdida de ninguna parte del alma como consecuencia de ello, porque el alma es unitaria e indivisible. Luego ocupa lo que queda del cuerpo.

De modo que sin emprender resolver todos los problemas, sencillamente enunció que hay un dualismo de mente y cuerpo, y que su interacción es evidentemente real. El cerebro es el principal ámbito de la mente o conciencia del alma, pero la mente o conciencia se distribuyen por todo el cuerpo. El punto de interacción entre la una y el otro es la glándula pineal.

Descartes prestó su autoridad a la perspectiva sostenida durante largo tiempo de que la mente está asociada de una manera particular con el cerebro, pero hizo de la mente y del cerebro entidades separadas, con una dependencia mutua solo en el sentido de que una pluma estilográfica y la tinta son interdependientes. La pluma no podrá escribir sin la tinta, y la tinta no da ningún mensaje sin la pluma.

Descartes «sustancializó» la conciencia como una realidad no extendida, algo que puede existir en el cuerpo pero que no ocupa espacio alguno. La mente era real, pero totalmente separada de la materia, y por ello del cerebro. El interaccionismo es su forma de dualismo. El cerebro extendido, la mente no extendida, y sin embargo interactúan, y esta interacción tiene lugar en un sitio específico, la glándula pineal. La teoría no se puede refutar en tanto que haya fenómenos mentales cuyas correlaciones neurales permanezcan desconocidas. Que hay fenómenos mentales no se puede poner en duda por razones lógicamente convincentes y que fueron adoptadas (aunque no originadas) por Descartes; no puede dudarse de ellos porque el mismo acto de la duda establece su realidad. La realidad de la existencia consciente queda confirmada cada vez que se niega.

La materia y la mente las interpretó como sustancia creada, donde cada una constituye una forma radicalmente diferente e independiente de realidad. Su interacción no procede, mantenía él, de un origen común. Su incapacidad de dar satisfacción incluso a sus admiradores más ardientes acerca de la naturaleza de la interacción entre ambas resultó en que algunos de ellos adoptaron un punto de vista que se llegó a conocer como ocasionalismo, según el que cada aparente interacción de la mente y del cuerpo era resultado de una intervención divina directa.

Al final, el punto de vista mecanicista cartesiano eximió solamente a dos fenómenos de su alcance totalmente inclusivo: a Dios y al alma humana. Todo lo demás, toda la vida animal por debajo del hombre, y el hombre mismo excepto solo por su alma, quedaba abarcado en la cadena universal de causalidad mecanicista. El concepto era imponente, y al final demostró ser excesivamente dominante para permitir que una excepción constituyese un obstáculo a su aplicación a todo lo demás. El alma fue primero ignorada, después prácticamente negada, o convertida en una mera excrecencia de la máquina que era el cuerpo y el cerebro. En una conferencia sobre psicología tomista pronunciada en la Universidad de Ottawa en 1957, el Profesor R. H. Shevenell resumió la influencia de Descartes con estas palabras:

     Con Descartes, la psicología perdió su alma y encontró su mente;
con los empiristas británicos, el alma perdió su mente y encontró su conciencia;
con Watson y los conductistas, el alma perdió su conciencia y encontró sus reflejos.

Descartes marcó un punto de inflexión para el estudio del hombre, especialmente para el estudio de la relación mente/cuerpo.

La mayoría de los pensadores importantes que siguieron a Descartes rechazaron el interaccionismo. No era una hipótesis susceptible de prueba. Por encima de todo, introducía lo sobrenatural en la imagen, y con ello excluía el concepto del laboratorio científico y lo introducía en el seminario teológico.

Los críticos de sus ideas objetaban que si el alma y el cuerpo eran sustancias de naturalezas completamente diferentes, la interacción entre ellas era realmente imposible. Descartes protestó contra tal idea, pero nunca satisfizo a sus críticos. Y el ocasionalismo tampoco tuvo mejor papel, porque la interacción entre la mente y el cerebro quedaba por ello reducida simplemente al milagro, y los milagros no quedan en el ámbito de la ciencia experimental, con su énfasis principal en la reproducibilidad y en la cuantificación. Parecía que el problema era insoluble, y que se precisaba de un nuevo planteamiento.

Lo que surgió fue una determinación de reducirlo todo a física y a química, o quizá hablando con más rigor a física y a matemáticas (aunque hay químicos que no contemplan con favor que se considere a su ciencia como una rama de la física). Pero esto debe haber impulsado el planteamiento por parte de Claude Bernard de abordar el cuerpo como una máquina, y el éxito que asistió a este planteamiento hizo avanzar nuestro conocimiento del cuerpo de una forma tan extraordinaria que llegó a ser herejía hablar de dualismo en el sentido cartesiano.

Pero poco a poco, al haberse ido acumulando nuevas pruebas, parece que el punto de vista monista* está exhibiendo señales de insuficiencia, y que está surgiendo un nuevo dualismo.


* Monista: lo contrario a dualista, dicótomo o yuxtapuesto.



1980 publicado por Probe Ministries (Texas) con Zondervan Publishing Co.

1997 primera edición en línea en inglés

2001 2ª edición en línea en inglés – corregida y con formato revisado

Copyright © 1988 Evelyn White. Todos los derechos reservados


Título: La misteriosa materia de la mente
Título original: The Mysterious Matter of Mind
Autor: Arthur C. Custance, Ph. D., con respuesta de Lee Edward Travis
Fuente: The Mysterious Matter of Mindwww.custance.org
Copyright © 1988 Evelyn White. All rights reserved

Copyright © 2008 Santiago Escuain para la traducción. Se reservan todos los derechos.


Traducción del inglés: Santiago Escuain

© Copyright 2008, SEDIN - todos los derechos reservados.

SEDIN-Servicio Evangélico
Apartat 2002
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(Barcelona) ESPAÑA
Se puede reproducir en todo o en parte para usos no comerciales, a condición de que se cite la procedencia reproduciendo íntegramente lo anterior y esta nota.



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