Porciones
para
Peregrinos
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Semanas
Introducción y Prefacio 29—La todosuficiencia de Cristo 39—Nuestras necesidades y 44—Aliento para los peregrinos 51—La luz celestial |
Aun dulce es descubrir, Si las nubes han oscurecido mi vista, Cuando han pasado, eterno Amante, Que para mí, como siempre, resplandeces. ¡Oh, guarda mi alma entonces, Jesús! Permaneciendo siempre en Ti; Y si yerro, enséñame Pronto
a
acogerme
de nuevo a Ti.
La fidelidad habitual en juzgar la carne en las cosas pequeñas es el secreto para no caer.
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Es una tarea muy desagradable llegar a conocernos a nosotros mismos, pero sumamente útil. Pedro es zarandeado, y tiene que aprender que esta confianza que tiene en sí mismo es la ocasión misma de su caída. … Al final, el Señor no solo restaura su alma, sino que hace de él un canal de bendición para otros. Cuando conocéis vuestra absoluta incapacidad, entonces podéis ir y podéis ayudar a otros. «Apacienta mis ovejas», dice el Señor a Pedro.
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La humildad ante los hombres es a menudo la mejor prueba de restauración delante de Dios.
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Supongamos que mi alma está fuera de comunión, entonces el corazón natural dice: tengo que corregir la causa de esto antes que pueda acudir a Cristo. Pero Él es misericordioso; y sabiendo esto, la manera es volver a Él inmediatamente, tal como somos, y luego humillarnos profundamente delante de Él. Es solo en Él y de parte de Él que encontraremos aquello que restaurará nuestras almas.
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Para quedar verdaderamente restaurado, el cristiano debe reconocer el punto en el que tuvo lugar el alejamiento en el que el alma abandonó la comunión con Dios y buscó su propia voluntad. … La comunión con Dios no queda totalmente restablecida, el yo y su voluntad no quedan realmente quebrantados, en tanto que el cristiano no haya llegado al punto en el que su corazón comenzó a perder su sensibilidad espiritual, porque la presencia de Dios nos da a conocer esto.
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La diligencia en sus actividades es cosa totalmente correcta, pero no deje que esto se interponga entre su alma y Dios. Si no tiene una relación tan cordial con Él, y ello de forma creciente, busque la razón, y mírelo a Él, porque Él da más gracia.
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Si la tristeza se interpone entre nuestras almas y Dios de modo que produzca desconfianza, es pecado. … Él puede restaurarnos, tanto de la aflicción como de nuestras ofensas. … El salmista no dice: debo restaurar mi alma, y luego acudir a Dios, sino, «Él hace volver mi alma».
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¡Cuántas veces la ausencia de Dios hace que se reconozca Su valor, cuando Su presencia no había sido apreciada!
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La resbaladiza pendiente del pecado es a menudo recorrida con pasos acelerados, porque el primer pecado tiende a debilitar en el alma la autoridad y el poder de lo único que puede impedir que cometamos pecados más y más grandes—es decir, la palabra de Dios, así como la conciencia de Su presencia, que imparte a la palabra todo su poder práctico sobre nosotros.
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Es de absoluta importancia que la vida interior se mantenga hasta la altura de nuestra actividad externa, o estamos cerca de alguna caída espiritual.
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Es sorprendente lo que las personas pueden creer cuando son dejadas a sí mismas, sin ser guardas por Dios, cuando el poder del enemigo se hace presente. Hablamos de sentido común, de razón (y son cosas muy preciosas), pero la historia nos dice que únicamente Dios nos da o nos preserva ambas cosas.
Porciones para Peregrinos - Citas de J. N. Darby // Selección de H. G. Título original: Pilgrim Portions - Meditations for the Day of Rest - Selected from the
Writings, Hymns,
Letters, etc., of J. N. Darby SEDIN-Servicio Evangélico
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